El presidente Barack Obama cometió el error de ordenar la abstención de Estados Unidos en la última votación de la ONU en la que se condenaba la fabricación de nuevos asentamientos judíos en los territorios de Cisjordania controlados por Israel.
No apoyar al Estado de Israel es un grave error por estas siete razones fundamentales:
1) Israel es la única democracia liberal que funciona en el Medio Oriente. Respaldar a ese Estado es perfectamente coherente con los principios y valores de la sociedad norteamericana. No hacerlo es una contradicción.
2) Israel es un aliado militar y político de Estados Unidos. El único fiable en la región desde el punto de vista estratégico. La conducta de Estados Unidos envía el mensaje de que no existe en Washington la menor lealtad a sus aliados y en cualquier momento los puede abandonar.
3) En Estados Unidos las minorías cuentan mucho en el diseño de la política exterior del país, y la inmensa mayoría de los norteamericanos de origen judío (unos seis millones) apoyan la existencia del Estado de Israel. Una resolución como la aprobada con la anuencia de Washington debilita a esta nación y contraría a los judíos estadounidenses.
4) Israel es un socio científico de primer orden de Estados Unidos. Las empresas tecnológicas israelíes en el terreno del software, de la medicina, de la agricultura y de la energía aportan un considerable apoyo al desarrollo científico y económico norteamericano. Es como si Estados Unidos contara con un enorme think–tank en el Medio Oriente. Otro Silicon Valley, pero sin los enormes costos de investigación y desarrollo que ello implica. Uno no golpea una parte fundamental de su propio cerebro.
5) No es verdad que la presencia de esos asentamientos agrave los problemas entre árabes y judíos. En el 2005 Israel se retiró totalmente de la Franja de Gaza y dejó a los árabes las empresas creadas por los asentamientos judíos, pero lo que sucedió fue que la organización terrorista Hamás se apoderó del territorio, destruyó esas instalaciones y comenzó a lanzar sus ataques contra Israel y contra los árabes más moderados que vivían en su territorio.
6) Los asentamientos judíos en Cisjordania ocupan sólo un 10% del territorio, y si algún día se crea el Estado palestino, como es el consenso general de la población judía, será conveniente que no se trate de una nación con una sola etnia y una sola religión, porque ahí está la raíz de la intolerancia y la agresión. Si Israel puede sostener su próspera y moderna democracia con un 20% de población islámica y otro 5% de otros grupos y religiones, ¿por qué los árabes no pueden convivir con un exiguo grupo judío?
7) Como afirma el exministro de Defensa israelí Moshe Yaalón en su excelente ensayo Cómo construir la paz en Oriente Próximo y Por qué de abajo arriba es mejor que de arriba abajo, el problema de fondo, el verdadero problema, es que los palestinos realmente no desean crear su propio Estado, sino que su objetivo primordial, desde hace muchas décadas, desde su fundación, es destruir Israel a cualquier coste. Borrarlo de la faz de la Tierra. Y para esos siniestros fines el voto norteamericano les vino a esos palestinos antisemitas y antiisraelíes como anillo al dedo.