domingo, 31 de enero de 2016

Israel crea un espacio para que mujeres y hombres recen juntos en el Kotél ( Muro de las Lamentaciones )

Retorno a Sefarad: un judío israelí reconstruye sus raíces españolas


El abogado israelí Josef Ben Naim desciende judíos expulsados en el siglo XV.


Para Josef Ben Naim, una herida de más de 500 años está a punto de cerrarse.
Este abogado de 40 años y vecino de Haifa, en el norte de Israel, es un sefardí, un descendiente de los judíos expulsados de la Península Ibérica en el siglo XV porque se negaron a renunciar a su fe.
En los últimos meses, Ben Naim viajó a las raíces de su árbol genealógico recopilando toda clase de documentos sobre sus antepasados, tomó lecciones para mejorar su castellano y superó exámenes de lengua y cultura españolas.
Y, la semana pasada, completó en Madrid el proceso para solicitar el pasaporte de la tierra de sus ancestros de acuerdo con la Ley de concesión de nacionalidad a sefardíes originarios de España, aprobada por el Parlamento en verano.
La Unión Sefaradí Mundial (USM), el organismo acreditado por el Ministerio de Justicia que lo ayudó con su solicitud, asegura que es el primer ciudadano de Israel en pedir la nacionalidad por medio de la Ley, que abre las puertas de su antiguo hogar a los tres millones de sefardíes desperdigados por el globo. Así lo afirma también la prensa de su país. El Ministerio no ha podido confirmar a este diario que se trate del primer israelí en completar el proceso de solicitud, pero sí que es de los primeros sefardíes del mundo en hacerlo.
“No lo he hecho por razones prácticas”, cuenta Ben Naim a EL ESPAÑOL desde Haifa. “Quería reconstruir mi conexión con España, mi conexión con mi familia. Es mi historia”.
Junto con Ben Naim, son muchos los sefardíes israelíes que quieren levantar de nuevo un puente con España. La USM está trabajando hoy día con cientos de personas para asistirlas con sus solicitudes, afirma su presidente, Jose Benarroch. Ben Naim fue apenas el primero y los perfiles de los aspirantes a obtener la doble nacionalidad abarcan diversas generaciones.
“Hay gente retirada para quien esto es un acto histórico, ellos vivieron toda la vida pensando en España y tener el pasaporte español sería como un sueño”, dice Benarroch desde su despacho en Jerusalén. “Para la gente de negocios de 30-40 años, es un instrumento de trabajo (…) Y para los jóvenes, que también hay muchos, es la posibilidad de obtener becas universtarias y realizar estudios en Europa”.

EL VIAJE EN EL TIEMPO

El rastro del apellido Ben Naim pasa por Turquía, Túnez, Marruecos y Argelia hasta Sefarad -como se conoce a España en hebreo. El nombre familiar puede traducirse como “persona tranquila y agradable” o “constructores”. Tras la expulsión, los Ben Naim se mudaron al Norte de África, de donde proceden los padres del letrado.
“Tenemos toda una sección en la Unión que trata con geneólogos e historiadores”, dice Benarroch, que explica que su organización emite certificados sobre apellidos sefardíes con los que los solicitantes apoyan su caso ante las autoridades españolas, además de guiarlos durante las diferentes fases del proceso. “Luego la persona en sí tiene que probar qué parte tiene de ese apellido. Es una especie de árbol genealógico al revés, que empieza con el peticionario, sube a sus padres, sigue subiendo a los abuelos, los bisabuelos y hasta donde pueda”.
Uno de los documentos que acreditan la ascendencia de Josef Ben Naim.
Uno de los documentos que acreditan la ascendencia de Josef Ben Naim.
Benarroch dice que el solicitante tiene que presentar documentos que demuestren su parentesco con esos antecesores más inmediatos, como, por ejemplo, certificados de defunción, partidas de nacimiento o carnets de identidad.
Solicitar la nacionalidad española ha supuesto una oportunidad única para Josef Ben Naim para aprender más acerca de sí mismo y sus orígenes. “Descubrí cosas que no sabía acerca de mi familia”, afirma.
El abogado, que trabaja para el Ministerio de Finanzas de Israel, cuenta que la USM encontró a miembros de su familia en libros y registros sobre la comunidad judía en el Marruecos español. “Uno de mis antepasados fue el gran rabino de Marruecos y Gibraltar”, exclama.
El padre de Ben Naim, Moshe, nació en Tetuán en 1925 cuando la ciudad era capital del Protectorado Español de Marruecos. Hoy día, muchos de sus hermanos y hermanas -tíos y tías de Josef Ben Naim- tienen su residencia en España. “Viven en Málaga, Barcelona, Madrid y también tengo una tía en Ceuta”, dice el letrado.
Moshe se acabó trasladando, sin embargo, a Israel donde conoció a su mujer, Rachel, también natural de Tetuán. Allí se asentaron y tuvieron a Josef. En casa de sus padres, Ben Naim se crió expuesto constantemente a la cultura española. “En casa hablaban entre ellos en español; es su lengua materna”, asegura. “Gracias a eso puedo entenderlo”.
Ben Naim recuerda cómo de niño viajaba con su padre a España para ver a su familia aquí. En la televisión, veían los telediarios y el programa Saber Vivir. El abogado cuenta que ahora tiene abanicos decorando su residencia que tomó de casa de sus padres. “Mi padre siempre dice que nosotros somos españoles”, afirma.

LA LEY

La presente Ley pretende ser el punto de encuentro entre los españoles de hoy y los descendientes de quienes fueron injustamente expulsados a partir de 1492, y se justifica en la común determinación de construir juntos, frente a la intolerancia de tiempos pasados, un nuevo espacio de convivencia y concordia, que reabra para siempre a las comunidades expulsadas de España las puertas de su antiguo país”.
Este fragmento es parte del preámbulo de la Ley de concesión de la nacionalidad a sefardíes aprobada por las Cortes españolas en junio.
“La ley tiene un prólogo precioso y después los artículos en sí son un poco difíciles de masticar, porque hay cosas que han metido miedo a bastante gente”, dice Benarroch, de la Unión Sefaradí. “Como, por ejemplo, el estudio del español, ya que no todo el mundo tiene el tiempo y la disponibilidad para hacerlo; el ir a Madrid a un notario, [con] el gasto que supone.”
Los requisitos para que un sefardí adquiera la nacionalidad son los siguientes: 1) que el solicitante no tenga antecedentes penales; 2) tener vínculos especiales con España, como puede ser haber estudiado aquí; 3) aprobar un examen de lengua y de conocimiento de la Constitución y la cultura españolas; 4) tener lazos de sangre con los judíos expulsados. También es preciso acudir a un notario en España para certificar toda la documentación. La norma indica que las autoridades españolas determinan a qué notario debe acudir el solicitante y que se le cita en España cuando se considera que su condición de sefardí está justificada.
“[Tras la introducción] la ley se vuelve un poco más dura, un poco más seca. Lo que pasó, creo, es que el legislador de repente se dio cuenta de que podría haber un tsunami de gente que se acogiera a la ley”, dice Benarroch.
Antes que la Ley entrara en vigor en octubre, los sefardíes podían obtener la nacionalidad por decisión discrecional del Consejo de Ministros o residiendo dos años en España “asimilándose ya en estos casos a los nacionales de otros países con una especial vinculación con España, como las naciones iberoamericanas”. Además, debían renunciar a su nacionalidad de origen para adoptar la española, mientras que ahora pueden mantener las dos.
Ben Naim cuenta que cuando se enteró de que el Parlamento español iba a sacar adelante la Ley de nacionalidad comenzó a recopilar documentos. Pidió a las autoridades marroquíes la partida de nacimiento de su padre. Hacia el final del verano, se puso en contacto con la USM.
Para poder aprobar la prueba de idioma, el abogado realizó también un curso en el Instituto Cervantes de Tel Aviv, donde luego se examinó. “Lo entendía bien pero es difícil escribirlo”, asegura. “La prueba oral fue fácil, pero la escrita fue un poco complicada y mucha gente no aprobó”.
Junto con el examen de lengua, Ben Naim tuvo que aprobar también el CCSE (prueba de conocimientos constitucionales y socioculturales de España), que organiza igualmente el Instituto. Las preguntas fueron de lo más variadas: desde cuál el pico más alto de España a quién es Penélope Cruz.
Este vecino de Haifa comenta que algunos de sus compañeros sefardíes en el Instituto Cervantes tenían apellidos como “Toledano” o “Sevilla” y hablaban ladino, la lengua de los judíos de la Península, una suerte de castellano antiguo fosilizado y preservado a lo largo de los siglos. Su vecino también lo habla.
Ahora, sólo queda que el Ministerio de Justicia de el visto bueno final para que Ben Naim pueda acudir a la embajada española en Tel Aviv a jurar bandera y convertirse definitivamente en ciudadano español. La notaría madrileña que verificó los documentos del israelí afirma que la documentación aprobada de Ben Naim ya ha sido remitida a las autoridades pertinentes.
Por su parte, este residente de Haifa asegura estar muy agradecido a los legisladores de España. “Quiero dar las gracias porque éste no es un acto político, es un acto entre naciones, entre gentes”.
Fuente : elespañol.com

lunes, 25 de enero de 2016

El Holocausto a través de sus víctimas

Berlín exhibe por primera vez 100 obras realizadas por prisioneros de campos de concentración

 

'Golpeado (Mi hermano Gedalyahu)', 1941-44, de Jacob Lipschitz (1903-45).

El médico checo Pavel Fantl tenía 39 años cuando fue deportado en junio de 1942, junto con su madre, su esposa y su hijo, al campo de concentración nazi de Theresienstadt. En los siguientes dos años, Fantl arriesgó su vida pintando escenas del infierno que estaba viviendo y, gracias a la complicidad de algunos guardias, pudo enviar unos 80 de sus dibujos al exterior. En octubre de 1944, Fantl y su familia fueron enviados a Auschwitz. Su esposa y el pequeño fueron asesinados de inmediato, mientras que el médico y artista, que había logrado ilustrar la pesadilla, fue fusilado poco antes de que finalizara la II Guerra Mundial en 1945. En una de aquellos trabajos que se salvaron, Fantl muestra a Adolf Hitler disfrazado como un arlequín borracho y con los dedos manchados de sangre; su título es La canción se acabó.
El cuadro se puede contemplar a partir de hoy en el Museo de Historia de Berlín. Es una de las cien obras que conforman la exposición Kunst aus der Holocaust (“Arte del Holocausto”), una muestra inédita y conmovedora que tiene la difícil y complicada tarea de confrontar de nuevo al público alemán, desde la óptica del arte, con el capítulo más oscuro de la historia reciente del país y de toda la humanidad: el Holocausto. La exposición fue inaugurada ayer por la canciller alemana Angela Merkel y entre hoy y el 3 de abril estará abierta al público.

Angustia y desesperación



Nelly Toll tenía ocho años cuando el ejército de Hitler invadió la localidad polaca de Lwów (Lviv, perteneciente a Ucrania, desde el final de la Segunda Guerra Mundial). La niña y su madre lograron escapar de la persecución contra los judíos y se escondieron en una pequeña habitación que solo abandonaron cuando el peligro de ser enviadas a un campo de concentración había desaparecido. La menor, dotada de una rara habilidad para la pintura, plasmó sus ansias de libertad dibujando paisajes, una visión que quedó reflejada en el cuadro Niñas paseando por el campo. Nelly tuvo suerte y logró sobrevivir al exterminio. Su trabajo también se puede apreciar en Kunst aus der Holocaust.
Por primera vez, el público de Berlín puede asistir al sufrimiento, la angustia, la desesperación y el terror que vivieron las víctimas de la tiranía nazi que fueron enviadas a los campos de concentración a través de las pinturas y los dibujos que los prisioneros, y algunos perseguidos, pudieron realizar durante su calvario.
Las cien piezas de la exposición han sido prestadas por Yad Vashem, el memorial israelí de la Shoah. La mayoría presenta retratos de prisioneros, las humillaciones que sufrieron y la angustiosa sensación de impotencia y desesperación que imperó en los barracones de Auschwitz y de los otros campos de la muerte creados por los nazis para exterminar a la población judía de Europa y a quienes consideraban enemigos del régimen.
La fecha para inaugurar la antológica no ha sido elegida al azar. Anatoli Schapiro, un oficial judío del Primer Frente Ucraniano del Ejército Rojo, formaba parte de las tropas que liberaron Auschwitz el 27 de enero de 1945. Cuando entró al campo de la muerte, se enfrentó a una visión dantesca que le acompañó a lo largo del resto de su vida. “Lo primero que vi fue a un grupo de personas que estaban paradas sobre la nieve y que parecían esqueletos, vestidos con harapos y sin zapatos. Estaban tan débiles que no podían ni siquiera girar la cabeza. Les dijimos: ‘El Ejército Rojo ha llegado para liberarlos’. No nos podían creer y venían para tocarnos, para ver si era verdad”, recordó el veterano poco antes de morir.
'Una primavera' (1941), de Karl Bodek (1905-1942) y Kurt Löw (1914-1980).
La fecha de la liberación quedó grabada en la memoria colectiva germana. A partir de 1995, Alemania abre las puertas del Bundestag (la Cámara baja de su Parlamento), cada 27 de enero para rendir un emotivo homenaje a las víctimas del Holocausto. Mañana no será una excepción, pero esta vez, la solemne ceremonia oficial cobrará una nueva dimensión gracias a la exposición del Museo de Historia de la ciudad.

Alemania frente al espejo

Los organizadores justificaron la muestra como el último acto oficial para recordar el 50 aniversario del inicio de las relaciones entre Israel y Alemania. “Es muy importante para nosotros que esta exposición se presente en Berlín, porque aquí nació el Holocausto”, dijo Kai Diekmann, el editor del periódico Bild que tuvo la idea de traer la muestra a la capital alemana en 2012. “Hay que insistir una y otra vez en lo que se hizo hace ya más de 70 años en nuestro país. Esa es la importancia que tiene esta muestra”, añadió el periodista, que recibió el apoyo de Daimler Benz y del Deutsche Bank para poder mostrarle a sus compatriotas una visión hasta ahora desconocida de la tragedia.
Kunst aus der Holocaust tiene también otro valor añadido, en el cual han insistido los organizadores, y que fue resumido por Walter Smerling, presidente de la Fundación del arte y la Cultura de Bonn, otro co-patrocinador: “Nos muestra que el arte es más poderoso que la violencia. Aunque la gran mayoría de los artistas murieron en los campos, ellos siguen vivos gracias a sus obras”.

Un cuadro y tres historias paralelas

'La canción es de...' (1942), de Fantl (1903-45).
Cada uno de los cien cuadros, dibujos y gráficos que componen la exposición Arte del Holocausto, ocultan tres historias paralelas. Según Eliad Moreh-Roseberg, directora artística del memorial Yad Vashem, que contiene unas 10.000 piezas, y comisaria de la muestra que será exhibida hasta el próximo 3 de abril en Berlín, los motivos de cada obra conforman la primera historia. La segunda historia es la tragedia personal de cada artista y la última tiene que ver con la obra en sí.
“Todos los cuadros y dibujos fueron realizados entre 1939 y 1945 y 24 artistas fueron asesinados por los nazis”, dijo la curadora en Berlín. “Pero lo más importante es que todas obras están unidas por el espíritu humano. Sólo el acto de pintar era un signo de resistencia. "Cómo consiguieron los materiales para pintarlas, qué les llevó a hacerlo en esa situación, y cómo finalmente cada uno de esos cuadros sobrevivió hasta llegar a nosotros, son algunas de las preguntas que nos sugiere la exposición”, añadió la comisaria.
Fuente:elpais.com

" Debo ir a Israel. Necesito ir a Israel": los judíos huyen de Francia en cifras récord.

Foto: Familiares de Yoav Hattab, asesinado en un ataque en París, durante un funeral simbólico en Bnei Brak, cerca de Tel Aviv (Reuters).


Familiares de Yoav Hattab, asesinado en un ataque en París, durante un funeral simbólico en Bnei Brak, cerca de Tel Aviv (Reuters).

Yoav Krief recuerda perfectamente el día en que decidió abandonar Francia. Fue el 9 de enero de 2015, un viernes en el que cuatro judíos fueron asesinados en un supermercado kosher de París, dos días después del ataque al semanario Charlie Hebdo. Una de las víctimas era amigo de Yoav. "Estaba destrozado. Hablé con mi madre y le dije: 'Debemos ir a Israel, necesitamos ir a Israel'", cuenta a la cadena CNN. El joven, que entonces acababa de terminar el instituto, se mudó a Israel con su familia seis meses después. Tal vez Yoav no era consciente de que su viaje formaba parte de la mayor migración de judíos de Europa Occidental con destino a Israel desde la fundación del Estado hebreo en 1948.
Alrededor de 8.000 judíos franceses se marcharon a Israel en el año que siguió al ataque contra Charlie Hebdo, según datos de la Agencia Judía, organismo encargado de controlar la migración judía al Estado hebreo, la 'Aliyá'. La cifra de judíos franceses que emigran a Israel se ha duplicado -y duplicado de nuevo- en los últimos cinco años. Tres de cada cuatro judíos franceses han pensado en emigrar para huir del clima de antisemitismo que dicen sentir en su país. Al miedo y la inseguridad se suman la crisis económica, el auge del ultraderechista Frente Nacional, la hostilidad de la extrema izquierda antisemita y la supuesta radicalización de los musulmanes, tal y como ya publicó este diario.
El 40% de los denominados "crímenes de odio violentos" registrados en Francia tienen como objetivo a ciudadanos judíos. "Hoy es impensable que una persona pueda viajar en Metro con una kippa", aseguraba entonces Roger Cukierman, presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia, a El Confidencial.
Según Ariel Kandel, responsable de la Agencia Judía en Francia, un cuarto de los franceses instalados en Israel recientemente son jóvenes de entre 17 y 30 años. El Gobierno de Benyamin Netanyahu tendría especial interés en atraer al mayor número de judíos franceses, y con ese objetivo, la Agencia estaría trabajando en la convalidación de carreras universitarias y de algunas profesiones. Kandel cifra en 3.000 o 4.000 al año el número de personas que Israel tiene previsto atraer desde Francia en el periodo 2014-2017.
Francis Levy, líder de una comunidad judía en Francia, observa un cementerio profanado en Estrasburgo (Reuters).
Francis Levy, líder de una comunidad judía en Francia, observa un cementerio profanado en Estrasburgo (Reuters).
Reino Unido ostenta el segundo puesto en emigración hacia Israel de judíos europeos, pero el fenómeno se produce en una escala mucho menor en comparación con Francia. Según la Agencia Judía, 774 judíos británicos se marcharon al Estado hebreo en 2015. En cuanto a la violencia, llama la atención la existencia de un cuerpo de policía formado por voluntarios, los 'Shomrim' (guardias), que vela por la seguridad de las zonas de Londres donde vive esta comunidad, incluyendo Golders Green, Hendon y Barnet. Sus miembros, que reciben formación de la Policía Metropolitana, llevan uniformes completos con chalecos a prueba de cuchilladas y cuentan incluso con coches patrulla muy similares a los utilizados por los agentes de Scotland Yard. La sede central está Stamford Hill, al noreste de Londres, donde viven más de 20.000 jaredíes (judíos ultraortodoxos).
Amenazada se siente también la comunidad judía de Bélgica. Fue sonada la campaña de la plataforma laica 'Dialoguet et Partage', lanzada un año después del atentado contra el Museo Judío de Bruselas. En ella, varias personas se preguntaban en un vídeo: "Soy belga, también soy judío: ¿debería irme del país?". La mitad de las parejas jóvenes de entre 30 y 40 años estaría pensando en mudarse a Israel y la otra mitad contemplaría la posibilidad de vivir en países como EEUU o Canadá, según el Comité de Organizaciones Judías de Bélgica. “Las salidas han aumentado, aunque no de forma gigantesca”, señala Henri Gutman, presidente del Centro Comunitario Laico Judío (CCLJ), “pero el problema existe sobre todo entre los jóvenes, así que, ¿quién se va a quedar?”. La tendencia preocupante que destaca Gutman encontraría, también, un acicate o incentivo en el contexto de odio que dicen sufrir los judíos. Como dice el presidente del CCLJ, “es la primera vez en la historia judía que los jóvenes tienen una opción, no se les obliga a irse”.
Muchos de los judíos franceses que han emigrado a Israel se asientan en Asdod, un importante centro industrial ubicado en el sur del país y conocido por su numerosa población francesa. "Aquí vivo bien, mucho mejor que en Francia", cuenta Charly Dahan, un músico que dejó París hace dos años, mientras toma un café en el Lyon, un punto de encuentro para la comunidad judía francesa. "Por primera vez en mi vida me siento relajado. En Francia también era feliz, pero la situación y los problemas actuales... es muy difícil vivir como judío en Francia", añade.
Fuente:elconfidencial.com

domingo, 17 de enero de 2016

El Papa en la sinagoga de Roma: “No a toda forma de antisemitismo”


Hace 30 años, Juan Pablo II se convirtió en el primer papa en visitar el Templo Mayor, la principal sinagoga de Roma, una ciudad que el 16 de octubre de 1943 sufrió la deportación de más de mil hombres, mujeres y niños judíos con destino a Auschwitz. Muy pocos sobrevivieron. Siguiendo los pasos de Karol Wojtyla en 1986 y de Joseph Ratzinger en 2010, el papa Francisco ha atravesado el Tíber para rendir homenaje a las víctimas del holocausto y, en su memoria, pedir la “máxima vigilancia para poder intervenir a tiempo en defensa de la dignidad humana y de la paz”. Jorge Mario Bergoglio ha clamado: “No a toda forma de antisemitismo”.
El Papa junto al rabino Riccardo Di Segni en la sinagoga romana
Ap


El Papa, cuyo discurso ha sido interrumpido con frecuencia por los aplausos de la comunidad hebrea de Roma, ha recordado que el Concilio Vaticano II –del que recientemente se cumplió el 50º aniversario—abrió el camino del “diálogo sistemático” entre la Iglesia católica y el judaísmo. “La indiferencia y la oposición”, ha dicho Bergoglio, “se convirtieron en colaboración y benevolencia. De enemigos y extraños, nos convertimos en amigos y hermanos (…). Queridos hermanos mayores, entre nosotros ha crecido la comprensión recíproca, la confianza mutua y la amistad”.
El Papa ha advertido de que, además de las cuestiones teológicas, no se pueden perder de vista los grandes desafíos de la humanidad, entre los que ha destacado la defensa del medioambiente. “Cristianos y judíos”, ha dicho, “podemos y debemos ofrecer a la humanidad entera el mensaje de la Biblia sobre el cuidado de la creación. Conflictos, guerras, violencias e injusticias abren heridas profundas en la humanidad y nos llaman a reformar el esfuerzo por la paz y la justicia. La violencia del hombre contra el hombre está en contradicción con cualquier religión digna de este nombre, y en especial con las tres grandes religiones monoteístas (…). Cada ser humano es nuestro hermano, independientemente de su origen y de su pertenencia religiosa”.
Antes de Bergoglio, han intervenido tres altos representantes de la comunidad judía en Roma. Tanto el jefe de los rabinos, Riccardo Di Segni, como el presidente de las comunidades hebreas en Italia, Renzo Gattegna, se han centrado en cuestiones religiosas y en las buenas relaciones que el Papa, ya desde su época de arzobispo en Buenos Aires, mantiene con el pueblo judío. La intervención más beligerante ha correspondido a Ruth Dureghello, la presidenta de la comunidad hebrea en Roma. “Su viaje a Israel”, se ha dirigido a Francisco, “ha sido un acto importante para nosotros. Usted ha usado palabras de profundo respeto para el Estado Hebreo deseando que pueda vivir en paz y seguridad. Para ver todo esto realizado, debemos recordar que la paz no se conquista diseminando el terror con los cuchillos en la mano, no se conquista derramando sangre en las calles de Jerusalén, de Tel Aviv… No se conquista cavando túneles, no se conquista lanzando misiles. ¿Podemos afrontar un proceso de paz contando los muertos del terrorismo? No. Todos nosotros debemos pedirle al terrorismo que pare. No solo al terrorismo de Madrid, Londres, Bruselas y París, sino también a aquel que golpea todos los días Israel. El terrorismo nunca tiene justificación”.
Dureghello se ha referido a la psicosis de miedo que vive Roma ante posibles ataques terroristas. “Muchos se preguntan”, ha dicho, “si el terrorismo islámico golpeará Roma. Señores, Roma ya ha sido golpeada. Un solo nombre: Stefano Gaj Taché, de dos años de edad, asesinado el 9 de octubre de 1982 por un comando de terroristas palestinos”. La visita del papa Francisco a la sinagoga mayor de Roma se ha desarrolla entre grandes medidas de seguridad que han incluido el corte al tráfico de las calles adyacentes y la obligatoriedad de entrar en la zona bajo arcos de seguridad. El momento más emotivo se ha producido cuando Bergoglio ha rendido homenaje a los supervivientes del exterminio nazi presentes en el Templo Mayor.
Fuente: elpais.com

Daniel Kutner : «Deseamos que en España la amistad con Israel sea un tema de consenso»

                                       ENTREVISTA AL EMBAJADOR ISRAELÍ

El embajador de Israel en España, Daniel Kutner, durante  
la entrevista en Madrid - Ángel de Antonio

Daniel Kutner asumió el pasado otoño el cargo de embajador de Israel en una Españaque conoce bien, y donde hace 30 años se encontraba trabajando en su tesis sobre las relaciones de nuestro país con el mundo árabe en la época del ministro Martín Artajo. Precisamente en aquel momento, se negociaba, con una gran discreción, el delicado asunto del establecimiento de relaciones entre España e Israel.
—¿Se comprendía entonces en Israel la preocupación de España por la reacción que pudiera haber en los países árabes si se daba aquel paso?
—Sí, se comprendía. Pero se pensaba que una década después de la restauración de la democracia, la situación había madurado y llegaba el momento de dar el paso, porque España estaba entrando en la Comunidad Europea y en la OTAN e iba a ser el único país comunitario que no tenía relaciones con Israel.
—¿Cómo ve esas relaciones 30 años después?
—Siempre las hemos visto como algo especial debido a la historia común que tenemos. Queremos mirar hacia adelante, como dos países modernos, para ver cómo afianzar más esta nueva amistad que se ha establecido.
«La imagen de Israel ha sufrido por la manera distorsionada en que se ha presentado. El público español ha recibido una sobredosis sobre eventos negativos»
—¿Tiene la sensación de que la imagen de Israel en España es negativa?
—La imagen de Israel ha sufrido por la manera distorsionada en que se ha presentado. El público español ha recibido una sobredosis sobre eventos negativos, violencia, conflicto, etc. Creo que eso está cambiando y que, en los últimos años, hay una mejor comprensión de que Israel es mucho más que eso, que es un país donde suceden cosas apasionantes, por ejemplo, en la investigación científica, en la tecnología, en el emprendimiento…
—¿Qué aspectos de Israel cree que pueden ser interesantes para España y viceversa?
—Hoy existe un gran interés por la manera en que Israel alienta el espíritu creativo de sus jóvenes y en cómo la locomotora de su economía es la alta tecnología y la innovación. Y aquí tienen cosas de las que Israel carece, como grandes compañías de infraestructuras (ferrocarriles, electrificación, etc). Más allá de los clásicos intercambios comerciales, tenemos interés mutuo en crear inversiones y en cooperación académica y empresarial.
—España critica sistemáticamente cada nuevo asentamiento israelí en suelo palestino. ¿Ha influido eso en que la visita a España del primer ministro, Benjamin Netanyahu, siga pendiente desde hace tiempo?
No creo que esa sea la razón. Los dos países tienen un diálogo abierto y positivo. En el Ministerio de Asuntos Exteriores nosotros siempre encontramos las puertas abiertas y, si tenemos diferencias, contamos con los canales para hablar de ello y discutirlo. Tenemos intereses comunes y deseamos intercambiar experiencias en campos como el extremismo islámico, la amenaza yihadista o la inmigración.
—¿Es intensa la cooperación entre España e Israel en la lucha contra el terrorismo yihadista?
—Sin entrar en asuntos concretos, quiero enfatizar que los dos países están interesados en comparar notas. Para nosotros es un asunto bastante próximo. Los dos países tenemos interés en aprender uno de otro y ver qué medidas hemos de tomar para afrontar este fenómeno, que es global.
«No estoy seguro de que queramos, ni podamos, dar consejos sobre la formación de coaliciones de gobierno»
—Israel es un país con mucha experiencia en la formación de coaliciones de gobierno. ¿Se atrevería a dar algún consejo a España?
—Eso es como entrar en un campo minado. Yo he hablado antes de muchas áreas en las que podemos contribuir. En este área no estoy seguro de que queramos, ni podamos, dar consejos.
—Les preocupa la fuerte subida de Podemos, un partido del que se conocen importantes conexiones con Irán?
—Para nosotros es importante que la amistad con Israel sea percibida como un asunto de consenso en España. Y hemos tenido hasta ahora una excelente experiencia con los dos partidos tradicionales, PP y PSOE, aunque haya habido diferencias de opinión en algunos temas y en distinta épocas. Nuestra aspiración es que así suceda en el futuro. Y que este consenso incluya a las nuevas fuerzas del mapa político español. Estamos interesados en profundizar el diálogo con estas nuevas fuerzas. No excluimos a nadie.
—¿Han mantenido algún contacto con líderes de Podemos?
—Hemos tenido ciertos contactos y esperamos que en el futuro se presente oportunidad de profundizarlos. Ni Podemos ni Ciudadanos, que han estado muy ocupados, han tenido hasta ahora los conctactos con las Embajadas en la cima de sus prioridades.
—Pero ¿les preocupa que Podemos y algunos de sus dirigentes haya recibido financiación de un régimen como el iraní, con el que ustedes tiene tantas diferencias?
—Como no me constan lo hechos de primera mano, preferiría no referirme a informaciones periodísticas. En general, creemos que Irán es una mala influencia porque es un país que ha promovido una visión extremista en la región y es acusada por otros países de la zona de injerencia en sus asuntos, de tener un papel desestabilizador.
—Usted ha llegado a España al cumplirse los 30 años del establecimiento de relaciones. Cuando se vaya, ¿que le gustaría haber logrado?
—Una de nuestras principales misiones es restablecer el nivel de amistad con todo el nuevo mapa político que se está dibujando, especialmente en un Congreso que ha cambiado más del 60 por ciento de sus miembros. Muchos viejos amigos ya no están allí; hay caras nuevas, gente que no nos conoce suficientemente. Además, querría impulsar la cooperación en innovación y tecnología, con proyectos concretos, y trabajaré para que Israel sea conocido por su realidad, como un país atractivo, digno de ser visitado por el turismo español, y que se caracteriza por una gran vitalidad.
Fuente: abc.es

viernes, 1 de enero de 2016

Los judíos del Líbano, una minoría olvidada a punto de desaparecer - ETHEL BONET


La comunidad judía ha formado parte de la historia libanesa desde hace 13 siglos, pero para la mayoría de los libaneses es un tema tabú. Hoy apenas queda medio centenar
Foto: La sinagoga de Maghen Abraham, la más antigua de Beirut, durante las obras de renovación, en enero de 2010 (Reuters)
 

   La Sinagoga de Maghen Abraham, la más antigua de Beirut, durante las obras de renovación, en enero de 2010 (Reuters)

           
Para la mayoría de los habitantes del Líbano, referirse a los judíos de ese país es un tema tabú. Ausente de la conciencia colectiva, la pequeña comunidad judía libanesa se ha acostumbrado a mantener un perfil bajo, a menudo ocultando sus nombres y su religión con el fin de evitar el ostracismo o la hostilidad, alimentados por casi siete décadas de conflicto con el vecino Israel. Y sin embargo, los judíos han formado parte de la historia del Líbano desde hace trece siglos. El judaísmo es una de las 18 sectas oficialmente reconocidos en la Constitución libanesa.
A diferencia del resto de los estados árabes, de los cuales los judíos se marcharon en masa después de la fundación del Estado de Israel en 1948, Líbano vio crecer su comunidad judía en la década de 1950. Pero las sucesivas guerras árabe-israelíes hicieron que el número de sus miembros se redujese de 12.000 en 1970 a apenas 2.000 en las dos décadas siguientes.
Para los que se quedaron, las cosas pronto se pusieron peor. Durante la guerra civil de 1975-1990, el histórico barrio judío de Beirut se encontró a lo largo de la línea defensiva que dividía la ciudad en las zonas este y oeste. En 1982, el ejército israelí llegó incluso a bombardear la sinagoga como parte de una campaña aérea en la zona contra los combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El clima de violencia y los continuos enfrentamientos convencieron a casi todos los restantes miembros de la comunidad judía de abandonar el país. Apenas queda medio centenar.
“Los miembros de nuestra comunidad evitan asistir a las funciones públicas. Prefieren mantenerse en el anonimato por seguridad y oran en silencio en sus hogares”, indica a El Confidencial Simon Behur. Este empresario judío libanés que ronda los sesenta ha sido el encargado de promover y conseguir los fondos para la restauración de Maghen Abraham, la última sinagoga construida en 1926 por la familia Dishy en el barrio Wadi Abu Jamil, en el centro de Beirut.
 “Queremos que los judíos vuelvan a tener un lugar de culto, como el resto de las otras 17 confesiones religiosas que hay en El Líbano”,  exclama el también  secretario general del Consejo de la Comunidad Judía del Líbano. “La reapertura de Maghen Abraham es, pues, un recordatorio muy necesario de la convivencia religiosa. Todos los partidos políticos del Líbano, incluido Hezbolá, ofrecieron su apoyo a los esfuerzos de la reconstrucción”, destaca Behur, sentado en el despacho del abogado Bassam al-Hout, que se encarga de los asuntos legales de los nacimientos, matrimonios y defunciones de la comunidad judía, al igual que hizo su padre Mahmud, también abogado, antes de jubilarse.
Al Hout es musulmán suní, pero se crió entre los judíos libaneses. “En el Líbano no tenemos ningún problema con los judíos. Lo que no apoyamos es al Estado de Israel”,   manifiesta el abogado frente a su cliente judío. Behur añade que él también, como libanés, está en contra de “la política belicista” del Estado de Israel respecto al Líbano.  “Nunca he estado en Israel ni estaré. Es mi forma de protestar por los ataques de las fuerzas israelíes en el sur del Líbano”, asegura.
La sinagoga de Maghen Abraham, en Beirut, tras su restauración (Foto: Bassam Lahoud)
La sinagoga de Maghen Abraham, en Beirut, tras su restauración (Foto: Bassam Lahoud)

Una sinagoga sin rabinos

Isaac Arazi, presidente de la Comunidad Judía del Líbano, inició por primera vez el proyecto de restauración de la sinagoga en 2008.  “La mayoría de los fondos recaudados provienen de la diáspora judía libanesa, que incluye a los Safras, una familia prominente de banqueros”,  explica Behur.
También grupos empresariales y políticos libaneses hicieron su contribución. La firma inmobiliaria Solidere SAL, creada por la familia del ex primer ministro asesinado, Rafiq Hariri, “se comprometió a donar una cantidad de 150.000 dólares”, detalla Behur antes de agregar que el costo total de la  restauración, ronda entre 4  y 5 millones de dólares.
Las obras finalizaron a principios de 2014, y Maghen Abraham iba a volver a abrir sus puertas tras décadas de marginación, detrás de unos muros con grafitis antisemitas y olor a orín. Sin embargo, el clima de inestabilidad política, y con el Estado Islámico a las puertas del Líbano, se decidió posponer la apertura.  “Por seguridad, decidimos que no era el momento adecuado”,  puntualiza Behur, sin dar más explicaciones. No obstante, desmiente que hubieran un par de incidentes mientras se realizaban las obras. “No es cierto que hayan intentado atacar la sinagoga. Son informaciones falsas”, asegura el empresario judío.
Si bien Maghen Abraham ha sido restaurada después de décadas de abandono, no hay rabinos disponibles para oficiar servicios en el país de los cedros. El último rabino jefe, Yakoub Chreim, dejó el Líbano en 1978. No importa cuando, finalmente, se vuelve a abrir el templo, ya que quedará simplemente como gesto simbólico.
Existen otras cuatro sinagogas más antiguas repartidas por todo el Líbano -en Bhamdoun, Deir al Qamar, Sidón y Trípoli-, todas abandonadas o cerradas durante décadas. Los cementerios judíos del país están descuidado y cubierto de arbustos o zarzales, y los antiguos hogares judíos están habitados por ciudadanos libaneses cristianos o musulmanes.
Restos subterráneos de una antigua sinagoga en Amchit (Foto: Bassam Lahoud)
Restos subterráneos de una antigua sinagoga en Amchit (Foto: Bassam Lahoud)

"Desaparecerán en dos décadas"

Aún así, “no hay que olvidar que los judíos son parte de la cultura y la historia del Líbano. No debemos ignorarlo”, defiende a El Confidencial el historiador Nagi George Zeidan, que ha escrito un libro sobre la comunidad judía en el Líbano, pero todavía no ha encontrado una editorial que se lo publique. Este investigador ha dedicado varias décadas de su vida a recopilar información, obtenida de periódicos árabes, listas electorales y registros de defunción para establecer una gran base de datos, y la historia de las familias judías que vivieron en el Líbano hasta finales del siglo XX.
Zeidan reconoce que los judíos que se quedaron prefieren mantenerlo en secreto. “Tienen miedo y, a menudo, ni siquiera dicen que son judíos”, advierte. El historiador estima que la pequeña comunidad del Líbano “desaparecerá dentro de una o dos década”. "La mayoría de ellos son viejos, y los que se fueron no mantienen ninguna esperanza de volver", puntualiza Zeidan ante de agregar que “todo lo que tienen aquí son sus recuerdos."
Al final de la era del profeta Mahoma, se produjo un gran éxodo de los judíos que quedaban en la región de Khaibar ( Arabia Saudita), que emigraron a Irak, Damasco (Siria)  y Trípoli (norte del Líbano), explica con detalle el historiador libanés. Durante siglos, los judíos se establecieron en la ciudad portuaria de Trípoli, así como Sidón (al sur), otro puerto importante en aquellos tiempos.
También hubo presencia de esta comunidad en la región de Monte Líbano, feudo de la comunidad drusa pero también de cristianos maronitas, e incluso en la romana ciudad de Biblos y la vecina Amchet. Los judíos vivían en sus propios barrios, donde construyeron sinagogas y escuelas. Además tenían líderes políticos y religiosos.
En Deir Al Qamar se encuentra la sinagoga más antigua del Monte Líbano, que fue construida en el siglo XVII  por el Emir Fakhreddine II “como parte de su palacio para atender a la población judía local",  señala el historiador libanés. “El templo se encuentra aun en buenas condiciones pero fue cerrado en 1998 por cuestiones de seguridad”,  explica Zeidan. Las hostilidades entre los drusos y maronitas a principios del siglo XIX llevó a muchos judíos a partir de las montañas de Chouf, en busca de mejores oportunidades en Beirut durante la década de 1840, y vendieron sus propiedades antes de mudarse. Después de la guerra, la posesión del emir fue transferida al gobierno libanés, que lo restauró junto con el resto del barrio histórico de Deir Al Qamar.
Restos de un cementerio judío en Amchit (Foto: Bassam Lahoud)
Restos de un cementerio judío en Amchit (Foto: Bassam Lahoud)

Guerras, terremotos y cólera

En Bhamdoun, una estación de montaña de veraneo, hay otra sinagoga, todavía lo suficientemente intacta para dar una idea de lo que una vez fue. “Las fuerzas palestinas y drusas la protegieron durante la guerra civil.  Al final, la sinagoga fue el único lugar religioso que resistió. Todo lo demás fue arrasado",  detalla Zeidan.
En las frescas montañas de Aley, otro retiro vacacional de todas las religiones durante los meses más calurosos,  se encuentra los restos de un edificio sin techo, que fue a finales del siglo XIX hogar espiritual de la comunidad judía. Construido alrededor de 1885, “la sinagoga estuvo abierta hasta que comenzó la guerra civil y miles de libanes de todos los credos comenzaron a huir del país”, explica Zeidan. Al igual que millones de edificios, la sinagoga fue saqueada y sufrió graves daños durante los combates que se produjeron en Aley. Lo único que queda son las ventanas de arco, el único distintivo de lo que una vez fue la estructura de una sinagoga. 
Algo similar ocurrió con la comunidad judía de Sidón, que prácticamente desapareció hace un par de siglos.  Pero en este caso no fue la guerra, sino el terremoto de 1768 y la epidemia de cólera de 1813, lo que la llevó a marcharse. Ohel Jacob fue la primera sinagoga, construida en 1850 en el barrio judío de Sidón. “Se abrió para unos 250 miembros”, señala el historiador libanés, antes de agregar que, según el censo de 1855, “había 453 judíos entre una población de 5000 musulmanes y cristianos”. A día de hoy, la sinagoga de Sidón se ha convertido en un atractivo turístico para extranjeros.  “La sinagoga es una vivienda particular, alquilada ahora a una familia de origen palestino, que permite a los turistas visitar la casa”,  indica Zeidan. El templo se encuentra en el que fue el “Barrio Judío” de Saida, pero después de 1948, tras la creación del Estado de Israel y la guerra del 57, se olvidó que la zona vieja de la ciudad fue durante mucho tiempo hogar de los judíos. 
El historiador explica que hasta el siglo XIX apenas había  presencia de judíos en Beirut.  La sinagoga de Abraham, fue la primera que se construyó en el centro de la capital libanesa en 1817,  en Bab Idris, el antiguo barrio judío. “La sinagoga fue destruida en 1930 y el solar se compró para construir el Hotel Suit”, lamenta. La pequeña comunidad judía de Beirut, mayoritariamente comerciantes,  se trasladó después a Wadi Abu Jamil, donde compraron viviendas, establecieron sus comercios y construyeron la sinagoga de Maghen Abraham.
Uno de los secretos mejor guardados sobre la existencia de los primeros judíos que habitaron el Líbano está en la vivienda familiar del arquitecto Bassam Lahoud, en Amchet. Bajo los pilares de la casa se encontraron los restos de una sinagoga familiar y un pequeño cementerio judío. Su casa es una de las más antiguas e históricas de la zona, celosamente custodiada por la familia. Lahoud nos explica una anécdota que le contó su primo, un general del ejército libanés.  Sucedió en 1982, en el verano, después de que los israelíes invadieron Líbano: “Unos soldados del ejército israelí llegaron a Amchit, y fueron frente de mi casa. En ese momento, mi primo estaba en el barrio. Uno de los oficiales israelíes le preguntó si sabía de la existencia de una sinagoga en esta área, y él respondió que él no sabía nada”, recuerda. “De hecho, él sabía que existía debajo de nuestra casa, pero no lo diría, sin saber cuáles eran sus intenciones”.
Fuente : elconfidencial.com