lunes, 1 de junio de 2015

Para defender a Israel hay que hablar también de derechos. - Jonathan S. Tobin

Tzipi Hotovely

Al parecer, los diplomáticos israelíes se han escandalizado porque la nueva viceministra de Asuntos Exteriores de su país les ha pedido que hablen de los derechos de Israel en el conflicto con los palestinos y no sólo de sus necesidades en materia de seguridad. Según relata el Times of Israel, Tzipi Hotovely sorprendió a más de uno cuando durante una reunión de personal diplomático israelí dijo que era un error quitar importancia a las reivindicaciones territoriales de Israel cuando se intenta replicar a las quejas por su presencia en la Margen Occidental y en Jerusalén. La mera idea de citar la Torá cuando se habla de los vínculos con el corazón de la bíblica patria judía parece que les resultó absurda tanto a los diplomáticos como a los comentaristas de izquierdas que posteriormente bramaron al respecto. De hecho, como dice el izquierdista Haaretz, el mundo puede considerar que la viceministra es intragable. Pero pese a que la diputada del Likud nada a contracorriente de la opinión pública internacional, así como de la del ministerio al que pertenece, tiene razón. Aunque sean muchos los que, en una comunidad internacional cada vez más influida por el antisemitismo y la desinformación sobre Israel, nunca aceptarán semejantes argumentos (como han demostrado los palestinos de la anterior generación), hablar de derechos siempre es mejor que hablar de seguridad.
A Hotovely, cuya importancia se reforzará debido a la ausencia de un ministro de Exteriores (el premier Netanyahu se reserva el puesto para sí mientras espera poder cedérselo al líder de la oposición, Isaac Herzog, en caso de que se una al Gobierno), la rechazan por considerarla una extremista de derechas tan sólo por mencionar los derechos judíos, pero sus críticos harían bien en seguir sus consejos.
Durante los últimos veinte años la posición diplomática de Israel respecto a los territorios se ha centrado en su voluntad de hacer las paces. El país ha demostrado reiteradamente su deseo de negociar con los palestinos y concederles un Estado si están dispuestos a reconocer la legitimidad de un Estado judío junto al suyo. Pero ellos se han negado una y otra vez. Sin embargo, en general no se les reprocha su irracional postura porque su argumento, básicamente, es que no hacen falta negociaciones porque Israel no tiene derecho a estar en ninguno de los territorios conquistados en 1967 durante la Guerra de los Seis Días. Si la Margen Occidental y Jerusalén son propiedad robada, como sostienen los palestinos, entonces éstos tienen razón.
Pero se trata de territorios en disputa, sobre los que ambos bandos pueden presentar reivindicaciones legítimas. Como escribí en 2012, un informe sobre la legalidad de la presencia israelí en los territorios demuestra de forma contundente que los judíos tienen todo el derecho a estar allí. Afirmar ese derecho no excluye ceder parte del territorio, o incluso su totalidad, a cambio de una verdadera paz. Pero mientras el mundo acepte la falacia de que Israel sólo está allí porque teme por su seguridad pocos lo respaldarán, y ello debilita la posición negociadora israelí, aunque busque el acuerdo más que la rendición.
Semejante postura desconcierta a la mayor parte del personal del Ministerio de Exteriores, y siempre ha sido así. Defender los derechos judíos los haría aún más impopulares en muchos de los países en los que están destinados. Pero deberían estar dispuestos a afrontar todas las críticas que se les hagan.
La reivindicación israelí de su presencia en la Margen Occidental está basada en factores históricos, legales y espirituales que no pueden negarse por una historia revisionista de la región ni por el odio que el Estado judío suscita entre sus enemigos. Es hora de que todos sus representantes dejen de evitar las cuestiones centrales del conflicto y se den cuenta de que nadie va a apoyar a Israel porque sus científicos sean brillantes, su industria tecnológica sea innovadora o sus playas sean hermosas. La única respuesta a las mentiras que hablan de un Estado discriminador es un argumento arraigado en el mismo sentido de justicia que impulsa a quienes simpatizan con los palestinos. Decir que los judíos tienen derecho a estar en la Margen Occidental no excluye una solución de dos Estados. No decirlo asegura que el mundo jamás tratará de obligar a los palestinos a llegar a un acuerdo y firmar la paz.
Jonathan S. Tobin, editor jefe online de la revista Commentary.
Fuente:libertaddigital.com

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