Contra los consejos de su Inteligencia y sus Fuerzas Armadas, el
primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su titular de Defensa,
Ehud Barak, están decididos a atacar Irán en otoño, antes de las
elecciones norteamericanas de noviembre, para frenar su programa
nuclear.
Están convencidos de que la "zona de inmunidad" -el tiempo en el que
aún es posible inutilizar las reservas atómicas antes de que las
escondan y sean inaccesibles- se cerrará en breve, por más que Estados
Unidos hable de 18 meses.
Los duros del Gobierno, críticos con las sanciones y las
negociaciones con Teherán, han llevado su urgencia a primera plana
gracias a informaciones de su servicio secreto y el de EEUU, que
constatan que Irán "se aproxima rápidamente a la zona de inmunidad".
El último informe filtrado al diario Yediot Aharonot habla "progreso
significativo del grupo humano y técnico en las investigaciones" y de
5.000 nuevas centrifugadoras dobles en Fordow, instalación "cada vez más
inmune" porque cubre su uranio en silos subterráneos.
Los analistas israelíes están preocupados por la posibilidad de un
ataque unilateral, que sólo retrasaría entre uno y dos años el programa
atómico. Sin Washington no podrán "pulverizarlo".
Netanyahu cree que si anuncia una incursión y el presidente demócrata
Barak Obama se desmarca, perderá las elecciones; entonces el
republicano Mitt Romney le apoyará sin fisuras.
El diario Maariv dice que el 41% de los israelíes quiere una
actuación conjunta y el 33% apoyaría una en solitario. Un 31% cree que
si Irán logra la bomba, habrá un segundo Holocausto.
Israel carece de misiles que entren en búnkeres y de aviones de
repostaje en vuelo. Ambos son claves, ambos se los va a vender EEUU,
pero no lo ha hecho aún.
Las IDF calculan que el conflicto generaría en el país entre 200 y
300 muertos, abriendo posibles frentes en Líbano con Hezbolá y en Gaza,
con la Yihad Islámica, colaboradores de Irán.
Fuente:periodistadigital.com
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