martes, 17 de abril de 2012

Irán y la ilusión diplomática - GEES

Decir que "hablando se entiende la gente" tiene la misma categoría ontológica que "too er mundo e güeno". Unas veces sí y otras no. Pero a pesar de su relativismo esencial la profunda máxima está en la base de la muy extendida ilusión diplomática. No desde luego en la vida personal de cada uno, pero en las aparentemente mucho más sencillas relaciones entre los estados todo se resuelve si se negocia con el suficiente tesón. Esta idílica ingenuidad ha sido desmentida innumerables veces, entre ellas la clásica de Federico II de Prusia: "Diplomacia sin ejércitos es como música sin instrumentos". Puede que los ayatolas iraníes no conozcan esta específica formulación pero se saben de memoria su contenido y lo han aplicado con fervor y minuciosidad en sus relaciones con Occidente a propósito de su programa nuclear.
Siempre han negado su carácter militar y siempre han impedido a la Agencia Internacional de Energía Atómica realizar las inspecciones necesarias para verificarlo. La Agencia tiene el derecho y la obligación de llevar a cabo esas comprobaciones. Irán es firmante del Tratado de No Proliferación nuclear, que permite el desarrollo de tecnología atómica para usos civiles, con absoluta renuncia de los militares. El citado organismo vienés de Naciones Unidas es el encargado de vigilar el cumplimiento del tratado. Corea del Norte lo violó y lo abandonó. Irán no lo ha hecho nunca, pero su actitud y actividades conocidas no dejan lugar alguno a la duda razonable. Si su programa fuera puramente civil todo lo que sabemos a ciencia cierta que hacen para desarrollarlo e impedir luego la verificación, así como el elevado precio que pagan por ello, carecería por completo de sentido.
A lo largo de diez años de esfuerzos negociadores se les ha ofrecido toda clase de ayudas para un programa civil y de incentivos económicos y políticos de todo tipo, pero la respuesta final ha sido siempre un rotundo no. Han alentado las ilusiones de los ilusos y han proporcionado coartadas a los que no estaban dispuestos a hacer sonar los únicos instrumentos audibles desde Teherán. Empleadas a fondo, las sanciones, a veces, pueden conseguir parecidos resultados con menos riesgos, pero en Europa había desgana y en Rusia y China cerrada oposición a todo lo que rebasase un poco el nivel de la cortés reconvención y el castigo simbólico.
Obama llegó al poder con el bagaje intelectual del firme creyente en la sabiduría del "too er mundo e güeno" y "hablando se entiende la gente". No escatimó las buenas palabras y miró hacia otro lado cuando el régimen islámico robó unas elecciones en el verano del 2009 y mantuvo lo así adquirido con puño de acero.
La nueva ronda que se acaba de iniciar en Estambul es un juego de tiempos, mucho más cortos que los anteriores. Obama lo necesita para ganar sus elecciones, los ayatolas para coronar sus esfuerzos y los israelíes ven con desesperación como se les acaba el de impedírselo. Todos malos presagios.
Fuente:libertaddigital.com

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