miércoles, 15 de septiembre de 2010

El detective de violines


Amnon Weinstein, con uno de los violines del Holocausto. | Chab Lathion

Amnon Weinstein, con uno de los violines del Holocausto. | Chab Lathion

Hace 40 años, el lutier Amnon Weinstein recibió en su taller un violín muy especial. Estaba en pésimas condiciones y la persona que se lo llevó le dijo que había pertenecido a un familiar que estuvo en Auschwitz. "Me costó tres meses repararlo y, cuando trabajé en su interior, ví que estaba lleno de ceniza", explica Weinstein con un gesto de amargura. "Supe que no era ceniza de madera".

Pasar tantas horas ante un instrumento que había sido testigo de uno de los episodios más crueles de la humanidad, le supuso tal sufrimiento emocional que se dijo que nunca más volvería a reparar un violín del Holocausto.

Ironías de la vida, y tras algunos años de paréntesis, Weinstein es ahora un auténtico detective de violines conectados con el pueblo judío durante la Alemania nazi. Lleva más de una década buscando, documentando y arreglando instrumentos en su modesto taller de Tel-Aviv, y por sus manos de artesano han pasado ya más de 26.

"Este proyecto me está quitando toda la energía, pero es que como una obsesión: una vez empiezas ya no puedes parar", reconoce.

Weinstein a veces encuentra los violines en un mercado de segunda mano y otras llega a ellos siguiendo una pista, una mínima mención en un archivo, aunque en la mayoría de ocasiones son familiares de víctimas del Holocausto los que los llevan hasta su taller. Aún así, conocer la historia que hay detrás de cada violín es ya casi imposible, dice el lutier. "Ahora es demasiado tarde. Si los hubiera encontrado hace 40 años, hubiera podido descubrir cada pequeño detalle porque aún había supervivientes", se lamenta.

Dicen que en su taller se combina la técnica del fabricante de instrumentos de cuerda con el arte de hacer milagros, y es que entre aquellas cuatro paredes se esconde el saber de tres generaciones de lutiers: su padre, él y su hijo. Fue justamente su progenitor, Mosche Weinstein, quien empezó a recolectar violines de los años 30 y 40, aunque en su caso pertenecieron a la Orquesta Filarmónica de Israel (la antigua Orquesta de Palestina). Muchos de ellos, abandonaron Alemania y Austria antes de la guerra, y se llevaron consigo los instrumentos fabricados en Alemania. Así, gracias a esta formación musical, se salvaron más de 3.000 judíos del genocidio. Con la caída del III Reich, la mayoría de esos músicos protagonizó un boycot voluntario y rechazaron volver a tocar esos instrumentos. Muchos destruyeron sus violines pero otros los vendieron, y fue así cómo llegaron a las manos del padre de Weinstein. Él todavía los conserva en su taller.

Educar a los más jóvenes

De todos los violines conectados con el Holocausto que ha reparado, 16 están expuestos hasta hoy días en la ciudad alpina de Sion, con motivo del Festival Internacional de Música. En su primera salida fuera de Israel, Weinstein quiso que la exposición incluyera también una parte educativa. Por eso, y durante varios días este verano, el lutier se ha encargado de explicar la historia y la importancia de estos instrumentos a escolares suizos.

Amnon Weinstein, con su hijo. | Lucille Reyboz

Amnon Weinstein, con su hijo. | Lucille Reyboz

"Es difícil expresar cómo me siento cuando estoy delante de estos violines, aunque el primero fue igual de duro que el último", les cuenta este hombre apasionado de 71 años y uno de los lutiers más reconocidos de todo el mundo.

El 24 de septiembre de 2008, Weinstein supo que todos sus esfuerzos emocionales habían valido la pena. 18 violines y un celom restaurados por él, sonaron ante el muro de Jerusalén a las manos de músicos israelíes y turcos.

Estos días, algunos de ellos se han escuchado por primera vez fuera de Israel a las manos de Schlomo Mintz, el director artístico del Festival de Sion y uno de los mayores virtuosos de nuestros tiempos. De hecho, Mintz conoció a Weinstein cuando tenía cuatro años y, desde entonces, han mantenido una estrecha amistad. Este virtuoso del violín está también muy involucrado en los conocidos como 'Violines de la Esperanza'. De hecho, fue él, quien tocó uno de esos instrumentos, con la estrella de David incrustada en su madera, frente a los barracones de Auschwiz-Birkena. "Ese, para mí, fue el signo más poderoso de la victoria contra el nazismo", subraya Weinstein.

"No puedo devolverle la vida a una persona, pero sí que puedo hacer que estos instrumentos vuelvan a sonar -dice-. Ese sonido es la voz de toda aquella gente".

Fuente:elmundo.es

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