domingo, 24 de marzo de 2013

Pesaj , ¿ un sueño o una pesadilla ? - Rabino Lazer Brody

Rabino Lazer Brody

 
Llevaba puestos jeans muy ajustados con tachuelas plateadas y una chaqueta de cuero negro. Tenía pelo negro y engominado y ojos que disparaban flechas. Parecía como un miembro de una banda del Bronx…

Yo iba caminando por la Avenida J en Flatbush cuando de repente un joven de aspecto bastante inquietante se me acercó. Llevaba puestos jeans muy ajustados con tachuelas plateadas y una chaqueta de cuero negro. Tenía pelo negro y engominado y ojos que disparaban flechas. Parecía como un miembro de una banda del Bronx… Yo enseguida empecé a revisar mentalmente varios planes de contingencia: si saca un cuchillo con la mano derecha, yo hago esto y lo otro; si me da un puñetazo con la izquierda, entonces yo hago tal y tal cosa….
Cuando estuvo a un par de metros de mí, me di cuenta de que el rostro se ablandó. Su inglés con pesado acento idish fue lo último que esperaba escuchar de alguien con un aspecto semejante. “Reb Lazer, me enteré de que vino de visita. Me llamo Yanky, soy amigo de Itzi, ¿sabe a quién me refiero? Itzi el de Williamsburg, que se hizo rebelde y después descubrió al Rabino Arush. Dígame, ¿tiene un minuto?”.

Yanky, que antes se llamaba “Yaakov”, obviamente estaba tratando de volver. Yo tuve la sensación de que HaShem me había llegado llegar a los EEUU solamente para él. Resulta que este Yanky era el hijo de una de las familias más prominentes de Williamsburg, una familia de rabinos y eruditos.


“Seguro, Yanky. Ven conmigo a dar una vuelta”. Yo había salido para hacer una hora de  Hitbodedút en esta mañana tan linda y tan soleada. Por eso dije en silencio: “Discúlpame, HaShem, Tú me enviaste esta alma tan especial; después seguimos conversando, ok?”.


Yo le dispensé a Yanky toda mi atención. Y así fue como comenzó un monólogo muy alarmante que nos llevó por la Avenida U. Cada uno de sus recuerdos de infancia asociados con el judaísmo era un recuerdo doloroso:


“Yo odio la fiesta de Pesaj. Me acuerdo de que mi mamá me gritaba sin parar. Si había algo que yo no soportaba era ir al sótano a buscar la vajilla de Pesaj. Los sótanos en Brooklyn son oscuros y están llenos de ratas. Yo tenía solamente ocho años y mi papá me pegaba si no traía las cajas. A mí me daba terror bajar al sótano, pero a él no le importaba. ¿Por qué nadie me entendía? Ah, sí, y cuando tenía doce años, mi papá encontró un pedacito de chicle jametz en mi dormitorio justo antes de Pesaj. Los golpes que me dio con su cinturón nunca los voy a olvidar. Uno podría pensar que él era de la Brigada contra el Narcotráfico que acababa de atraparme llevando un cargamento de cocaína de un millón de dólares. Yo odiaba a Pesaj con toda mi alma y aborrecía el judaísmo. No podía esperar a cumplir de una vez por todas los dieciséis años y escaparme, que fue exactamente lo que hice en mi cumpleaños”.


Durante los últimos seis o siete años, Yanky compartió un departamento con otros cuatro muchachos parecidos a él, que trabajan en todo tipo de trabajos de día y a la noche salen a pasarla bien. Y cuando un chico jasídico de Brooklyn se desvía del camino, se cae del todo, como pueden atestiguar muchas “damas de la noche” y muchos traficantes de drogas.


Yo le di a Yanky dos CDs de emuná que justamente llevaba encima y desde entonces no supe más nada de él, pero tengo esperanza de que encuentre su camino de retorno a HaShem.


¿Por qué HaShem hizo que me encontrara con Yanky? Eso no es difícil de descifrar: para que escribiera este artículo…


Pero si somos francos, ¿no les parece que todos tenemos algo en común con los papás de Yanky? ¿Acaso muchos de nosotros no olvidamos cuál es el significado de Pesaj  -la dicha y la libertad-   y ponemos todo el énfasis en las estricteces? ¿Acaso sacrificamos las almas de nuestros hijos por una casa kasher para Pesaj sin una pizca de polvo, que más que una casa parece un museo de ciencia?


El enojo, y en especial el enojo con nuestros seres queridos, es la peor forma de jametz (pan leudado y derivados, que están prohibidos en Pesaj). El jametz de los armarios de la cocina es mucho más fácil de limpiar que el jametz que tenemos en el corazón.


Pesaj tendría que ser el sueño de cada niño  -la historia reveladora del Éxodo de Egipto, las cuatro preguntas, y el regalo especial después de buscar el Afikoman-   sin el cual papá no puede completar el Seder. Pero apenas convertimos la alegría del judaísmo en un ritual infernal, Di-s no lo permita, estamos empujando con nuestras dos manos a nuestros propios hijos a que se alejen del judaísmo. No por nada Rabi Najman nos rogó que evitáramos las estricteces todo el año, y especialmente en Pesaj (véase La Sabiduría de Rabi Najman, 235).


El judaísmo es alegría. Y si no es alegría, entonces no es judaísmo.


No hagamos del sueño una pesadilla. Si queremos que nuestros hijos disfruten de Pesaj, debemos transformarlo en una experiencia amena y querida. Y así como todos tenemos mucho cuidado cuando manipulamos la vajilla de fina porcelana de Pesaj y las delicadas copas de cristal, así también tengamos el mismo cuidado con las almas de nuestros hijos. ¡Feliz Pesaj para todos!
Fuente:breslev.co.il

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