Su obra lanzó una revisión definitiva del marxismo, los campos de concentración comunistas y el proyecto totalitario de la URSS
Ha muerto André Glucksmann (Boulogne-Billancourt,
1937), uno de los grandes ensayistas de la Francia de nuestro tiempo,
en permanente lucha contra todos los totalitarismos.
Activista durante las jornadas de Mayo de 1968, Glucksmann se dio a conocer como ensayista en 1975, con un libro que tuvo grandes repercusiones políticas y culturales: «La Cuisinière et le mangeur d'hommes, réflexions sur l'État, le marxisme et les camps de concentration».
Ese libro fue el primer jalón fundacional del movimiento de los «nuevos filósofos». A partir de la experiencia concentracionaria del Archipiélago Gulag de Aleksandr Solzhenitsyn, Glucksmann, entre otros, lanzó una revisión capital del pensamiento marxista, la realidad histórica de la URSS y la tragedia universal de los campos de concentración comunistas.
Se trataba de un giro histórico del pensamiento francés de la época. Entre 1945 y 1975, buena parte de la cultura francesa de la época estuvo dominada por la influencia intelectual marxista y la influencia política dominante del PCF.
Mayo de 1968 marcó la ruptura intelectual y cultural con el PCF, cuando Daniel Cohn-Bendit y los intelectuales próximos al movimiento insistieron en las derivas totalitarias del movimiento comunista internacional, íntimamente asociado a la URSS, por aquellos años.
La obra de André Glucksmann, entre otros, lanzó una revisión definitiva del marxismo, los campos de concentración comunistas y el proyecto totalitario de la URSS.
Tras aquella obra fundacional, publicada en 1975, siguieron una veintena de ensayos de influencia siempre significativa.
Glucksmann nos ayudó a comprender los orígenes totalitarios del terrorismo islámico releyendo un libro canónico de Dostoievski, «Los endemoniados». Releyendo a Montaigne o Descartes, Glucksmann salía al paso de todas las «locuras» de un cierto pensamiento francés víctima de sus nubes tóxicas ideológicas.
Espíritu libre, hasta el fin, Glucksmann seguía la actualidad social y política «releyéndola» desde una óptica moral y filosófica. Fue, a su manera, una suerte de «semáforo» de todas las variantes esquizofrénicas del paisaje político y cultural francés de su tiempo.
Fuente :abc.es
Activista durante las jornadas de Mayo de 1968, Glucksmann se dio a conocer como ensayista en 1975, con un libro que tuvo grandes repercusiones políticas y culturales: «La Cuisinière et le mangeur d'hommes, réflexions sur l'État, le marxisme et les camps de concentration».
Ese libro fue el primer jalón fundacional del movimiento de los «nuevos filósofos». A partir de la experiencia concentracionaria del Archipiélago Gulag de Aleksandr Solzhenitsyn, Glucksmann, entre otros, lanzó una revisión capital del pensamiento marxista, la realidad histórica de la URSS y la tragedia universal de los campos de concentración comunistas.
Se trataba de un giro histórico del pensamiento francés de la época. Entre 1945 y 1975, buena parte de la cultura francesa de la época estuvo dominada por la influencia intelectual marxista y la influencia política dominante del PCF.
Mayo de 1968 marcó la ruptura intelectual y cultural con el PCF, cuando Daniel Cohn-Bendit y los intelectuales próximos al movimiento insistieron en las derivas totalitarias del movimiento comunista internacional, íntimamente asociado a la URSS, por aquellos años.
La obra de André Glucksmann, entre otros, lanzó una revisión definitiva del marxismo, los campos de concentración comunistas y el proyecto totalitario de la URSS.
Tras aquella obra fundacional, publicada en 1975, siguieron una veintena de ensayos de influencia siempre significativa.
Glucksmann nos ayudó a comprender los orígenes totalitarios del terrorismo islámico releyendo un libro canónico de Dostoievski, «Los endemoniados». Releyendo a Montaigne o Descartes, Glucksmann salía al paso de todas las «locuras» de un cierto pensamiento francés víctima de sus nubes tóxicas ideológicas.
Espíritu libre, hasta el fin, Glucksmann seguía la actualidad social y política «releyéndola» desde una óptica moral y filosófica. Fue, a su manera, una suerte de «semáforo» de todas las variantes esquizofrénicas del paisaje político y cultural francés de su tiempo.
Fuente :abc.es
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