El presidente Barack Obama
cometió el error de ordenar la abstención de Estados Unidos en la
última votación de la ONU en la que se condenaba la fabricación de
nuevos asentamientos judíos en los territorios de Cisjordania
controlados por Israel. No apoyar al Estado de Israel es un grave error por estas siete razones fundamentales:
1) Israel es la única democracia liberal que
funciona en el Medio Oriente. Respaldar a ese Estado es perfectamente
coherente con los principios y valores de la sociedad norteamericana. No
hacerlo es una contradicción.
2) Israel es un aliado militar y político de Estados
Unidos. El único fiable en la región desde el punto de vista
estratégico. La conducta de Estados Unidos envía el mensaje de que no
existe en Washington la menor lealtad a sus aliados y en cualquier
momento los puede abandonar.
3) En Estados Unidos las minorías cuentan mucho en el diseño de la
política exterior del país, y la inmensa mayoría de los norteamericanos
de origen judío (unos seis millones) apoyan la existencia del Estado de
Israel. Una resolución como la aprobada con la anuencia de Washington
debilita a esta nación y contraría a los judíos estadounidenses.
4) Israel es un socio científico de primer orden de
Estados Unidos. Las empresas tecnológicas israelíes en el terreno del
software, de la medicina, de la agricultura y de la energía aportan un
considerable apoyo al desarrollo científico y económico norteamericano.
Es como si Estados Unidos contara con un enorme think–tank
en el Medio Oriente. Otro Silicon Valley, pero sin los enormes costos
de investigación y desarrollo que ello implica. Uno no golpea una parte
fundamental de su propio cerebro.
5) No es verdad que la presencia de esos asentamientos agrave los
problemas entre árabes y judíos. En el 2005 Israel se retiró totalmente
de la Franja de Gaza y dejó a los árabes las empresas creadas por los asentamientos judíos, pero lo que sucedió fue que la organización terrorista Hamás
se apoderó del territorio, destruyó esas instalaciones y comenzó a
lanzar sus ataques contra Israel y contra los árabes más moderados que
vivían en su territorio.
6) Los asentamientos judíos en Cisjordania ocupan sólo un 10% del
territorio, y si algún día se crea el Estado palestino, como es el
consenso general de la población judía, será conveniente que no se trate
de una nación con una sola etnia y una sola religión, porque ahí está
la raíz de la intolerancia y la agresión. Si Israel puede sostener su
próspera y moderna democracia con un 20% de población islámica y otro 5%
de otros grupos y religiones, ¿por qué los árabes no pueden convivir con un exiguo grupo judío?
7) Como afirma el exministro de Defensa israelí Moshe Yaalón en su excelente ensayo Cómo construir la paz en Oriente Próximo y Por qué de abajo arriba es mejor que de arriba abajo,
el problema de fondo, el verdadero problema, es que los palestinos
realmente no desean crear su propio Estado, sino que su objetivo
primordial, desde hace muchas décadas, desde su fundación, es destruir Israel a cualquier coste.
Borrarlo de la faz de la Tierra. Y para esos siniestros fines el voto
norteamericano les vino a esos palestinos antisemitas y antiisraelíes
como anillo al dedo.
La familia Berko en su casa de Amona, , coloca las velas de Hanukkah
Nuevo desplante de la Organización de las Naciones Unidas y, en general, todo Occidente al único país en Oriente Medio que defiende los principios de la libertadsobre los que -en teoría- se edificó nuestra civilización: Israel.
Por
enésima vez, la ONU, con el visto bueno de Estados Unidos y de otros
países relevantes en el plano internacional, señala a Israel por sus
asentamientos en “territorio palestino” que tanto tiempo llevan
denunciando el grupo terrorista Hamás y sus marionetas gubernamentales en Gaza.
Sí: curiosamente, los que se han pasado años justificando
intervenciones militares y masacres de todo tipo en nombre de la
“democracia” y la “libertad” atacan ahora a una nación entera por el simple hecho de querer defenderse de los constantes e incesantes ataques de los yihadistas.
Parece ser que el hecho de que Obama juegue al nation-buildingallá
donde ya no le interesa mantener dictadores es algo que no consta en el
orden del día de las reuniones de la organización más vendida del
mundo. Pero las quejas de las autoridades de un país de dudosa
existencia contra la única democracia real de la zona bastan para que se
mueva cielo y tierra para secar sus falsas lágrimas.
Cabe destacar que Israel es la única de las dos partes del conflicto que ha demostrado su voluntad de dialogar
y llegar a un acuerdo con Palestina. De hecho, la mayoría de la
población israelí apoya que sea reconocida como Estado independiente. Pero
las autoridades palestinas y su pueblo ni desean adoptar medidas
diplomáticas ni aceptan reconocer al Estado de Israel como país.
¿Quién es el radical aquí? ¿Los que simplemente se defienden como llevan
defendiéndose años de las agresiones de países islamistas y hostiles? O
¿los que se empeñan en continuar su guerra santa contra un país
caracterizado por el progreso y la libertad religiosa? Parece estar
bastante claro.
Pero la ONU -y los gobiernos occidentales, en general- parece haberse postrado ante las directrices del marxismo cultural y los intereses de los enemigos de la libertad y la democracia:
precisamente los principios para cuya defensa fue concebida esta
organización. Aunque, claro, en Occidente somos propensos a olvidar
nuestros orígenes y nuestras bases como civilización en beneficio de
aquellos que buscan destruirnos. Y cada día hay más ejemplos de esto.
El
caso de Israel solo es uno de tantos casos en los que quienes se supone
que velan por nosotros y nuestros derechos se dejan engañar y manipular
por las fuerzas del liberticidio y el odio. Israel y, en definitiva, la defensa de nuestros valores en Oriente Medio, necesita el apoyo internacional para seguir sobreviviendo en un ambiente tan hostil. Y es repugnante e indignante que “el faro que guía” a toda democracia liberal de la espalda a más de 8 millones de personas que,
lejos de ser asesinos invasores sin escrúpulos, quieren vivir en paz,
desarrollando sus proyectos personales en un entorno favorable a la
libertad, la democracia y los valores del respeto y la convivencia.
Es importante que no olvidemos de dónde venimos. Pero igual de importante es -si no más- no olvidar a dónde vamos. Israel nos da el ejemplo que la ONU y nuestros gobiernos dejaron de darnos hace años:
la libertad es un jardín que hay que regar a diario y cuidar con sumo
empeño. Si se descuida, es solo cuestión de tiempo que lo invadan las
malas hierbas y lo destrocen las alimañas.
Este es un mundo complejo, a
menudo difícil de entender, sobre todo porque parece que son intereses
muy particulares y coyunturales los que lo rigen. Lo ocurrido en el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el pasado viernes condenando la
construcción de unas centenares de viviendas en Jerusalén Este, con la abstención de Estados Unidos, ha sido una gota demasiado grande que ha conseguido colmar la paciencia no sólo de Netanyahu,
sino de una gran mayoría de los habitantes del estado de Israel. Aunque
todos sabemos que conseguir la unanimidad en un posicionamiento
político en Israel es tarea imposible y siempre hay voces discordantes,
las que normalmente no existen en sus países vecinos incluyendo a los
mimados por la comunidad internacional de la Autoridad Nacional
Palestina, esta vez el pueblo de Israel se siente golpeado por sus
propios supuestos amigos.
Israel sabe perfectamente que su supervivencia depende de la
solidaridad de las democracias del mundo y si éstas muestran fisuras en
su apoyo a Israel y más en votaciones públicas, estarán condenando a
Israel a su desaparición. En esta línea debe entenderse la reacción del
primer ministro Netanyahu, que necesita con esta postura ganar tiempo para que la llegada de Trump sea una catarsis
sobre las relaciones mantenidas entre Obama e Israel y también para
mantener en el gobierno a la única coalición que garantiza una
estabilidad política en Israel, que está soportada por Bennet y
Lieberman, dos halcones con respecto a la política de asentamientos en
los supuestos territorios palestinos.
El texto de esta resolución esponsorizada, entre otros, por la Venezuela de Maduro,
-y no por Egipto como se pretende hacer creer en un juego de
confusión-, lo cual ya debía haber sido motivo suficiente para que no
gozase con el apoyo de la comunidad internacional -una vez más
reforzamos a una dictadura comunista para condenar a una democracia
liberal-, utiliza unos términos desafiantes contra Israel como nunca
antes había ocurrido y una vez más pone en el mismo plano el derecho a
la legítima defensa de un estado con los actos terroristas contra
Israel.
Es muy posible que el pragmático Netanyahu sea consciente de que está sobreactuando,
pero los gestos en la política son demasiado importantes como para
despreciarlos. Para mantener una mayoría política y evitar el abismo de
unas elecciones en un país muy fragmentado políticamente, el primer
ministro debía tomar el liderazgo de la revuelta contra el mundo, para
que no fueran otros los que obtuvieran el rédito político, y en parte
debemos entender de esta manera el comportamiento del gobierno de Israel
en estos días, restringiendo ciertas relaciones diplomáticas con todos
los miembros del Consejo de Seguridad, incluyendo a España, lo que para
nosotros debía ser un motivo de reflexión especial.
Consecuencia de la resolución 478
Esta resolución como todas las que han condenado a Israel desde 1980
son consecuencia formal de la resolución 478 de 1980 que condenó la
anexión de lo que en términos muy vagos denominamos Jerusalén Este y los
territorios de Jordania de la Cisjordania, bajo la presidencia de Carter y en pleno secuestro de la embajada de Teherán
-y esto explica parte del problema-, Estados Unidos declaró ilegal la
ocupación y anexión de este territorio y a partir de ahí cualquier
minúsculo acto administrativo de Israel en la zona origina un ciclón de
acciones internacionales donde se consigue que los israelitas sean
vistos y percibidos como los agresores y los palestinos como las
víctimas.
Basar la legitimidad o legalidad en las decisiones de un Consejo de
Seguridad que no ha condenado la ocupación de territorio español por
Reino Unido durante la guerra civil o la anexión militar de Crimea por Rusia
o de islas en disputa en el mar de China por China, frente a una
historia indiscutible, frente a una victoria en el campo militar en una
lucha por la supervivencia y frente a una seria de decisiones
administrativas analizadas con lupa por el tribunal supremo de Israel
que ha ordenado la demolición de miles de viviendas ilegales desalojando
a colonos israelitas que vivieron en esos territorios por generaciones,
muestran que la comunidad internacional no es justa ni equitativo con
Israel.
Tres grandes errores
Esta resolución contiene, a mi juicio, tres errores políticos de
bulto que dificultarán en gran medida la conclusión de un proceso de paz
que en realidad nunca ha existido por la falta de voluntad de los
dirigentes palestinos y de sus apoyos del mundo árabe y sobre todo por
la exquisita e incomprensible neutralidad en el mejor de los casos, de
los países europeos.
El primer error ha venido siendo consecuencia de unos Acuerdos de
Partición basados no en las legitimidad histórica sino en la
conveniencia de las potencias y en particular del Reino Unido y Francia
después de la Segunda Guerra Mundial. Israel existe porque el pueblo
judío luchó por sus territorios, que es como se han construido todas las
grandes naciones; por la compra de tierras con dinero particular que
los árabes vendían a diez veces su precio y sobre todo por la vergüenza
moral que sufrió Occidente al conocerse la magnitud del holocausto nazi
ante el cual, y antes de 1939, seis años después de haber comenzado,
nadie había movido un pie para parar a Hitler cuando la comunidad
internacional era consciente de las leyes racistas del
nacionalsocialismo. Israel no se concibe sin su histórica capital,
Jerusalén, ¿Cualquier persona que estudie la Biblia o la historia puede
imaginar una circunstancia distinta? Dejar la ciudad milenaria del
templo de Salomón como lugar neutral demostró la incapacidad de
Occidente para determinar un estado viable de Israel en 1948, y de
aquellos polvos vienen estos lodos. Palestina nunca ha existido como Estado
y por tanto cualquier aspiración a una tierra para los Palestinos
debería haber sido resuelta por los estados árabes pero no a costa de
Israel. Sin embargo, el estado judío ha realizado un denodado esfuerzo
por alcanzar un acuerdo con la Autoridad Palestina fundada por un grupo
terrorista reconocido internacionalmente, en la base de paz por
territorios. Este fue un concepto desarrollado por los judíos, es decir
una concesión de otorgar a los palestinos una gran porción del
territorio judío a cambio de seguridad. La Autoridad Palestina tomó
aquellos territorios que de forma interesada le entregó Israel para
constituir su incipiente estado, pero nunca cumplieron su parte del
acuerdo, la seguridad que prometieron.
Cuando Israel ocupó una parte esencial del territorio dentro de sus
fronteras milenarias en 1967, y después en 1980 cuando su parlamento
aprobó la anexión al Estado, ofreció a los árabes la nacionalidad
israelita, pero la presión internacional impidió lo que era una
aspiración de la gran mayoría de los habitantes de estos territorios que
era vivir en paz y bajo la cobertura de un estado democrático en el
viven en paz, democracia y seguridad más de un millón de árabes.
Las ciudades árabes de Israel son de todo el mundo las que gozan de más
derechos, menos desigualdades y mayor renta per cápita; pero a aquéllos
que pretenden manipular la realidad para favorecer sus propios
intereses, no les interesa el bienestar del pueblo árabe sino mantener
la tensión sobre la única democracia de Oriente Medio para mantener sus
regímenes autoritarios.
El segundo error es pensar que evitando los asentamientos en Jerusalén Este se favorece el proceso de paz.
Éste todavía es más grave. Impedir la construcción de unas cientos de
viviendas en Jerusalén es una toma de posición internacional, una
imposición del mundo en el proceso de paz. Es reconocer que los
palestinos tendrán toda la legitimidad y apoyo internacional para sus
reclamaciones y esto pone a Israel en la peor posición negociadora
posible. No es una cuestión de reducir el tamaño o las capacidades del
futuro estado palestino. Israel siempre ha ofrecido compensar con
territorios en otras zonas mucho mayores por el reconocimiento de su
capital indivisible. ¿A qué grado de idiotismo histórico hemos llegado
para querer poner ciudades como Belén en manos de un estado que niega
los mas mínimos derechos a la libertad religiosa? y si no, que se lo
pregunten a los miles de cristianos palestinos forzados a abandonar los
lugares en los que han vivido durante siglos sin ningún apoyo o
reconocimiento de la comunidad internacional. Esta resolución dinamita las posibilidades para el entendimiento
entre dos vecinos condenados a entenderse y dará alas a todos aquellos
grupos terroristas que atacan todos los días al estado de Israel y que
se sentirán reforzados en sus aspiraciones. Cuando el Consejo de
Seguridad condena a Israel en relación con una pretensión de la
Autoridad Palestina, está dando alas a los terroristas para incrementar
la tensión con nuevos atentados terroristas que traerán mas conflicto,
más inseguridad, es decir exactamente lo contrario que en teoría se
pretende conseguir.
El tercer error y en mi opinión el que produce mayor daño, es que la
comunidad internacional ha perdido al calor de los acontecimientos que
han ocurrido en estos años con la primavera árabe, la aparición del
Estado Islámico, los golpes terroristas en Europa y la guerra en Siria,
la perspectiva de lo que debe hacerse y lo que debe evitarse. Se ha
creado la convicción en muchas sociedades que condenar a los arrogantes
israelitas nos dará más seguridad, generará menos odio en el mundo árabe
frente a Occidente y contribuirá a rebajar la tensión en la región. Lo
que nos hace más seguro es estar más unidos los que pensamos igual y que
seamos más fuertes. La división entre las democracias occidentales
entre la que debemos incluir Israel, es la victoria de los intolerantes
y de los que quieren derrumbar los cimientos de nuestras sociedades.
Mostrar fisuras en momentos tan convulsos no contribuye ni a generar más
seguridad ni por ello vamos a ganar adeptos entre aquéllos que todavía
abogan por la destrucción del estado de Israel. Si el mundo va a tratar
con exquisita igualdad a Israel y a los países no democráticos y grupos
terroristas que abogan por su desaparición; si tomamos postura por los
200 millones de árabes de la región frente a los 6 millones de judíos
que viven en Israel, por una cuestión administrativa, estaremos haciendo
un flaco servicio a la paz mundial y a la supervivencia del mundo
occidental democrático y humanista que hemos conocido en los últimos
doscientos años en el mundo libre.
A corto plazo, ¿Qué debemos esperar? ¿Debe Netanyahu depositar todas
sus esperanzas en el presidente electo de Estados Unidos? Esta es la
verdadera prueba de fuego de Israel. Obama no ha sido precisamente un
gran valedor de Israel, pero lo cierto es que la mayoría de los judíos
norteamericanos, esenciales por su influencia en la sociedad y vida
política americana, votaron en una inmensa mayoría por Clinton, igual
que antes lo hicieron por Obama. Esta desafección entre los judíos
norteamericanos e Israel es a mi juicio la mayor amenaza para el estado judío.
Curiosamente han sido los republicanos quienes mejor han entendido
cómo debía ser esta relación de profunda amistad, mientras que en la
progresista comunidad judía norteamericana se ha extendido la creencia
de que la paz es posible y que Israel debe estar dispuesto a ceder todo
lo necesario para tener un pedazo de tierra seguro, ignorando la
historia, que es la verdadera legitimidad del estado de Israel y de sus
fronteras. Muchos congresistas y senadores americanos republicanos no
perdonan a los lobbies judíos que siendo ellos los que más han hecho por
la seguridad y reconocimiento internacional de Israel, no hayan sido
capaces de movilizar el voto hacia los republicanos. No tengo duda que Trump será un soporte político esencial para Israel,
pero tengo mis dudas de que la mayoría republicana le soporte a él.
También tengo mis dudas de que en el juego de alianzas en el futuro y en
especial en sus relaciones con Rusia, la posición inicial no pueda
variar. La complejidad de los intereses en la región y la falta de un
apoyo político interno en la sociedad norteamericana a decisiones más
concluyentes en favor de Israel, pueden hacer varias estos
posicionamientos internacionales. Trump ha aprovechado también esta
decisión para reforzar sus ataques a las Naciones Unidas, pero a día de
hoy, lamentablemente no hay alternativa mejor a la ONU para
mantener una globalidad en las decisiones políticas; tampoco parece que
vaya a producirse una unanimidad internacional a corto y medio plazo en
lo que es un clamor que es variar la composición del Consejo de
Seguridad, basado en la situación geopolítica de 1945. La ausencia de
India, Alemania y Japón desautorizan en gran parte a este organismo como
representante de los intereses globales.
Ya sabemos que es muy difícil dejar el poder, pero las acciones de
Obama en estas últimas semanas después de saber que su política exterior
había sido derrotada por sus conciudadanos, muestran la intransigencia y
la falta de estilo de esta administración saliente que debía haber
dejado que la nueva administración hubiera tomado aquellas decisiones
más convenientes y trascendentes conforme la voluntad manifestada del
pueblo norteamericano. Poner chinitas a Trump no es precisamente una
muestra de patriotismo ni de aceptación de la derrota. Por una cuestión
personal y partidista Obama ha dejado caer una vez más a nuestro más
fiel e importante aliado en la región, cuando lo elegante hubiera sido dejar esa decisión al nuevo inquilino de esa Casa Blanca que tanto le está costando dejar.
Pero Israel sabe que no puede vivir de espaldas a todo el mundo y
necesita sobre todo de Europa, que está una vez más encerrada en los
barrotes de la amenaza islamista radical, la creciente islamofobia que
en Europa va de la mano del antisemitismo y de los populismos que buscan
siempre culpables endógenos como hicieron en los años veinte, y del oro
negro que nos regalan a precio de saldo los grandes productores del
mundo, la inmensa mayoría de los cuales no reconocen la existencia del
estado de Israel. Basar toda la estrategia de seguridad en Trump no
parece muy aconsejable, pero si Europa no se posiciona claramente en
favor de Israel, Netanyahu deberá buscar amigos en otros lugares
y sin duda uno de los más próximos se encuentra en Moscú; si Putin y
Trump se alían para apoyar a Israel, Europa habrá dado un paso más en su
proceso de insignificancia política y lo que es más grave, perdiendo
las referencias de nuestra civilización por favorecer a los que son
diferentes y nos amenazan, seremos más débiles, la libertad y la
democracia estarán más amenazadas y nuestra economía se empobrecerá al
ritmo que nuestros valores se ven arrumbados por decisiones oportunistas
o populistas.
Las relaciones con Israel no pueden tratarse como con cualquier otro
estado. ¡Ya quisieran los habitantes del este estado liberal y
democrático de Oriente Medio tener unas relaciones normales y admitir
estas derrotas en Naciones Unidas como parte de un proceso normal de
entendimiento entre naciones!. Pero la realidad es que es un estado amenazado y sin fronteras seguras y continuamente atacado por grupos terroristas e ideologías que sentimos que tampoco comparten nuestro modo de vida Occidental.
Un pequeño país que ha conseguido un milagro económico gracias al
esfuerzo y la inquebrantable voluntad de supervivencia del pueblo judío,
y de los cientos de miles de árabes que conviven en su territorio. No
es una cuestión religiosa lo que se está dirimiendo; ni siquiera una
cuestión de fronteras o administrativas; se trata de hacer lo que es
justo y legítimo; de apoyar a los que piensan como nosotros en el
convencimiento de que tenemos razón; debemos apoyar a nuestros aliados
en la guerra contra los terroristas y no debilitarlos y, sobre todo,
debemos dejar que el pueblo judío sea soberano y tome sus propias
decisiones. El día que palestinos y judíos se pongan negociar solos, sin
ninguna injerencia de intereses externos espúmeos, la paz llegará mucho
más deprisa de lo que muchos creen. Pero si seguimos en esta senda de
debilitar al aliado, lo único que conseguimos en fortalecer al enemigo y
ese no el camino. La pérdida del diálogo sincero entre Israel y sus
aliados es la causa principal de estas decisiones que ha tomado el
gobierno de Netanyahu. Retomarlo debe ser la prioridad número uno de
Trump y de Europa pero también del premier israelí. La estabilidad de
Netanyahu pasa bien por echarse en manos de los radicales de la derecha
política y religiosa y llevar la cuestión de la seguridad a un nuevo
conflicto, o por conseguir que Occidente sea un aliado más fiel y estable
que justifique decisiones que serán dolorosas para una gran parte del
pueblo de Israel, pero que está dispuesto asumir si no se sienten solos.
Hoy sin embargo el pueblo de Israel está más solo que nunca en mucho
tiempo y eso no es bueno para los principios que defendemos.
En el día de hoy , 13 de Noviembre , se celebró en una localidad cercaana a Santiago de Compostela la Asamblea General anual de la Asociación Galega de Amizade con Israel-AGAI y la celebración del 10º aniversario de su fundación.
La Asamblea se desarrolló con total normalidad , tratando los asuntos propios de este tipo de reuniones . Se recibieron saludos y felicitaciones de instituciones y amigos ,( Embajador de Israel en España Daniel Kutner ,Isaac Querub Caro Presidente de la Federación de Comunidades Judías de España , David Hatchwell Presidente de la Comunidad Judía de Madrid , Laurence Franks Presidente de la Asociación Cultural Euskadi Israel , Gustavo Perednik y Pilar Rahola ) felicitando a la Asociación por su trabajo y compromiso a favor de Israel y también por la celebración de su 10º aniversario.
Terminado ya la Asamblea se guardó un minuto de silencio en recuerdo de los asesinados en la Sala BATACLAN de Paris , en el primer aniversario de tan terrible atentado islamista.
Los miembros de AGAI que participaron en la Asamblea , celebraron una comida de confraternización para compartir y celebrar estos 10 años en los que la Asociación no dejó de crecer .
Ha fallecido Simón Peres,
el último miembro de una generación de gigantes, pionera y excepcional
que fundó el Estado de Israel –"uno de los acontecimientos más
extraordinarios de la historia", según relató Josep Pla–. Peres no sólo
fue fundador, también fue protagonista de los hechos y diseñador de las
políticas que han formado el Israel que hoy conocemos; y es que Peres ha
estado detrás de los cambios e iniciativas más importantes del Estado
judío.
Su muerte marca el fin de una época fascinante y dramática; parafraseando a Chateaubriand, con la muerte de Peres "acaba y empieza un mundo",
termina un ciclo y comienza la madurez de una nación que nunca ha
olvidado su espíritu pionero y autosuficiente, que se resiste a
abandonar. Peres llegó a Israel a mediados de la década de los 30,
cuando la cristalización del Estado estaba lejos, y se va dejando, en
resumidas cuentas, un país libre, consolidado y próspero, ejemplo
mundial en áreas como la alta tecnología, la independencia judicial o la
libertad sexual. Sin haber ganado nunca unas elecciones, Simón Peres
lo fue todo en la política israelí: primer ministro, ministro de
Defensa, ministro de Exteriores, ministro de Información y, finalmente,
un buen presidente. Fue muy criticado dentro de Israel como político
activo, pero muy venerado en su etapa presidencial, en la que, con una
agenda maratoniana, mejoró la imagen del país en el mundo. Tal como relata Ben Caspit en Al Monitor:
En los ochenta, Peres fue el político más odiado de Israel, pero
después de ser elegido presidente se convirtió en la figura más popular
del país. Era un hombre de reputación internacional, una marca global, y
fue visto como un profeta de nuestros tiempos. Habló de la
nanotecnología cuando nadie había oído hablar de ello y concibió una
gran parte de las ideas innovadoras que convirtieron a Israel en lo que
es hoy en día.
En este sentido, ha sido indudablemente el líder israelí más
respetado y prestigioso en el plano internacional. Entre otras
condecoraciones, recibió la Medalla Presidencial de la Libertad –de
manos de Obama– y el Premio Nobel de la Paz, con Isaac Rabin y Yaser Arafat, por los Acuerdos de Oslo, de los que fue el principal artífice –junto a Yosi Beilin–.
Nació en Wizniew, Polonia (hoy Bielorrusia) en 1923 como Simon Perski y emigró a Tel Aviv en 1934 junto a su madre y su hermano. La mayoría de su familia fue asesinada en el Holocausto, y su prima más célebre fue Betty Joan Perski, conocida en el mundo entero como Lauren Bacall.
Como protegido del mismísimo Ben Gurión, en sus inicios se le consideró un halcón.
Posteriormente evolucionó y apostó por la paz. Al final de sus días
como político en activo abandonó la que fue su casa durante toda su
carrera, el Partido Laborista, adoptó la teoría del unilateralismo con
los palestinos y creó junto a Ariel Sharón el partido Kadima, que llegó a
gobernar el país bajo la tutela de Ehud Olmert y ahora es una formación
casi extinta. Su hoja de servicios a Israel es incuestionable.
Estuvo detrás de la creación de la industria militar israelí, capitaneó
el proceso secreto y clandestino que llevó al desarrollo de la bomba
atómica; como ministro de Defensa, apostó por rescatar a los rehenes en
Entebbe en contra del criterio de Isaac Rabin (entonces primer ministro y
su rival político dentro del Partido Laborista), y en 1985, como primer
ministro, diseñó un plan de estabilización –junto a Stanley Fischer,
George Shultz y Herbert Stein– que es el germen del éxito tecnológico y
económico del que disfruta Israel actualmente. Pese a ello, los
israelíes no le eligieron en 1988 y, en plena Primera Intifada,
prefirieron a Isaac Shamir. Ciertamente, sin el empeño y el trabajo de
Peres durante todas estas décadas, Israel sería diferente y, muy
probablemente, un país peor.
Su biografía es un reflejo perfecto de la historia de Israel
en los últimos ochenta años. Peres, por otro lado, fue miembro de una
élite que gobernó el país y que ahora está en retroceso: la de los
ashekanzíes (judíos provenientes de Europa central y oriental) de
izquierdas.
Peres supo soñar y marcar la diferencia; como él
solía decir: "Si estás entre dos opciones, piensa siempre en una tercera
que no se le haya ocurrido a nadie". Ben Gurión le tenía en alta estima
por dos cosas: nunca pedía nada para sí mismo y nunca calumniaba a
nadie.
Es imposible entender Israel sin Simón Peres. Ha sido uno de los arquitectos del Estado
del cual dijo en 2012: ha "superado todos nuestros sueños". Sirvió al
país durante toda su vida, jamás pensó en la jubilación o en el retiro y
siempre mantuvo su actitud inconformista, de la que siempre hizo gala:
¡La mayor contribución de los judíos a la historia es la
insatisfacción! Somos una nación nacida para estar insatisfecha. Todo lo
que existe creemos que se puede cambiar para mejor.
Con la muerte de Peres se cierra una página legendaria de la historia que él mismo escribió.
Fuente:libertaddigital.com
El 26 de septiembre los nazis decidieron
exterminar a la población judía de Kiev. Más de 33.000 personas fueron
asesinadas en dos días
Eran llevados al borde
del barranco desnudados y asesinados. Ucrania y otros territorios
soviéticos fueron el 'laboratorio' de la Solución Final
Babi Yar es una herida ucraniana, una hemorragia de hasta 100.000
almas que ya no pueden ser vengadas. Fue el primer plato del Holocausto
judío, cocinado con macabra eficiencia por los comandos de ejecución
nazis en sólo dos días a las afueras de Kiev, la capital de la actual
Ucrania. Este lugar será siempre un hoyo silencioso, donde entre hierbas
salvajes el genocidio se alió con la orografía: todavía se abre el
mismo vacío que entonces al borde de este barranco, el justo para que el
cuerpo recién ametrallado ruede cuesta abajo con el resto de infelices.
El 22 de junio de 1941 las tropas de la Alemania nazi y sus aliados invadieron la Unión Soviética en la denominada Operación Barbarroja:
hay fotos de judíos ucranianos cavando sus propias tumbas en Storow,
Ucrania, ya en el mes de julio. El horror a partir de entonces no dejó
de ir en aumento.
Babi Yar significa "barranco de la abuela"
y cerca de él estaban situados un psiquiátrico y una cárcel. Imposible
hallar un lugar mejor no lejos del centro de Kiev: sin testigos, sin
interrupciones. El aperitivo llegó el 27 de septiembre, cuando fueron
asesinados 752 pacientes de la clínica psiquiátrica: "Basura humana",
fue la etiqueta que se les puso. El general Kurt Eberhard y
el comandante de la policía del ejército del Grupo Sur, Friedrich
Jeckeln, tomaron la decisión de borrar del mapa a los judíos de los
alrededores.
La Shoah de las balas
En
1939 había 175.000 judíos en Kiev, representaban el 20% de la población,
aunque cuando llegaron los alemanes ya habían huido muchos, dejando la
cifra en algo más de 50.000. El autor ruso Vasily Grossman
escribió que hubo dos Shoah: la perpetrada mediante las balas y la
segunda mediante el gas. Babi Yar fue la puesta de largo del genocidio a
través del plomo. Ahí fueron claves los 3.000 hombres Einsatzgruppen,
los conjuntos de escuadrones de ejecución itinerantes especiales
formados por miembros de las SS, y otros integrantes de la policía
secreta de la Alemania nazi. Había cuatro en total, el Einsatzgruppe C
fue asignado a Ucrania con el Grupo de Ejércitos Sur. Contaba con los Sonderkommandos 4a y 4b, que se encargaban de concentrar a la población que había que ejecutar, y los Einsatzkommandos 5 y 6, que fusilaban a destajo. Las otras formaciones, las de primera línea, no solían tomar parte en las masacres.
Con la guerra en marcha, el objetivo era la limpieza étnica
para asegurar la "seguridad política" de los territorios conquistados.
Los criterios se fueron ampliando desde la invasión de Polonia, y cuando
los ejércitos alemanes cruzaron la frontera el 22 de junio de 1941
comenzó el exterminio de varones judíos. El 16 de julio de 1941 Hitler
reunió a sus colaboradores para explicarles que Ucrania sería una joya
del imperio nazi, administrada por las SS y otros cuerpos de seguridad.
A
finales de agosto de 1941 estaba ya bastante claro que Kiev acabaría en
manos de los alemanes. Tras muchas dudas por parte de Stalin, Mijail
Kirponov, general a cargo de la zona, recibió la orden de retirarse de
Kiev el 17 de septiembre. El 19 los nazis habían llegado a las afueras
de la ciudad y algunos barrios cercanos al centro, y el día 21 los
ciudadanos escucharon por radio una voz de la Sovinformbureau, la
oficina de información, diciendo que las tropas soviéticas dejaban la
ciudad. Llevaban semanas diciéndoles que eso jamás ocurriría.
En la capital muchos tenían familiares en el Ejército rojo. Pero también muchas familias habían sido diezmadas
por las hambrunas y la colectivización forzada de los años 30, que
habían causado más de tres millones de muertos. La situación entre los
soldados del Ejército rojo a cargo de la defensa de la ciudad era muchas
veces de desamparo, conduciendo a autolesiones que, años después,
llaman la atención entre tanta estadística: de casi 500 heridos en
varios hospitales de Kiev, nada menos que 460 presentaban un balazo en el brazo izquierdo.
De la concentración a la eliminación
Había un antibolchevismo notable
y muchos ciudadanos de la capital dieron la bienvenida a los alemanes.
Pensaron que les librarían de la opresión del estalinismo. Otros se
alegraron de que por fin alguien pusiese 'en su sitio' a sus vecinos
judíos, a los que la propaganda soviética había acusado mediante rumores
de ser los causantes de las hambrunas que había provocado la
colectivización agraria.
También jugaba a favor de los nazis el
recuerdo de lo ocurrido durante la Primera Guerra Mundial, cuando los
alemanes ocuparon la ciudad y emitieron una orden para intentar evitar
el ataque a cualquier minoría, incluida la judía: "Alemania era una
'nación europea', y por eso pensaban que una ocupación de los nazis no podía ser peor que la de los bolcheviques", explica Victoria Khiterer, especialista en historia de los judíos.
La
inquietud había subido sin cesar desde el anuncio de la incursión nazi.
Pero las víctimas difícilmente podían imaginar el calibre de lo que se
avecinaba. "Babi Yar es la mayor masacre en un periodo de tiempo tan
corto", explica el historiador Per Anders Rudling. Los especialistas se
han preguntado por qué con el avance sobre Ucrania cambió la política de
los nazis respecto a los judíos: se pasó de concentrarlos a asesinarlos a marchas forzadas.
Una de las razones que se apuntan es que al alcanzar la guerra una
escala global los planes de enviar los judíos lejos de Alemania
(Madagascar era una de las opciones) se tornaron muy complicados.
Ucrania,
Bielorrusia y otros territorios soviéticos fueron así el 'laboratorio'
del Holocausto. Se decidió matar a todos: hombres, mujeres y viejos. Y
niños también, porque de lo contrario después de haber contemplado
aquello podrían volver para vengarse cuando fuesen mayores. En Kaunas
(Lituania) se había aniquilado a 3.800 judíos. Después, en Ucrania
occidental, les llegaría el turno a 24.000.
Las víctimas eran obligadas a cavar su propia tumba.
Si era una fosa común, debían ir acostándose desnudos sobre los
cadáveres fusilados anteriormente pero en sentido contrario: la cabeza
coincidiendo con los pies de los de abajo. Los nazis lo llamaban
"formación lata de sardinas".
Pero
en el caso de Kiev el barranco de Babi Yar el relieve aportaba una
solución perfecta. Los guardias les conducirían hasta el punto exacto
donde los iban a matar y les ordenarían que se quitasen la ropa. Mucha
sería confiscada, aunque también los desnudarían para comprobar que no
llevaban consigo dinero o algún objeto valioso.
La orden del exterminio
La impresión generalizada, y errónea, era que se estaba preparando una
deportación masiva. Así que a la mañana siguiente, decenas de miles de
judíos se presentaron en el lugar indicado. Algunos llegaron con mucha
anticipación para asegurarse de que no les quitaban el sitio.
Las dos calles
confluyen cerca de un cementerio: allí los niños lloraban y los adultos
los intentaban tranquilizar. La gran masa de gente se movía muy
despacio, algunos se impacientaban. A la altura de la verja del
cementerio judío, unos pocos metros después, había que dejar el
equipaje: como si fuese a ir en un vagón especial. Pero desde esa
distancia ya se oían las ametralladoras, lo que
levantaba las primeras sospechas. Pero en la cara interior de la verja
se había colocado un puesto de control donde se pedía la identificación a
todo el que intentase volver afuera. Si era judío, debía regresar con
el resto.
Cada
persona que llegaba a la primera línea era colocada con otros formando
grupos de diez. Había que pasar por un pasillo formado por soldados
alemanes que llevaban garrotes en las manos. Muchos estaban medio
borrachos para poder cumplir así su lúgubre tarea: matar a sangre fría a
civiles indefensos.
Desnudados al borde del barranco
"Schnell,
schnell!", [¡rápido, rápido!] gritaban, conduciendo a la gente hasta
una zona de hierba. Allí se pedía al cada uno de los miembros de grupo
que se desnudase y si alguien se mostraba reticente era apaleado de
nuevo. Los guardias estaban borrachos de furia, poseídos por el sadismo.
Ante ellos sólo quedaba el destino final, el barranco de Babi
Yar. Los judíos eran colocados en el borde y se les disparaba sin
contemplaciones. Sus cuerpos rodaban hacia el fondo del barranco.
Anatoly Kuznetsov, en su libro 'Un documento en forma de novela',
recuerda el testimonio de una mujer judía que logró escapar y pudo
describir después la escena: "Miró hacia abajo y sintió un mareo, tenía
la sensación de estar muy alto. Bajo ella había un mar de cuerpos
cubiertos de sangre".
Hay
un informe de situación, el 101, del Einsatzgruppe destacado en Kiev.
Entre el 29 y el 30 de septiembre 33.771 judíos fueron ejecutados. Pero
las matanzas fueron mayores, hasta 50.000 judíos por lo menos durante
esos días. Y seguirían en los meses siguientes con otras minorías.
A
mediados de 1943 los alemanes estaban en retirada. Los soviéticos
avanzaban por el oeste, y los nazis pensaron en esconder su culpa. Se
escogió a 100 prisioneros del campo de concentración de Syretsk, situado
cerca de Babi Yar. Caminando rumbo al barranco, estaban seguros de que
los iban a matar. En lugar de eso, les sirvieron la cena.
Rebuscar entre los muertos de la fosa
Les esperaba la labor más desagradable. Primero excavar en la fosa común,
en la que se habían alternado varias capas de basura y las de muertos.
Después, sacar los cadáveres (la mayoría de los cuales llevaba dos años
enterrados), que en algunos casos estaban enredados y eran difíciles de
separar: los nazis diseñaron un arpón especial que los
enganchaba tirando de la barbilla, pero algunas veces salían tres unidos
que había que cortar con hachas. Las capas de gente enterrada abajo del
todo tuvieron que ser dinamitadas. Después había que buscar si llevaban
algo de oro o si todavía llevaban alguna prenda puesta, pues la norma
de desnudar a los que se iba a fusilar se había relajado en los últimos
grupos.
Después los quemaron, hasta 2.000 cada vez, con los
cuerpos colocados en capas. Los pies de los de arriba coincidiendo con
las cabezas de los de abajo. Cada dos capas de cuerpos, una de leña. De
todo el proceso todavía quedaron huesos de gran tamaño
que fueron machacados con losas del cementerio judío cercano. Había que
destruir cualquier evidencia, pero las llamas se veían desde el centro
de Kiev. Una generación entera las recordaría para siempre.
Tras
seis semanas trabajando, los prisioneros encargados de esta tarea
decidieron fugarse. Conservaron algunos objetos que encontraron entre las ropas de los muertos
que podían servir para abrir los cierres de los grilletes y para atacar
a los guardias. Prepararon la fuga durante un tiempo, hasta que una
noche un guardia les dijo que al día siguiente iban a ser ejecutados. En
la oscuridad de la noche, corrieron en masa sin que el guardia que
estaba a cargo de la ametralladora se atreviese a disparar, puesto que
sus propios compañeros estaban entre medias. Según ha detallado Jennifer
Rosenberg, historiadora especializada en el siglo XX, sólo 15 lograron
escapar.
La matanza de prisioneros de guerra, gitanos, enfermos
Babi Yar
fue un sumidero que se fue tragando todo lo que los nazis detestaban.
Tras la masacre los nazis siguieron matando en ese barranco hasta casi
el día en el que se marcharon: prisioneros de guerra soviéticos,
gitanos, enfermos mentales y también integrantes de la 'resistencia'
ucraniana.
Se calcula que pudieron haber muerto allí entre 70.000 y 120.000 personas, aunque algunos elevan la cifra hasta 200.000. El autor Ilya Ehrenburg describió
el dramatismo de aquellos días en su novela 'La tormenta' en 1947: una
niña suplicando sin éxito que la dejasen vivir, un abuelo ametrallado
por no entender bien las explicaciones, familias despidiéndose de
rodillas en el suelo, heridos enterrados vivos...
En 1959 Viktor Nekrasov
se lamentaba en las páginas de 'Literaturnaya Gazeta' de que no se
hiciese nada por recordar lo ocurrido en Babi Yar. Las autoridades
barajaban por aquellas fechas transformar el barranco en un estadio de
deportes. "Quisieron edificar, pero Dios protege esto", explica Vera,
una anciana de 70 años que cuida de una iglesia ortodoxa situada en la
zona. Al fondo del camino hay una sinagoga que ha sido víctima de actos
vandálicos varias veces: "Han dibujado esvásticas y cosas peores", dice
meneando la cabeza.
Moscú siempre esquivó la dimensión antisemita
de la matanza. Pero un poema, titulado precisamente 'Babi Yar' y
escrito por Yevgeny Yevtushenko, denunció en 1961 que las autoridades
estaban mirando para otro lado mientras la generación que lo había
vivido se hacía vieja rumiando en silencio.
A continuación llegó Dimitri Shostakovich con su 13ª sinfonía, una vibrante pieza musical
que, usando esa misma poesía, estaba consagrada a inmortalizar esa
tragedia. Se escuchó por primera vez en Moscú en 1962. Tanto Yevtushenko
como Shostakovich fueron reprendidos por las autoridades soviéticas por
su "cosmopolitismo". El gobierno de la URSS erigió por fin un monumento en 1976 para recordar a "los ciudadanos soviéticos"
que perdieron sus vidas. Hubo que esperar a 1991, con la URSS ya
finiquitada, para que se recordase allí, 50 años después de la tragedia,
la masacre de judíos.
La ayuda ucraniana
Todavía hoy existe controversia. "Recientemente el presidente ucraniano, Petro Poroshenko,
ha rendido homenaje a los judíos y los nacionalistas ucranianos, pero
mientras que los primeros murieron por miles los otros murieron por
decenas, tal vez centenas, y además jugaron un importante papel ayudando
a perpetrar aquellos crímenes", critica Per Anders Rudling, que ha
dedicado parte de su vida a estudiar el nacionalismo ucraniano. Natalia
Antonova, que perdió a familias de sus abuelo, opina en un café de Kiev:
"Hay una ola de revisionismo imparable":
Jessica Milstein
es nieta de supervivientes del holocausto. Anna Tsesarsky su abuela,
logró sobrevivir a las atrocidades de aquel septiembre negro y todavía
hoy le resulta muy amargo remover aquellos recuerdos. Su hermano, su
padre y su tío se presentaron en el lugar señalado por los nazis, las
noticias sobre las brutales matanzas de judíos todavía no habían llegado
a Kiev. En Kiev, recuerda, los asesinatos se llevaron a cabo "con la ayuda de ucranianos".
En algunos casos era nacionalistas que creían así poder echar a los
soviéticos, aunque Hitler rechazaba de plano una Ucrania independiente.
En otros casos era solamente por la promesa de los guardias alemanes de
que podrían robar las pertenencias de los fusilados. Y mientras tanto la
policía ucraniana ayudaba a vigilar a los judíos que iban de camino a
este matadero.
Babi Yar fue un lugar de ejecución durante meses. Hasta el día de la liberación de Kiev por el Ejército rojo,
el 6 de noviembre de 1943, unos 200.000 murieron en Babi Yar y sus
alrededores. No quedaron más que unos pocos centenares de judíos en la
ciudad. Y muchos se marcharon lejos. Anna Tsesarsky acabó en Estados
Unidos.
En Denver, cada año se conmemora la matanza junto a un
monumento. Jessica Milstein, su nieta, ha heredado una misión en nombre
de todos esos cuerpos inertes enredados desnudos bajo la arena: la
memoria. "Como adolescente", explica mientras cuida a la matriarca,
"pasé noches enteras hablando de Babi Yar con mi abuela, cómo y por qué
sucedió, por qué no hay que olvidar ni dejar que suceda, y creo que la
necesidad de contarlo es hoy más fuerte que nunca". En el fondo de este
barranco la tierra todavía parece removida, agitada por todo lo que
esconde.
Fuente:elmundo.es
Israel enfrentaba un grave problema de inflación
en la primera mitad de la década de 1980. El aumento interanual de los
precios llegó a rondar el 400% en 1984. No hablamos de un repunte
esporádico: la inflación superó el 300% en los años 1980 y 1985 y se movió entre el 100% y el 150% en los ejercicios 1981, 1982 y 1983.
Al
nefasto escenario inflacionista, se le sumaban otros factores
problemáticos: en 1986, la deuda pública superaba el 160% del PIB y el
gasto público rondaba el 60% del PIB. Con semejante panorama, el economista Michael Bruno diseñó el Plan de Estabilización Económica de 1985,
un pacto que contó con el respaldo del gobierno, el banco central, la
patronal y los sindicatos. Dos años después de su implementación, el
aumento de los precios ya había caído por debajo del 20%. ¿Qué medidas
lo hicieron posible? A saber: reducción del gasto público, freno al
aumento continuo de los salarios, fin de la monetización de deuda
pública, reorientación de la política cambiaria…
Menos impuestos, menos gasto y menos deuda
La presión fiscal se ha reducido de manera continuada entre los años
2000 y 2015. Hace tres lustros, alcanzaba el 44,2% del PIB, pero en 2015
había caído al 37,3% del PIB. Un año clave para reducir el peso de los
impuestos fue 2003, cuando el entonces ministro de Finanzas y hoy primer
ministro, Benjamin Netanyahu, redujo el Impuesto de Sociedades del 36% al 18% y bajó todos los tramos del Impuesto sobre la Renta, llevando el tramo superior del 64% al 44%.
Algo
similar ha ocurrido con el peso del gasto público sobre el PIB. Hace
quince años, en el 2000, los desembolsos del Estado israelí alcanzaban
el 47,5% del PIB, aunque en 2002 ya habían rebasado la barrera del 50%
del PIB. Sin embargo, las medidas de contención del gasto introducidas
desde entonces han reducido el peso de los presupuestos públicos hasta el 40% del PIB.
La
deuda pública ha evolucionado de manera positiva conforme ingresos y
gastos se han ido reduciendo. El pico se alcanzó entre 2002 y 2004,
cuando la deuda superó el 90% del PIB. Desde entonces,
todos los años salvo el 2009 se han saldado con una caída del pasivo de
las Administraciones. En 2015, la deuda suponía menos del 65% del PIB.
Crecimiento e innovación
Entre 1986 y 2008, el PIB ha experimentado tasas de aumento
superiores al 2% en todos los ejercicios salvo 1989, 2001, 2002 y 2003.
De hecho, la tasa de crecimiento ha sido superior al 4%
en trece de los veintidós años estudiados. Desde los años 80 hasta hoy,
la tasa media de expansión de la economía ha sido del 4%, lo que se ha
traducido en una espectacular multiplicación del PIB per cápita real, que pasó de 6.000 dólares en 1980 a 37.000 dólares en 2010.
Una de las claves del milagro económico de Israel, es el dinamismo de su sector emprendedor. Como explicó Libre Mercado,
“las trabas burocráticas y administrativas a los emprendedores son
ridículas en comparación con las que aplicamos en España. Por eso no
sorprende leer que Israel es uno de los centros de innovación más importantes en el mundo.
Los datos no dejan lugar a dudas: con 8 millones de habitantes, Israel
tiene más start-ups cotizadas en el Nasdaq que todos los países europeos
juntos. Además, su industria de capital riesgo (venture capital) es una
de las más importantes del mundo”.
Fuente:libertaddigital.com
El alcalde de Auschwitz, Janusz Chwierut, contesta de forma rotunda:
"No, aquí no queda ningún judío". De la misma manera que también es
categórico cuando aclara que Auschwitz no se llama así en realidad. De
esta manera es como los nazis bautizaron a la localidad en alemán. Su verdadero nombre en polaco es Oswiecim.
"La mayoría de los judíos que vivían aquí fueron asesinados o emigraron
durante el nazismo", aclara el responsable municipal. "Y los pocos que
volvieron tras la Segunda Guerra Mundial se marcharon en 1948 con la
creación del Estado de Israel", añade. La mitad de la población de
Oswiecim era judía en los siglos XIV y XV, asegura el alcalde. En
cambio, ahora no queda ni un solo judío.
El último judío de Auschwitz -perdón, de Oswiecim- murió en el año 2000.
¿Los nazis entonces se salieron con la suya en esta localidad polaca?
El alcalde se encoge de hombros y considera que el hecho de que el campo
de exterminio nazi se encuentre a un tiro de piedra de esta ciudad no
es una razón para que los judíos no quieran vivir ahí. "Al contrario, su herencia nos ha ayudado a construir valores positivos", asegura.
Sin duda, conocer la historia ayuda a no repetir los errores del pasado, pero ¿ese pasado no es una losa demasiado pesada? "Las puertas de esta ciudad están abiertas a todo el mundo", insiste el político polaco, que pertenece al partido de centro derecha Plataforma Cívica.
Residencia del último judío, convertido en café-librería
Al único judío que le quedó cuerpo para vivir en Oswiecim fue un tal Szymon Kluger que, tras la Segunda Guerra Mundial, se exilió a Suecia y regresó a la localidad polaca en 1962, a pesar de que sus padres fueron asesinados en el campo de exterminio.
Él tuvo más suerte: fue trasladado a un campo de trabajos forzados en
Blechhammer en 1942. Era el prisionero número 179539. Y después a uno de
concentración en Buchenwald. Finalmente fue liberado por el ejército estadounidense en abril de 1945.
Pero, ¿por qué Kluger volvió a Oswiecim?
Es una pregunta que nadie sabe responder. Sólo se conoce que consiguió
un empleo en una industria química, y que estaba mal de salud. Incluso regresó a la antigua casa familiar, donde vivieron sus padres y hermanos.
Ese inmueblecontinúa en pie
en la actualidad y se ha reconvertido en un moderno café-librería. "Los
hermanos de Szymon nos donaron la casa cuando él falleció y
consideramos interesante crear un lugar de encuentro", explica el
director del Centro Judío de Auschwitz, Tomasz Kuncewicz, que gestiona
el espacio. A pocos metros existe una sinagoga y un museo judío. Los
hermanos de Szymon emigraron a Estados Unidos y, a diferencia de él,
nunca volvieron a Polonia. El café-librería conserva la antigua estructura de la casa,
e incluso sus puertas originales. Y como no, recuerda que allí residió
el último judío de Auschwitz. Uno de los pocos que sobrevivió al
exterminio nazi, y regresó a la ciudad.
El Papa saluda a la violinista Helena, superviviente del campo.
Era joven cuando su violín la salvó de la cámara de gas. Aún no había cumplido ni los 30, cuando fue detenida junto a su madre y trasladada al campo de exterminio
de Auschwitz-Birkenau. Ahora, con más de un siglo -tiene exactamente
101 años-, regresó al mismo escenario de muerte, pero movida por la
esperanza. Helena Dunicz-Niwiska fue una de las11 supervivientes del Holocausto que se reunió este viernes con el pontífice.
La anciana, que a pesar de su avanzada edad se mantiene completamente lúcida, fue obligada a formar parte de una orquesta que en el campo de exterminio tocaba para los nazis.
Sus dotes musicales eran tan extraordinarias que llamaron la atención a
los oficiales de las SS. La joven había empezado a acariciar el violín a
la edad de diez años en la localidad de Lviv, en el oeste de Ucrania,
de donde es originaria. Y desde entonces la música siempre acompañó su
vida. Hasta el punto de conseguir librarla de la muerte.
En 1941 se creó una orquesta de prisioneros en Auschwitz. Su primer ensayo se llevó a cabo en la barraca número 24.
Los nazis permitieron que los reclusos más duchos con los instrumentos
pudieran tocar para que marcaran el paso del resto de prisioneros cuando
se dirigían al trabajo, y también para que amenizaran las veladas a los
oficiales alemanes las noches de los sábados y los domingos.
Helena formó parte de la orquesta de mujeres desde casi el preciso instante que pisó el campo de exterminio, en enero de 1943. Su madre llegó con ella pero no resistió las terribles condiciones: a los dos meses perdía la vida.
La
violinista estuvo en el Auschwitz-Birkenau hasta enero de 1945, poco
antes de su liberación por los soviéticos, pero no tuvo la suerte de
presenciar la llegada del ejército rojo. Antes fue trasladada a otro
campo de concentración. Esta vez en Alemania: Ravensbruck primero, y
Neustadt-Glewe, después. Allí, por fin, fue puesta en libertad.
Helena vive en la actualidad en Cracovia y en 2013, con 98 años, publicó el libro 'One of the girls in the band. The memories of a violinist from Birkenau'
(Una de las chicas de la orquesta. Las memorias de una violinista de
Birkenau). Unas memorias que hoy, en pocas palabras, resumió al Papa.
El nuevo presidente del Perú juró en un Congreso
que tiene mayoría opositora, rodeado por su familia y acompañado por
varios jefes de Estado.
"Yo, Pedro Pablo Kuczynski,
juro por Dios, por la patria y por todos los peruanos que ejerceré
fielmente el cargo de presidente de la República que me ha confiado la
nación para el periodo 2016-2021", dijo el economista que ganó la segunda vuelta el pasado 5 de junio ante Keiko Fujimori.
Y agregó: "Defenderé la soberanía nacional y la integridad física y
moral de la República, cumpliré y haré cumplir la Constitución y las
leyes".
Kuczynski fue investido presidente en una ceremonia solemne celebrada
en el Congreso de Perú y ante la presencia de seis mandatarios
latinoamericanos, y del rey emérito, Juan Carlos I,
como representante de España. La jefa de la sede legislativa, Luz
Salgado, fue la encargada de colocarle la banda presidencial.
Durante su discurso, el economista subrayó que perseguirá la corrupción:
"No permitiré, especialmente a mis funcionarios y colaboradores más
cercanos, caer en la indignidad de la corrupción" y agregó como
advertencia: "Sepan todos que en eso no tendré miramientos, quien falle
acabará ante la justicia, la cual debe ser profundamente reformada".
También envió un mensaje a los nuevos parlamentarios, la mayoría de
ellos del fujimorismo, a quienes pidió su ayuda en su lucha.
Como resumen de sus primeras palabras como presidente, Kuczynski mencionó seis puntos. El primero de ellos fue "llevar agua y desagüe a todos los peruanos",
uno de los asuntos en los que más ha insistido durante su campaña y en
los últimos años. Luego, dijo que buscará "un servicio de educación pública de calidad que abra el mundo a millones de jóvenes", "un servicio de salud pública
sensible al enfermo, oportuno y eficaz" y "formalizar el país hasta el
máximo posible". Finalmente apuntó que buscará "construir
infraestructura para el desarrollo que con tanta urgencia necesitamos" y
"liberar a nuestra patria de la corrupción, de la discriminación, de la
unidad, del delito, luchando con toda transparencia contra estos
flagelos históricos".
Kuczynski no es nuevo para los peruanos. Fue primer ministro y titular de Economía y Finanzas durante el Gobierno de Alejandro Toledo, responsable de Minas y Energía con Fernando Belaúnde y ya intentó llegar a la Presidencia en 2011, aunque quedó en tercer lugar. El representante de Peruanos por el Kambio (PPK)
tiene un perfil conservador que ha sabido explotar para garantizar la
consolidación del crecimiento económico del país andino en el contexto
de una gran incertidumbre global.
Así, su programa de Gobierno gira en torno a la economía. Kuczynski prometió crear "tres millones de empleos en cinco años",
la mitad de nueva creación, gracias a la diversificación productiva, y
la otra mitad recuperados de la economía informal. También apuntó a la
inseguridad ciudadana y a la podredumbre política como ejes de combate
de su eventual gobierno. "A los que frenan la economía, a los corruptos y
a los delincuentes se les acabó el recreo", dijo en la campaña
electoral.
Fuente:libertaddigital.com
En lo que se considera que es la mayor
donación que jamás se haya hecho a una universidad israelí hasta la
fecha, el Dr. Howard y Lottie Marcus de San Diego dieron 400 millones de
dolares a la Universidad de Ben Gurion.
La Universidad Ben-Gurion
del Negev (BGU) ha recibido una donación de 400 millones de dolares, lo
que supone la mayor donación que jamás se haya hecho para cualquier
institución educativa israelí. La donación proviene de la herencia del difunto Dr. Howard y Lottie Marcus, de San Diego.
“Las familia Marcus encontraron por primera vez en 1997 em la
Universidad de Ben Gurion, y quedaron cautivados por su investigación
principalmente en los campos de los estudios de agua, desalinización, y desérticas.
Ellos apoyaron la investigación en estos campos, incluyendo un
laboratorio y becas de estudiantes. Ellos creían que las soluciones de
agua son la clave para lograr la paz en el Oriente Medio. Poco después,
se tomó la decisión de depositar la mayor parte de su fortuna a la
universidad”, dijo la American Associates, BGU (AABGU).
Las familia Marcus huyó de la Alemania nazi en la década de 1930 y
perdió la mayoría de sus miembros de la familia en el Holocausto. Ellos
emigraron a los EE.UU., donde Howard Marcus trabajó como dentista y
donde amasó su fortuna a través de inversiones con Warren Buffett.
Howard Marcus murió en 2014, a los 104 años de edad, mientras que Marcus
Lottie murió en diciembre pasado a los 99 años.
Fuente : unitedwithisrael.org ( unidos con Israel)
Un piloto es recibido como héroe al llegar a Israel el avión con los rescatados. DAVID RUBINGER
SAL EMERGUI - Jerusalen
Tercer día de cautiverio. Los terroristas reúnen a los rehenes y
anuncian que parte de ellos iría a un cuarto. "Empezaron a enumerar los
nombres. Gross, Bloch... Estaba claro que por un lado iban los apellidos
judíos e israelíes y por otro el resto. Los no judíos, excepto algunos
de la tripulación, fueron liberados. La terrible selección nos devolvió al Holocausto", cuenta Sara Guter Davidson.
Emocionada
porque su familia materna fue asesinada en Treblinka, la israelí
prosigue: "En la puerta estaba una terrorista alemana. Otra vez
selección, alemanes, judíos... Algunos rehenes llevaban tatuado en sus
brazos el número de Auschwitz. No podían creer que pasarían una nueva
selección entre la vida y la muerte".
Han pasado 40 años pero
Sara no olvida aquel polvoriento y sucio hangar de la vieja terminal del
aeropuerto de Entebbe, en Uganda. A sus 81 años no olvida las caras de
su marido Uzi y sus hijos Benny y Ron, cuando el vuelo 139 de Air France
a París del 27 de junio de 1976 fue secuestrado y desviado a África por terroristas del Frente Popular de Liberación de Palestina.
No
olvida las órdenes y armas de los dos palestinos y dos alemanes que
tomaron el control en la escala de Atenas. No olvida las conversaciones
con el dictador ugandés Idi Amin, que se atribuía el papel de mediador
aunque en realidad era aliado de los atacantes. Ni la espectacular
operación de rescate. Fue el 4 de julio. Su segundo nacimiento.
Conversamos con la familia Davidson en el 40º aniversario de una de las operaciones más espectaculares del siglo XX.
El éxito de la unidad de élite israelí Sayeret Matcal provocó la
euforia de un país que invadió el vetusto aeropuerto de Lod para abrazar
a los liberados y felicitar a los soldados. "La Operación Entebbe suele
ser recordada cuando se produce una situación de largo secuestro.
Escenario que, bajo el terror yihadista, es y será cada vez más
frecuente".
El rescate se convirtió en leyenda en Israel también por el doloroso precio de su éxito:
tres secuestrados muertos, una rehén asesinada días después por
militares de Uganda como acto de venganza, el soldado Sorin Hershko
paralizado de por vida por un disparo en la columna y la muerte del
oficial de la unidad. Se llamaba Yoni Netanyahu y su carisma le
apuntaba como futuro primer ministro. Entebbe frustró un sueño que
acabó cumpliendo su hermano pequeño Benjamín.
El recuerdo de los Davidson
Desde
su pastoral casa en un kibutz en el centro del país, los Davidson
retroceden en el tiempo para volver a sentarse en la parte trasera del
Airbus A300 a París. El destino final era Estados Unidos y aquél, el
primer viaje de sus hijos al extranjero. "Nadie nos había dicho que
haríamos una escala en Grecia. Tuve miedo no sólo porque cada aterrizaje
y despegue es una tortura para mí sino por las conocidas deficientes
medidas de seguridad de Atenas", comenta Sara.
Su temor se
cumplió cuando vio la cara de una azafata atacada por el pánico.
"Escuchamos un desgarrador grito y enseguida le dije a Uzi: 'Han
secuestrado el avión'. Estaba claro que algo pasaba en la parte
delantera. Luego vimos a dos árabes y una alemana armados", relata.
El
cuarto terrorista estaba en la cabina apuntando a la sien del piloto.
Nuevo rumbo. ¿Qué sentía en esos momentos?, preguntamos a Benny, que
tenía 13 años. "Miedo y tristeza. Estaba emocionado y eufórico en el
inicio del primer viaje al extranjero y veo que me lo quitan", recuerda
Benny, que rompió a llorar en el avión mientras su hermano, de 16 años,
se preguntaba mirando hacia arriba: "Dios, ¿por qué nos pasa a nosotros?".
La
misma pregunta se hicieron probablemente los 248 pasajeros. Aunque no
todos eran de la Fuerza Aérea israelí como el marido de Sara. Cuando los
terroristas anunciaron que iban a recoger todos los documentos, Uzi
recordó que llevaba un permiso de entrada a una base. "Rompimos el carné
y lo masticamos antes de meter sus restos en una lata", afirma. Su
mujer añade: "Registraron a los hombres pero Uzi nunca me dijo cómo
fue... Sólo que no fue agradable".
El altavoz del avión difundía
la voz del líder del comando atacando a Israel, EEUU y Francia por su
asistencia en el proyecto nuclear israelí. Sus condiciones eran
sencillas: liberación de 43 presos palestinos en Israel y otros países y cinco millones de dólares de Francia. De lo contrario, matarían uno a uno.
Tras
repostar en Bengasi (Libia), el aparato aterrizó en el destino
preparado, donde le esperaban otros terroristas. "El capitán está de
buen humor. Bromea y dice que para la mayoría de nosotros es la primera
oportunidad de visitar Uganda", escribió Sara en el diario personal redactado a escondidas durante los siete días en el infierno. Sus hojas se convertirían en libro.
En
la pista de Entebbe vislumbraron la silueta de Idi Amin. "Pensaba que
nos liberaría porque le considerábamos amigo de Israel", recuerda. Pero
la pesadilla sólo había empezado. Amin les saludaba siempre con un
"Shalom" en hebreo pero allí terminaba su simpatía. "Su presencia me
aterraba. Cada vez que venía, lloraba", rememora Benny. El jerarca
advertía de que si Israel no aceptaba las demandas, serían ejecutados.
En
esos momentos y a 4.000 kilómetros de distancia, el primer ministro
Isaac Rabin se planteaba lo imposible. "Rabin me miró a los ojos y me
preguntó: '¿La misión de rescate es posible?'. Le dije que sí", cuenta
uno de los pilotos de los cuatro Hércules que transportaron al centenar
de soldados. El Mosad le dio varios miles de dólares por si debían huir
en coche cruzando la frontera de Kenia.
Ningún secuestrado ni secuestrador creía posible la opción militar.
"Sabíamos que Israel tiene comandos especializados en liberar rehenes
pero sinceramente nadie pensó que podían ir hasta Uganda y conseguirlo",
reconoce Sara.
Los alrededores de la sala donde fueron recluidos estaban minados. O eso les dijeron. Un día hizo algo atrevido. Se fue a dialogar con un secuestrador alemán.
-Queremos ayudar a los palestinos y su causa -le dijo.
-Si
somos tu enemigo, ¿por qué no te enfrentas a nuestros soldados? ¿No
sientes nada al estar ante mujeres y niños? -preguntó la israelí.
-Créame, me sentí mal. Me hubiera gustado luchar en el frente -concluyó antes de que cada uno volviera a su papel.
Benny
recuerda momentos de luz en la oscuridad. "Fue una semana terrible con
instantes horribles pero también con algunas risas. Por ejemplo, cuando
roncaban", admite esbozando una sonrisa antes de confesar: "Desde que
soy padre entiendo mejor la importancia de la actitud protectora y
serena de nuestros padres".
Dispositivo militar israelí
Sábado 3 de julio. Cae la noche. Disparos.
¿Primera ejecución de un rehén? Sara protegió con su cuerpo a Benny.
"Manteneos agachados", les susurró Uzi, que estaba con el hijo mayor.
Mientras arreciaban los disparos y explosiones, Benny se puso a rezar
bajo el cobijo de su madre. "No temí la muerte sino que la vi pasar ante
mis ojos. Sólo pedí a Dios que primero me mataran a mí para no ver
morir a mis hijos", señala Sara.
Las ráfagas de fuego se
acercaban. Como el comando israelí que sorprendió a militares,
terroristas y pasajeros. Un uniformado les preguntó en hebreo si estaban
bien. "Nos dijo que nos sacarían de allí. Fue muy emocionante. Era como
ver a un ángel", comenta. En la salida, quedó sumida en un estado de shock.
Su hijo toma el relevo de la narración. "En el camino a la pista donde
nos esperaban los Hércules, vi el derramamiento de sangre. Tres rehenes
murieron esa noche mientras Dora Bloch, que había sido llevada antes a
un hospital, fue asesinada días después", relata.
Los 105 rehenes
judíos y miembros de la tripulación encabezados por el capitán Michel
Bacos, que rechazó ser liberado, fueron introducidos en el vientre del
Hércules. Los soldados hacían recuento, por lo que no cerraron
inmediatamente las puertas del avión. El hijo de Bloch estaba triste
porque su madre se quedó en el hospital. Tres años después encontraron
su cadáver.
Omer Bar-Lev era uno de los ángeles a los que se refiere.
El hoy diputado laborista que azota al conservador Benjamín Netanyahu
era compañero de armas de su hermano. "Fue muy rápido. El jueves por la
noche recibimos la primera orden y el sábado por la noche ya volvíamos
con los rehenes. En 48 horas tuvimos que planificar, hacer los
preparativos, repostar en Sharm El Sheij (Egipto), aterrizar en Entebbe
sin despertar sospechas, sorprender a los guardias y terroristas y
rescatar sanos y salvos a los rehenes".
Salvador y víctima - SAL EMERGUI
No estaban tan seguros como en otras operaciones.
"La sensación en los preparativos no era buena porque no había un plan
ordenado y claro. Tuvimos que realizar cambios", revela a Crónica. Así,
se desechó la posibilidad de llegar en paracaídas, ya que espías
enviados al lago elegido confirmaron la presencia de cocodrilos. "Todos
los que participamos teníamos mucha experiencia en otros rescates pero
nunca hicimos algo tan lejos. El plan no estaba cerrado pero confiamos
mucho en la famosa improvisación israelí", añade Bar-Lev.
El
Hércules transportaba un Mercedes similar al que usaba la comitiva de
Idi Amin. Netanyahu estaba en la parte delantera del vehículo que avanzó
hasta enfrentarse a los ugandeses, palestinos y alemanes. La misión del
equipo de Bar-Lev era destruir el escuadrón de aviones Migs ugandés y
ayudar al primer comando en caso de necesidad.
El regreso fue
especial. Y raro. "Por un lado, alegría y adrenalina tras una operación
de tales dimensiones. Por otro, profunda tristeza porque en el vuelo nos
informaron de la muerte de Yoni, que demostró que un oficial debe ser
el primero en el frente", sentencia Bar-Lev con el orgullo de haber
participado en uno de los dispositivos más atrevidos en la Historia de
Israel. Algunos compañeros suyos no incluidos en la misión aún se
lamentan. Y concluye: "Entebbe fue uno de los episodios más importantes de la lucha antiterrorista. Por desgracia, el terrorismo sigue golpeando no sólo a Israel sino a todo el mundo. El mundo libre debe unirse y defenderse".
Jaffar
Amin reconoce que la operación humilló a su padre. "Se dio cuenta de su
error por haber ayudado a los árabes. Pese a la muerte de 20 soldados
ugandeses, cinco palestinos y dos alemanes, pido perdón a los israelíes",
ha dicho en el diario Yediot Ajaronot. "La operación desnudó las
debilidades de mi padre". Fue el inicio de su fin: se vio que no era tan
fuerte como parecía. Diez días después del rescate, los Davidson
volaron a EEUU. La mejor terapia contra los fantasmas de Entebbe.