Casa de Israel - בית ישראל


Desde " Casa de Israel " trabajamos para hacer frente al antisemitismo , la judeofobia y la negación o banalización de La Shoá ( Holocausto) .
No olvidamos las terribles persecuciones a las que fue sometido el pueblo judío a través de los siglos , que culminaron con la tragedia de La Shoá .
Queremos tambien poner en valor y reconocer la fundamental e imprescindible aportación de este pueblo y de la Instrucción de La Torá , en la creación de las bases sobre las que se sustenta la Civilización Occidental.

"... עמך עמי ואלהיך אלהי ..."

martes, 15 de mayo de 2018

Israel es nuestro Muro - Carmelo Jordá


En la archifamosa serie televisiva Juego de Tronos uno de los escenarios de la acción es el Muro, que además de un lugar físico es una referencia constante en muchos capítulos y casi un personaje en sí mismo. El Muro, situado en el frío y nevado norte separa unos reinos más civilizados –dentro de lo civilizado que puede considerarse el mundo que reproduce la serie–, de un ámbito siniestro, peligroso y salvaje que se extiende más allá de la enorme pared de hielo y piedra.
El Muro es, por así decirlo, una responsabilidad compartida de los territorios que viven al sur de la imponente barrera: todos lo entienden como algo propio y como una de sus obligaciones, aunque por supuesto no siempre cumplan con sus compromisos de la misma manera o con el mismo entusiasmo.
En Occidente también tenemos algunos Muros –no siempre físicos– que nos ayudan a mantenernos separados de partes del mundo en las que no rige nuestro sistema de derechos; separaciones que alejan de nuestras vidas y nuestros hogares el terror, el fanatismo, la violencia extrema de aquellos que desprecian la vida; muros, en suma, que nos separan de la Edad Media aunque esta no sea una separación perfecta.
Israel lleva 70 años siendo uno de ellos, probablemente el más importante. Pero, al contrario de lo que ocurre con el Muro de Juego de Tronos, no todos los que nos beneficiamos de esa barrera defensiva sentimos ya no la más mínima responsabilidad, sino tan siquiera un ápice de solidaridad, empatía o gratitud.
Por no agradecer ni les agradecemos lo mucho que su ayuda –y en no pocas ocasiones sus expertos– nos sirven para enfrentarnos a los problemas que ellos ya han sufrido: buena parte de la inteligencia y de los métodos que toda Europa usa para evitar o al menos minimizar el desafío terrorista nos llegan de ese pequeño país que ha tenido que sufrir en primer lugar prácticamente todas y cada una de las formas de terrorismo moderno, desde los secuestros de aviones hasta los atropellos.
Nadie como el estado hebreo ha desarrollado los métodos de defensa, de infiltración y de respuesta a la agresión del terrorismo islamista, en el mundo real, en las infraestructuras clave, en el cada vez más importante campo de batalla cibernético… Israel sufre, inventa, soluciona y finalmente exporta un conocimiento que todo el mundo aprovecha, un saber que salva vidas en muchos rincones de este planeta.
Pero hay algo aún más importante que eso: el hecho de que cuando Israel se enfrenta a la teocracia iraní o a sus esbirros en Líbano o Gaza está siendo el primer cuerpo de combate de una batalla que no es sólo suya, que es también nuestra y, muy especialmente, de los españoles.
Porque la guerra del Islam radical –ya sea en su versión chií o en la suní– no tiene como proyecto final la destrucción del estado hebreo, eso es sólo un primer paso: después de Israel llegaría la reconquista de todo lo que ha sido Dar al Islam, es decir, de nuestra Península Ibérica, y más tarde todo lo demás. Y es que esa ideología ultrarradical travestida de religión no está dispuesta a compartir el poder en ningún rincón del mundo con las 'decadentes' libertades que son la base de nuestra civilización… y de cualquier cosa que merezca llamarse civilización.
Sí, ya sé que un mundo dominado por un gobierno islámico teocrático nos parece una locura e incluso hará que algunos sonrían condescendientemente al leer este artículo, pero eso no les importa a los psicópatas que están dispuestos a matar y morir para lograrlo. Es más, nuestra arrogante sensación de seguridad no hace que Hezbolá, Boko Haram, Al Qaeda o Hamás se desmoralicen, al contrario: saben que esa es nuestra mayor debilidad.
Al fin y al cabo, tampoco todo el mundo en los Siete Reinos puede imaginar que los Caminantes Blancos son una amenaza real y fatal, pero los que sí lo sabían construyeron el Muro y saben lo importante que es defenderlo, como nosotros deberíamos saber lo importante que es defender Israel, nuestro muro.

Carmelo Jordá es redactor jefe de Libertad Digital. Puede seguirlo en Twitter.
Fuente :libertaddigital.com

La mujer en Israel, en "un buen lugar en el medio" - Jana Beris


                                                                       

Al cumplir el Estado de Israel el 70° aniversario de su independencia, el resumen más acertado de su situación actual debe incluir las numerosas luces por sus grandes logros en medio de la adversidad, y también las sombras por lo mucho aún pendiente de resolver. Y el tema de la situación de la mujer en Israel cuadra perfectamente en este esquema.
La legislación israelí al respecto es de las más avanzadas del mundo. Ya en la Declaración de Independencia de mayo de 1948 se recalca que el Estado de Israel "garantizará completa igualdad de derechos sociales y políticos entre todos sus habitantes, independientemente de su religión, raza o sexo". Y todo tipo de discriminación está prohibida por ley.
Sin embargo, al no haber matrimonio civil sino solamente religioso –lo cual afecta por cierto a ambos sexos, no sólo a la mujer– entran en juego limitaciones muy complejas de la ley religiosa. Por ejemplo, una mujer no puede divorciarse si el marido se niega y aunque las autoridades civiles del Estado le obliguen formalmente a conceder el divorcio, mientras el hombre no lo haga, la mujer está "atada" e imposibilitada de formalizar otra relación marital.
El conservadurismo religioso ha ido en aumento en determinadas áreas, en un intento de limitar la presencia pública de la mujer, pero paralelamente a ello se ha agudizado la firmeza en la protesta social contra dicho fenómeno.

Contrastes

Por un lado Israel fue el tercer país del mundo en el que una mujer fue primer ministro: Golda Meir, entre 1969 y 1974. Por otro, las mujeres en altos puestos en la política siguen siendo una clara minoría. Hoy en día son 3 las mujeres ministras de un total de 27 miembros del gobierno, aunque ya ha habido gabinetes con mayor presencia femenina. También son 3 las directoras generales de ministerios. De las 10 mujeres entre los 120 miembros del primer Parlamento (Kneset) electo en 1949, se llegó a 33 en la legislatura actual, electa en marzo del año pasado.
Pero ello no es producto de discriminación salvo en los partidos ultraortodoxos (haredies) que como principio, por consideraciones religiosas, no incluyen mujeres en sus listas. En gran medida, la menor cantidad de mujeres por ejemplo en el mundo de la política, se debe también a la dificultad de maniobrar entre la crianza de los hijos y ese tipo de actividad. En opinión de Emi Palmor, directora general del Ministerio de Justicia: "Las mujeres no suelen correr a puestos en los que no hay seguridad y estabilidad laboral".
Justamente el Ministerio de Justicia es un caso singular, en el que no sólo el 68% de los funcionarios son mujeres, sino que también lo son el 68% de los directivos. "Aquí hay una larga tradición de mujeres en la cúpula, sea en la Procuraduría General del Estado o en otras secciones", cuenta Palmor. "La primera directora general en el servicio público fue Nili Arad en el Ministerio de Justicia, hace ya más de 20 años". La ministra de Justicia es una mujer y no es la primea en el cargo. Asimismo, la Suprema Corte de Justicia está encabezada por la jueza Rajel Hayut, cuyas dos antecesoras en el cargo también fueron mujeres: Dorit Beinisch primero y luego Miriam Naor. Y años atrás, también la Contralor del Estado fue una mujer.
Ha habido un gran aumento en la cantidad de mujeres en cargos directivos en diferentes instituciones, en el sector empresarial y en el mundo del emprendimiento tecnológico. Son varias también las periodistas destacadas, inclusive en el área supuestamente varonil de la seguridad. Y los tres telediarios centrales son presentados por mujeres : Yonit Levy en el canal 12, Gueula Even en el 11 y Tamar Ish-Shalom en el 14.
Hay mujeres que resaltan también en otros ámbitos, como la gobernadora del Banco Central, ladra. Karnit Flug, y un creciente número de empresarias a alto nivel. Una de los 12 Premios Nobel de Israel es la profesora Ada Yonath, que recibió el de Química en el 2009. La primera medalla olímpica para Israel la ganó la judoka Yael Arad. ¿Y quién no conoce a la exitosa actriz Gal Gadot?

El ejército, campo para la igualdad

Pero cuando de luchas se trata, la mujer maravilla no es la del celuloide sino la de la realidad: indudablemente el campo de mayor igualdad en la práctica es el militar. En Israel, las mujeres deben cumplir por ley servicio militar obligatorio, aunque un año menos que los hombres. Dado que las jovencitas religiosas pueden quedar exentas del servicio con solo proclamar que no pueden enrolarse por cuestión de fe y modestia, el porcentaje de las mujeres en las Fuerzas de Defensa de Israel es de algo más del 30%. Pero por otra parte, son casi la mitad de los oficiales.
Hasta ahora únicamente una mujer ostentó el rango de general, pero el 92% de las posiciones están abiertas a mujeres, salvo las de combate en los principales comandos. Hay mujeres pilotos y copilotos, comandantes de barcos, combatientes en unidades fronterizas y en una diversidad de puestos de gran responsabilidad.
Por otra parte, ha sido justamente el ejército uno de los marcos de discusión sobre el tema de género, por la intervención de rabinos que se pronunciaron sobre el servicio militar de las mujeres, criticando el servicio conjunto de hombres y mujeres. Y en ciertas unidades en las que sirven soldados ultraortodoxos ha habido situaciones delicadas en las que se pretendió que mujeres no participen en ceremonias con canto, por cuestiones de "modestia".
"Estamos en un buen lugar en el medio", comentó tiempo atrás la diputada Aliza Lavie, del partido opositor Yesh Atid, que durante la anterior legislatura encabezó la comisión parlamentaria sobre la posición de la mujer. "Se ha logrado mucho y falta mucho más por lograr".

Una comparativa ventajosa

Sin olvidar los desafíos con los que Israel aún lidia en este campo –y no es por cierto la única democracia occidental que los tiene–, su sociedad puede ser tomada como ejemplo por varios países árabes de su entorno. En algunos de ellos, las limitaciones del fundamentalismo religioso islámico y ciertas costumbres locales, constituyen una compleja combinación que limita la libertad de la mujer.
Recientemente, de cara al 70° aniversario de Israel, fueron publicados en la prensa árabe varios artículos ilustrativos al respecto, de tono duramente autocrítico. En uno de ellos, Reda Abd Al-Salam, exgobernador de la provincia egipcia de Al-Sharqiya, actualmente profesor en la Universidad de Mansoura en Egipto, escribió:
¿Por qué Israel ha avanzado y los árabes y los musulmanes se han quedado atrás? (…) Los pueblos árabes y musulmanes viven bajo regímenes que durante décadas se han comprometido no en desarrollar a sus pueblos y establecerse en economía, sociedad, ciencia y democracia, sino en establecer su propio gobierno… Durante este tiempo, aquellos a quienes llamamos ‘los hijos de monos y cerdos’ se enfocaron en la educación, la salud, la economía y la tecnología. Se dedicaron a la construcción real.
Una construcción que también ha incluido, obviamente, el desarrollo de la mujer.
Fuente:libertaddigital.com

Israel: 70 años extraordinarios - Isaac Querub Caro


                                                                         

El pasado 20 de abril, el columnista del New York Times, Bret Stephens, celebraba el aniversario de Israel elogiando el "poder judío" durante 70 años; mostraba como mayor logro de Israel haber servido de refugio para todos los judíos del mundo. El nacimiento de Israel encuentra explicación en la necesidad de que los judíos tuvieran un hogar. Es cierto; y Stephens tiene razón, pero sólo en parte.
Tras estos 70 años, el poderío militar y la defensa de los judíos allá donde corrieran peligro son insuficientes para explicar Israel. Israel es también, y principalmente, educación, libertad, igualdad, diversidad, esperanza, progreso ante las dificultades, independencia judicial, innovación tecnológica, disciplina y veneración por la vida, la cultura y el arte.
Es también la lucha diaria de sus ciudadanos por defender su régimen de libertades en un océano de despotismo y barbarie. En siete décadas, Israel no ha sufrido nunca una regresión autoritaria, nunca ningún dirigente ha estado por encima de la ley.
En este tiempo, un suspiro en la historia, Israel ha elevado el valor cotidiano de llevar sobre las espaldas el legado de miles de años basado en la erudición y en el estudio; en comprender el mundo que nos rodea, y luchar cada día por convertirlo en un lugar mejor. En este sentido, Marcos Aguinis dijo acertadamente que a Israel le obligaron a ser Esparta, pero nunca renunció a ser Atenas.
Israel es un país carente de recursos naturales, con una extensión similar a la de Galicia, rodeado de enemigos dispuestos a borrarlo del mapa, sometido a guerras y a oleadas de terrorismo indiscriminado y, pese a las adversidades, sus ciudadanos han sabido hacerlo crecer y prosperar.
Los israelíes no tenían nada salvo sus manos y su intelecto, y lo han puesto en movimiento durante estos 70 años. Mientras sus vecinos, con enormes recursos, han ahogado el bienestar de sus ciudadanos en corrupción, fanatismo religioso, mentiras, discriminación, populismos, demagogia y tiranías, los israelíes han trabajado abnegadamente por hacer de su país un lugar mejor en Oriente Medio.
Todo ello no se consigue exclusivamente con un poderoso ejército y unas eficaces fuerzas de seguridad. Golda Meir, quien fuera primera ministra de Israel en una época en que era difícil que una mujer ostentara puestos de poder político, fue clara a este respecto: "No nos regocijamos en victorias. Nos regocijamos cuando se cultiva un nuevo tipo de algodón y cuando florecen las fresas". Hoy, esas fresas son Waze, el USB, el Iron Dome, la PillCam, el Copaxone, y todos los demás avances que, con Israel como denominación de origen, están mejorando nuestras vidas. Las de todos.
Ha sido la veneración religiosa y milenaria por la educación, el compromiso con unos valores universales —los que hoy llamamos valores judeocristianos—, y el amor incondicional a una herencia común, los factores clave por los cuales hoy celebramos 70 años extraordinarios.
La educación, pues, ha sido una de las claves del éxito de Israel. Y será, también, la piedra Rosetta del advenimiento de la paz. La educación en el respeto por el prójimo, la libertad, la convivencia, la igualdad y la justicia –valores compatibles con el Islam bien entendido– es la asignatura pendiente para los palestinos y para todos aquellos que aún sueñan con borrar a Israel del mapa.
Una paz justa, duradera y estable será posible cuando la palabra tenga más valor que la espada, cuando el amor por los suyos supere el odio por los otros y cuando la aspiración por un futuro mejor eclipse a los falsos profetas del terror y la sangre.
La educación, el afán de hacer un mundo mejor y la convicción de que siempre se puede progresar seguirán siendo las fuerzas motoras del éxito israelí, y como predijo Theodor Herzl, fundador del Sionismo político medio siglo antes de la fundación de Israel: "Todo lo que intentemos lograr para nuestro propio bienestar repercutirá con fuerza y de forma beneficiosa a favor de la Humanidad".
Fuente : libertaddigital.com

Los retos estratégicos de Israel - Rafael R. Bardají

Militantes de Hezbola en Líbano

Desde un punto de vista convencional, la seguridad de Israel nunca ha sido tan robusta como ahora. Tomando como base la metodología tradicional de los balances de fuerzas, ejercicios que comparan las ventajas, desventajas, fortalezas y debilidades de las fuerzas armadas de un país contra otro, Israel nunca se ha encontrado en una situación más envidiable: no sólo su ejército está mejor equipado y preparado sino -y sobre todo- sus enemigos se han ido desvaneciendo o han desaparecido por completo bajo la forma de ejércitos convencionales. El caso más evidente es el de Siria. Israel ya venció a los ejércitos de sus vecinos, y les volvería a ganar si tuviera que enfrentarse a ellos nuevamente.
Sin embargo, que el balance de fuerzas convencionales sea claramente favorable a Israel no justifica ninguna complacencia, habida cuenta de que en el Medio Oriente hay otras fuerzas distintas a las fuerzas armadas tan letales, si no más, que ellas mismas. Quizá el caso más paradigmático sea Hezbolá, un grupo chií fundamentalista, creado a comienzos de los años 80 en el Líbano por el Irán revolucionario del imán Jomeini.
Hezbolá no es una organización armada tradicional pues aúna la letalidad de un verdadero ejército y las tácticas de un grupo terrorista, la inspiración divina y la política mundana, el juego político y la intimidación y el asesinato, el tablero nacional y la total falta de respeto a las fronteras y la legalidad internacional. En 2006 ya se enfrentó directa y abiertamente a Israel y aunque tuvo que encajar un severo castigo, en estos últimos años, gracias a la ayuda directa de Irán, no sólo ha logrado reconstituir su arsenal, sino que ha adquirido misiles de largo alcance de creciente precisión. Así, de los más de cien mil cohetes a su disposición, la mayoría dispersos y ocultos en casas de pequeñas aldeas en el sur del Líbano, varios centenares podrían alcanzar cualquier punto en Israel con la precisión requerida para atacar instalaciones críticas.
Además, aunque es verdad que el uso iraní de Hezbolá para luchar en el sostenimiento del régimen de Basher el Assad en Siria le ha supuesto al grupo numerosas bajas, también le ha dado una inestimable experiencia en combate. Si tenemos en cuenta que su misión principal es acabar con el estado judío de Israel, celo antisemita en el que se regodean sus dirigentes, la situación de seguridad de Israel ya no puede pintarse tan boyante. Particularmente si los europeos se mantienen en la ficción de que una cosa es el Estado del Líbano y otra muy distintas la organización Hezbolá, algo cada vez más complicado de argumentar, particularmente tras la aplastante victoria parlamentaria de Hezbolá y sus acólitos en las recientes elecciones de comienzos de este mismo mes.
En segundo lugar, Israel se enfrenta a una amenaza a la que desde la revolución islamista de 1979 califica de existencial: Irán. Es verdad que una guerra convencional, con tanques y todo a lo que estamos acostumbrados, ha sido imposible de manera directa, habida cuenta de la separación geográfica de ambos potenciales contendientes. Pero en la actualidad esa separación física se ha evaporado en buena parte: Irán no sólo cuenta con organizaciones a las que utiliza para sus propósitos estratégicos, sino que ha ido aprovechando el caos político de la región para expandir su presencia más allá de sus fronteras. Así, desde 2014, bajo el paraguas de estar luchando contra el Estado Islámico se ha instalado militarmente en Iraq -donde, dicho sea de paso, el actual gobierno no puede ser más amigable hacia Teherán-, ha movilizado a milicias tanto en Iraq como en Siria -se calcula que algunas de ellas con una fuerza de 50 mil combatientes-, ha enviado asesores militares de primer nivel y la Guardia Revolucionaria cuenta con una presencia permanente y muy influyente sobre el ejército sirio y grupos afines al régimen de Damasco. El general Qasem Soleimani, jefe de las fuerzas Qods iraníes, ha sido fotografiado en numerosas ocasiones pasando revista de la situación de sus combatientes tanto en Iraq como en Siria.
Irán ha perseguido una estrategia de cerco de Israel por el Norte, Sur y Este que empieza a ser bien visible. La semana pasada fuimos testigos del riesgo que supone para Israel que Irán se haya acercado a sus fronteras como nunca antes. Desde que comenzó la guerra en Siria, Israel dejó claras sus líneas a rojas. Una de ellas era la no aceptación de una presencia permanente iraní en el sur de Siria. De ahí que el pasado día 4 destruyera unas instalaciones controladas por Irán al sur de Damasco y que estaban destinadas a servir de centros de mando para un eventual ataque contra Israel y para negar su capacidad de ataque aéreo. Desde ese día se sabía que los mandos del la Guardia Revolucionaria estaban preparando una represalia, incluso por encima de algunas voces más pragmáticas en Teherán. Esa acción de represalia fue el lanzamiento de 20 cohetes y misiles contra los altos del Golán del pasado jueves día 10. Muchos han visto en este ataque una reacción ante la decisión del Presidente Trump de abandonar el acuerdo nuclear con Irán, el conocido por sus siglas anglosajonas JCPOA. Pero no parece haber sido el caso. Todo lo contrario. El destinatario era Israel. Y por eso también la contraofensiva inmediata de Israel, quien no dudó en castigar significativamente a los elementos de las fuerzas Qods desplegados en el sur de Siria.
Yerran quienes vieron en este intercambio bélico el arranque de la Tercera Guerra Mundial, pero no cabe duda de que el acercamiento físico de las fuerzas iraníes y, más en concreto, de sus elementos más radicales, supone un riesgo altísimo. Aunque no esté en el ánimo de ninguno continuar con una escalada de la que no se puede saber su final a ciencia cierta, en el terreno militar todos conocemos que los planes a duras penas resisten la realidad y que las decisiones estratégicas normalmente se complican rápidamente. De ahí que quienes tienen la capacidad de influir en la situación en Siria, directa o indirectamente, se deban plantear cómo llevar a la salida de Irán de ese país. Y cuanto antes mejor.
De la misma forma, las factorías de misiles que Irán está construyendo en Líbano para Hezbolá, no sólo tienen que ser desmanteladas de inmediato, sino que las naciones que participan en la misión de la ONU, UNIFIL II, desde 2006 -incluida España-, tendrían que aplicarse para hacer cumplir el mandato impuesto por la propia ONU: el desarme de Hezbolá al sur de río Letani, algo, obviamente, que no se ha hecho por falta de voluntad política.
La buena nueva para Israel en lo que respecta a Irán es que, tras la decisión del presidente americano de repudiar el acuerdo nuclear, no sólo nuevas sanciones serán posibles, justo en un momento donde la economía iraní presenta un pésimo resultado, sino que una estrategia hacia Irán es posible por primera vez en muchos años. El sueño de Obama de ofrecer más y más concesiones a Teherán con el objetivo de volver a Irán un país normal ha sido en realidad una pesadilla para toda la zona, de Yemen a Gaza. Lejos de presentar una cara más moderada, Irán, al amparo y con el dinero del JCPOA, ha sido más osada en estos últimos años. Sin los Estados Unidos en el acuerdo nuclear se puede comenzar a cambiar esa situación y penalizar a Irán por sus acciones desestabilizadoras.
Con todo, hay un terreno donde Israel está en clara desventaja: en la defensa de su legitimidad. Baste con observar las múltiples reacciones internacionales a las acciones defensivas tomadas por las fuerzas israelíes en la defensa de su territorio, amenazado por sucesivas marchas desde la Franja de Gaza. "Marchas pacíficas", "bajas civiles", "desproporcionada reacción de Israel…", cuando en realidad todo no es más que una nueva forma de conducir el conflicto contra Israel por parte de Hamas, el grupo terrorista que controla Gaza. Las marchas, lejos de ser pacíficas, han estado orquestadas y perfectamente dirigidas. De la cincuentena de víctimas casi 40 han sido identificadas como militantes de Hamas o de otros grupos radicales; el uso de civiles por parte de los instigadores es ampliamente probado, al igual que la difusión de imágenes manipuladas o creadas ad hoc como parte de una campaña de propaganda... Pero nada de esto tiene repercusión pública alguna: en lugar de condenar a Hamas por empujar a sus ciudadanos a un riesgo innecesario e inútil se condena a los soldados que evitan que sus fronteras sean violadas.
Israel siempre ha creído que bastaría dar a conocer la verdad para que ésta triunfara, pero no calculó bien el peso de la maldad de sus enemigos y adversarios, ni el alcance del antisemitismo, latente o abierto, en nuestras sociedades.
Y no se trata solamente de aquello que afecta a la legitimidad de un Estado maduro como ya es Israel, quien ahora celebra su 70 aniversario, con el doble triunfo de Eurovisión y el traslado de la embajada americana a su capital, Jerusalén. Si los europeos hubiesen tratado a Israel como un socio normal, con sus virtudes y defectos, pero plenamente capacitado para tomar sus propias decisiones, hace años que se habría puesto punto y final al conflicto con los palestinos. Pero creando falsas esperanzas, regalando miles de millones y dándole siempre más tiempo a los palestinos, lejos de acercar posiciones y convencerles de negociar sobre términos realistas, lo que se alimentó fue todo lo contrario: intransigencia, maximalismo y corrupción. Pero eso es otra historia que sólo se superará cuando ambas partes estén maduras para sentarse honestamente en una mesa de negociación.

Rafael L. Bardají, director ejecutivo de la Friends of Israel Initiative.
Fuente : libertaddigital.com

70 años de Israel: el milagro - José María Marco




En el setenta aniversario de la fundación del Estado de Israel, ocurrida en 1948, hemos celebrado varios milagros. De los 650.000 israelíes de aquel momento Israel ha pasado a los ocho millones y medio de hoy y creciendo, porque es de las pocas democracias liberales que mantienen un alta natalidad gracias a un índice de fecundidad de 3,1 hijos por mujer. De aspirar al rango de utopía socialista se ha convertido en una de las economías más abiertas y dinámicas del mundo, con un PIB superior al de muchos países europeos. O de la relativa indefensión primera, que parecía llevar al nuevo Estado a depender de las potencias occidentales, ha levantado unas Fuerzas Armadas tan envidiadas como temidas en todo Oriente Medio.
Además, Israel se ha enfrentado a cuatro guerras, a varios levantamientos palestinos y a unas cuantas oleadas de ataques desde territorios vecinos. En estado de alerta permanente, Israel no ha desfallecido nunca en su voluntad democrática. Al revés. La libertad de opinión es completa. Como era de esperar dada la tradición judía de no dejar nada sin discutir –discutir de verdad, con argumentos y con pasión, lejos de la dulzona y un poco hipócrita "conversación" que ahora se usa–, todo está puesto en cuestión constantemente. El poder judicial no ha dejado de ser independiente, como lo demuestran los problemas que ha tenido con la justicia el propio Netanyahu, entre otros. Y por si todo esto fuera poco, el paisaje político se ha caracterizado tradicionalmente por un voto disperso. El gobierno lo es siempre de coaliciones que no impiden, sin embargo, la acción de gobierno. Hoy mismo Netanyahu, a quien nadie le negará el carácter y la capacidad de liderazgo, está al frente de una coalición de cinco partidos.
Otras democracias liberales parecen haber perdido esa capacidad de compaginar una acción política consistente, capaz de adaptarse a las nuevas realidades, con el debate propio de las sociedades pluralistas. Como si una cosa hiciera imposible la otra, hasta el punto de que una parte importante del electorado acaba optando por soluciones populistas y otra empieza a sentir cierto escepticismo ante el propio sistema y a manifestar cierta simpatía hacia el resurgir de formas de caudillaje como los que se practican en Rusia o en China. No es una cuestión ideológica, aunque podría llegar a serlo. Por ahora, se trata de un asunto práctico, derivado de la sensación de que la democracia liberal dificulta la toma de decisiones hasta el punto de hacer más difícil la vida de los ciudadanos.
No ha sido así en Israel, y tampoco lo es ahora. Aunque una parte de la opinión pueda llegar a atribuir a Netanyahu la responsabilidad de una deriva populista, las instituciones funcionan con normalidad, como lo hace el control del gobierno por parte de la Knesset, el poder judicial y la opinión. El gobierno de Israel está sometido a un escrutinio implacable, como ningún otro Estado de la región. Y eso no impide, al contrario, la percepción de que las elites israelíes son capaces de articular políticas consistentes y arriesgadas: arrogantes, dirán muchos.
Para entenderlo hay que recordar que la población israelí se sabe amenazada. Amenazada por unos vecinos que no siempre han aceptado su existencia. Y amenazada, también, por un peligro más general, recuerdo de lo ocurrido en los años 30 y 40 en Europa, y de todas las oleadas de antisemitismo que han barrido Occidente y los países musulmanes. En algún momento los primeros israelíes pudieron pensar imaginar su nuevo país como un refugio para los judíos perseguidos. No bastaba con eso, y hoy Israel es el bastión orgulloso de un judaísmo que no está ya dispuesto a aceptar la vuelta atrás. Por eso en 2017, en Israel vivía un 43 por ciento de todos los judíos. Del asilo y la resistencia, Israel ha pasado a una noción de defensa proactiva y, cuando es necesario, de ofensiva, como está ocurriendo ahora mismo ante la estrategia imperial de Irán.
Israel, por otra parte, se acomoda mal a las nociones que sobre religión y cultura han triunfado en el resto de Occidente. De origen religioso, aunque no todos los fundadores lo reconocieran así, Israel no ha dejado de afirmarse como Estado judío, enraizado en una creencia o, al menos, en la necesaria supervivencia de un pueblo cuya esencia ha consistido –y aún lo hace, para muchos– en dar testimonio de la existencia de Dios. Este fondo teológico, que se puede reducir a lo cultural aunque sea trivializándolo, fundamenta una forma de consenso perdida en otras democracias. Y resulta difícil de concebir que la vida israelí, a pesar de su hipermodernidad, llegue a olvidar del todo la santidad del lazo social que está en el fondo de su existencia como sociedad y como Estado.
Como es natural, estas realidades plantean otros problemas, desde la cuestión del territorio, que ha llevado a soluciones deficientes como es el establecimiento de colonos en tierras de administración palestina, hasta las disfuncionalidades generadas por la omnipresencia de la religión. Por otro lado, la experiencia única de Israel no sirve de ejemplo para las demás democracias. Aun así, a los setenta años de su fundación, hay muchas cosas que aprender del pueblo israelí y de un Estado que parece al mismo tiempo más veterano y más joven, menos cansado que otras democracias.
                                                        Fuente: libertaddigital.com

domingo, 6 de mayo de 2018

Giro de Italia - Viviani gana en el alucinante desierto del Negev


                                                                         



La carretera se adentra como una lengua de alquitrán entre piedra y arena a través de un paraje alucinante. Durante decenas de kilómetros, el desierto de Negev fue el escenario de las andanzas de los ciclistas del Giro, de sus circunstacias. Un paisaje demoledor al sur de Israel, entre Egipto, Jordania y el Mar Rojo, en el que acampan con sus cabras los beduinos, despectivos respecto a lo urbano y que siguen viviendo como sus antepasados en tiendas de tela ocre que se funden con la naturaleza. Cabras, camellos, algún pueblo diminuto, soledad y un camino asfaltado en el que la policía de Israel toma el mando. A veces, con excesivo celo, como cuando en mitad de la nada un agente detuvo a la caravana que va por delante de la carrera (coches de equipo, periodistas, patrocinadores) para reclamar las credenciales. Aquí se impuso Elia Viviani. Doblete en Israel.
El pelotón parecía escuálido en el desierto. La inmensidad del lugar, continuación del valle del Rift que cruza África por la mitad, se comió a los ciclistas. Eso y la reducción de personal. Los equipos participan ahora con ocho corredores: 22 personas menos en un grupo concentrado se nota una barbaridad. Las imágenes de televisión eran un espectáculo, en gran medida ensalzadas por la tripulación de la televisión belga que trabaja las clásicas, contratada para difundir el Giro en su paso por Israel.
De ese pelotón mínimo escapó, como todos los días, un integrante del Israel Academy. El canadiense Boivin recorrió arenas y piedras en compañía de los italianos Frapporti y Barbin, siempre a tiro del pelotón y del cálculo de sus potenciómetros. Cuando los tres llegaban a Eilat, destino turístico en auge para adinerados visitantes, el Quick Step canceló la fuga.
Fuente : abc.es

jueves, 3 de mayo de 2018

El Giro sale de Israel como homenaje al campeón ciclista italiano Bartali

 

 El viernes arranca en Jerusalén. El campeón de dos Tours y tres Giros integró una red clandestina que salvó a 800 judíos de los campos de exterminio.

 

La edición número 101 del Giro partirá este viernes desde Jerusalén. Por primera vez, una gran ronda saldrá de un país fuera de Europa (aunque, geográficamente, la Vuelta de 1988 arrancó en Canarias). El inicio de la carrera se presenta como un homenaje a Gino Bartali, a quien el Yad Vashem (víctimas del Holocausto) y el Gobierno israelí nombraron en 2013 'Justo entre las Naciones' por ayudar a los judíos en la Italia de Mussolini. Ayer recibió la ciudadanía honorífica de Israel.

Ganador de dos Tours (con diez años de diferencia, 1938 y 1948) y de tres Giros (el de 1937 y dos más con otra década entre ambos, 1936 y 1946), formó parte de una red clandestina para transportar documentos y pasaportes falsos. Los llevaba escondidos en el cuadro y el manillar de su bicicleta a través de la Toscana. Con su aportación ayudó a que unos 800 judíos esquivaran los campos de concentración de la Alemania nazi.

 

Fueron los hijos de Giorgio Nissim, líder de la denominada organización DELASEM (Delegación para la Asistencia de los Emigrantes Hebreos), los que descubrieron la labor de Bartali. El 'Monje Volador', católico ferviente, se llevó el secreto a la tumba. “Mi padre siempre me dijo que el ciclismo es como una escuela de vida, y que un buen acto no se podía considerar desinteresado si se le da altavoz voluntariamente”, afirmó Andrea Bartali, uno de sus vástagos, que colaboró en hacer pública la actividad de su progenitor.
Para RCS, empresa promotora de la Corsa Rosa, se trata de “un honor y un orgullo recordar el legado de un campeonísimo como Gino Bartali”. “La humanidad nos parece mejor gracias a acciones así”, corrobora Mauro Vegni, director del Giro. Después de las tres jornadas por Israel, la caravana viajará a Sicilia, donde el martes se retomará la competición.

CIUDADANÍA HONORÍFICA

Gioia Bartali, nieta de Gino, recibió ayer de manos de Avner Shalev, presidente del Yad Vashem, el certificado que acredita a su abuelo a título póstumo con la ciudadanía israelí. Bartali falleció el 5 de mayo de 2000. “Las instituciones de Israel coinciden al valorar la enorme calidad humana de Gino”, aseguró Shalev. La etapa inaugural, por la ciudad santa, se convertirá en un emotivo recuerdo a su memoria. Su nombre ya se encontraba grabado “para siempre” en el Jardín de los Justos de Jerusalén.

Bartali, el ciclista de los judíos: su historia contada en gráfico




La trascendencia de Gino Bartali no se limita a su figura deportiva. El ciclista italiano, ganador dos veces del Tour de Francia y tres del Giro de Italia, formó parte en 1943 y 1944 de una red clandestina que logró salvar la vida de 800 judíos. Bartali transportaba dentro del manillar, tubulares o sillín de su bicicleta los pasaportes falsos destinados a judíos italianos que les permitieron librarse del Holocausto nazi. Él nunca contó su hazaña, que salió a la luz gracias a tres cuadernos de apuntes de su principal organizador, Giorgio Nissim, un judío toscano fallecido en Italia en 1976. Esta es la historia contada en gráfico.
Bartali, héroe en Italia y en Israel, también protagonizó otros episodios con un peso más que relevante en la historia del deporte y de su país. El Tour que ganó en 1948 fue decisivo para evitar una Guerra Civil en Italia. El clima de tensión y enfrentamiento era insostenible. Alcide De Gasperi, presidente del Consejo de Ministros de Italia y líder de la Democracia Cristiana, llamó por teléfono a Gino Bartali aquel 14 de julio de 1948 en búsqueda de una ayuda casi divina. "¿Qué puedo hacer? Estoy en el Tour”, le dijo Bartali a De Gasperi, con quien coincidía ideológicamente. “Puedes hacer mucho ganando etapas”, le contestó el político. Bartali respondió en la carretera con tres etapas y la conquista de su segundo Tour. Había salvado a Italia.
La imagen del bidón con Coppi, su enemigo deportivo y antagonista principal en casi todas las facetas de la vida, pasó a la eternidad del ciclismo y reconcilió a ambos en un gesto de grandeza.

Israel nombra a Gino Bartali ciudadano honorífico

 Su hija Gioia recibió el certificado este miércoles. El viernes el Giro arrancará en Jerusalén en honor a sus servicios a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Israel nombró este jueves al mítico ciclista italiano Gino Bartali ciudadano honorífico. Su nieta, Gioia Bartali, recibió el certificado, que supone un paso más en el reconocimiento por parte del país hebreo a la labor de Bartali durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se calcula que salvó a unos 800 judíos italianos de la deportación a campos de exterminio nazis transportando documentos falsificados para ellos ocultos en su bicicleta. 
El nombramiento de Bartali se produce en la víspera de la salida del 101 Giro de Italia, que este año, en su primera salida de Europa, arrancará en Jerusalén. Otro homenaje a il Ginettaccio, que en 2013 también recibió el título israelí de 'Justo entre las Naciones' y figura en el Jardín de los Justos del Yad Vashem, una institución constituida para homenajear a las víctimas del Holocausto. 

 

Gino Bartali salvó a Italia de una guerra civil en 1948

 

Alcide De Gasperi, presidente del Consejo de Ministros de Italia y líder de la Democracia Cristiana, llamó por teléfono a Gino Bartali aquel 14 de julio de 1948. El Tour descansaba en Cannes el Día Nacional de Francia en vísperas de las etapas de los Alpes, pero al otro lado de la frontera el país no estaba para muchas fiestas. Al contrario, se vivía un ambiente de guerra civil. “La situación es muy confusa, Gino”, le dijo el primer ministro a ‘Ginetaccio’.
Ese 14 de julio, Antonio Pallante, un activista de extrema derecha, había atentado contra el líder comunista, Palmiro Togliatti, en la plaza de Montecitorio de Roma. Su vida corría peligro. Sus incondicionales convocaron una huelga general no autorizada, se manifestaron en la calle, montaron barricadas... Y fueron reprendidos con severa dureza. Se vivía un ambiente prebélico en una Italia dividida. En marzo, la Democracia Cristiana había ganado las elecciones al Frente Democrático Popular: 48,5% contra 31%.
“¿Qué puedo hacer? Estoy en el Tour”, le dijo Bartali a su amigo De Gasperi, con quien coincidía ideológicamente. “Puedes hacer mucho ganando etapas”, le contestó el político.
Bartali ya tenía 34 años. “Demasiado viejo”, escribían los periodistas italianos. Ese día ocupaba la séptima plaza de la general, a 21:28 minutos de Louison Bobet. Se cubrían 274 kilómetros entre Cannes y Briançon, en un gélido y lluvioso trayecto. Bartali atacó en el Izoard, el mismo puerto donde fraguó su victoria en 1938, el mismo donde hoy llega el Tour. Ganó la etapa y se colocó a 1:06 de Bobet. En la jornada siguiente, también siberiana, con la Croix de Fer y el Galibier, remató la faena y prendió el maillot amarillo. Conquistó tres etapas seguidas en los Alpes, ganó el Tour y el ambiente se serenó en Italia. “Has salvado al país”, le agradeció De Gasperi 
Fuente :www.as.com