Si el viernes Tel Aviv se vistió de fiesta deportiva con decenas de
miles participando en el maratón, Jerusalén se ha teñido este domingo
con el color negro y sus matices de los trajes de los ultraortodoxos
(jaredíes) en una de las manifestaciones más concurridas en la historia
de Israel.
Sin discursos de políticos, entre 350.000 y 400.000 personas se han unido en un rezo masivo convertido en desgarrado y pacífico grito contra la ley
que, aunque de forma parcial, eliminará la exención militar que gozaban
los estudiantes de las academias rabínicas. El documento legislativo
será aprobado en las próximas dos semanas y, como todo en este país,
provoca polémica.
"Es la primera vez que todas las corrientes del judaísmo jaredí y
religioso se unen para manifestarse. No podemos callarnos ante una
afrenta contra nuestra forma de vida basada en el estudio de la Torá.
Estamos firmes contra el Gobierno hostil que quiere llevarnos a la
cárcel por seguir el camino de la Torá", afirma Benny Rabinovich, uno de
los portavoces de la manifestación contra la ley que entrará en vigor
en el 2017.
El enfado jaredi, mostrado en el acceso principal de Jerusalén con el
puente de Santiago Calatrava como silencioso testigo, se debe
básicamente a la cláusula que contempla sanciones económicas y delictivas para aquellos jóvenes que rechacen ir al Ejército
(o servicio social alternativo) y a los seminarios religiosos que no
cumplan las cuotas de alistamiento militar. La norma fue exigida por Yair Lapid, ministro de Finanzas y líder del partido centrista Yesh Atid. El famoso ex presentador de televisión y el jefe de Gobierno, Benjamín Netanyahu,
son el blanco de las críticas de rabinos, mujeres y jóvenes de todo el
país citados este domingo en la exhibición de fuerza política y
espiritual.
Este sector, que moviliza a los suyos como pocos, rechaza ser tratado
como el resto de israelíes que, excepto los árabes, deben enviar
obligatoriamente a sus chicos y chicas al Ejército.
"Para nosotros todo gira en torno al estudio de la Biblia, mucho más importante que el Estado. Israel no sobrevive por el Ejército sino por la Torá", comenta a EL MUNDO.ES un joven de una yeshiva de Jerusalén
antes del rezo vespertino. "¡No debéis alistaros!", exclama un rabino
mientras un grupo de chavales se abrazan en un típico baile jasídico.
"Dicen que esta ley sirve para defender la idea en Israel del
Ejército del pueblo. Se equivocan porque daña al Ejército y al pueblo.
No tengo nada que objetar a Lapid ya que conocemos su agenda
radicalmente antijaredí pero sí a Netanyahu que rompió su promesa y
pasará a la historia por atentar contra la Torá", denuncia el diputado
ultraortodoxo, Israel Eichler.
Algunas excepciones
AFP
Aunque no lo diga en voz alta, la nueva ley es relativamente
favorable para sus intereses. En la prensa generalista, algunos lamentan
incluso que la manifestación debía ser en Tel Aviv contra la ley por
perpetuar la exención jaredi. Si se lee la letra pequeña de la ley, no
hay rastro de la "igualdad plena" que prometía Lapid en las elecciones o
que exigía el Tribunal Supremo en 2012 al suprimir la Ley Tal.
En el 2017, 5200 jóvenes ultraortodoxos (de una promoción anual de
15.000) deberán cumplir el servicio militar o social mientras 1.800 seguirán gozando de la exención al ser considerados "estudiantes prodigio de la Torá".
Además, los candidatos al alistamiento podrán aplazar su servicio hasta los 24 años.
Algo imposible para los jóvenes israelíes que al llegar a la mayoría de
edad deben servir tres años (hombres) y dos (mujeres).
Arquitecto de la ley aprobada en el Gobierno antes de ser enviada al
Parlamento, el ministro Yaakov Peri explica que "los jaredies tienen
derecho a manifestarse ya que estamos en un país democrático".
Cuestionado por la efectividad de la ley, responde: "Una igualdad plena
en el reclutamiento es imposible pero esta ley representa un hito en 66
años de Israel. La manifestación de protesta es la mejor prueba de que
se trata un gran cambio".
Destaca que la ley alentará de forma significativa el ingreso de los
jaredíes en el mercado laboral. Los ultraortodoxos judíos y los árabes
israelíes son los dos sectores más pobres de Israel.
Según una encuesta publicada en el diario "Israel Hayom" el 50% de los israelíes opina que la ley reducirá el problema
pero no lo soluciona de forma completa mientras el 34.7% sostiene que
la ley perpetua la desigualdad ante el servicio militar o social
alternativo. El 3.3% cree que sí soluciona el problema.
Por eso y aunque el enfado jaredí es real, la manifestación es parte
de una gran obra de teatro político que da votos tanto a los partidos
ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, (ambos en la oposición)
como a Lapid convertido en "el defensor de la mayoría frente a los
jaredíes". Cuantos más insultos reciba en Mea Shearim o Bnei Brak, más
votos tendrá en la avenida mayoritaria del electorado.
Uno de cada siete judíos de 18 años es ultraortodoxo. En una década,
este dato se disparará en proporción a su imparable crecimiento
demográfico. Una fuerza escenificada hoy por una marea humana de rezos.
Está en juego algo más que ir al Ejército.
Fuente:elmundo.es ( Sal Emergui)
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