domingo, 6 de mayo de 2018
Giro de Italia - Viviani gana en el alucinante desierto del Negev
La carretera se adentra como una lengua de alquitrán entre piedra y arena a través de un paraje alucinante. Durante decenas de kilómetros, el desierto de Negev fue el escenario de las andanzas de los ciclistas del Giro, de sus circunstacias. Un paisaje demoledor al sur de Israel, entre Egipto, Jordania y el Mar Rojo, en el que acampan con sus cabras los beduinos, despectivos respecto a lo urbano y que siguen viviendo como sus antepasados en tiendas de tela ocre que se funden con la naturaleza. Cabras, camellos, algún pueblo diminuto, soledad y un camino asfaltado en el que la policía de Israel toma el mando. A veces, con excesivo celo, como cuando en mitad de la nada un agente detuvo a la caravana que va por delante de la carrera (coches de equipo, periodistas, patrocinadores) para reclamar las credenciales. Aquí se impuso Elia Viviani. Doblete en Israel.
El pelotón parecía escuálido en el desierto. La inmensidad del lugar, continuación del valle del Rift que cruza África por la mitad, se comió a los ciclistas. Eso y la reducción de personal. Los equipos participan ahora con ocho corredores: 22 personas menos en un grupo concentrado se nota una barbaridad. Las imágenes de televisión eran un espectáculo, en gran medida ensalzadas por la tripulación de la televisión belga que trabaja las clásicas, contratada para difundir el Giro en su paso por Israel.
De ese pelotón mínimo escapó, como todos los días, un integrante del Israel Academy. El canadiense Boivin recorrió arenas y piedras en compañía de los italianos Frapporti y Barbin, siempre a tiro del pelotón y del cálculo de sus potenciómetros. Cuando los tres llegaban a Eilat, destino turístico en auge para adinerados visitantes, el Quick Step canceló la fuga.
Fuente : abc.es
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