De los 600.000 judíos que poblaban las calles más emblemáticas de Marruecos en los años 50, en la actualidad solo quedan 2.000
"En 1940, un tercio de la población de Marruecos era hebrea", dice Joseph Israel, el gran rabino de Casablanca
-el líder principal de la comunidad judía- desde su despacho, el 133,
situado en el segundo piso del Tribunal de Primera Instancia de
Casablanca. Lo dice con añoranza y con pena. Con nostalgia. "Ahora la
mayoría de la gente joven ha salido a cursar sus estudios en el
extranjero y ya no vuelven. Tendemos a desaparecer", cuenta a este
periódico el único líder judío que impera en todo el reino alauí.
Primero fue juez, luego se formó para ser rabino "por vocación" y cuando el anterior gran rabino viajó a Israel
para retirarse (llevaba vigente desde 1989), le nombraron su sucesor
"por sus conocimientos y experiencia", como él mismo explica. Nunca ha
dejado de ser juez porque ambas capacidades suelen ir de la mano. "Soy
funcionario que es lo que me da de comer, ser rabino es por espíritu y
vocación", afirma.
Los otros cinco rabinos de formación que quedan en todo Marruecos,
aunque son de menor rango en lo religioso, también son jueces y
defienden los asuntos legales de todos los judíos marroquíes, desde
Casablanca. Gente de todas partes de Marruecos, incluso los que nacieron
ayer en el país magrebí y viven hoy en el extranjero, acuden a este
Tribunal para contarles sus pleitos. Algunos quieren divorciarse, otros
tienen problemas con la herencia y la gestión de sus bienes.
Es esta ciudad la que alberga a prácticamente toda la población hebrea de Marruecos. De las 200 sinagogas
que tuvo en su momento solo están en uso 35. La mayoría de ellas solo
abren los viernes por la noche o los sábados durante el día como sitio
de culto y rezo. Nada que ver con el "lugar de encuentro de hombres
intelectuales y mujeres ilustradas que eran antaño", según cuenta
Israel.
Su sinagoga es pequeñita, de barrio, sólo abre los sábados, el día de la fiesta hebrea. Allí, hombres y mujeres rezan por separado. Ellos en la parte principal de la sinagoga y
ellas en una sala con varios bancos y separada de la de los hombres por
una cortina, en la parte trasera. La mayoría de las mujeres esperan
charlando a que acaben sus maridos de rezar y las que están viudas
acuden allí como lugar de reunión y encuentro con sus amistades, explica
Monnik Tobalí a EL MUNDO.es, desde la sinagoga de Rabat, la única que
queda en la capital administrativa de Marruecos.
De 20 sinagogas
que tuvo en los momentos de esplendor, en los que la comunidad judía se
dejaba ver por los clubes y restaurantes hebreos de Rabat, ahora solo
queda una, situada en el centro de la capital y tan solo 80 judíos en toda la ciudad.
La sinagoga es relativamente nueva, ya que las anteriores, situadas en
el Mellah, el antiguo barrio judío de Rabat, han quedado obsoletas y en
desuso. "Estaban que se caían", corrobora Tobalí, en un perfecto
español.
Lo mismo ha pasado con los restaurantes, clubes y escuelas judías.
Solo queda un restaurante que es más frecuentado por la población
musulmana rabatí que por los propios hebreos. Las escuelas y los clubes
han desaparecido por completo de Rabat, solo queda alguno en Casablanca.
"Matadlos dónde les encontréis"
Los pocos judíos que quedan en Marruecos no viven su mejor momento. El 26 de octubre circuló por Internet un vídeo en el que yihadistas pedían
que se exterminase a los judíos marroquíes, según informó la agencia
EFE. "Matadlos dónde les encontréis", ordenaban las imágenes.
Hace
varios días, en una manifestación por el pueblo palestino en
Casablanca, varios musulmanes representaron un 'teatrillo' en el que
simulaban que mataban a todos los judíos. Estos caían y yacían muertos
en el suelo. La población semita de Marruecos lo entendió como una exaltación del odio
que fomentaba el antisemitismo y mediante una petición de firmas en
Avaaz, exigieron que se condenara el acoso a los judíos con penas de
prisión, tal y como reclama el Código Penal marroquí.
El activista marroquí Sion Assidon,
por su parte, respondió a los judíos acusándoles de "querer sembrar un
clima de psicosis entre la población judía en Marruecos" y alimentar la
islamofobia.
El éxodo de los seis días
La
mayoría de los hijos de Tobalí salieron a estudiar al extranjero. Su
marido es médico y ella ejerció de profesora en colegios privados de
Marruecos durante muchos años. Una época, incluso, impartió clases en
los círculos próximos al rey. A ella, como a Israel, el último gran
rabino, también le preocupa esa tendencia a desaparecer, frecuente desde la Guerra de los Seis días,
en junio de 1967. "Muchos judíos tuvieron miedo. Pensaron que los
musulmanes tomarían represalias contra nosotros por las acciones de
Israel", sigue narrando Tobalí, con muestras de preocupación en su
rostro.
Del 5 al 10 de junio de 1967, Israel se enfrentó a
Egipto, Jordania, Siria e Irak. La derrota fue aplastante e Israel
consiguió aumentar considerablemente su territorio. Fue en ese momento
en el que se empezó a producir "el éxodo de judíos a Israel", cuenta el
rabino.
Ahora la huida es diferente. No lo hacen por miedo a las
represalias, tampoco por el antisemitismo. "Burros hay en todas partes,
pero la mayoría de los musulmanes son cordiales y amables con la comunidad",
explica Tobalí. "Si tú les respetas a ellos, ellos te van a respetar a
ti. Después de varias décadas, hemos aprendido a convivir", añade.
Las
razones de esta escapada hebrea poco tiene que ver con la de los años
70. Ahora, los hijos de los judíos marroquíes, la mayoría de ellos
todavía muy bien posicionados, emigran para estudiar en las mejores
universidades de Estados Unidos, Francia, Canadá o Israel. "Aquí, en Marruecos, no tienen oportunidades",
afirma el Rabino. Él también estudió sus estudios en Francia, pero
volvió para ejercer en Marruecos. Siempre tuvo claro que volvería. Sin
embargo, sus hijos, uno en Estados Unidos, otro en Canadá y otro en
Israel, no lo ven de la misma manera. "Ellos acabarán haciendo su vida
allí y es normal", sigue explicando.
La calle de las sinagogas
Pero sin duda la ciudad que más ha cambiado
para la población judía es Tánger. De los 17.000 judíos que llegaron un
día muy lejano a Tánger, ya solo quedan 90 aproximadamente y casi todos
son personas de la tercera edad, mayores de 75 años.
Esta Comunidad siempre tuvo su propia identidad y una calle estrechita en la medina de Tánger que concentraba una decena de sinagogas, entre ellas la famosa sinagoga Nahon, de 1878. Para que abra sus puertas hay que acercarse a la sede de la comunidad, a escasos metros, y pedir al presidente visitarla.
"Como los judíos de Tetuán, Larache, Asilah o Chaouen
-todas ellas localizaciones del norte de Marruecos-, el judío tangerino
conservó, cariñosa y cuidadosamente, el idioma familiar y comunitario,
el judeo-español, que evolucionó para dar como resultado una mezcla que
recibe el nombre de hakitía", escribía en 2014 Rajae Boumediane el
Metni, quien ha ganado su reconocimiento por sus traducciones al español
de las novelas de Mohamed Chukri, famoso escritor tangerino.
Rebeca Hortigüela - Casablanca
Fuente:elmundo.es
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