"La primera vez que vi el tatuaje en el brazo de mi padre me llamó
mucho la atención porque en aquella época no existía esa moda. Mis
hermanos y yo éramos pequeños y le preguntamos. Pero a él no le gustaba
hablar mucho del tema con nosotros". Mario Venezia, presidente de la Fundación Museo del Holocausto de Roma,
recuerda vagamente las veces que su padre, el desaparecido Shlomo
Venezia, superviviente de Auschwitz, compartió con ellos algún recuerdo.
"Se ponía muy nervioso si nos dejábamos algo en el plato. Nos explicaba
el hambre que había pasado pero no entraba en detalles. Las cosas más
duras nunca nos las contó y no creo que se las contara a nadie",
confiesa a EL MUNDO.
Shlomo Venezia era un judío sefardita. Había
nacido en Tesalónica (Grecia) en 1923 pero tenía nacionalidad italiana.
Procedía de una familia de sefardíes expulsados de España en el siglo
XV y conservaba su lengua de origen. "Hablaba judeo-español
perfectamente", cuenta Mario. "En España se sentía como en casa". En
1944 fue arrestado y deportado a Auschwitz
con sus padres y sus cuatro hermanos. Nunca volvió a verlos. Durante
ocho meses fue miembro de los 'sonderkommandos', el grupo de presos
judíos que se dedicaban a transportar los cadáveres desde las cámaras de
gas hasta los hornos crematorios. Tras abandonar el campo de
concentración, pasó siete años recluido en un sanatorio para aprender a
vivir entre la gente. Consiguió un trabajo en un gran hotel de Roma, se
casó y tuvo tres hijos. No volvió a pisar Auschwitz hasta 1992. Su
testimonio sirvió de inspiración a Roberto Benigni, que lo fichó como
consejero para la película 'La Vida es Bella' (1997). En 2007 publicó un
libro, 'Sonderkommando: el testimonio de un judío obligado a trabajar
en las cámaras de gas', que fue traducido a 17 idiomas.
"Cuando se
jubiló se dedicó a hacer compañía a mi madre en la tienda de
'souvenirs' que teníamos cerca de la Fontana de Trevi y a dar
conferencias a estudiantes". Después de su muerte en 2012, ahora es su
viuda, Marika Kaufmann, quien recorre Italia de punta a punta para
mantener vivo el recuerdo de su marido. Mario es el único de los tres
hermanos que ha tomado el testigo de su padre para reivindicar su
historia. "Hubiera preferido no tener que hacerlo porque es un tema doloroso -reconoce- pero es necesario".
La fundación presidida por Venezia publicará próximamente un libro
llamado 'Los años de la vergüenza: 1938-1943', dirigido a las escuelas.
"La
historia nos enseña que todo lo que sucedió en aquellos años, las leyes
raciales y los crueles sucesos de después, fueron precedidos por una
profunda propaganda que duró años. La propaganda nace de las palabras.
La intolerancia, la violencia en el deporte,... no se puede dejar pasar
todo y después escandalizarse cuando sucede un hecho terrible".
Fuente : elmundo.es
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