Dos aficionados con las banderas de España y de Israel -ALBERTO MORENTE (EFE) |
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El vocero que dirigía la cabeza de la manifestación en favor de
boicotear el Estado de Israel proclamó que su ideal era
“internacionalista”, pero los signos inscritos en la bandera gigante de
Palestina que portaban sus correligionarios, unos metros por detrás,
obligaba a sospechar en un provincianismo exacerbado: “Stop Xenocidiu.
Gobiernu Cómplice”. A la cola de la multitud, de unas 300 personas, el
coro remataba: “¡España e Israel, la misma mierda es!”.
La plaga de polillas que devora el patatal de San Tirso preocupa un poco menos a los vecinos de Gijón que la
movilización que organizaron los colectivos agrupados en torno a
Izquierda Unida y Xixón Sí Puede en favor del boicot al Estado de Irael.
La ciudad apenas interrumpió su discurrir tranquilo mientras los
activistas, los políticos y las fuerzas de seguridad se preparaban para
un conflicto apenas perceptible.
Aprovechando que la selección española de fútbol recibe a Israel
este viernes a las 20:45 en El Molinón, y al hilo de la campaña del
movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), coordinada
mundialmente por el Comité Nacional Palestino, la izquierda más
combativa de Gijón elevó la voz de una protesta que les confiere
identidad y visibilidad. La manifestación que pretendía denunciar “el
genocidio” y el “apartheid” que es “constitutivo” del Estado de Israel,
salió de la Plaza del Parchís, en el centro de Gijón, y contó con el
seguimiento de entre 200 y 300 personas.
En enero de 2016 el pleno del ayuntamiento de Gijón aprobó con los
votos de Izquierda Unida, Xixón Sí Puede y el PSOE una declaración
formal denunciando la violación sistemática de los derechos humanos por
parte de Israel y pidiendo el boicot a sus bienes y servicios. En
diciembre, la federación española de fútbol concedió a Gijón la sede del
partido España-Israel, quinto encuentro de la serie de clasificación
para el Mundial de 2018. Desde la federación se advirtió más tarde que, a
la hora de tomar la decisión, nadie conocía en Las Rozas la peculiar
posición de Gijón en relación al estado hebreo. Alarmado ante la
posibilidad de generar un conflicto indeseado, el PSOE dio un paso al
costado y el pasado 9 de marzo se unió al Foro Asturias, partido de la
alcaldesa Carmen Moriyón, para revocar el acuerdo favorable al BDS. El
PP y Ciudadanos, que habían tachado la declaración inicial de
“antisemita” abandonaron la sala en protesta por lo que ahora consideran
un procedimiento revocatorio irregular. En Gijón, el enredo ideológico
solo es equiparable a la confusión burocrática.
El vocero de la manifestación indicó que la movilización no pretendía
persuadir a los aficionados de que no acudieran al partido. Pero pidió
la expulsión de la selección de Israel de las competiciones de la FIFA
porque representaba a un país que vulneraba los derechos humanos.
También advirtió el portavoz de que rechazaban cualquier acto de
“xenofobia”, “racismo”, “antisemitismo”, “antisionismo” o de “incitación
a la violencia”. Pero sus acompañantes lucían carteles con leyendas
como: “El sionismo asesina niños”.
A la media hora de iniciada la marcha, no quedaban rastros ni del
sonido del tambor ni de banderas al viento. Con el partido de fútbol a
punto de empezar, la mayoría de los habitantes de la ciudad, los
indiferentes, acudían al café, al bar, a la verdulería, a casa, y
también al estadio a asistir a un encuentro que tampoco parecía
emocionarlos demasiado. En El Molinón, con capacidad para 31.000
espectadores, apenas se cubrió un tercio del aforo. Fue la peor entrada
que se recuerda en los últimos años en un estadio que se llena cada vez
que juega el Sporting.
"La gente ha estado muy cariñosa con nosotros", dijo Elisha Levy, el
seleccionador de Israel, cuando le preguntaron por el público español
dentro del campo. El Molinón no solo registró una entrada muy mala para
sus estándares. La muchedumbre, normalmente alborotadora, pareció tibia y
serena hasta rozar el sopor. Los que más ruido hicieron fueron los
integrantes de la afición israelí, concentrada en un grupo de unas
decenas de personas que no dejaron de cantar desde un córner.
Fuente :www. elpais.com ( Diego Torres )
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