martes, 10 de noviembre de 2015

Muere el filósofo judío André Glucksmann, uno de los grandes ensayistas de la Francia de nuestro tiempo

Su obra lanzó una revisión definitiva del marxismo, los campos de concentración comunistas y el proyecto totalitario de la URSS 
André Glucksmann, entrevistado por ABC en 2010 - ERNESTO AGUDO
JUAN PEDRO QUIÑONERO Corresponsal En París
Ha muerto André Glucksmann (Boulogne-Billancourt, 1937), uno de los grandes ensayistas de la Francia de nuestro tiempo, en permanente lucha contra todos los totalitarismos.
Activista durante las jornadas de Mayo de 1968, Glucksmann se dio a conocer como ensayista en 1975, con un libro que tuvo grandes repercusiones políticas y culturales: «La Cuisinière et le mangeur d'hommes, réflexions sur l'État, le marxisme et les camps de concentration».
Ese libro fue el primer jalón fundacional del movimiento de los «nuevos filósofos». A partir de la experiencia concentracionaria del Archipiélago Gulag de Aleksandr Solzhenitsyn, Glucksmann, entre otros, lanzó una revisión capital del pensamiento marxista, la realidad histórica de la URSS y la tragedia universal de los campos de concentración comunistas.
Se trataba de un giro histórico del pensamiento francés de la época. Entre 1945 y 1975, buena parte de la cultura francesa de la época estuvo dominada por la influencia intelectual marxista y la influencia política dominante del PCF.
Mayo de 1968 marcó la ruptura intelectual y cultural con el PCF, cuando Daniel Cohn-Bendit y los intelectuales próximos al movimiento insistieron en las derivas totalitarias del movimiento comunista internacional, íntimamente asociado a la URSS, por aquellos años.
La obra de André Glucksmann, entre otros, lanzó una revisión definitiva del marxismo, los campos de concentración comunistas y el proyecto totalitario de la URSS.
Tras aquella obra fundacional, publicada en 1975, siguieron una veintena de ensayos de influencia siempre significativa.
Glucksmann nos ayudó a comprender los orígenes totalitarios del terrorismo islámico releyendo un libro canónico de Dostoievski, «Los endemoniados». Releyendo a Montaigne o Descartes, Glucksmann salía al paso de todas las «locuras» de un cierto pensamiento francés víctima de sus nubes tóxicas ideológicas.
Espíritu libre, hasta el fin, Glucksmann seguía la actualidad social y política «releyéndola» desde una óptica moral y filosófica. Fue, a su manera, una suerte de «semáforo» de todas las variantes esquizofrénicas del paisaje político y cultural francés de su tiempo.
Fuente :abc.es

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