domingo, 16 de febrero de 2014

El Rey expresa la voluntad de España de estrechar lazos con sefaradíes y organizaciones judías

El Rey saluda a David Hatchwell, presidente de la Comunidad Judía de Madrid / EFE

El Rey ha expresado este jueves la voluntad de España de «reforzar» aún más los lazos sociales, culturales y emocionales que comparte con las comunidades sefardíes de todo el mundo y con organizaciones judías como las de Estados Unidos.
Así lo ha manifestado durante una audiencia en el Palacio de la Zarzuela a una representación de la Conferencia de Presidentes de Organizaciones Judías de EE.UU., la organización que agrupa a medio centenar de asociaciones judías en ese país y que, desde hace seis décadas, actúa como su interlocutor ante la Administración norteamericana.
La Conferencia de Presidentes, como se la conoce comúnmente, realiza un viaje anual a Israel y este año ha hecho una parada en España antes de recalar en Israel, donde celebrarán su encuentro anual entre los próximos 17 y 20 de febrero.
En una breve intervención, que el Monarca ha leído en inglés, ha subrayado cómo el Centro Sefarad-Israel, una de las instituciones de diplomacia pública en España, está «promoviendo una relación más profunda» con las comunidades sefardíes. Don Juan Carlos ha destacado que los españoles están «sumamente orgullosos» del legado sefardí, pues las contribuciones de los judíos españoles a las artes, las ciencias, el comercio y la filosofía han «enriquecido profundamente» la historia de España.
La delegación de la Conferencia de Presidentes que visita España está compuesta por los máximos responsables de la organización junto con destacados líderes empresariales y de opinión. Tiene como objetivos fundamentales estrechar las relaciones entre las comunidades judías de ambos países y contribuir a profundizar las relaciones entre España, Estados Unidos e Israel.
Acudieron a la audiencia el embajador de Israel en España, Alon Bar;el presidente de la Comunidad Judía de Madrid, David Hatchwell; el director del Centro Sefarad-Israel, Miguel de Lucas; el presidente de la Conferencia de Presidentes de Organizaciones Judías de EEUU, Robert Sugarman; el ex presidente de la Conferencia de Presidentes de Organizaciones Judías de EE.UU Richard Stone; el vicepresidente ejecutivo de la Conferencia, Malcolm Hoenlein, y medio centenar de representantes de la Conferencia, acompañados por el subsecretario de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Rafael Mendívil. La audiencia ha tenido lugar en el Salón Magnolias de Zarzuela, donde el Rey ha saludado de pie, uno a uno, al más de medio centenar de invitados.

Encuentros con Gallardón y Rajoy

La visita de la Conferencia de Presidentes, cuyos representantes se han entrevistado con el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, se verán también con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y visitarán Toledo, se produce unos días después de que el Ejecutivo haya aprobado el anteproyecto de ley por el que se modifica el Código Civil para acelerar la concesión de la nacionalidad españoles a los sefardíes.
Gallardón ha explicado este jueves en una conferencia junto a Hoenlein, vicepresidente de la Conferencia, que esta ley pretende cerrar la «herida» que provocó el «error histórico» que supuso la expulsión de los judíos de España. A finales del año pasado, Don Juan Carlos también recibió en audiencia a la principal organización filantrópica judía, la Fundación Keren Hayesod-United Israel Appeal, que escogió Madrid para celebrar su encuentro bienal, en otro gesto recíproco de simpatía entre España y la comunidad judía.
Fuente: ABC

España se abre a 'sus' judíos - Elías y José Cohen

Elías y José Cohen son sefardíes españoles descendientes de los sefardíes expulsados en 1492.


El Edicto de Expulsión, conocido como Edicto de Granada, promulgado el 31 de marzo de 1492 por los Reyes Católicos, rezaba:
Acordamos de mandar salir todos los judíos y judías de nuestros reinos y que jamás tornen ni vuelvan a ellos ni alguno de ellos.
Y así quedó el asunto en España hasta el siglo XIX.
El profesor Haim Beinart, una de las más altas autoridades sobre la historia de Sefarad, afirmó que 200.000 individuos judíos salieron de la Península Ibérica. El historiador Miguel Ángel Motis afirma por su parte que sólo 100.000 judíos practicantes vivían en España en 1492 y que la mitad de éstos aceptaron el bautizo y se quedaron como conversos. Siendo a día de hoy la cifra exacta de los expulsados motivo de debate –el historiador Joseph Pérez es el más modesto, hablando de 50.000 expulsados–, la cuestión es que hoy existen unos dos millones de sefardíes descendientes de los expulsados en 1492. Dos millones de personas que no han olvidado su añorada Sefarad y que han seguido hablando, rezando y cantando en el idioma de de sus ancestros, el ladino, o su vertiente hispano-marroquí, la haketía.
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Ciertamente, España se había convertido desde el siglo VII hasta el XII en un refugio, en el centro del pueblo judío tras la destrucción de Jerusalén. Maimónides, Najmánides o Ibn Gabirol son ejemplos paradigmáticos de ello: han sido figuras centrales no sólo para el judaísmo, también luminarias imperecederas de la cultura universal. La primera evidencia de presencia judía en la Península puede remontarse al siglo VII aC, en un anillo fenicio encontrado en Cádiz con inscripciones paleo-hebraicas. Hay cierta unanimidad en que a partir del siglo III ya había comunidades asentadas en el territorio, como lo demuestra la lápida de una niña judía, Salomonula, en la antigua ciudad portuaria de Abdera (situada en Adra, Almería), datada en ese siglo. Pero tras el Edicto de Granada –y con el ominoso preámbulo de una desenfrenada ola de ataques antisemitas que comenzaron en 1212, cuando los cruzados arrasaron la judería de Toledo– "termina, pues, la historia del judaísmo español", según palabras de Pérez.
El pasado día 7 el Gobierno cerró un ciclo que comenzó hace 524 años, cuando lo que comenzaba a formarse como España decidió extirpar de su cuerpo uno de sus principales miembros. En la exposición de motivos del anteproyecto de ley para la concesión de la nacionalidad española a los sefardíes, dotado de una redacción hermosa y nostálgica, se repasa brevemente la relación que han tenido España y sus judíos. Esta ley supone el fin de la expulsión, el retorno final y absoluto de los judíos sefardíes, la conclusión de un proceso que ha sido llevado a cabo por los sucesivos Gobiernos españoles, independientemente de su color político, para restablecer la injusticia que dejó a los judíos de entonces como "españoles apátridas". El escritor Francisco Bueno los define como
unos españoles que hace muchos años fueron expulsados de su patria. Vivieron en cada una de nuestras ciudades, en pueblos, aquí, junto a nosotros, disfrutaron de este paraíso llamado por ellos Sefarad, enriquecieron nuestra historia y ahora son muchos de ellos españoles de sentimiento que no conocen España.
En 1886 Práxedes Mateo Sagasta inicia un acercamiento a los sefardíes, posteriormente continuado por el senador Ángel Pulido, que desembocó en la autorización del Gobierno para la apertura de sinagogas en España, la creación en 1910 de la Alianza Hispano-Hebrea en Madrid y la constitución de la Casa Universal de los Sefardíes en 1920. Sin embargo, el Edicto de Granada, no había sido aún anulado.
El 20 de noviembre de 1924 Miguel Primo de Rivera publica un decreto ley según el cual los sefardíes tenían derecho a obtener la nacionalidad española. Dicho decreto, que no menciona a los sefardíes específicamente, habla de
(...) individuos pertenecientes a familias de origen español (...) con sentimientos arraigados de amor a España, [que] por desconocimiento de la ley y por otras causas ajenas a su voluntad de ser españoles, no han logrado obtener nuestra nacionalidad (...)
Gracias a este histórico decreto diplomáticos como Ángel Sanz Briz, Bernardo Roldán, Eduardo Gasset, Sebastián Radigales, Julio Palencia Álvarez o Ginés Vidal acogieron a judíos sefardíes como españoles y les libraron del exterminio y de las cámaras de gas. En total, unos 40.000 judíos salvaron la vida durante la Shoá gracias a ese decreto. En 1956 Golda Meir, socialista y evidentemente con pocas simpatías hacia la dictadura franquista, agradeció en la Knéset públicamente al régimen del general Franco por haber salvado judíos de la persecución nazi. También reconocieron esta ayuda española a los judíos el antiguo embajador e histórico laborista israelí Shlomo ben Ami y el que fuera presidente del Congreso Judío Mundial, Israel Singer.
No obstante, no fue hasta el 21 de diciembre de 1969 cuando, mediante decreto, se deroga el Edicto de Granada, pero no es publicado en el BOE. La historia de la reconciliación sigue escribiéndose.
En 1986 se establecen relaciones diplomáticas entre España e Israel. En 1990 se concede a las comunidades sefardíes del mundo el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, y el 31 de marzo de 1992, 500 años después de promulgación del Edicto de Granada, el rey de España, en presencia del presidente de Israel, Haim Herzog, deroga definitivamente el Edicto de Granada.
Es cierto que hasta ahora muchos sefardíes, huérfanos de una legislación propia sobre la materia, han venido solicitando la nacionalidad española amparándose en las "circunstancias excepcionales" que invoca nuestro Código Civil a través del mecanismo de la carta de naturaleza, un procedimiento discrecional por el que el Gobierno se permite otorgar la nacionalidad española a súbditos extranjeros. Sin embargo, la falta de unos requisitos concretos, así como los larguísimos plazos del trámite, desembocaban en la desesperación de muchos, que dudaban de que Madrid, ante la ausencia de norma alguna, acabara estimando su solicitud. Justamente el espíritu de este anteproyecto es el de dotar a los interesados del mecanismo legal necesario para la obtención de la nacionalidad española, articulando los medios jurídicos para ello y con la delimitación de unos requisitos formales y específicos para los sefardíes, que ven así cumplidos sus deseos, más allá de las lógicas correcciones y mejoras de cualquier norma jurídica.
Los sefardíes de todo el mundo debemos congratularnos con esta noticia, cuyo corolario será la aprobación definitiva por las Cortes de una ley que trascenderá por los siglos de los siglos, que reescribirá la historia de nuestro país e invitará a la reconciliación definitiva entre España y los judíos. Que así sea.
Elías y José Cohen son sefardíes españoles descendientes de los sefardíes expulsados en 1492.
Fuente:libertaddigital.com
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Malcolm Hoenlein: "Los españoles son mucho más proisraelíes de lo que se cree"


Hace veintidós años Malcolm Hoenlein se marchó de nuestro país con la promesa de que los judíos sefardíes pronto podrían sentirse en España "como en casa". Se conmemoraba entonces el medio siglo de su expulsión, y el líder de la Conferencia de Presidentes de las Organizaciones judías de EEUU asistió a los actos celebrados en Madrid en un marzo soleado, donde el Rey esbozó veladamente la promesa.
Hoenlein regresa a una España invernal, apenas tres días después de que el gobierno anuncie el anteproyecto de ley por el que se concederá la nacionalidad española a los descendientes de los judíos expulsados en 1492. Antes de mantener una entrevista con Mariano Rajoy y el Rey Juan Carlos, el judío "más influyente" atendió a las preguntas de LD.
¿Cuál es el propósito de su visita a España? ¿Qué objetivos espera conseguir del gobierno español?
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Cada año visitamos un país que consideramos que tiene una relevancia significativa, siempre de acuerdo con el Departamento de Estado de la Casa Blanca e Israel. Estamos aquí porque pensamos que España puede jugar un papel clave en el futuro especialmente en cuestiones de legislación que están teniendo lugar.
El objetivo es tender puentes entre España y los EEUU, España e Israel y España y la comunidad judía. Es decir, entre la comunidad judía estadounidense y los españoles.
Se refiere a la reciente normativa anunciada por el gobierno, sobre los judíos sefardíes. ¿Es lo que ha motivado la visita?
Sí, pero también más allá de eso, porque cuando concertamos esta cita aún no se había tomado la decisión. Venimos aquí a hablar con el Rey, con el ministro de justicia y otros ministros, y ahora nos complace mucho que se haya tomado esta decisión.
¿Cómo valora esta decisión?
Creo que con este tipo de contactos se construyen los entendimientos, porque afrontar el pasado, como España está haciendo con esta legislación, es simbólico, lo cual es muy importante. Tienes que afrontar el pasado, o pagarás el precio en el futuro. Yo creo que cuando se explora este tipo de decisiones, las implicaciones que tiene para el futuro, para las nuevas generaciones, suponen mucho más que el acto en sí. Al final se está diciendo que afrontar el pasado es la llave para un futuro mejor. Winston Churchill dijo una vez que cuánto más atrás puedas mirar, más adelante verás.
¿De qué forma concreta pretenden tender esos puentes?
Buscamos la posibilidad de construir una alianza del Mediterráneo en la que España sería un pilar y en la que Israel lo sería también por otro lado. Podrían unirse otros países como Chipre, Grecia, quizá Túnez, Marruecos, porque es una región estable al contrario que el volcán de Oriente Medio que continuará siendo inestable durante muchos años.
Creemos que podemos construir puentes económicos en turismo, cooperación, y también para ser un puente a Europa. Todo el mundo puede salir beneficiado y convertirse en una fuente de estabilidad, una región estable, en medio de tanta inestabilidad; porque el volcán solo ha empezado, no sabemos lo que va a ocurrir: mire hacia Afganistán, Irak, el colapso de Siria, Líbano... o el futuro indeterminado de Libia. Por eso hay que ayudar a países como Marruecos, y espero que también Egipto en el futuro, a cambiar el futuro de la región y salir beneficiadas.
¿Estamos hablando de una Alianza formal?
No, no tiene por qué ser una alianza formal. Si tiendes los puentes los lazos se estrecharán de manera natural. Por ejemplo, los israelíes y España tienen mucho que ofrecerse mutuamente, y EEUU sabe que España es un punto estratégico, económica y estratégicamente. Lo cual beneficiaría a España, que está buscando unirse al Consejo de Seguridad de la ONU.
Las encuestas muestran que en lo que respecta al conflicto de Oriente Medio, España es mucho más favorable a la postura de Palestina. En una entrevista reciente, usted ha relacionado la postura europea propalestina con un cierto "velo" de antisemitismo.
No creo que sea una tapadera, para nada. No creo que España sea anti-Israel, creo que los españoles son mucho más proisraelíes de lo que se cree, de lo que muestran los datos. ¿Que tienen simpatía por los palestinos? ¡Yo también tengo simpatía por los palestinos! Y eso no me hace menos pro-israel. Creo que la solución al problema [de Oriente Medio] tiene que venir de las propias partes, y necesitamos un líder palestino con el que no haya que discutir el derecho o no de Israel a existir; porque así las negociaciones no van a llegar a ninguna parte.
Cada vez más y más gente se da cuenta, por lo que ocurre en Oriente Medio, que Israel es una fuente de estabilidad, no de inestabilidad en la zona. Irán es el conflicto preocupante, o la rivalidad entre chiíes y suníes, o el islamismo extremo. Yo he visitado muchísimos países árabes y he notado que cada vez hay una opinión más favorable hacia Israel, así te lo dicen.
Por eso quieren dejar a un lado la cuestión del debate palestino, porque es un asunto corrupto, porque hay demasiadas manos metidas en la Autoridad Nacional palestina, que se quedan con el dinero que deberían hacer llegar a la gente.
Yo creo que la gente en España no ha tenido la oportunidad de exponerse a gran parte de la realidad de Israel. Por eso tender puentes ayudará a que lo entiendan. El antisemitismo es algo que hay que combatir desde la profundidad, en esto no te puedes quedar en la superficie. El tumor no se detiene porque tú lo ignores, solo sigue creciendo. Y todo el mundo paga el precio: los judíos son las primeras víctimas, pero no las últimas. Todas las sociedades tienen enemigos, o haters, la cuestión es cómo se enfrenta a ellos.
Y esa es la lección que hemos aprendido 75 años después: que el mundo parece no haber haber aprendido. Nunca hemos sido menos combativos con la persecución de los cristianos en Nigeria, Egipto, Malasia, Irán... Cientos de personas están siendo asesinados, y ¿dónde está la denuncia? ¿Dónde están las naciones Unidas, dónde está todo el mundo cuando la gente está siendo colgada públicamente? ¿O persiguen a los gays?
Hablando de Irán, usted siempre se mostró muy crítico con Ahmadineyad y sus continuas violaciones de los derechos humanos. ¿Qué perspectiva tiene con Rohaní?
Pues bajo su mandato, solo en el tiempo que lleva, ha habido más ejecuciones que bajo el mandato de Ahmadineyad, aunque Occidente no quiera verlo. Lo que apota Rohaní es que pone una cara más amable hacia Occidente, pero la política es la misma.
Mira lo que han hecho esta misma semana, enviando barcos de guerra cerca de las fronteras, con misiles balísticos; lo que demuestra que no tienen ninguna intención de desmantelar nada. Y todo esto hay que combatirlo con fuerza y determinación, porque en cuanto ven debilidad, se aprovechan.
Pero en general, hay una corriente de simpatía con Rohaní, parece que se toman en serio sus gestos, y se ha tomado como la "menos mala" de las opciones.
Para empezar, hay que decir que no es Rohaní el que manda. Y además, ¿qué ha cambiado en Irán? ¡Nada! Occidente abandonó, abandonamos, a la gente de Irán durante la Marcha Verde, con miles de personas en la calle gritando que no querían este presidente. Y Occidente dijo "no quiero intervenir en asuntos de política interna".
Y la corriente de simpatía es simplemente porque Rohaní está jugando un papel que se está interpretando. Pero no miremos lo que dice, miremos lo que hace: las cosas están peor que nunca, y no solo en derechos humanos, continúan apoyando más que nunca a los terroristas de Hezbolá y de Hamás. Dicen que van a desmantelar el programa nuclear, pero continúan construyendo más instalaciones, más misiles.
Entiendo que entonces apoya continuar con la política de sanciones a Irán, como medio de presión. Sin embargo, quienes sufren realmente las consecuencias del embargo no es la cúpula de poder, sino los iraníes que son cada día más y más pobres.
Es la única manera, no quitar las sanciones de encima de la mesa. Siempre pueden quitarse, pero si las quitamos ahora, estamos relajando la presión sobre el régimen y ellos dirán: "Mira, no tenemos que pagar el precio, y ahora estamos liberados".
Y sobre las consecuencias para el pueblo iraní, son los iraníes los que tienen que hacer que se oigan sus voces sobre esto. Además, nunca aplicamos sanciones a las medicinas o las comidas, a las cosas que afectan directamente a la gente... Es cierto que afecta a la economía, pero esa es la presión. Es mejor que una guerra o que otras cosas. Es una declaración moral: no vamos a permitir un régimen que está violando siete resoluciones de la ONU y de las leyes internacionales, esto no puede quedar sin castigo.
La Guardia revolucionaria controla un 30% de la economía, por lo que esto, evidentemente, también les afecta.
Pero no puede compararse con el desabastecimiento que se vive en algunas zonas, o el encarecimiento de todos los productos básicos....
Por supuesto que no, ellos tienen su cheque asegurado y lo cobran sea como sea. Pero cuanta más sea la presión, y más se hagan oír las voces e la gente, antes el mundo tomará conciencia.
¿Está diciendo que con las sanciones lo que se trata de forzar es un levantamiento, llevando a los iraníes al límite?
El objetivo no es conseguir que se levanten, eso es cosa de la gente., no es nuestro trabajo. Nuestro trabajo es cuidar del orden internacional, sobre el programa nuclear inmensamente destructivo de Irán... Sobre todo porque esto afectaría al resto de países que también querrían tener su propio arsenal nuclear, porque si Irán tiene la bomba atómica, ¿quién no querrá tener su propio arsenal? ¡Nadie se querrá quedar atrás! La intimidación es un factor fundamental.
Tenemos que tomárnoslo en serio, porque ellos van en serio. Cuando hablan de que quieren reconstruir el imperio persa, lo dicen de verdad. Están alimentando una batalla que tiene cientos de años de antigüedad, la batalla entre suníes y chiíes. Si Irán llega a tener misiles, ¿qué ocurrirá con el Mediterráneo? ¡Podrían atacar a toda Europa, incluso a los EEUU! Tendrían también la posibilidad de ayudar a alguno de sus aliados, como Corea del Norte o cualquiera de los del "eje del mal", como lo llamó Bush (ríe). Pero en serio, si Iran consigue la bomba, la tecnología irá hacia Corea del Norte. Queremos evitarlo, y queremos que sea pacíficamente.
Y, ¿cuál es su opinión sobre la estrategia que EEUU está llevando a cabo con Irán? Da la impresión de que exige a Barack Obama que sea más agresivo con el régimen.
En esto no se trata de lo que nosotros hagamos sino de lo que ellos [Irán] perciben. Si ellos piensan que nosotros somos débiles, que retiraremos las sanciones, al final acaban pensando que podrán obtener los beneficios sin pagar el precio.
Ellos tienen que creer que tenemos la decisión y la determinación de actuar si es necesario. ¿Por qué los aliados como Arabia Saudí están tan asustados por lo que pueda ocurrir? ¡Porque también creen que no vamos en serio! Miran y dicen 'Occidente no va en serio'. Vemos a muchos hombres de negocios volando hacia Teherán, estamos rompiendo las barreras psicológicas antes que las económicas. Y allí lo ven y deben pensar: 'Bueno, podemos tener todos los beneficios, podemos seguir construyendo petroquímicos y ganando millones de dólares'. ¿Por qué iban a cambiar la manera de actuar si no tienen ninguna presión?
¿Cree que Obama acabará su mandato con una solución al tema de Irán?
No creo que esto sea una historia que quede colgando y pase al siguiente presidente. Esto no puede esperar, no puede durar más años, y deberá ser arreglado en el corto plazo.
Hablando del proceso de paz que se encuentra abierto en la actualidad, ¿está tan paralizado como parece? Porque mientras Israel se niegue a detener los asentamientos, parece que las autoridades palestinas se niegan a continuar....
Las negociaciones continúan, y está pasando mucho más detrás de escena que delante. La pregunta de fondo es: ¿Está Abbas realmente convencido de llegar a un acuerdo definitivo? Yo creo, realmente que no está sinceramente comprometido. Sin embargo, Netanyahu está preparado para tomar decisiones difíciles, lo hizo con la liberación de prisioneros, incluso aunque los palestinos no cumplieron sus compromisos, hizo tres liberaciones de terroristas que tuvieron un coste político muy alto en su casa. Pero lo hizo. Pero Abbas no, no está comprometido, no está tomando pasos adelante. ¿Por qué no?
Queremos resolverlo, eso está claro. Llevo años en este proceso y sé que al final israelíes y palestinos pueden convertirse en socios de verdad, quizás lo más cercanos.
¿Y qué opina de iniciativas de boicot como la reciente con Soda Stream?
Pues mira, ¿sabes a quién afecta de verdad? ¿Quiénes son los que trabajan ahí? De los 1.500, hay unos 400 que son palestinos. ¿A quién estás castigando de verdad? Los israelíes podrán ir a otras plantas de SodaStream en Israel, hay muchas. Y además, no es legítimo, aunque SodaStream esté construido en un asentamiento. Es legítimo [el boicot] en otras circunstancias, pero no aquí.
Esto no consiste en asentamientos, no es sobre 1967 sino sobre 1947. Es sobre el derecho de Israel a existir, es una tapadera para el antisemitismo, es una ilegitimación de los judíos, una voluntad de aislarles, de hacerles responsables de todos los pecados de la sociedad. Hoy no hablamos de los judíos individualmente, hablamos de los judíos como colectivo. De demonizarlos. Porque puedes ser crítico con todo lo que haga Israel como gobierno, como país, por supuesto. Eso no te hace antiisraelí. Pero cuando niegas el derecho de Israel a existir, cuando le pides cosas que no se le piden a otros países, cuando les niegas la posibilidad de protegerse, eso es cruzar la línea. Y el boicot es exactamente para desligitimar.
- Seguir leyendo: http://www.libertaddigital.com/internacional/oriente-medio/2014-02-16/malcolm-hoenlein-los-espanoles-son-mucho-mas-proisraelies-de-lo-que-se-cree-1276510477/

domingo, 9 de febrero de 2014

Las trampas del boicot a Israel

 
La planta de Sodastream (en Cisjordania, en la imagen), gestionada por judíos, ha desatado un nuevo boicot a productos israelíes. Pero aquí judíos, cristianos y musulmanes «somos una familia», dicen los trabajadores

Jana Beris.  Jerusalén.

La advertencia sobre el peligro de un boicot contra Israel ha sido formulada por algunos ministros del Gobierno de Benjamin Netanyahu. Tanto la titular de Justicia, Tzipi Livni, como el de Finanzas, Yair Lapid, ambos considerados del sector más liberal del gabinete y el más insistente en cuanto a la necesidad de llegar a un acuerdo con los palestinos, han señalado que si las negociaciones no llegan a buen término, Israel podría verse en una encrucijada. Una de las preguntas clave al respecto es qué está pasando, si acaso hay ya medidas de boicot y si éstas se deben a la ocupación de Cisjordania y la política de asentamientos, o a algo más grave por parte de quienes no consideran legítima la existencia del Estado de Israel.
El hecho de que la organización humanitaria Intermon Oxfam exigiera esta semana a la actriz Scarlet Johansson la rescisión de su contrato con la empresa Sodastream –para quien ejercía de imagen de sus productos fabricados en colonias judías en Cisjordania–, y la posterior renuncia de ésta a seguir trabajando para Oxfam ante tal injerencia, ha vuelto a llevar la polémica a la primera línea. «Aquí trabajamos como si fuéramos una familia, en igualdad de condiciones, esto es una isla de paz», insisten a LA RAZÓN los trabajadores de Sodastream –su plantilla está integrada por judíos, musulmanes y cristianos–, cuya sede funciona junto al asentamiento de Mishor Adumim, en Cisjordania, es decir, más allá de las fronteras de 1967.
Sin embargo, este llamamiento a boicotear a Israel no es nuevo. Ya lo hicieron en 1948 los países de la Liga Árabe, quienes todavía hoy no admiten que entre nadie en su territorio si en su pasaporte figura alguna visita a Israel, ni compran abiertamente productos israelíes. Pero fue en 2001 cuando varias ONG y organizaciones palestinas comenzaron la campaña más significativa y cuyo mayor representante es el grupo BDS (por su siglas inglesas Boycott Divestment Sanctions), creado en 2005 en Ramala. Esta organización no sólo exhorta al bloqueo de productos fabricados en los asentamientos israelíes, sino que su lucha es más profunda. Partiendo de la afirmación que «Israel es un Estado apartheid como lo fue Suráfrica», Omar Barghouti, uno de los fundadores de BDS, asegura a LA RAZÓN que «sería un error ir sólo contra el crimen (los asentamientos) y no contra el criminal (Israel)». «Nuestro movimiento quiere lograr un boicot de todos los productos israelíes a los que hay alternativas», insiste Barghouti, quien niega que exista una contradicción entre su lucha y el hecho de tener un título obtenido de la Universidad de Tel Aviv. «Nuestro objetivo es aislar a Israel en todas las áreas, académica, cultural y económica».
En su opinión, medidas como la reciente decisión de un fondo de pensiones de Holanda de cortar todo vínculo con bancos israelíes que operan más allá de las líneas del 67 o el anuncio de la Asociación de Profesores de Estudios Americanos de EE UU de no mantener ningún vínculo con Israel, son una muestra de sus logros. Amir Sagie, director del Departamento de Sociedad Civil en la Cancillería israelí, afirma que «no hay ninguna ola de boicots sino algunas actitudes extremistas y, más que nada, habladurías». También el portavoz del primer ministro Netanyahu, Mark Regev, afirma a este diario que «al acompañar recientemente a mi ''premier'' al Foro de Davos, constaté nuevamente cuántos líderes de países y de grandes compañías quieren estar en contacto con Israel e invertir aquí».
Entre ambas posiciones existe una realidad que denota un ambiente enrarecido. Recientemente, un acuerdo de investigación científica conjunta con la Unión Europea exigió introducir un artículo que especificara que sus fondos de inversión no serían utilizados en instituciones israelíes que funcionan en Cisjordania. También hay cadenas de supermercados, especialmente en Gran Bretaña y Dinamarca, que marcan explícitamente los productos que provienen de los asentamientos. «Tomar a Israel como blanco es no sólo inmoral e injusto, sino que tampoco ayuda a la paz. Si uno da a entender que la razón por la que hay problemas en el Medio Oriente es solamente por el comportamiento de Israel, lo que se consigue es atrincherar a los palestinos en posturas de línea dura, lo que hace que sea mucho más difícil alcanzar la paz», afirma el portavoz de Netanyahu. Recuerda además que es un error centrar todo en los asentamientos «porque el conflicto comenzó hace 50 años, antes de la creación de los mismos y, además, cuando nos fuimos de Gaza no recibimos paz sino misiles».
Ni Regev ni Sagie alegan que el tema de los asentamientos carezca de importancia o que no deba ser abordado, pero insisten en que no puede ser motivo de obstrucción sino de negociación. «Aquí hay un clásico doble rasero: nos exigen lo que no exigen a nadie. Hay compañías que hablan de inversiones morales, pero cuando invierten en Arabia Saudí no hacen preguntas sobre derechos humanos. Tampoco en China», afirma Sagie. «Hay mucha hipocresía. Los que en nombre de una postura pro palestina promueven un boicot no están siendo realmente pro palestinos sino sólo anti israelíes», dice el directivo.
«Los políticos de uno y otro lado deberían venir aquí para ver que la paz es posible», asegura Yaniv Abuhatzera, directivo de la planta de Sodastream, donde siguen preguntándose el motivo de relacionar su trabajo con un boicot a Israel. «Trabajo para mantener a mi familia, no me importa dónde esté ubicada mi compañía, siempre y cuando haya igualdad», dice Firas Basti, uno de los trabajadores musulmanes, quien muestra las buenas condiciones laborales de su empresa, donde no se hace distinción religiosa entre los empleados. «Aquí trabaja gente normal, no terroristas», insiste otra de las trabajadoras judías. «Los israelíes son mis compañeros», confiesa Abd el Karim.

sábado, 1 de febrero de 2014

"Si sobreviví al Holocausto fue porque mi nacionalidad española me protegió"



Los actos del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto ha traído a España a Isaac Revah, un judío sefardí que formaba parte del grupo de judíos de Salónica que, después de una dura peripecia, se salvaron del Holocausto gracias a un diplomático español: Sebastián Romero Radigales., para el que ahora se pide que sea nombrado Justo entre los justos por Yad Vashem.
Isaac tenía 9 años cuando ocurrió todo, hoy casi ha cumplido los 80 y en un hombre delgado como un junco, pero con un aspecto fuerte, de ser capaz de resistir. De hecho, demuestra su fortaleza física recibiéndonos casi a las ocho de la noche, después de un día agotador de actos oficiales y entrevistas.
Aun así, y sin mostrar ese cansancio, nos saluda con una amplísima sonrisa, feliz de poder contar su historia, porque como nos dice antes de empezar "los supervivientes de la Shoah desempeñamos un papel importante en el deber de la memoria y en honrar a los que murieron en los campos de exterminio". Para él es especialmente importante contarle esto a "los jóvenes", un término que él usa, con mucha generosidad, "para los que tienen menos de 50 años".
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Isaac habla un español fluido, musical y en el que se cruzan algunas palabras en francés –vive en Francia desde finales de los 40- y otras del ladino -el español de los sefardíes- que hablaban sus padres, judíos sefarditas de la ciudad de Salónica que, y esto es esencial en esta historia, tenían la nacionalidad española "desde principios del S XX, es decir, antes del decreto de Primo de Rivera de 1924".

"No tengo ninguna cualidad especial"

El mismo Isaac nos explica que "mi particularidad es que tenía la nacionalidad española, eso fue lo que me protegió y evitó que fuese exterminado. Si soy superviviente no es porque tuviese cualidades personales de valor o de capacidad de resistencia, fue mi nacionalidad lo que me protegió".
Pero la historia no es tan sencilla y la salvación no fue tan fácil, antes hubo que pasar por una montaña rusa de posiciones diplomáticas, por el esfuerzo personal de un hombre, Sebastián Romero Radigales, y sobre todo por seis meses en Bergen Belsen.
El drama empezó en 1941, cuando los nazis ocupan el norte de Grecia y con ello la ciudad de Salónica, en la que vivían "unos 47.000 judíos", tal y como recuerda Isaac, que empezaron rápidamente a sufrir la barbarie nazi. Las deportaciones a Auschwitz-Birkenau se inician en 1943 y supusieron que al acabar la guerra sólo hubiesen sobrevivido 2.000 judíos de Salónica.

Los 520 españoles

A pesar de su brutalidad con los judíos, los nazis dieron la oportunidad a los estados neutrales –Dinamarca, España, Finlandia, Hungría, Italia, Portugal, Rumania, Suecia, Suiza y Turquía- a repatriar a aquellos que tuviesen su nacionalidad y que vivían en los territorios ocupados por Alemania.
La propuesta se presentó en enero del 43 como un ultimátum a cumplir en tres meses. En principio no parecía que España tuviese mucho interés por salvar a sus judíos, pero en marzo cambia esa posición y anuncia que puede repatriar, tal y como nos cuenta Isaac, "un número limitado de españoles".
Isaac lee un documento | C.Jordá
Nuestro interlocutor explica que el cambio no se basaba en razones humanitarias sino que era una estrategia del régimen franquista ante el giro militar, cada vez más favorable a los Aliados, que estaba tomando la guerra.
Así, emerge una figura fundamental: Sebastián Romero Radigales, cónsul general de España en Atenas que tal y como explica Isaac Revah, "tuvo un rol enorme en nuestra liberación".
El diplomático insistía y se esforzó en dilatar todo el proceso a pesar de que desde España no llegaban los permisos, ya que el régimen franquista seguía sin decidirse y sin mantener un actitud clara en ninguno de los dos sentidos.
Romero Radigales logra tras muchas gestiones que un primer grupo de 150 personas viaje a Atenas, en aquel momento bajo mando italiano y, por tanto, un lugar seguro. Desgraciadamente, este grupo de españoles corrió la peor de las suertes: tras la rendición de Italia los alemanes conquistan toda Grecia y nuestros 150 compatriotas son deportados a los campos de exterminio.

El tren

Mientras tanto, el resto de los judíos españoles de Salónica, 367 en aquel momento, pasa por el que quizá es su peor momento, aunque ellos no lo saben, tal y como cuenta Isaac Revah: "El 29 de julio los jefes de familia están reunidos en un gueto y los alemanes nos dan instrucciones para el viaje de repatriación a España después de una breve estancia en un campo en Alemania".
El dos de agosto el grupo, "al cual se añadieron 74 judíos griegos" es deportado en un tren "en las condiciones que conocen: vagones de ganado, ochenta personas por vagón, durmiendo sobre el suelo, comida insuficiente…". Lo que más recuerda Isaac, no obstante, es la falta de agua: "Podíamos tomar agua sólo cuando el tren se paraba y los alemanes nos autorizaban". Tampoco ha podido olvidar "la falta de higiene" o el WC: "Era un barril abierto de un lado colocado en la puerta del vagón".
El ocho de agosto el convoy está en Nuremberg y se vuelve a producir un cambio en la posición española: las gestiones de Romero Radigales dan sus frutos y por fin aceptan el traslado del grupo a nuestro país, donde serán recibidos en tránsito y posteriormente trasladados a Casablanca.

En Bergen-Belsen

Pero antes de eso pasaron seis meses en Bergen-Belsen. Eso sí, en unas condiciones "menos crueles que las del resto de deportados", ya que se encontraban bajo la protección española. Había otra razón: "Los alemanes no querían que pudiésemos ver lo que les ocurría a los demás prisioneros porque así si éramos liberados no podríamos ofrecer ningún testimonio".
Pero aunque las condiciones del campo para el grupo de españoles eran mejores, eso no lo convertía en unas vacaciones: "No teníamos bastante comida, un desayuno por la mañana y por la tarde un poco de sopa", nos cuenta Isaac al que enseguida le viene a la mente otro recuerdo: "A los niños nos daban una vez a la semana un tazón de leche con azúcar y pastas, una vez corriendo entre el lugar en el que nos lo habían dado y el barracón me caí y perdí toda la leche. Fue desesperante, no logré que me diesen otro".
Y, por supuesto, siempre estaba presente el miedo a que finalmente España no hiciese nada y ser llevados a los campos de exterminio en Polonia. Era una preocupación constante, aunque "los niños no éramos conscientes de la amenaza que pendía sobre nosotros".
Los recuerdos de Isaac se centran en otras cosas como los enfermos de tifus que había en el mismo barracón en el que estaban todos, niños y adultos o como los mayores "nos daban el pan suyo para comer o cambiaban cigarrillos por pan para dárselo a sus hijos".
Otra cosa que no puede olvidar: "Por las mañanas nos hacían formar delante del barracón y nos contaban, lo hacían tres o cuatro veces pasando entre nosotros y sobre todo el jefe del campo pasaba entre nosotros con su perro, un enorme pastor alemán, que siempre parecía que iba a mordernos. Recuerdo como mi padre trataba de protegerme poniéndose delante de mi".
Una anécdota da también una idea de lo que era esa vida en el alero en Bergen-Belsen: "Cuando íbamos a las duchas a mi me gustaba quedarme allí porque había agua caliente y el resto del tiempo pasábamos mucho frío, pero mi padre siempre decía ‘Isaac por favor lávate rápidamente’ y yo no entendía. La razón era que él sabía para qué servían las duchas en los campos".

Al final, la libertad

La vida en Bergen-Belsen no era fácil, desde luego, pero era menos dura que la del el resto de deportados y lo era "porque la intercesión de Romero Radigales ante los nazis tenía éxito".
Isaac cuenta su historia con pasión | C.Jordá
Pero el gran éxito llegó cuando logró que España por fin se hiciera cargo de esas 350 personas y que aceptase que llegasen a nuestro país en dos partes: "El primer grupo fue liberado el 2 de febrero del 44 y el nuestro el día 7. Llegamos el 13 de febrero a Port Bou".
Se trata, como recuerda Isaac, de "un caso único y extraordinario", ya que nadie logró liberar a prisioneros de un campo de concentración nazi durante la guerra: "O fueron asesinados o liberados pero por las tropas de los aliados o los rusos al final del conflicto".

"España nos acogió como sus hijos"

"Se pueden decir muchas cosas de Franco –nos explica Isaac cuando llega a este punto del relato- pero España nos acogió como sus hijos, llegamos y estábamos libres y nos dan ropa y comida y nos llevaron a un hotel en Barcelona".
El recuerdo es casi mágico: "Tuve la impresión de un segundo nacimiento que me daban la libertad y la normalidad que hasta ese momento no teníamos". Isaac recuerda esa estancia en Barcelona como "días de felicidad: podía comer hasta saciarme, tenía una amiga de mi edad que era la hija de los dueños del hotel…".
Hay una parte de la historia que tampoco conviene olvidar: España recibía dinero del American Jewish Joint Distribution Comitee para atender a estos refugiados, la generosidad no era tanta ni tan desinteresada como podía parecer a primera vista.
De aquí Isaac y los Revah pasaron a Casablanca y de allí, cerca del final de la guerra, a un Israel que todavía no era independiente. Sin embargo, no lograron establecerse y pocos años después se irían a Francia, donde nuestro protagonista ha desarrollado una exitosa vida personal y profesional, como un científico reconocido y que se mantuvo en activo y en puestos de alta responsabilidad hasta pasados los 70 años.

Algo de lo que no es fácil hablar

Muchos de los supervivientes del Holocausto han mantenido silencio sobre su experiencia durante buena parte de su vida, incluso entre miembros de una misma familia, lo que nos da una idea de la profunda huella que lo vivido les había dejado.
Es también el caso de Isaac: "Jamás lo hablé con mis padres, es una prueba de no soy tan inteligente, nunca le pedí a mi madre que me contase lo que le sucedió a su familia, que fue a Auschwitz; nunca pedí a mi padre que me dijese lo que le sucedió a su hermana, que era griega por matrimonio y también fue deportada a Auschwitz, ni sobre su hermana italiana que se escondió en Atenas… ellos no querían hablar pero yo... yo debería haber preguntado, es una cosa muy difícil de aceptar, es una de las cosa que más lamento".
Los que sí hablan del tema y le preguntan son sus cinco nietos, especialmente lo más pequeños que tienen catorce años y "han venido a mis conferencias, saben lo que estoy haciendo y me admiran mucho, es fantástico para un abuelo" nos comenta Isaac con una sonrisa que ilumina su cara: "Me dice que soy un héroe". Ciertamente, sus nietos no exageran: lo es.
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