Netanyahu activó los contactos diplomáticos discretos y el millonario Adelson puso su avión, pero mientras tanto ya habían fallecido diez de los 36 israelíes varados en Casablanca y Marrakech
A
pequeña escala y con algo menos de dramatismo, la operación recuerda un
poco a aquellas evacuaciones clandestinas que en los años sesenta hacía
la Agencia Judía de Marruecos a Israel a través de España o Francia.
Este jueves, Israel logró sacar en secreto a 26 de sus ciudadanos que se habían quedado varados en el país norafricano desde que este cerró sus fronteras el 13 de marzo, una medida tomada para protegerse del avance de la pandemia de coronavirus.
Al
menos 36 fueron los que se quedaron inicialmente atrapados en
Marruecos, entre turistas y hombres de negocios, algunos de ellos
pertenecientes a la minoría árabe de Israel y varios de ellos con doble
nacionalidad, marroquí e israelí. En los dos meses de espera nada menos que diez de ellos fallecieron a causa del nuevo coronavirus.
La alta proporción se explica porque se alojaban en casas de la pequeña
comunidad judía marroquí —unas 3.000 personas— con la que se ha cebado
el covid-19. Una boda celebrada en Agadir en marzo fue el gran foco de
contagio.
Pese al riguroso cierre de sus fronteras decretado a principios de
marzo, las autoridades de Rabat han permitido a lo largo de estos dos
meses que 84.449 turistas bloqueados fueran repatriados en 532 vuelos especiales a sus países de residencia. El 22 de mayo cientos de residentes en España podrán salir de Marruecos
en un barco de Balearia fletado para trasladarles de Tánger a Málaga.
Sin embargo, este plan no era factible con Israel, ya que no mantiene
relaciones diplomáticas con Marruecos y los vuelos directos están prohibidos.
Cuando
hace una década pequeños grupos de turistas israelíes viajaban a
Marruecos para visitar el país de sus ancestros o en el que vivieron de
pequeños —en 1956 había 230.000 judíos— lo hacían en aviones que, entre
Tel Aviv y Casablanca, efectuaban una escala en Mallorca para continuar su vuelo con otro número.
Un vuelo frustrado vía Emiratos
Mohamed bin Zayed, el príncipe heredero y hombre fuerte de los Emiratos Árabes Unidos,
quiso hacer a mediados de abril un gesto amistoso hacia Israel. Pese a
que los dos países tampoco mantienen relaciones diplomáticas, propuso
que los israelíes atrapados salieran del país en un vuelo que también
traería de vuelta a casa a los emiratíes bloqueados en Marruecos.
La
oficina del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que llevaba a
cabo los discretos contactos diplomáticos, dio su visto bueno, pero
Nasser Bourita, el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, se negó a
ello. "La iniciativa ha sido frustrada por el Reino alauita", anunció
Galgalatz, la emisora de radio del Ejército israelí.
"El Gobierno marroquí considera como un insulto el acuerdo
concluido sin él" y "exige a Abu Dabi [capital de los Emiratos] que se
coordine directamente con el Reino y no con Israel", escribió en Twitter
Jacky Hugi, el analista de asuntos árabes de la emisora. Aunque Mohamed
bin Zayed conoce bien Marruecos, pues su padre le envió a trabajar allí como camarero cuando era adolescente, su relación es, hoy en día, mala con el rey Mohamed VI. La negativa del monarca marroquí a tomar partido por Emiratos y Arabia Saudí en su enfrentamiento con Qatar explica ese enfado.
El contacto milmillonario
Ilan Hatuel, el israelí que se erigió en portavoz del grupo varado en Marruecos, pidió entonces auxilio a Nir Barkat, exalcalde de Jerusalén y diputado hiperactivo de la formación derechista Likud. Barakat contactó, a su vez, con Sheldon Adelson,
el magnate judío estadounidense cuya fortuna alcanza los 33.500
millones de euros, según la penúltima edición de la revista 'Forbes'. Su
esposa Miriam desarrolla múltiples actividades filantrópicas.
Adelson
puso el mayor de sus aviones, un Boeing 767, y su mejor piloto, Joel
Grundy, a disposición de Barakat, pero persistía en problema del veto a
los vuelos directos entre Marruecos e Israel. Rabat ni siquiera aceptó que entre Casablanca y Tel Aviv el aparato hiciera una escala, por ejemplo en la isla de Rodas (Grecia), para que el viaje no fuese tan directo.
A
pequeña escala y con algo menos de dramatismo, la operación recuerda un
poco a aquellas evacuaciones clandestinas que en los años sesenta hacía
la Agencia Judía de Marruecos a Israel a través de España o Francia.
Este jueves, Israel logró sacar en secreto a 26 de sus ciudadanos que se habían quedado varados en el país norafricano desde que este cerró sus fronteras el 13 de marzo, una medida tomada para protegerse del avance de la pandemia de coronavirus.
Al
menos 36 fueron los que se quedaron inicialmente atrapados en
Marruecos, entre turistas y hombres de negocios, algunos de ellos
pertenecientes a la minoría árabe de Israel y varios de ellos con doble
nacionalidad, marroquí e israelí. En los dos meses de espera nada menos que diez de ellos fallecieron a causa del nuevo coronavirus.
La alta proporción se explica porque se alojaban en casas de la pequeña
comunidad judía marroquí —unas 3.000 personas— con la que se ha cebado
el covid-19. Una boda celebrada en Agadir en marzo fue el gran foco de
contagio.
Pese al riguroso cierre de sus fronteras decretado a principios de marzo, las autoridades de Rabat han permitido a lo largo de estos dos meses que 84.449 turistas bloqueados fueran repatriados en 532 vuelos especiales a sus países de residencia. El 22 de mayo cientos de residentes en España podrán salir de Marruecos en un barco de Balearia fletado para trasladarles de Tánger a Málaga. Sin embargo, este plan no era factible con Israel, ya que no mantiene relaciones diplomáticas con Marruecos y los vuelos directos están prohibidos.
Cuando
hace una década pequeños grupos de turistas israelíes viajaban a
Marruecos para visitar el país de sus ancestros o en el que vivieron de
pequeños —en 1956 había 230.000 judíos— lo hacían en aviones que, entre
Tel Aviv y Casablanca, efectuaban una escala en Mallorca para continuar su vuelo con otro número.
Un vuelo frustrado vía Emiratos
Mohamed bin Zayed, el príncipe heredero y hombre fuerte de los Emiratos Árabes Unidos,
quiso hacer a mediados de abril un gesto amistoso hacia Israel. Pese a
que los dos países tampoco mantienen relaciones diplomáticas, propuso
que los israelíes atrapados salieran del país en un vuelo que también
traería de vuelta a casa a los emiratíes bloqueados en Marruecos.
La
oficina del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que llevaba a
cabo los discretos contactos diplomáticos, dio su visto bueno, pero
Nasser Bourita, el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, se negó a
ello. "La iniciativa ha sido frustrada por el Reino alauita", anunció
Galgalatz, la emisora de radio del Ejército israelí.
"El Gobierno marroquí considera como un insulto el acuerdo
concluido sin él" y "exige a Abu Dabi [capital de los Emiratos] que se
coordine directamente con el Reino y no con Israel", escribió en Twitter
Jacky Hugi, el analista de asuntos árabes de la emisora. Aunque Mohamed
bin Zayed conoce bien Marruecos, pues su padre le envió a trabajar allí como camarero cuando era adolescente, su relación es, hoy en día, mala con el rey Mohamed VI. La negativa del monarca marroquí a tomar partido por Emiratos y Arabia Saudí en su enfrentamiento con Qatar explica ese enfado.
La oficina de Netanyahu negoció entonces con Francia,
el país que ha organizado 160 vuelos de especiales de repatriación de
turistas, que los 26 israelíes pudieran subir a bordo de un aparato de
Air France. Aterrizaron el miércoles por la tarde en París y ahí
embarcaron, casi de inmediato, en el avión de Adelson rumbo a Tel Aviv.
En
cuanto desembarcaron, el jueves de madrugada, desplegaron a pie de
escalerilla varias pancartas, en inglés, árabe y hebreo, dando las
gracias a los Adelson por traerlos de vuelta a casa. Para darles la
bienvenida se desplazó hasta el aeropuerto el diputado Barkat. "Fue un
asunto muy complicado (…)", comentó allí a la prensa. "Las autoridades marroquíes se negaron durante un tiempo a conceder las autorizaciones
necesarias", añadió. Resaltó que incluso en plena pandemia "Israel no
abandona a sus ciudadanos y desarrolla grandes esfuerzos para ayudarlos y
traerlos de vuelta".
Con la excepción de ese grupo de israelíes, las autoridades de Marruecos han dado bastantes facilidades para que los extranjeros bloqueados por su cierre de fronteras pudieran salir poco a poco del país. Rabat no ha permitido, en cambio, el regreso de los 27.850 marroquíes,
según la estimación oficial, varados en el extranjero desde el 13 de
marzo. A esa cifra hay que añadir otros 600 atrapados en Ceuta, una
ciudad que Rabat considera marroquí pero "ocupada".
Marruecos es,
junto con Burundi, el único país del mundo que no ha permitido hasta
ahora el regreso de sus ciudadanos desde que estalló la crisis. Ningún
miembro del Gobierno marroquí ha explicado públicamente los motivos de
su decisión. Los pocos marroquíes que han logrado volver han sido un
puñado de jóvenes que han arriesgado sus vidas nadando desde Ceuta hasta Castillejos, en la costa de Marruecos.
Estaba previsto que este viernes 15 los 200 marroquíes atrapados en
Melilla pudieran cruzar la frontera para volver a sus casas tras pasar
una cuarentena de dos semanas.
Fuente:elconfidencial.com
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