Es la Noche de César viaja a Israel para hacer dos de sus programas nada menos que en la "Tierra prometida".
Es la Noche de César viaja a Israel para hacer dos de sus programas nada menos que en la "Tierra prometida" y la verdad es que el comienzo del viaje se ha adaptado perfectamente a dicho nombre. Cuatro hombres, dos mujeres y un primer destino obligatorio para hacer realidad la aventura, la T4 del Aeropuerto Madrid Barajas a las 8 de la mañana. Han sido inevitables dos cosas: Primero las caras de sueño y segundo, el exceso de equipaje. Hacer un programa de radio desde Jerusalem ha supuesto desplazar 60 kilos, solo de equipo técnico, con las consiguientes complicaciones que han tenido de un lado para otro a mis compañeros Manu Arias, jefe técnico de esRadio, e Isaac Vizcaíno, realizador del programa. Para ambos, las horas previas al despegue, finalmente a las 11:35, se han basado en ir de facturación a la aduana, de la aduana a facturación, de facturación a un control de seguridad, de dicho control a otro y todo ello por cierto, acompañado de una inesperada compra de maleta para repartir el peso y también de muchas, pero que muchas preguntas: "¿Quién ha hecho la flightcase? ¿Cuándo la ha hecho? ¿Es usted el responsable? ¿Ha podido alguien manipular el contenido?... Éstas han sido algunas de ellas porque después de Manu, nos tocaba el turno al resto: "¿Cuándo ha hecho su maleta? ¿A qué hora? ¿Alguien ha podido acceder a ella antes de traerla al aeropuerto? ¿La ha dejado sola en algún momento? ¿Cuál es su función en el programa? ¿Cuánto tiempo lleva en la empresa? ¿Conoce a alguien en Israel? ¿El ordenador es suyo? ¿Ha podido alguien manipularlo? Luego señorita necesitamos abrirlo y comprobar que no hay nada sospechoso… Todas estas preguntas y muchas más, debieron de provocar en mi cara tal estupor que César Vidal no tardó en advertirme: "Si esto te parece mucho, prepárate para Tel Aviv".
No hay más que echar la vista atrás en la Historia y también permanecer en el presente para comprender perfectamente el control absoluto y la rigidez en todo lo referente a la seguridad de Israel, un país rodeado de una creciente inestabilidad política y social y bajo amenaza terrorista desde hace muchos años. Su capital, Jerusalem, es conocida curiosamente como la "Ciudad de la Paz" y allí precisamente nos vamos César, su hija Lara, Manu, Isaac, Asier y una servidora.
Cuatro horas y media de vuelo llenas de explicaciones para entender y situar la realidad del país perfectamente; no es porque sea mi jefe, pero la verdad, ¡no podíamos haber tenido mejor guía! La batalla en el mar de Galilea, el asedio que Tito y los romanos provocaron en este territorio, el bosque de las cruces que rodeó la ciudad tras los sacrificios, o la falta de suministros a la que se sometió a Israel en el 70 d.C. Un trayecto aéreo en el que no solo ya iba creando mis imágenes del país, también dio tiempo para conocer a Teo, el precioso perro de Manu, descubrir la música que le gusta a Isaac, envidiar la profundidad del sueño de Asier Rivera, nuestro productor, y leer una guía práctica y cultural de Oriente Próximo cuyo prólogo había sido escrito por una cara más que conocida de la casa, nuestro compañero Fernando Sánchez Dragó. Él mismo en dicha introducción asegura que "si España es la tierra de las Tres Culturas, esas tres culturas- la de los judíos, la de los musulmanes y la de los cristianos- nacieron allí, en Oriente Próximo" ; nuestra segunda parada ya es en ese lado del mundo: Tel Aviv.
Con una exquisita puntualidad nuestro avión aterrizó a las 16:00 en el Aeropuerto de Ben Gurion. Recogida de maletas, paso de nuevo por la aduana sin contratiempos, cambio de moneda y todos con los ojos bien abiertos para localizar al personal de la embajada que tendría que portar el cartel de "César Vidal"; busca que te busca, espera que te espera, foto tras foto y llegó. Desde la también llamada "Colina de la Primavera" pusimos por fin rumbo a Jerusalem a bordo de una furgoneta con cristales tintados, que lamentablemente no te dejaban ver bien el color del cielo “especialmente bonito” dicen muchos. “Nada de lo que estáis viendo ahora existía hace 20 años”, explica César, refiriéndose a toda la inversión extranjera que entró en el país tras el proceso de paz.
La magia vino de la mano de las vistas de las colinas que rodean y sobre las que se construyen los miles de años de historia de Jerusalem, tras ellas, nuestro hotel y una cosa clara: Check in rápido para salir a cenar y visitar el famoso Muro de las Lamentaciones, eso sí, no sin antes "pelearnos" con los ascensores. César fue el más listo y decidió subir andando, Lara e Isaac parece que se entendieron mejor con ellos… Manu, Asier y yo sin embargo, tuvimos que parar piso por piso hasta llegar al séptimo, sin saber muy bien el motivo y dudando de si el que ya fuese Shabat tendría algo que ver con el eterno viaje de siete alturas… Sea lo que fuere, conseguimos reconciliarlos y comenzamos la caminata hacia el Muro de las Lamentaciones. Allí, todos nos acercamos; yo aproveché para dejar las peticiones que parte del equipo de La Noche en Madrid me trasladaron ¡Lucía y Silvia misión cumplida! También por supuesto la de mi marido y la mía propia se quedarán entre esas piedras, espero que durante mucho tiempo, pero sin duda, esta visita no puede ser contada sin la presencia de Igor. Un bielorruso, encargado del control de seguridad de acceso al Muro y con una gran sonrisa que a todos nos contagió.
Amante de España, de su historia y por supuesto de Real Madrid. Nos preguntó por Mourinho, si nos gustaba o no y os podéis imaginar que ahí hubo opiniones para todos los gustos, pero Igor también tenía curiosidad por otra cuestión: ¿Qué ocurre si una mujer de Barcelona se casa con un hombre de Madrid? ¿Sería un escándalo? Obviamente la negativa fue rotunda pero no deja de sorprender que las noticias de los desafíos de un gobierno regional español sean entendidas de esta manera por un hombre enfundado en su chaleco antibalas desde Tierra Santa, pero en fin, dejando los nacionalismos a un lado y tras varias fotografías con el simpático Igor, nuestros pies pidieron descanso y nuestros estómagos comida. Los seis nos sentamos alrededor de una mesa en un acogedor lugar de la zona vieja de Jerusalem, disfrutando del momento, de la oportunidad, deseando que llegue mañana para seguir descubriendo las maravillas de esta ciudad y cruzando los dedos para que las pruebas de conexión con Madrid vayan viento en popa y así el lunes podáis escucharnos alto y claro. Mañana en estas líneas prometo hacerme más con el idioma, de momento...
Shabat shalom!!!
Fuente: libertaddigital / Adriana Rey
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