domingo, 3 de julio de 2016

Regreso a Entebbe

                                                                              
Un piloto es recibido como héroe al llegar a Israel el avión con los rescatados. DAVID RUBINGER

Tercer día de cautiverio. Los terroristas reúnen a los rehenes y anuncian que parte de ellos iría a un cuarto. "Empezaron a enumerar los nombres. Gross, Bloch... Estaba claro que por un lado iban los apellidos judíos e israelíes y por otro el resto. Los no judíos, excepto algunos de la tripulación, fueron liberados. La terrible selección nos devolvió al Holocausto", cuenta Sara Guter Davidson.
Emocionada porque su familia materna fue asesinada en Treblinka, la israelí prosigue: "En la puerta estaba una terrorista alemana. Otra vez selección, alemanes, judíos... Algunos rehenes llevaban tatuado en sus brazos el número de Auschwitz. No podían creer que pasarían una nueva selección entre la vida y la muerte".
Han pasado 40 años pero Sara no olvida aquel polvoriento y sucio hangar de la vieja terminal del aeropuerto de Entebbe, en Uganda. A sus 81 años no olvida las caras de su marido Uzi y sus hijos Benny y Ron, cuando el vuelo 139 de Air France a París del 27 de junio de 1976 fue secuestrado y desviado a África por terroristas del Frente Popular de Liberación de Palestina.
No olvida las órdenes y armas de los dos palestinos y dos alemanes que tomaron el control en la escala de Atenas. No olvida las conversaciones con el dictador ugandés Idi Amin, que se atribuía el papel de mediador aunque en realidad era aliado de los atacantes. Ni la espectacular operación de rescate. Fue el 4 de julio. Su segundo nacimiento.
Conversamos con la familia Davidson en el 40º aniversario de una de las operaciones más espectaculares del siglo XX. El éxito de la unidad de élite israelí Sayeret Matcal provocó la euforia de un país que invadió el vetusto aeropuerto de Lod para abrazar a los liberados y felicitar a los soldados. "La Operación Entebbe suele ser recordada cuando se produce una situación de largo secuestro. Escenario que, bajo el terror yihadista, es y será cada vez más frecuente".
El rescate se convirtió en leyenda en Israel también por el doloroso precio de su éxito: tres secuestrados muertos, una rehén asesinada días después por militares de Uganda como acto de venganza, el soldado Sorin Hershko paralizado de por vida por un disparo en la columna y la muerte del oficial de la unidad. Se llamaba Yoni Netanyahu y su carisma le apuntaba como futuro primer ministro. Entebbe frustró un sueño que acabó cumpliendo su hermano pequeño Benjamín.

El recuerdo de los Davidson

Desde su pastoral casa en un kibutz en el centro del país, los Davidson retroceden en el tiempo para volver a sentarse en la parte trasera del Airbus A300 a París. El destino final era Estados Unidos y aquél, el primer viaje de sus hijos al extranjero. "Nadie nos había dicho que haríamos una escala en Grecia. Tuve miedo no sólo porque cada aterrizaje y despegue es una tortura para mí sino por las conocidas deficientes medidas de seguridad de Atenas", comenta Sara.
Su temor se cumplió cuando vio la cara de una azafata atacada por el pánico. "Escuchamos un desgarrador grito y enseguida le dije a Uzi: 'Han secuestrado el avión'. Estaba claro que algo pasaba en la parte delantera. Luego vimos a dos árabes y una alemana armados", relata.
El cuarto terrorista estaba en la cabina apuntando a la sien del piloto. Nuevo rumbo. ¿Qué sentía en esos momentos?, preguntamos a Benny, que tenía 13 años. "Miedo y tristeza. Estaba emocionado y eufórico en el inicio del primer viaje al extranjero y veo que me lo quitan", recuerda Benny, que rompió a llorar en el avión mientras su hermano, de 16 años, se preguntaba mirando hacia arriba: "Dios, ¿por qué nos pasa a nosotros?".
La misma pregunta se hicieron probablemente los 248 pasajeros. Aunque no todos eran de la Fuerza Aérea israelí como el marido de Sara. Cuando los terroristas anunciaron que iban a recoger todos los documentos, Uzi recordó que llevaba un permiso de entrada a una base. "Rompimos el carné y lo masticamos antes de meter sus restos en una lata", afirma. Su mujer añade: "Registraron a los hombres pero Uzi nunca me dijo cómo fue... Sólo que no fue agradable".
El altavoz del avión difundía la voz del líder del comando atacando a Israel, EEUU y Francia por su asistencia en el proyecto nuclear israelí. Sus condiciones eran sencillas: liberación de 43 presos palestinos en Israel y otros países y cinco millones de dólares de Francia. De lo contrario, matarían uno a uno.
Tras repostar en Bengasi (Libia), el aparato aterrizó en el destino preparado, donde le esperaban otros terroristas. "El capitán está de buen humor. Bromea y dice que para la mayoría de nosotros es la primera oportunidad de visitar Uganda", escribió Sara en el diario personal redactado a escondidas durante los siete días en el infierno. Sus hojas se convertirían en libro.
En la pista de Entebbe vislumbraron la silueta de Idi Amin. "Pensaba que nos liberaría porque le considerábamos amigo de Israel", recuerda. Pero la pesadilla sólo había empezado. Amin les saludaba siempre con un "Shalom" en hebreo pero allí terminaba su simpatía. "Su presencia me aterraba. Cada vez que venía, lloraba", rememora Benny. El jerarca advertía de que si Israel no aceptaba las demandas, serían ejecutados.
En esos momentos y a 4.000 kilómetros de distancia, el primer ministro Isaac Rabin se planteaba lo imposible. "Rabin me miró a los ojos y me preguntó: '¿La misión de rescate es posible?'. Le dije que sí", cuenta uno de los pilotos de los cuatro Hércules que transportaron al centenar de soldados. El Mosad le dio varios miles de dólares por si debían huir en coche cruzando la frontera de Kenia.
Ningún secuestrado ni secuestrador creía posible la opción militar. "Sabíamos que Israel tiene comandos especializados en liberar rehenes pero sinceramente nadie pensó que podían ir hasta Uganda y conseguirlo", reconoce Sara.
Los alrededores de la sala donde fueron recluidos estaban minados. O eso les dijeron. Un día hizo algo atrevido. Se fue a dialogar con un secuestrador alemán.
-Queremos ayudar a los palestinos y su causa -le dijo.
-Si somos tu enemigo, ¿por qué no te enfrentas a nuestros soldados? ¿No sientes nada al estar ante mujeres y niños? -preguntó la israelí.
-Créame, me sentí mal. Me hubiera gustado luchar en el frente -concluyó antes de que cada uno volviera a su papel.
Benny recuerda momentos de luz en la oscuridad. "Fue una semana terrible con instantes horribles pero también con algunas risas. Por ejemplo, cuando roncaban", admite esbozando una sonrisa antes de confesar: "Desde que soy padre entiendo mejor la importancia de la actitud protectora y serena de nuestros padres".

Dispositivo militar israelí

Sábado 3 de julio. Cae la noche. Disparos. ¿Primera ejecución de un rehén? Sara protegió con su cuerpo a Benny. "Manteneos agachados", les susurró Uzi, que estaba con el hijo mayor. Mientras arreciaban los disparos y explosiones, Benny se puso a rezar bajo el cobijo de su madre. "No temí la muerte sino que la vi pasar ante mis ojos. Sólo pedí a Dios que primero me mataran a mí para no ver morir a mis hijos", señala Sara.
Las ráfagas de fuego se acercaban. Como el comando israelí que sorprendió a militares, terroristas y pasajeros. Un uniformado les preguntó en hebreo si estaban bien. "Nos dijo que nos sacarían de allí. Fue muy emocionante. Era como ver a un ángel", comenta. En la salida, quedó sumida en un estado de shock. Su hijo toma el relevo de la narración. "En el camino a la pista donde nos esperaban los Hércules, vi el derramamiento de sangre. Tres rehenes murieron esa noche mientras Dora Bloch, que había sido llevada antes a un hospital, fue asesinada días después", relata.
Los 105 rehenes judíos y miembros de la tripulación encabezados por el capitán Michel Bacos, que rechazó ser liberado, fueron introducidos en el vientre del Hércules. Los soldados hacían recuento, por lo que no cerraron inmediatamente las puertas del avión. El hijo de Bloch estaba triste porque su madre se quedó en el hospital. Tres años después encontraron su cadáver.
Omer Bar-Lev era uno de los ángeles a los que se refiere. El hoy diputado laborista que azota al conservador Benjamín Netanyahu era compañero de armas de su hermano. "Fue muy rápido. El jueves por la noche recibimos la primera orden y el sábado por la noche ya volvíamos con los rehenes. En 48 horas tuvimos que planificar, hacer los preparativos, repostar en Sharm El Sheij (Egipto), aterrizar en Entebbe sin despertar sospechas, sorprender a los guardias y terroristas y rescatar sanos y salvos a los rehenes".


Salvador y víctima - SAL EMERGUI
No estaban tan seguros como en otras operaciones. "La sensación en los preparativos no era buena porque no había un plan ordenado y claro. Tuvimos que realizar cambios", revela a Crónica. Así, se desechó la posibilidad de llegar en paracaídas, ya que espías enviados al lago elegido confirmaron la presencia de cocodrilos. "Todos los que participamos teníamos mucha experiencia en otros rescates pero nunca hicimos algo tan lejos. El plan no estaba cerrado pero confiamos mucho en la famosa improvisación israelí", añade Bar-Lev.
El Hércules transportaba un Mercedes similar al que usaba la comitiva de Idi Amin. Netanyahu estaba en la parte delantera del vehículo que avanzó hasta enfrentarse a los ugandeses, palestinos y alemanes. La misión del equipo de Bar-Lev era destruir el escuadrón de aviones Migs ugandés y ayudar al primer comando en caso de necesidad.
El regreso fue especial. Y raro. "Por un lado, alegría y adrenalina tras una operación de tales dimensiones. Por otro, profunda tristeza porque en el vuelo nos informaron de la muerte de Yoni, que demostró que un oficial debe ser el primero en el frente", sentencia Bar-Lev con el orgullo de haber participado en uno de los dispositivos más atrevidos en la Historia de Israel. Algunos compañeros suyos no incluidos en la misión aún se lamentan. Y concluye: "Entebbe fue uno de los episodios más importantes de la lucha antiterrorista. Por desgracia, el terrorismo sigue golpeando no sólo a Israel sino a todo el mundo. El mundo libre debe unirse y defenderse".
Jaffar Amin reconoce que la operación humilló a su padre. "Se dio cuenta de su error por haber ayudado a los árabes. Pese a la muerte de 20 soldados ugandeses, cinco palestinos y dos alemanes, pido perdón a los israelíes", ha dicho en el diario Yediot Ajaronot. "La operación desnudó las debilidades de mi padre". Fue el inicio de su fin: se vio que no era tan fuerte como parecía. Diez días después del rescate, los Davidson volaron a EEUU. La mejor terapia contra los fantasmas de Entebbe.
Fuente : elmundo.es -SAL EMERGUI

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