domingo, 12 de enero de 2014

El indómito general - César Vidal


El 6 de febrero de 2001, los ciudadanos de Israel escogieron a un nuevo primer ministro con un apoyo electoral del 62,38 por ciento. El ganador, Ariel Sharon, era el nieto de un judío ruso. En 1941, con trece años ya hacía guardia por la noche para defenderse de posibles incursiones. En 1948, combatió durante la Guerra de Independencia al mando de una compañía. Durante la posguerra, fue jefe de una unidad destinada a realizar represalias por los atentados terroristas. Destacó en las guerras de 1956, de los Seis Días y del Yom Kippur, logrando incluso salir con bien de un consejo de guerra por insubordinación. Convencido de que la paz con los árabes nunca podía ser adquirida a costa de la seguridad nacional ni pactando con terroristas, mantuvo excelentes relaciones con Hussein de Jordania y se identificó con la posición antipalestina de los cristianos libaneses. Entre 1965 y 1982, la OLP asesinó en atentados terroristas a 1.392 personas. Cuando el Gobierno de Israel supo que Arafat iba a trasladar varios millares de terroristas a la zona occidental de Beirut decidió actuar. La operación militar, bajo el mando de Sharon, se zanjó con la expulsión de más de 15.000 terroristas. Sin embargo, la OLP no estaba dispuesta a darse por vencida y procedió a asesinar al presidente libanés Bashir Gemayel. El 16 de septiembre de 1982, las falanges libanesas entraron en los campos de refugiados de Sabra y Shatila y dieron muerte a 328 palestinos varones, 15 mujeres y 20 niños además de 109 libaneses, 21 iraníes, siete sirios, tres pakistaníes y dos argelinos. La comisión Kahan concluiría que la matanza había sido realizada por las falanges libanesas sin participación alguna de tropas israelíes o de sus mandos.
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Sin embargo, también traslució que Sharon no movió un dedo por impedirla. Si no desapareció de la escena política fue porque Shamir, el sucesor de Begin, lo protegió. La colaboración entre Sharon y Shamir duró hasta 1990, cuando el primero presentó su dimisión como ministro de Industria y Comercio. Apenas cuatro meses después, debido a la crisis de vivienda provocada por la llegada masiva de inmigrantes de la Unión Soviética, Sharon asumió la cartera de Vivienda y Construcción.
Tras concluir la Guerra del Golfo, fue uno de los pocos que se opuso a la conferencia de Madrid. No consiguió imponer sus puntos de vista y, en 1992, el laborista Yitshak Rabin se alzó con la victoria. En 1995, Rabin fue asesinado por un judío y, seis meses después, el Likud, bajo Benyamin Netanyahu, ganaba las elecciones. Sharon recibió la cartera de Infraestructura Nacional, realizando una gestión encaminada a estrechar lazos económicos con Jordania a la vez que insistía a Netanyahu para que no comprometiera la seguridad nacional cediendo a las presiones de Bill Clinton. En 1998, Netanyahu nombró a Sharon ministro de Asuntos Exteriores. En mayo de 1999, el laborista Ehud Barak se convirtió en primer ministro. Durante los meses siguientes, en la vida de Sharon se sumaron las desgracias. Su esposa Lily, hermana de su primera esposa, enfermó de cáncer –moriría en 2000– y su granja fue arrasada por las llamas. El 17 de septiembre de 2000, los palestinos comenzaron una nueva oleada de ataques terroristas en la zona de Gaza para conseguir nuevas concesiones.
El 24 del mismo mes, Sharon informó a las autoridades, incluidas las palestinas, de que el día 28 tenía intención de visitar el monte del Templo. La comisión Mitchell concluiría que la visita de Sharon «no había sido la causa de la intifada de Al-Aqsa», pero su imagen volvería a ser vilipendiada, lo que no impidió que ganara las elecciones de 2001 con un resultado espectacular. Durante su mandato, Israel se retiró unilateralmente de la franja de Gaza y extendió la controvertida barrera de defensa israelí. En noviembre de 2005, disolvió el legislativo al carecer del apoyo laborista y creó Kadima, un partido de centro.
El 18 de diciembre de 2005, sufrió un infarto cerebral que se agravó con una recaída el 5 de enero de 2006. Entraría así en coma, lo que algunos interpretaron como un castigo divino por ceder Gaza. En 2010, fue trasladado en estado vegetativo a su casa. Para muchos, era el símbolo de la gallardía israelí frente a la agresión y el terror; para otros, el de una política tan paralizada como su organismo.
Fuente:larazon.es
César Vidal

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