martes, 8 de marzo de 2011

Stéphane Hessel : el nuevo ícono del antisemitismo.


Stéphane Hessel

Una polémica caldeada tiene lugar en Francia, a propósito de un best-seller (casi un millón de ejemplares vendidos), “Indignez- vous !” (“¡Indígnense!”, Indigène Editions, 2010). Se especula que se ha vendido tanto el panfleto de 32 páginas por su brevedad, y por su costo: 3 euros.

Su autor es un anciano indigno de 93 años, Stéphane Hessel, nacido en Berlín en 1917, diplomático, político, “escritor”, antiguo resistente (deportado por ello al campo de concentración de Buchenwald, y no por unas raíces judías en una parte de su familia prusiana que ya se había convertido al protestantismo luterano), y militante de la “causa” palestina.

El 5 de enero de 2009, con respecto a la ofensiva israelí en la banda de Gaza, había declarado que la misma era un “crimen de guerra” y un “crimen contra la humanidad”. El 30 de diciembre de ese mismo año, estima que Israel es un estado “tiránico”, como lo son China, Rusia e Irán.

El 15 de junio de 2010 llamó al “boicot” contra Israel, a no invertir en ese país (la única democracia en el Medio Oriente, y uno de los líderes de la tecnología y las investigaciones científicas en el mundo), así como a “sancionarlo”.
En su panfleto, Hessel retoma el llamado al “boicot” contra Israel, y establece que la “principal causa de indignación en el mundo” es la “situación en Palestina”.

Los otros puntos, junto con el anterior, que contiene el folleto que intenta “arreglar el mundo” (los que lo ensalzan se refieren al viejo vergonzoso como el Gandhi actual, y con la mayor seriedad del mundo dicen que ha alcanzado el estado de ingravidez) son: que “la actual dictadura internacional de los mercados financieros amenaza la paz y la democracia”, que hay que cambiar al actual “sistema económico”; se preocupa, desde luego, por “el estado del planeta”, por la diferencia entre “los muy ricos y los muy pobres”, por los “inmigrantes” y los “sin-papeles”. Pero lo fundamental es “poner fin al conflicto israelo-palestino” como panacea universal.

Hessel avanza el concepto de la “insurrección pacífica”, naturalmente por medio de la “no-violencia”, y acusa nuevamente a los “judíos” (¿por qué no utilizó más simplemente en su panfleto el gentilicio de “israelíes”?) de perpetrar “crímenes de guerra”.

Este “filósofo” (se complace en recordar que se considera discípulo de Jean-Paul Sartre), que según sus turiferarios (sus propios editores) alcanza “cimas” insospechadas en tanto adalid de la “resistencia pacífica”, estima sin embargo que los dirigentes de Hamas son “moderados”, que los cohetes que esa organización terrorista lanza contra Sderot en Israel son “juegos de niños”, y afirma que “puede comprender” a los terroristas que diseminan bombas por doquier.

Obsérvese como ese discurso de Hessel, “anti-sistema”, anticapitalista, “sensible” con la suerte del “planeta”, es coyuntural en definitiva con una cierta extrema izquierda que se caracteriza últimamente además por el antisemitismo, bajo la forma del extremismo contra Israel, presentado bajo la forma de “antisionismo”, y que no es sino la nueva judeofobia, como bien ha precisado en varios libros el gran intelectual francés Pierre-André Taguieff, una de las personalidades que más ha polemizado con éxito contra las tergiversaciones venenosas de “San Hessel de Palestina”.

Justo el pasado 18 de enero el anciano “santurrón”, que habla con una voz increíblemente suave como corresponde a un apóstol de la “no-violencia” (militante, eso sí), se presentó frente al Pantéon en París tocado con el gorro frigio de los revolucionarios franceses, pero sustituyó a la escarapela tricolor por la bandera de Palestina. Curiosa esta reivindicación simbólica escogida por el viejo indigno, pues expresa la noción de esa cierta izquierda –en lo que remitiría a una fundación que pudieran reclamar en los que originalmente usaban gorros frigios-, actual, aliada con la “causa palestina”.

Era su forma de protestar frente a ese templo republicano –como el gorro frigio es también un símbolo republicano, ya despojado de sus estrictas resonancias – porque, tras numerosas denuncias de antisemitismo y la protesta sobre todo del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIF), se le anuló una conferencia en la prestigiosa Escuela Normal Superior, que bajo el título de “Solidaridad con Palestina: contra la censura y la represión, por la defensa de las libertades”, no era sino un acto de apoyo a la campaña por el boicot de los productos israelíes. Un boicot que es absolutamente ilegal, y a quien perjudicaría más económicamente sería a los productores agrícolas de Gaza, cuyos bienes suelen ser comercializados por Israel.

Pero el odio de estos antisemitas, disfrazados según “l‘air du temps” de lo políticamente correcto como “antisionistas” a lo que se le agrega ahora el mantra que ha reciclado Hessel de la “no-violencia” (debe entenderse por ello que Israel “resista pacíficamente” a las agresiones de las que es objeto, puesto que puede comprender a los terroristas, esos “niños”), es incapaz de entender otra cosa que no sea su obsesión anti-Israel.

Isis Wirth, enero 24
Fuente:gacetadecuba.com

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