lunes, 25 de octubre de 2010

Revuelta «laica» contra los estudiantes ultraortodoxos israelíes


Netanyahu , a su llegada hoy a la Knesset

Para la oposición, es una discriminación que puede terminar en una «fractura social». Para algunos analistas, lo que está en juego es el colapso del propio Estado. Y para los estudiantes empieza una lucha que librarán «con todas sus fuerzas» porque —según ha dicho su representante nacional, Itzik Shmuel— están que «echan humo».
La revuelta ha sido anunciada, hay que precisar, por los estudiantes laicos, que esta mañana obligaban al Parlamento de Israel a celebrar una sesión urgente para abordar la controversia abierta en todo el país a raíz de un proyecto de ley, que prevé otorgar nuevas pagas a los alumnos casados de las Yeshivot, las escuelas judías religiosas. La cifra que está sobre la mesa es de 120 millones anuales de shekels, unos 24 millones de euros, y la condición para acceder a la remuneración sería tener al menos tres hijos, ninguna otra fuente de ingresos y que no sean propietarios de coche.
Habida cuenta de que la inmensa mayoría de esos estudiantes ya reciben dinero de sus centros educativos, amén de ayudas públicas por sus niños, se calcula que el número de potenciales beneficiarios no superaría unos pocos centenares. Pero eso no ha sido suficiente para apaciguar el clamor de la calle, indignado porque este colectivo que se quiere sobreincentivar ni produce, ni contribuye. No hacen el servicio militar, no pagan impuestos, ni trabajan. Lo que la gente se dice en Israel es que, con semejante soporte financiero, para qué se van a molestar.
La polémica amenaza con convertirse en un nuevo pulso entre la sociedad laica y la religiosa y con llevarse por delante al Gobierno de Benjamin Netanyahu, porque el partido impulsor de la medida, el Judaísmo Unido de la Torah (UTJ), ha advertido que abandonará la coalición
si su exigencia no es atendida.
Presión por todas partes
Esta formación y el Shash de los judíos ortodoxos sefardíes sólo consintieron en dar su voto a los últimos presupuestos después de que se incrementara en 150 millones de shekels la partida de ayudas a los estudiantes de las «yeshivot». Sin su apoyo, el primer ministro no tiene mayoría para sacar adelante los siguientes. Pero si Netanyahu se doblega otra vez a sus socios religiosos, el ultranacionalista Yisrael Beitenu y los Laboristas han adelantado que serán ellos los que se marcharán del Ejecutivo.
En una reunión con miembros de su partido, el jefe del Gobierno israelí ha invocado hoy el llamado «plan Wisconsin», diseñado genéricamente para masas en paro, y ha dicho que toda la población de Israel debería trabajar. Ha dado orden de que el Parlamento aplace cualquier votación sobre la nueva iniciativa y un comité ministerial nombrado por él el domingo examina proponer caminos intermedios, como que las ayudas que reclama la UTJ se concedan, pero solo durante un periodo de transición hasta que el beneficiario se incorpore a un empleo.
Netanyahu está tratando de ganar tiempo. Y los estudiantes laicos preparando movilizaciones, la primera para este jueves muy cerca de la residencia del primer ministro. Según los datos que aportaron ayer, el 60 por ciento de ellos recibe dinero de sus padres para la Universidad y el 80 por ciento compatibiliza los libros con trabajos a tiempo parcial, pagados con salarios muy bajos, para costearse la carrera. Su matrícula es de 12.000 shekels anuales, (2.448 euros), mientras que los alumnos de las Yeshivot estudian gratis.
Haciendo cuentas
Los números que barajaba la prensa este fin de semana coinciden en que el Estado de Israel destina a las universidades 450 millones de shekels, y que en ellas se cuentan 300.000 estudiantes. 1.500 shekels por año y alumno. El diario «Ma´ariv» apuntaba que la cifra destinada a las Yeshivot es de 150 millones de shekels y que tienen 11.000 estudiantes. 13.000 shekels por año y alumno.
En un artículo publicado el domingo en la edición en hebreo de este diario, y titulado «Los ladrones de Israel», el analista Ben Caspit escribía en relación a la última exigencia del UTJ: «No debemos permitir que suceda. Los franceses están ahora incendiando su patria porque su presidente se ha atrevido a pedirles que se retiren a los 62 en vez de a los 60. Nosotros gemimos y nos quejamos alrededor de la mesa del comedor, pero continuamos sin hacer nada a pesar de que los que nos están quitando no es nuestra pensión, es nuestro mismo país».
Fuente:abc.es

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