El matrimonio de conveniencia que gobernará Israel, alternándose el
poder, lo forman dos políticos de trayectorias y credos muy diferentes
Las disimilitudes entre los dos Benjamin más poderosos de Israel van
más allá de la diferencia de edad (10 años) y altura (15 centímetros).
Benjamin Netanyahu debutó como diputado en 1988, ejerce de primer
ministro desde 2009, despierta amor y odio por igual de infinito y está imputado por corrupción. Benjamin Benny Gantz,
ex jefe del Ejército, apenas completa su primer año en la Knésset, no
provoca fuertes emociones y tiene fama de naif y juego limpio.
El
primero es un astuto animal político que ha sobrevivido a rivales
internos (Ehud Olmert, Tzipi Livni, Isaac Herzog, Yair Lapid, Gideon
Saar...), externos (Bill Clinton, Barak Obama, Abu Mazen...) y a la
investigación y posterior procesamiento por soborno, fraude y abuso de
confianza. El segundo nunca tuvo la política como obsesión y ni siquiera
vocación, pero está más cerca que nadie en la última década de ser el sucesor de Netanyahu. Aunque sea pactando con él.
El coronavirus y
el temor a nuevas elecciones llevaron a Gantz a romper su principal
promesa electoral en la decisión más controvertida desde que hace año y
medio aceptó liderar el bloque centrista Azul y Blanco. Cuando su socio
Yair Lapid estaba a punto de completar su plan para cambiar al
presidente de la Knésset y elevar la presión sobre Netanyahu, éste lanzó
un ultimátum a Gantz: si lo permites, no habrá Gobierno de unidad.
Gantz cedió. Y no por última vez. "Benny se desplomó en el momento clave ante el mentiroso Bibi.
El equipo está a punto de marcar gol y, de repente, el delantero se
gira y marca en propia meta. Es un buen tipo, pero dio la espalda a sus
votantes", lamenta Lapid.
"La gran diferencia es que Netanyahu es un político profesional y Gantz no es político.
Netanyahu es política, no se cansa, siempre en campaña y cuando gana
elecciones ya piensa en el siguiente movimiento. Gantz no tiene esta
mentalidad. No es una crítica a uno y elogio al otro, sino la
personalidad de cada uno", comenta Anshel Pfeffer. Este periodista del
diario Haaretz y autor de una biografía de Netanyahu que sale ahora en una nueva edición, añade a EL MUNDO: "Viendo la serie me doy cuenta de que Bibi es el Michael Jordan de la política
en el sentido de que tiene la misma necesidad y obligación de ganar
siempre. Gantz es un aficionado en la grada del Maccabi mientras Bibi,
que no es de ningún equipo, está jugando en la pista".
Cuando le preguntamos qué es lo que le sorprendió al escribir The Turbulent Life and Times
of Benjamin Netanyahu, responde: "Uno de los aspectos más inteligentes
que hizo es crear una imagen agresiva que le favorece a nivel político
en la derecha e incluso en el campo internacional cuando habla de Irán. Pero lo que ha hecho como primer ministro no se corresponde a su imagen.
Casi no hizo guerras ni grandes operaciones militares. Netanyahu no
apoya la negociación de paz con los palestinos pero tampoco quiere la
guerra. Prefiere el statu quo aunque le interese fomentar la imagen de tipo duro".
Nacido en Tel Aviv en 1949, se educó en Estados Unidos debido a la carrera de su padre, el historiador Benzion Netanyahu. Tras servir en una unidad de élite, Netanyahu volvió a Boston.
El 4 de julio de 1976 celebraba en casa con unos amigos la fiesta
nacional cuando recibió una llamada telefónica. Era su hermano Ido que
le dio la noticia que cambió su vida: la muerte de su admirado hermano y oficial Yoni en la operación de rescate en Entebbe.
Bibi se graduó en el MIT, fue director de ventas, experto en la lucha
antiterrorista, diplomático en Washington, embajador en la ONU,
diputado, viceministro de Exteriores, líder del Likud y, en 1996, primer
ministro más joven de Israel.
Vida en el ejército
Gantz,
sin embargo, vivió gran parte de sus 60 años lejos de los focos al
dedicar 38 al Ejército del que se retiró como máximo responsable
(2011-2015) bajo el Gobierno de Netanyahu. No destaca precisamente por su oratoria,
mientras su rival es uno de los mejores oradores en hebreo e inglés del
mundo con habilidad ante las cámaras perfeccionada con una profesora
en los 80. En campaña electoral, Gantz es institucional, mientras
Netanyahu da golpes bajos, hace uso magistral de las redes sociales y
logra convertirse en el líder de la lucha mizraji antielitista pese a
que es parte de la élite ashkenazi.
Pesimista por naturaleza, Netanyahu suele dar predicciones apocalípticas ya sea contra Irán o la pandemia.
Gantz es más optimista, aunque nunca olvida el gran trauma del
Holocausto que conoce desde niño, ya que su madre, Malka, sobrevivió al
campo de concentración nazi Bergen Belsen.
¿Ideología? Aunque su principal bandera se basaba en "no soy Netanyahu", Gantz es centrista y admira al laborista Isaac Rabin.
En los comicios intentó desmarcarse de la casilla de izquierda a la que
el Likud le empujaba. Netanyahu es el líder indiscutible de la derecha
aunque hay sectores que le acusan de que su retórica no se corresponde
con los hechos. "Sabe ser pragmático a corto plazo para lograr puntos
políticos, pero si abrimos el foco es un ideólogo. Desde sus días como
embajador hace 40 años, habla de que Israel lucha contra los árabes, el
Islam radical, Irán...", opina Pfeffer sobre un dirigente que repite: "Solo los fuertes sobreviven en Oriente Próximo".
Mientras
Revital Gantz y sus cuatro hijos están fuera del radar, Sara Netanyahu y
su hijo Yair acaparan portadas con escándalos y polémicas. Los otros
dos hijos de Netanyahu, Noa (de un matrimonio anterior) y Avner
prefieren pasar desapercibidos.
¿Qué une a la extraña pareja? El color del pelo y la misión de que su Gobierno no caiga. Que no es poco. Como todo matrimonio de conveniencia, no será fácil.
Fuente: www.elmundo.es
SAL EMERGUI Jerusalén
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