sábado, 29 de octubre de 2022

Asamblea de la Asociación Galega de Amizade con Israel- AGAI

 

Hoy 29 de Octubre se celebró en el Hotel Gastronómico Casa Rosalía en Brión, cerca de Santiago de Compostela, la Asamblea anual de la Asociación Galega de Amizade con Israel.

 

 
Pedro Gómez-Valadés, Presidente de la Asociación, presidió la Asamblea
 
La Asamblea de hoy fue tremendamente emotiva, ya que se despedía como Presidente de AGAI Pedro Gómez - Valadés después de 16 años al frente de la Asociación.  Renunciaba debido a problemas de salud que le impiden continuar con esa responsabilidad.
Desde Casa de Israel y el responsable de este blog, miembro de AGAI, queremos agradecer a Pedro su trabajo infatigable y su compromiso con la causa de defender a Israel. Por su calidad humana, su saber estar, su amabilidad con todos los miembros de la Dirección de la Asociación y con todos los socios y amigos de AGAI, se hace merecedor de todo nuestro respeto y sabemos que va a ser muy difícil llenar el hueco que él deja.
Nadie de nosotros es insustituible, pero hay personas como Pedro que dejan una huella imborrable.
¡¡ Gracias javer חבר Pedro !!
 

Maribel Ferreiro. compañera de Pedro y miembro de la Dirección de la Asociación como Tesorera, deja también su cargo en AGAI.
Gracias Maribel por tu trabajo y por el gran apoyo que fuiste de Pedro para que él pudiera realizar hasta el día de  hoy su cargo de Presidente de una manera tremendamente eficaz a pesar de sus limitaciones.


Pedro Mouriño miembro de la Dirección de AGAI deja también su cargo. Gracias a Pedro también por su trabajo y por manifestar su compromiso de seguir siempre a disposición de la Asociación y lo que es más importante, su compromiso inquebrantable en la defensa de Israel.

Después de aprobar y comentar los puntos habituales de la Orden del Día, haciendo repaso de las actividades realizadas durante los últimos cuatro años, ratificándose en la defensa de Israel y la lucha contra el antisemitismo, se procedió a nombrar una nueva Dirección de la Asociación.



La nueva Dirección de la Asociación quedó constituida por
Carla Reyes Uschinsky como Presidenta, Alfonso Vázquez Monxardín como Vicepresidente, Andrés Pavón Ramírez como Secretario, Abel García López como Tesorero, José Edelstein  como vocal y Pedro Gómez - Valadés como vocal, que sigue en la Dirección tras renunciar a su puesto de Presidente. Dentro de sus posibilidades Pedro va a aportar toda su experiencia a la nueva Dirección.
 

 
Terminada la Asamblea se realizó una comida de confraternidad

 
Carla Reyes es la nueva Presidenta de AGAI, a la que deseamos lo mejor en su nueva responsabilidad. En la comida con José Edelstein, también nuevo miembro de la Dirección.
 
A continuación un pequeño reportaje de la comida que compartieron los miembros y amigos de AGAI en el Hotel Gastronómico Casa Rosalía

 

























jueves, 6 de octubre de 2022

Por qué el mundo moderno es obra de los judíos - Luis Alemany

 

 

Norman Lebrecht escribe e hilvana la historia de Freud, Proust, Sarah Bernhardt, Marx y la élite que cambió la cultura, la economía y la ciencia de Europa durante el periodo 1847-1947

 

Genio y ansiedad , de Norman Lebrecht (Alianza Editorial) incluye en sus primeras páginas la historia del director de una escuela judía, una yeshivá en Vilna, que descubrió en algún momento de los años 20 que sus alumnos ya no estaban concentrados en la Torá como tal vez porque pensaban todo el tiempo en el fútbol . Aquel rabino era un hombre curioso y abierto, de modo que, para recuperar a sus pupilos, empezó a frecuentar los partidos. Después de algunos días de estudio, se dirigió a la clase: "He resuelto el problema", dijo. ¿Cuál problema? ¿Cómo? El problema del fútbol: "Que le den una pelota a cada equipo y no tendrán nada por lo que pelearse" .

"Parece que la anécdota fue real. Y, en cualquier caso, es muy significativa: ese rabino dio con una manera diferente de abordar la realidad, de cambiar el marco a una pregunta . Nadie había pensado en el fútbol como un problema. Y si lo hizo un judío, creo, fue porque hay una tradición de miles de años de cultura talmúdica que consiste, básicamente, en cambiar las preguntas", explica Lebrecht desde Londres. Y entonces empieza con su divina divagación : "Einstein hizo lo mismo que ese director de escuela. Tuvo la audacia de desafiar lo que se daba por hecho. Einstein, en realidad, se había criado como un judío asimilado, absolutamente laico. Pero, a los 11, pasó algo, no sabemos qué, y exigió a sus padres que la familia se comportara como estrictos judíos.Sus padres le siguieron el juego durante nueve meses, más bien con fastidio, hasta que se le pasó el fervor

 

Marcel Proust
Marcel Proust

Genio y ansiedad consisten en eso, en una ilación de vidas judías europeas, entre 1847 y 1947, que van conectando unas con otras y, por el camino, narran la gran revolución cultural del mundo del siglo pasado: la historia de Sarah Bernhard desemboca en la de Marcel Proust que lleva a la de Freud : después la de Freud lleva a lleva a Helena Rubinstein, la pionera de la industria cosmética de masas, y de Rubinstein pasó a los primeros banqueros de inversión y de ahí a Kafka, a Benjamin Disraeli , al inventor de los anticonceptivos, a Einstein... El libro de Lebrecht, novelista e historiador de la música clásica, es una especie de Mil y una noche hecho ensayo.

¿Cuál es la hipótesis? "Tres docenas de personas cambiaron la manera cómo vemos el mundo entre 1847 y 1947 y un tercio de ellas eran judíos. Las más iconoclastas de ellas eran judíos. ¿Cómo es posible? Si miramos la proporción de judíos en el mundo, es una frecuencia absurda .La explicación más habitual dice que la creatividad de los judíos en esa época responde a la energía liberada desde que se abrieron los guetos, pero esa hipótesis no cuadra bien cronológicamente. gran boom judío empezó más tarde, a mitad de siglo. Dos generaciones después, y en Rusia aún tardó mucho más. Tuvo que haber algo más. Creo que lo verdaderamente importante es la energía liberada en el contacto entre la genialidad y la ansiedad. Freud, Kafka, Proust... todos tenían una alarma interna, un presentimiento de la fatalidad y eso los condicionaba. Muchos de los experimentos y las tesis de Freud eran muy imprudentes, pero eso era porque él pensaba que quizá no tuviese mucho más tiempo de investigar".

Sarah Bernhardt.
Sarah Bernhardt.

Como si fueran ramificaciones de esa teoría general, el libro de Lebrecht, ofrece pequeñas claves que permiten entender a los protagonistas de su libro desde el judaísmo: "Karl Marx dedicó su vida a refutar el judaísmo, consideraba a los judíos como parásitos. Su padre se había convertido y había negado su identidad judía. Su madre, en cambio, nunca se bautizó y debió de transmitir a Marx mucha más cultura judía de lo que creemos; si lo leemos con atención nos damos cuenta de que se refería a códigos judíos muy íntimos, costumbres que sólo se pueden conocer a través de la familia. La manera de decir una bendición después de lavarse por las manos, por ejemplo, aparece en sus escritos. Eso no se aprende en los libros. Con Freud pasa algo parecido: refutó su judaísmo pero conservó entre sus tesoros más íntimos una Torá que le regaló su padre y que tenía una dedicatoria en hebreo 'para Shlomo', o sea, la versión judía del nombre Sigmund. ¿Por qué suprimió esa parte de su identidad? Ahí está la clave de la ansiedad".

Entonces, ¿nos perdemos algo los lectores gentiles de Kafka, Proust, los oyentes de Gershwin y Alkan, por no tener esos códigos? "No. La angustia es universal. Puede que un judío tena alguna ventaja para hacer un ensayo sobre la angustia en Kafka, pero el sentimiento lo entendemos todos igual. Chaim Azriel Weizmann, el primer presidente de la República de Israel, dijo que los judíos son como todos los demás humanos, sólo que más".

Sigmund Freud
Sigmund Freud

El texto de Lebrecht es tan amplio como la experiencia humana. Pasa de la piedad religiosa a la historia del capitalismo; de Wagner a Picasso, de las guerras culturales a la sexualidad. Y hay mucha sexualidad en Genio y ansiedad: Lebrecht aventura que la escandalosa Carmen de Bizet era una sevillana secretamente judía, presentada como gitana por un convencionalismo romántico; su hilo lleva hasta Sarah Bernhardt, hija de una prostituta y mujer de enésimos amantes. "Aunque en Sarah Bernhardt, el sexo es el medio y la fama es el fin. Sarah Bernhardt inventó la fama como la conocemos hoy. ¿Por qué? Porque ser famosa era su manera de protegerse. 'Soy Sarah Bernhardt, no podéis tocarme'. De nuevo, hay un trasfondo de ansiedad en esa actitud innovadora".

El tema de la sexualidad lleva entonces hasta Viena, la ciudad de Freud, pero también la de Magnus Hirschfeld. "Hirschfeld fue la primera persona, por lo que sé, que habló de la homosexualidad fuera de un marco de criminalidad. De nuevo, estamos ante judío que cambió la pregunta: ¿por qué es antinatural la homosexualidad?", explica Lebrecht. Junto a Hirschfeld y Freud, su libro identifica a otro personaje central en la revolución sexual del siglo pasado: Arthur Schnitzler, el autor de Relato soñado, una especie de Don Juan judío en la Viena de 1920. "Freud identificó la sexualidad como fuente de angustia y Schnitzler llevó a la práctica sus investigaciones con innumerables aventuras sexuales que registró en sus diarios. Fue su investigador de campo".

Albert Einstein.
Albert Einstein.

En la historia de Lebrecht, hay una ausencia obvia: España no aparece. No es culpa del autor, por supuesto. "España y Portugal son como dos agujeros en la historia de Europa. Son dos países que estuvieron fuera del progreso del mundo durante siglos, más allá de las aportaciones puntuales. Es inevitable preguntarse si eso tiene que ver con la expulsión de los judíos, hacer un poco de historia alternativa: ¿qué habría pasado si los judíos hubiesen permanecido en España y Portugal? El impacto que tuvieron los sefardís en la humanidad, ¿hubiesen cambiado la historia de España?", pregunta Lebrecht.

Y continúa: "Por cierto, fueron judíos españoles los que codificaron esas reglas, intuyo que por una influencia de Al Andalus. El judaísmo es como el islam, tiene una regla para cada cosa".

Franz Kafka.
Franz Kafka.

-La idea que me queda es que ese marco tan normativo crea relaciones de amor-odio en las personas que crecen en él. ¿Qué importa más en el éxito intelectual de los judíos? ¿Ese amor-odio o la hostilidad del mundo exterior, de los cristianos y los musulmanes?

-No es una relación de amor-odio es una relación de amor-miedo. Lo contrario del amor no es el odio sino el miedo. El miedo a perder aquello que amamos, ése es el origen de la ansiedad. La hostilidad de los gentiles no es muy importante, es una parte del paisaje que se da por hecho y que, en todo caso, puede que condicione el miedo. ¿Cómo es posible ser antisemita aún hoy? Ser antisemita en países en los que no hay judíos desde hace 80 años... Adorno decía que después de Auschwitz no era posible la poesía. Yo pensaba que después de Auschwitz no era posible el antisemitismo. Nunca en mi vida le di importancia; si alguien me decía algo ofensivo, pensaba que tenía más que ver con algún problema que esa persona tuviese conmigo, no con un factor de la cultura humana. Ahora, el antisemitismo está de vuelta; hay estadísticas, hay discursos políticos que lo demuestran. Hay algo primitivo que no sé de dónde puede venir.

Lebrecht termina con otra historia casi cómica y trágica a la vez, sacada de los años del terror: «Unos nazis encontraron a un judío en un tren y empezaron a acosarle y a humillarle. Le preguntaron: '¿De quién es la culpa del mal en el mundo, judío?'. Y el hombre les contestó: 'De los judíos'. Los nazis se pusieron muy contentos, pero el judío los interrumpió. 'De los judíos y de los ciclistas'. ¿Los ciclistas? ¿Por qué, qué han hecho los ciclistas? Y el hombre les contestó: '¿Y qué han hecho los judíos?'».

Fuente:www.elmundo.es

lunes, 26 de septiembre de 2022

El milagro de Israel para pasar de país desértico a que sobre agua (y 3): el riego por goteo y reciclarlo (casi) todo - Carmelo Jordá


 La visión original de los fundadores de Israel era la de un país con un carácter marcadamente agrícola. De alguna forma, muchos entendieron que para volver a la Tierra Prometida era necesario volver a la tierra en sí y las oleadas sionistas de la primera mitad del siglo XX llenaron el país de colonias dedicadas a la agricultura: los famosos kibutz.

El milagro de Israel para pasar de país desértico a que sobre el agua (1): política e infraestructuras

Afortunadamente, los kibutz ya no son lo que eran: la inmensa mayoría de ellos superaron hace décadas la ideología y la organización socialistas en la que se basaban. También la agricultura ha dejado de ser una pieza central de la economía israelí –los propios kibutz invirtieron en otros campos y crearon empresas de muchos tipos– pero a pesar de que su aportación al PIB sea pequeña, sigue siendo un sector básico para Israel por varias razones: la seguridad alimentaria en un país enclavado en un entorno tradicionalmente hostil, cierto orgullo nacional vinculado a esos pioneros sionistas y, por último pero no menos importante, los desarrollos tecnológicos y empresariales que han nacido de la agricultura y ahora se exportan a todo el mundo.

Pero, ¿y el agua?

Todo lo anterior está muy bien pero sería imposible de no contar con un suministro abundante, constante y fiable de agua, y más en un lugar como Israel, en buena parte desértico y con altas temperaturas durante muchos meses del año.

El milagro del agua en Israel (2): eficacia, ahorro y desaladoras

Dos estrategias se han desarrollado paralelamente para conseguir que no faltase el líquido elemento en el campo israelí: una, como siempre, el ahorro, del que hablaremos más adelante; la segunda quizá sea todavía más llamativa, es el uso masivo de agua reciclada: Israel reutiliza nada más y nada menos que el 85% de sus aguas residuales y para hacernos una idea de lo que esto supone hay que decir que en España ese porcentaje está entre el siete y el diez por ciento y, atención, pese a la distancia sideral que nos separa del país hebreo somos el líder europeo y segundos en el mundo en la materia.

Y la mayor parte de este agua reciclada se destina a la agricultura, así que aproximadamente el 90% de los riegos agrícolas en el país se hacen gracias a residuos que de otra forma habrían ido a parar al mar.

Tratamiento masivo: Shafdan

El mejor sitio para conocer esa ingente capacidad de reciclar agua es la planta de tratamiento de Shafdan, al sur de Tel Aviv. Allí llegan las aguas residuales de unos tres millones de personas que viven en el centro del país.

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La planta de tratamiento de aguas residuales de Shafdan | C.Jordá

A través de las dunas que cubren la zona dos grandes tuberías llevan hasta el interior de la planta lo que hasta no hace tanto era un engorroso residuo y ahora es un valioso recurso. Las instalaciones son propiedad de Mekorot, la empresa pública del agua israelí, y su portavoz Lior Gutman nos explica junto a los grandes depósitos que, para poder usarse en la agricultura, la purificación del agua tiene que pasar por tres estadios y que, aunque no lo hacen, técnicamente serían capaces de someterla a un cuarto que la haría apta incluso para el consumo humano.

Parte del proceso se desarrolla en unas instalaciones cerradas en las que se retiran los residuos sólidos, después, pasando de unos tanques a otros ya a cielo abierto el agua va depurándose hasta que es posible devolverla al sistema –obviamente, en un circuito diferente al del agua destinada al consumo doméstico– y distribuirla por todo Israel.

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Depósitos para generar biogás | C.Jordá

La planta de Shafdan cuenta también con unos grandes depósitos en los que a partir de los peores residuos se genera biogás, con lo que se reduce el consumo energético de las instalaciones.

En contra de lo que podría pensarse, Shafdan no es un lugar desagradable: en un día con viento suave el olor sólo se nota cuando estamos literalmente encima de las aguas residuales y no hay mucho más ruido que un operario que cortaba el césped con una especie de cochecito que conducía como lo habría hecho el mismo Fernando Alonso. Pero así, casi sin que uno se dé cuenta, millones y millones de litros de agua se van recuperando para un segundo uso, para un nuevo ciclo vital.

De la diálisis a los residuos del ganado

En algunos puntos de Israel la capacidad para depurar agua y darle una nueva vida alcanza un notable virtuosismo y se logra con soluciones tan brillantes como sorprendentes. Es lo que ocurre en los Altos del Golan, a tiro de piedra –aproximadamente a un kilómetro– de la frontera con Siria, en una planta de depuración que tiene que hacerse cargo de los residuos que generan las ganaderías de vacuno de los alrededores.

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Mino Negrini, de NUF Filtration | C.Jordá

"Aquí tratamos las aguas residuales producidas por 5.000 personas y 5.000 vacas –nos dice Mino Negrini, CEO de NUF Filtration– el equivalente sería tratar las de una ciudad de 150.000 personas". Para poder reciclar estos residuos de la ganadería es necesario un tratamiento "de muy alto nivel", porque las vacas no sólo producen muchos desperdicios sino que estos están "llenos de materia orgánica".

La solución no puede ser más ingeniosa: reutilizar los filtros médicos que se usan en los tratamientos de diálisis y que, obviamente, sólo pueden emplearse una vez. NUF Filtration los recupera hospital por hospital y los esteriliza para poder volver a usarlos: "Son el mejor filtro disponible en el mundo, al fin y al cabo imitan al mejor filtro del mundo que es el riñón".

Su eficacia es tal que permite retener "toda, y recalco el toda, la contaminación microbiológica y todas las partículas en suspensión, lo único que lo atraviesa es el agua y la sal". El proceso se realiza sin usar ningún producto químico y los filtros se pueden limpiar y usarse durante bastantes años y, encima, son realmente baratos: los hospitales están deshacerse de esos residuos que para ellos son difíciles de gestionar.

El agua puede usarse para regar cualquier tipo de cultivo y es perfectamente transparente e inodora, aunque conserva un color amarillento fruto de alguno de los residuos generados por las vacas. Una vez tratada, se almacena temporalmente en un estanque junto a planta sobre el que vemos la puesta de sol en una tarde agradable y ventosa, fresca en las alturas del Golán, un lugar quizá inesperado para una idea realmente insólita.

El rapidísimo ciclo del agua

Esta planta en un extremo del país nos muestra como el ciclo de vida de prácticamente toda el agua que se usa en Israel es doble: al primer paso por el circuito doméstico le sigue el tratamiento y reciclado y, tras este, el reaprovechamiento agrícola que luego extraerá todo el valor de cada una de las gotas.

Un dato curioso es la rapidez con la que todo ocurre: en sólo cuatro cinco horas el agua captada por una de las plantas desaladoras en el Mediterráneo habrá llegado a un hogar israelí y, tras ser usada y desechada por el desagüe, sólo tardará unos tres días en superar todo el proceso de purificación y regar, a través de un eficiente sistema por goteo, un campo agrícola en cualquier parte del país.

Otra vez el ahorro… y la tecnología

Precisamente, el riego por goteo y el ahorro de agua que supone son el otro elemento esencial en lo que ha logrado el sector agrícola israelí, que usando estas técnicas avanzadas para la gestión de los campos obtiene resultados muy superiores en cantidad y calidad con mucha menos agua.

De nuevo, una comparación con lo que ocurre en nuestro país nos servirá mejor que nada para entender la magnitud del ahorro: el sector agrícola en España consume casi 15.500 hectómetros cúbicos al año, con los que genera el 2,7% del PIB de nuestro país, es decir, unos 32.500 millones de euros.

Por su parte, el campo israelí consume unas trece veces menos agua, 1,2 hectómetros cúbicos, con los que logra un resultado económico que supone un 2,4% del PIB total del país hebreo: unos 9.900 millones de euros. Es decir, que con sólo un 7,9% del agua que usamos en España para la agricultura, en Israel se genera un sector agrícola que es casi un tercio del español.

Los inventores del riego por goteo

El mejor lugar para conocer la historia y el presente de esta tecnología es la factoría en el kibutz Magal de Netafim, la empresa que lo inventó. Allí nos recibe Gal Yarden, presidente de la división de la compañía para Europa, Oriente Medio y África, que nos cuenta como el negocio que nació en otro kibutz cercano en 1965 emplea ahora a 5.000 trabajadores en todo el mundo –entre otras muchas cosas tienen una fábrica en Ribarroja de Turia, muy cerca de Valencia– y factura 1.100 millones al año.

Yarden nos cita algunos casos de éxito: cultivos de arroz en Italia que han usado un 70% menos de agua y un 30% de nutrientes para obtener un cereal de la misma calidad y con menos emisiones de CO2; o en Grecia, donde no sólo se ha gastado un 68% menos de agua sino que se ha logrado hacer crecer el arroz en laderas.

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Riego por goteo en Netafim | C.Jordá

Y es que la tecnología de irrigación por goteo se ha desarrollado tanto que ahora permite no sólo regar la planta en cuestión, sino entregarle de la forma más eficaz posible todos los nutrientes que necesita, sin desperdiciar nada. En algunas ocasiones la producción prácticamente se dobla y el directivo de Netafim nos asegura que normalmente bastan entre un año y medio y tres para amortizar la inversión.

La empresa se compromete a facilitar a los agricultores una solución completa que no es sólo las tuberías, sino los equipos para controlar todo el proceso, los filtros para que el agua no tenga ninguna impureza que pueda dañar los dosificadores… Mientras visitamos la pequeña granja experimental que tiene Netafim junto a la fábrica uno de los expertos de la firma nos explica lo que son capaces de conseguir, más allá de mejorar la producción: "Se puede hacer crecer cualquier cultivo, en cualquier suelo y sea cual sea el clima".

Una frase que es un involuntario pero inmejorable resumen del empeño con el que Israel ha logrado salir adelante pese a tenerlo todo en contra: los vecinos, el territorio y hasta un clima que podría haber privado al país de lo más básico: el agua y ese pequeño gesto que damos por sentado, pero que en realidad es casi un gran milagro: abrir el grifo y disponer de agua para beber.

Fuente : www.libertaddigital.com

- Seguir leyendo: https://www.libremercado.com/2022-09-26/sequia-milagro-israel-para-pasar-de-pais-desertico-a-que-sobre-agua-y-3-el-riego-por-goteo-y-reciclarlo-casi-todo-6936265/

domingo, 25 de septiembre de 2022

El milagro de Israel para pasar de país desértico a que sobre agua (2): eficacia, ahorro y desaladoras - Carmelo Jordá


 

Parte de las instalaciones de la planta y una tranquila playa que en verano toman los bañistas. | C.Jordá

 

Los israelíes han convivido prácticamente toda su historia con el miedo a quedarse sin agua. Tanto es así como que algunos de los espacios arqueológicos más sorprendentes de Jerusalén son, precisamente, infraestructuras que hace ya casi 3.000 años se construyeron para poder tener agua en la ciudad tres veces santa.

No debe sorprendernos, por tanto, que dentro de sus costumbres, su cultura, y también en la educación que se da a los niños desde sus primeros años en el colegio, la convicción de que es necesario ahorrar y consumir sólo lo necesario sea una constante.

El milagro de Israel para pasar de país desértico a que sobre el agua (1): política e infraestructuras

Además, agresivas campañas publicitarias y unas tarifas que reflejan el coste real del agua han logrado ahorros importantes en los últimos años. Sin embargo estas no son la únicas medidas que reducen el consumo: la empresa nacional que controla buena parte de la gestión del líquido elemento en todo el país, Mekorot, presume de que en sus cañerías se pierde sólo un 3% de agua debido a fugas, un porcentaje que en el conjunto del país se eleva al 7% debido a que las redes de las empresas municipales son menos eficientes, pero que aun así está muy por debajo de lo que suele ocurrir en la mayoría de los países desarrollados. En España, por ejemplo, el porcentaje de agua que se pierde en la red, la llamada "no registrada", porque se pierde antes de llegar al contador, está en el 25% del total.

El gran cambio: las desaladoras

No obstante, es evidente que los ahorros son muy importantes, pero que el gran cambio en la disponibilidad de agua en Israel llegó a partir de 2005 y lo produjo la puesta en marcha de la primera planta de desalinización de agua marina, Ascalón, que desde entonces provee a la red de 90 hectómetros cúbicos al año de agua dulce perfecta para el consumo en los hogares.

En estos últimos 15 años la apuesta del país por el agua del mar desalinizada se ha multiplicado: en la actualidad son cinco las plantas que operan en la costa mediterránea: a la ya citada en Ascalón se han sumado Ashdod, Palmachin, Sorek y Hadera. Entre todas proporcionan casi 600 hectómetros cúbicos cada año, es decir, una séptima parte del total de agua que se suministra en España, en un país que tiene una quinta parte de los habitantes que el nuestro.

Otras dos cifras nos pueden ayudar a entender la magnitud del programa de desalinización israelí: en estos momentos España obtiene con sus mayores desaladoras un total de unos 515 hectómetros cúbicos, casi 100 menos que Israel y, además, para ello necesita doce plantas en lugar de cinco.

Y eso no es todo: tal y como explicaba en un encuentro con periodistas europeos en Tel Aviv Olga Slepner, en 2023 está prevista la puesta en marcha de otra desaladora en Sorek, que con una capacidad de 200 hectómetros cúbicos será la mayor del país. En 2025 llegará otra más, esta en el oeste de Galilea. Cuando las siete estén en marcha, Israel proporcionará el 100% del agua del grifo que consumirán sus ciudadanos por este método que ya hoy supone el 85% del agua que beben y con la que se asean los israelíes.

Así es una desaladora: el ejemplo de Hadera

Para saber más de esta tecnología visitamos la planta de Hadera, situada a unos 30 kilómetros al norte de Tel Aviv, no lejos de la histórica ciudad de Cesarea y sus ruinas romanas entre las que, por cierto, hay un bellísimo acueducto romano en plena playa que nos recuerda que eso de la ingeniería hidráulica viene de muy atrás.

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Hadera está al lado de una planta de generación eléctrica, la Orot Rabin, que es, curiosamente, la muestra de otro de los grandes procesos que vive el país: tras descubrir unos grandes yacimientos de gas natural no muy lejos de la costa esta energía se está imponiendo a todas las demás y, allí como en otros muchos lugares, está sustituyendo al viejo carbón, mucho más contaminante.

Las desaladoras israelíes son otro ejemplo de cómo, aunque el agua sea un sector completamente intervenido, la colaboración entre el Estado y el sector privado cada vez es mayor: tal y como nos explica David Muhlgay, CEO de la filial de IDE Technologies que gestiona la de Hadera, las plantas son construidas y operadas por empresas a las que se ofrece un compromiso de compra de agua por unas cantidades mínimas y una concesión por 25 años que, según nos adelantó una fuente conocedora de la cuestión, probablemente se amplíe ya que "el Estado no tiene ningún interés en operar desaladoras y el modelo está funcionando perfectamente".

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Membranas que son la clave del proceso | C.Jordá

La desaladora ocupa una estrecha franja de terreno junto al mar, aunque se interna cerca de mil metros en lo que son unas instalaciones enormes. Se trata de una planta de osmosis inversa, básicamente el agua atraviesa una serie de membranas tan finas que son capaces de atrapar hasta la sales disueltas.

Estas membranas se colocan en grupos de varias en una especie de vainas en las que el agua es inyectada a una presión de 70 bares. En una gigantesca sala se apilan miles de ellos en medio de un ruido ensordecedor. Hay nada más y nada menos que 53.000 membranas. El proceso es más complejo, pero aquí está lo esencial: el contenido de sales y minerales del agua se reduce de 40.000 a 240 partes por millón. El proceso de filtrado da como resultado un 50% de agua dulce y otro tanto de agua con algo más de contenido salino.

Precauciones ecológicas

Ese agua inyectada, además, sirve para recuperar la energía en otras partes del proceso y, por tanto, reducir el consumo hasta en un 45%. Es una de las medidas en marcha para minimizar el impacto ambiental, algo que se hace desde el inicio del proceso: tres tubos de 1.250 metros de longitud toman el agua lejos de la costa y lo hacen con un sistema de succión lenta que no afecta a la fauna. Como prueba de ello en la presentación en la propia planta nos muestran fotos de personas buceando tranquilamente junto a la toma.

Estas grandes cañerías se limpian sin usar productos químicos: en lugar de eso se lanza periódicamente una especie de gran desatascador con bordes de goma al que llaman PIG que se lanza por el tubo a una velocidad de 1,4 metros por segundo rebañando todas las impurezas que puedan haber quedado en el interior y que también podemos ver en nuestra visita, esperando ser usada.

El gran problema medioambiental con las desalinizadoras suele ser la salmuera generada en el proceso, pero según los responsables de Hadera la realidad en su planta es otra. Vemos desde el interior los torrentes que vierten este agua en el mar, justo en la entrada. Al lado de este vertido de un agua que es ciertamente cristalina el mar recibe otro: el de la usada en las calderas de la planta de energía, lo que contribuye a diluir la salmuera y a que la sustancia que llega al mar sea sólo "un poco más salada y un poco más caliente" que el agua marina, tal y como nos dice David Muhlgay.

La directora técnica del complejo, Miriam Brusilovsky, nos explica que cuando se cambie el combustible de la central térmica y ya no expulse esa agua, la desalinizadora dispondrá de unas tuberías de dos kilómetros de longitud para deshacerse de la salmuera. Allí, a una profundidad mayor y ayudada por unos aspersores especiales se diluirá con gran rapidez: "Cuando el agua llega a 10 metros de la superficie sólo tiene un 1% más de sal de lo normal", explica.

El principal problema ambiental y económico de las plantas desaladoras sigue siendo el consumo energético, pero este también se está reduciendo: "Antes las plantas necesitaban entre 4 y 4,5 KW/h para obtener un metro cúbico de agua, esta lo hace con 3,3 y las modernas ya logran hacerlo con 2,9", nos asegura Muhlgay. Este menor consumo hace, por supuesto, que los precios puedan ser más competitivos.

En cualquier caso, gracias a la introducción masiva del gas natural que el país ha encontrado en el Mediterráneo, los precios de la energía no están sufriendo una escalada como la que vivimos en Europa. Ventajas de hacer algo tan extraño –pero obviamente de sentido común– como usar tus propios recursos.

Está claro que la apuesta decidida de Israel por la desalación será a muy largo plazo: la planta de Hadera, por ejemplo, está construida como para poder funcionar "durante 40 o incluso 50 años si se hace el mantenimiento adecuado". Como ya hemos dicho, a medio plazo la desalinización podrá proporcionar el 100% del agua para el consumo doméstico en el país y es previsible que siga siendo así durante mucho tiempo.

Pero, ¿qué pasa con el consumo no doméstico, por ejemplo el del pujante sector agrícola? Para eso Israel también ha creado grandes soluciones, pero de ellas hablaremos en el siguiente artículo.

Fuente: www.libertaddigital.com

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sábado, 24 de septiembre de 2022

El milagro de Israel para pasar de país desértico a que sobre el agua (1) - Carmelo Jodá

 


Durante años, los telediarios de Israel abrían hablando de la cantidad de agua que había en el mar de Galilea. "El nivel del Kineret –el nombre en hebreo del mayor lago de agua dulce del país– era el nivel de ánimo de los israelíes", me cuenta un periodista en la orilla de la gran masa de agua sobre la que caminó Jesucristo.

Había una buena razón para ello, mucho más allá de aspectos sentimentales o del interés por el Nuevo Testamento: el lago de Tiberiades, como también se lo conoce, era la mayor y casi única reserva de agua dulce del país y lo siguió siendo hasta bien entrado el siglo XXI.

Y es que no descubrimos nada si decimos que Israel es un país seco, en parte desértico, así que no es extraño que incluso antes, desde su nacimiento en 1948, sus padres fundadores tuvieran, entre otras muchas preocupaciones, la de lograr suficiente agua para una población en constante crecimiento y un sector agrícola que entonces era parte esencial del impulso sionista.

Aún hoy en día, si bien hace mucho que la agricultura ha dejado de ser esencial para el conjunto de la economía israelí, sí es una parte importante del orgullo nacional de un país en el que muchos de sus pioneros se establecieron en comunas agrícolas, los famosos kibutz.

Hoy en día, sin embargo, Israel no sólo tiene agua más que suficiente para un consumo que poco a poco se va elevando y para unos agricultores que incluso se permiten exportar, sino que incluso puede venderle agua a sus vecinos: Jordania recibe nada más y nada menos que 100 hectómetros cúbicos al año a precio de saldo y, tan pronto como se creen las infraestructuras al otro lado del río Jordán, esa cantidad podría doblarse. Además, la Autoridad Nacional Palestina recibe otros 100 hectómetros e incluso Gaza, donde Hamás se niega a cualquier compromiso con Israel, tiene asignados otros 20 de los que actualmente sólo usa la mitad.

Propiedad del Estado, pero a precio de mercado

¿Cómo ha sido posible este trayecto desde ser un país desértico en el que el agua era una obsesión a disponer incluso de más de la necesaria? Libertad Digital ha recorrido Israel en un viaje de la organización EIPA para conocer esta historia y la analizaremos en una serie de tres artículos en los que hablaremos de decisiones políticas, de infraestructuras, de tecnología e incluso de ingenio humano, un ingrediente que suele estar en no pocos de los éxitos de este pequeño país.

Empezaremos por el principio: inspirados por el fuerte componente socialista que tenía el movimiento sionista y por la necesidad de construir instituciones fuertes en un entorno hostil, los fundadores de Israel decidieron que toda el agua en el país era un bien público propiedad estatal. Y cuando decimos toda queremos decir toda: la de ríos y lagos, la de los acuíferos subterráneos e incluso el agua de lluvia que alguien pudiera almacenar en una piscina. En Israel era, y es, imposible hacer un pozo o bombear agua de un arroyo sin el visto bueno de las autoridades y, además, no es nada fácil conseguirlo.

Cualquier decisión sobre el agua se tomaba bajo una estricta supervisión política en la que participaban seis ministerios y otra media docena de entidades públicas, un sistema que demostró sus flaquezas –a pesar de algunos logros importantes– y que acabó dando paso a otro esquema no mucho más liberal pero sí bastante más racional: en 2007 se creó la Autoridad Nacional del Agua, un organismo que, pese a partir de nombramientos políticos, funciona de forma independiente –algo no tan extraño en un país en el que los gobiernos pueden durar sólo unos meses– y que toma las principales decisiones sobre el agua en todo Israel, entre ellas la definición de las tarifas.

De hecho, una de las primeras medidas que puso en marcha este organismo demostró esa independencia de la política, ya que era lo suficientemente impopular como para que ningún gobernante se atreviese a tomarla: una subida de los precios para que los usuarios pagasen el coste real del agua que llega a sus casas, campos o industrias. ¿Resultado? Aumentar aún más la concienciación de una población que como decíamos siempre ha entendido que no se trata de un recurso infinito y, por la vía del sablazo económico, una reducción del consumo de cerca de un 20%.

Una única empresa…

Israel cuenta también con una única compañía –de propiedad pública– que gestiona muchos de los pasos que da el agua: Mekorot. Fundada incluso antes de la independencia del país en 1948, en bastantes aspectos funciona como una empresa privada, con un alto nivel de exigencia y eficacia, a pesar de ser 100% del Estado.

Además, en distintos momentos del ciclo del agua Mekorot se relaciona con agentes privados –algunos de los suministradores de agua lo son– y también con otras empresas públicas: las formadas en agrupaciones de municipios y que se encargan el servicio a los consumidores, es decir, de llevar el líquido elemento a los hogares, las industrias…

En este momento son 56 empresas de servicios municipales –ahora van a reducirse a una tercera parte en busca de una mayor eficiencia, nos cuenta en Tel Aviv Olga Slepner, asesor de la Dirección General y responsable de la Unidad de Relaciones Internacionales de la Autoridad Nacional del Agua– que también tienen que aplicar criterios de gestión privada y que no responden ante los ayuntamientos. De hecho los consistorios tienen que pagar el agua como cualquier otro usuario: se acabó regar parques de cualquier manera.

Resumiendo mucho: el sistema que lleva el agua a los hogares de Israel incluye suministradores privados de agua, la propia Mekorot que gestiona el líquido elemento a lo largo de todo el país y, finalmente, empresas que operan en varios ayuntamientos al mismo tiempo y que son las que llevan el agua a los grifos de las casa.

…Y una única cuenca hidrográfica

A pesar de su pequeño tamaño, Israel tiene regímenes de lluvias muy distintos y, por tanto, recursos hídricos muy diferentes de una parte a otra: en la franja más al norte las lluvias son bastante abundantes y el Mar de Galilea supone una gran reserva de agua: hasta 4.400 hectómetros cúbicos cuando está lleno.

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El Mar de Galilea, desde su costa norte | C.Jordá

Por su parte, la zona del centro tiene una pluviosidad razonable, aunque con ciclos de sequía que complican las cosas; finalmente, el sur es literalmente un desierto en el que pueden pasar años sin ver una gota. No sé a ustedes, pero a mí estas franjas tan diferentes me recuerdan a algo...

Pero al contrario de lo que hacemos en otros sitios, en Israel nunca se puso en duda que las zonas con más agua debían contribuir con sus excedentes a abastecer aquellas otras en las que el líquido elemento era un bien más escaso: la primera gran infraestructura que se decidió abordar fue el Trasvase Nacional que debía llevar agua desde el norte húmedo hasta el sur seco.

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Bombas que extraen agua del Mar de Galilea | C.Jordá

Este gran acueducto nace del mar de Galilea, en unas instalaciones que aún hoy en día se siguen usando aunque en menor medida. Visitamos con un grupo internacional de periodistas el lugar del que empieza esta enorme infraestructura en la orilla del gran lago israelí. Allí el portavoz de Mekorot, Lior Gutman, nos cuenta que hoy en día esa gran masa de agua dulce ya no está sobreexplotada: "Sólo bombeamos unos 200 hectómetros cúbicos al año, que usamos sobre todo como reserva de emergencia ante picos de consumo u otras incidencias y para el agua que transferimos a Jordania".

El agua que se extrae del bíblico lago se bombea hasta otro, este artificial: el estanque Schkol, un gran depósito al aire libre que está unos kilómetros al sur y bastantes metros por encima, ya que el Mar de Galilea se encuentra en la misma depresión que el Mar Muerto y a algo más de doscientos metros por debajo del Mediterráneo. El estanque ofrece una estampa llamativa en un entorno que ya es más seco y con pequeñas montañas de fondo; en su centro una gran bandera de Israel casi flota sobre el agua y lanza todo un mensaje.

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El lago artifical Eshkol | C.Jordá

Allí junto al propio reservorio están las grandes instalaciones que depuran el agua, que una vez lista para el consumo ya entra en la red nacional, aunque en ocasiones su viaje aún es más complejo: tal y como nos cuenta en otro momento el propio Lior Gutman grandes cantidades de agua se vierten en una zona arenosa cerca de Tel Aviv y allí, tras un filtrado natural, quedan almacenadas en un acuífero subterráneo para ser extraídas cuando sea necesario.

Además, a partir de noviembre este gran acueducto nacional, que por supuesto llega hasta las zonas agrícolas del sur, ya en el desierto del Negev, podrá funcionar en el sentido opuesto y llevar agua desde el centro de Israel hasta el mar de Galilea si la situación en el lago lo requiriese: "Vamos a hacer la primera prueba en un par de meses, nos aseguraremos de que todo va correctamente y de que no hay fugas y el sistema quedará preparado para ser usado si es preciso, aunque por lo pronto no prevemos hacerlo porque la situación del Kineret es inmejorable", asegura Lior Gutman en unas instalaciones junto a un lago de Tiberiades que, desde luego, tiene un aspecto bellísimo, difícilmente mejorable.

¿Y de dónde sale esta agua que podrá llenar en el futuro el Mar de Galilea? De eso les hablaremos en el próximo artículo.

Fuente:www.libertaddigital.com