sábado, 1 de mayo de 2010

¿Qué se traen entre manos Israel e Irán en África? - Borja de la Mota en " El Imparcial"

La reciente gira de Mahmud Ahmadineyad y de su plana mayor por varios países africanos pone de manifiesto el creciente interés de Teherán en reforzar sus lazos políticos y económicos con determinados países del continente con el fin de fortalecer su comprometida situación en el escenario internacional. Con el objetivo de combatir el aislamiento impuesto por Occidente, Irán mira a África para intentar legitimar su política exterior con el respaldo de actores de segundo orden.

La estrategia que persigue el régimen de los ayatolás es aunar el mayor número de socios para poder respaldar su programa nuclear y, de este modo, presionar a la comunidad internacional para que no le imponga las más que probables sanciones. Esta estrategia, que funciona de manera entrelazada a la proyectada en América Latina, se ha convertido en una la prioridad del Gobierno iraní y, a pesar de que las inversiones en la zona aún distan mucho de las cantidades destinadas por americanos, europeos y chinos, ya empieza a ofrecer notables réditos estratégicos en un continente con más de 370 millones de musulmanes.

El plan de Ahmadineyad pasa por inyectar grandes sumas de dinero en África así como dotar a determinados gobiernos afines a su ideología de tecnología e infraestructuras para que, a cambio, estos se comprometan a defender la postura nuclear de Teherán ante Naciones Unidas. El presidente iraní acusaba a los "arrogantes y opresores" estados occidentales de "tratar de apropiarse y controlar los recursos de África", al tiempo que defendía su política diplomática en el continente.

Este neocolonialismo 'made in Teherán' se ha visto fortalecido por el progresivo abandono que ha sufrido el continente africano por parte de sus tradicionales 'mecenas': Estados Unidos y la Unión Europea. Irán está aprovechando los contactos que ha ido forjándose en África a lo largo de los últimos años para convertirse en un patrocinador de primer nivel. De este modo, y a pesar de que son países soberanos e independientes a todos los efectos, lo cierto es que su política exterior viene determinada en gran medida por lo que dicten los ayatolás a miles de kilómetros.

Asimismo, la estrategia política ha ido de la mano de una supuesta legitimización religiosa que ha facilitado el acceso a determinados regímenes musulmanes. De este modo, el ayatolá Mahmoud Hashemi Shahroudi, una de las figuras más relevantes del Gobierno iraní, ha llegado a señalar que “es nuestro deber el expandir los lazos con países islámicos y usar nuestra capacidad y potencial común para expandir y hacer crecer el Islam”. Los expertos ven en este espíritu de solidaridad musulmana una mera fachada puesto que Irán es de confesión chií, una vertiente islámica que no tiene mucho calado entre la población africana, de mayoría suní.

En una línea totalmente opuesta se manifestaba recientemente el ministro de Exteriores iraní, Manoucher Mottaki, que señaló que "las relaciones que mantiene mi país con África no van en ningún caso en contra de los intereses de cualquier otro país", haciendo gala de la difusa línea de actuación que caracteriza a su régimen y en clara alusión a Israel, estado que los ayatolás no reconocen y que incluso abogan por que desaparezca de la Tierra.

No podemos olvidar que el continente africano es una de las mayores reservas de materias primas del mundo. Los yacimientos de petróleo salpican toda la región, las cuencas acuíferas de Nubia y del Sáhara representan dos de las tres mayores del mundo y las reservas de minerales de alta gama como el cromo, el cobalto, el platino, el oro, el manganeso o el titanio, que tienen en su aplicación militar e industrial uno de sus grandes mercados, son las mayores del planeta. En este sentido, el Congreso de Estados Unidos señaló a África como un objetivo prioritario en cuanto a materias primas.

El 'risk' persa

De este modo, el mapa africano ha ido tornándose claramente favorable a los intereses iraníes como si de una partida de 'risk', el famoso juego de mesa cuyo objetivo consiste en conquistar continentes, se tratara. Hasta una docena de países se han manifestado claramente a favor de las doctrinas proclamadas por Mahmud Ahmadineyad y otra decena estarían entablando negociaciones para empezar a orbitar alrededor de Teherán.

Sudáfrica, una de las potencias regionales, ha sido un tradicional aliado de Irán tras la caída del régimen racista del apartheid. Desde que el Congreso Nacional Africano accedió al poder en 1994, las relaciones bilaterales entre ambos países han ido en constante crecimiento. La sintonía entre ambas administraciones reside en el apoyo que ambas partes ofrecen a la causa palestina. De este modo, al ser uno de los miembros más destacados del grupo de Países No-Alineados, Irán ha fortalecido sus lazos con el Gobierno de Jacob Zuma. Esta relación se ha visto materializada en los tratados comerciales referentes a la explotación mineral, el mercado de las telecomunicaciones y las ayudas al desarrollo.

Por su parte, Senegal se ha convertido en un gran aliado de los ayatolás en el noroeste africano. No olvidemos que en este país se encuentra desde 2007 una de las plantas de producción más importantes de Khodro, el buque insignia iraní en la industria automovilística. Además, los ayatolás han financiado una refinería de petróleo y una planta química.

Mahmud Ahmadineyad y Robert Mugabe (EFE).En cuanto a Zimbabwe, a pesar del aislamiento internacional que sufre Harare debido a su dictadura de facto, Irán ha puesto las miras en reforzar su presencia en el país y esta misma semana se podía ver de la mano a Ahmadineyad y al presidente Mugabe en una visita diplomática que ha servido para firmar varios acuerdos bilaterales en materia energética e industrial. Además, Irán ha provisto a Zimbabwe de importantes partidas presupuestarias para construir una refinería de petróleo así como para el desarrollo de un programa agrícola de alta tecnología. Por otro lado, el presidente zimbabuense ha tenido que salir al paso de las acusaciones que apuntaban a que su país había empezado a vender uranio a Irán con fines armamentísticos.

Asimismo, mientras la comunidad internacional ha dado la espalda al régimen sudanés por sus flirteos con los islamistas radicales, lo que ha provocado que las inversiones chinas y rusas en el país se hayan visto drásticamente reducidas, Mahmud Ahmadineyad ha fortalecido sus relaciones con la administración del recién reelegido presidente al-Bashir, importante aliado ideológico frente a Occidente, a base de firmar contratos militares y la cesión de equipos de expertos en alta tecnología que han aupado a Jartum al tercer puesto de los países africanos más militarizados.

Otro de los pesos pesados africanos es Kenia. A pesar de que la mayoría de la población keniata es de confesión católica o de credos locales minoritarios, lo cierto es que su posición geoestratégica y su valía política hacen este país una de las piedras angulares del proyecto expansionista iraní. Tal es el interés que Teherán ha puesto en la zona que hasta ha abierto una conexión aérea semanal entre ambas capitales que subsiste de cara a la galería, puesto que los aviones apenas llevan pasajeros. Además, la inversión agrícola, energética e industrial se ha visto notablemente incrementada y más de cuatro millones de toneladas de crudo iraní son enviados a la antigua colonia británica casi a fondo perdido.

Uganda y Gambia, dos países de segundo orden en el concierto africano, también están bajo el punto de mira iraní. En el caso del régimen de Kampala, su posición dominante en la cuenca alta del Nilo y sus yacimientos minerales le hacen ser un objetivo natural. En el caso de Banjul, su régimen dictatorial le convierte en un aliado lógico en la cruzada contra el opresor occidental.

Además, Irán ya ha iniciado contactos políticos y comerciales con Nigeria, una de las grandes potenciales regionales gracias a su petróleo, Ghana, las islas Comoros, Chad, Túnez, Mauritania, Burkina Faso y Malawi.

Israel reacciona

Ante la creciente influencia de Irán en África, Israel ha empezado a tomar cartas en el asunto para intentar neutralizar a tiempo la estrategia colonialista de Teherán.

Las relaciones del estado judío con el continente africano nunca han sido fáciles. Tras las guerras árabe-israelíes de finales de los 60 y principios de los 70, la influencia hebrea en África cayó drásticamente hasta tal punto que una treintena de países africanos optaron por alinearse con la Liga Árabe para bocicotear a Israel. Tel Aviv creyó que podía prescindir de esta región en su estrategia diplomática, decisión que, con el tiempo, se ha tornado errónea. En la actualidad, los contactos que mantiene Israel en África son mucho menos numerosos y más inestables que los de Teherán. La estrella de David sólo ondea en una decena de embajadas en todo el continente y apenas once países africanos, del medio centenar existentes, tienen representación en Israel.

Avigdor LiebermanEl pasado mes de septiembre, el ministro de Exteriores hebreo, Avigdor Lieberman visitó la región para hacer valer sus influencias y las de occidente frente a las iraníes. La gira del diplomático israelí, la primera en dos décadas a la región, incluía paradas en Etiopía, Kenia, Uganda, Ghana y Nigeria; países a los que ofreció ayudas al desarrollo, cooperación militar y partidas económicas a cambio de que velasen por los intereses de Tel Aviv en la región.

El gran aliado de Israel en el mundo, Estados Unidos, ya se ha apresurado a validar la estrategia israelí. James Jones, el consejero de Seguridad Nacional del presidente Obama ha señalado recientemente que la actitud de Israel respecto a Irán está siendo "muy responsable".

Sin duda, la principal prioridad de Tel Aviv es revertir la influencia iraní en el cuerno de África. En el Golfo de Adén y a través del Mar Rojo pasan gran parte de las importaciones de Israel y, de estar controlado por países sometidos a los designios de Irán, este mercado se vería seriamente afectado. De este modo, los contactos entre el Gobierno hebreo y el único país no musulmán de la zona, Etiopía, se han intensificado en los últimos meses gracias a la cruzada que mantiene Addis Abeba contra los milicianos somalíes patrocinados por Al Qaeda en el este del país.

Las perspectivas de futuro hebreas en África no se antojan fáciles y la tensión con su enemigo iraní no facilita las cosas. Lo que sí ha quedado claro es que el continente africano debe ser tenido muy en cuenta puesto que, a pesar del trágico historial que recoge, su valor geoestratégico es innegable y, ante el auge del precio de las materias primas, puede que esta vez sí sea el momento de que los líderes africanos decanten la balanza.

Fuente: elimparcial.es

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