avión de combate israelí |
Las emblemáticas Torres Azrieli de Tel Aviv.| Ricky Ben- David.
'Torres en llamas' para evitar un 11-S en Israel
Miles de horas de entrenamiento para estar preparados en decisivos segundos.
Entrenamiento de decenas de pilotos y controladores aéreos para que dos
personas determinen el destino de centenares de pasajeros y quizá
eviten la muerte de miles de personas en un rascacielos de Tel Aviv.
"¿Es posible un 11-S en Israel?", se preguntan sus
habitantes desde hace once años. "Sí y por eso estamos siempre en alerta
y realizamos numerosos ejercicios", revela a ELMUNDO.ES un alto oficial
de la Fuerza Aérea israelí que una vez por semana ensaya
el escenario en el que un avión no identificado intenta estrellarse en
algún edificio residencial, centro comercial o una instalación
estratégica.
El diario israelí 'Yediot Ajaronot' revela que el nombre del procedimiento ensayado es 'Torres en llamas'. En la lista de "objetivos del terrorismo aéreo", destacan las emblemáticas Torres Azrieli de Tel Aviv, imponentes rascacielos que albergan oficinas, hotel, estación de tren y un enorme centro comercial.
La decisión
La decisión de derribar un avión no identificado
lleno de pasajeros (secuestrado o simplemente que ha perdido el
contacto) o identificado de un país enemigo está en manos del primer
ministro y el titular de Defensa. Antes de tomar la trascendental
medida, la Fuerza Aérea debe proporcionarles todos los datos en tiempo
real.
El dispositivo ensaya desde el momento en el que el control aéreo del
Ejército no consigue ponerse en contacto con el avión hasta la llamada
al teléfono rojo y codificado del jefe de Gobierno.
Cuando el aparato sospechoso no responde a las llamadas ni se
identifica avanzando de forma peligrosa, el oficial encargado de
controlar el espacio aéreo desde el búnker del Estado Mayor en Tel Aviv (situado al lado de las Torres Azrieli)
informa inmediatamente por conductos protegidos al jefe del Ejército y
al de la Fuerza Aérea así como a los secretarios militares del titular
de Defensa y del primer ministro.
Aunque Benjamin Netanyahu tiene hoy la última palabra, en la práctica (en los cielos) una figura anónima desempeña un papel clave.
Se trata del piloto que lidera el escuadrón enviado urgentemente al
encuentro con el avión "hostil". Desde el primer segundo que le
"acompaña", debe informar sobre la situación del piloto, los movimientos
del avión, su comunicación, el contacto visual, distancia, velocidad...
De su información depende que al final uno de sus pilotos deba apretar el botón y disparar un misil contra el avión lleno de pasajeros
para abortar un mega atentado aéreo con miles de víctimas y los efectos
secundarios que pueden llegar hasta una guerra regional. O disparar el
misil para darse cuenta después que la intención del aparato no era
terrorista.
El dilema
No siempre se necesita la orden del primer ministro. En diciembre de 2010, un globo no identificado se acercó a la central nuclear de Dimona, en el sur de Israel. Al ser un aparato no tripulado, el oficial ordenó su derribo sin esperar el permiso de la cúpula política.
"Ensayamos la identificación de aviones civiles y hostiles que
penetran de forma amenazante y sin permiso en nuestro espacio aéreo. En
el ejercicio, los pilotos se enfrentan a un avión con pasajeros que no
responde a nuestras llamadas, a un aparato hostil no tripulado que
recoge información o a un helicóptero que penetra para dejar a soldados
en tierra", afirma el primer teniente Ronen, encargado de los entrenamientos en el sur del país.
En declaraciones a la web de la Fuerza Aérea, añade: "En los combates
aéreos que solemos entrenar, sabemos que nuestro objetivo es derribar
el avión pero cuando tratamos con aviones lleno de pasajeros, la intercepción no es siempre la opción deseada. El dilema es un desafío tan importante como la propia misión".
Desde el estallido de la Primavera Árabe y en especial a raíz de la sangrienta crisis en Siria, Israel ha reforzado considerablemente el control de su espacio aéreo.
Un caso reciente
El diario israelí revela el drama vivido hace dos meses. En la sala de control de Tel Aviv, se dispararon las alarmas al ver cómo un piloto sirio, el coronel Hasan Muri Hamada, no aterrizaba en el aeropuerto al sur de Siria como parecía inicialmente.
Los radares israelíes captaron que su Mig 21 volaba con mucha velocidad hacia su frontera.
En cinco minutos podría llegar al Golán. La Fuerza Aérea israelí no asumió riesgos y en un minuto varios cazas de combate F-16 salieron a su encuentro despejando el cielo en esa zona de aviones civiles.Al final, el piloto sirio aterrizó en Jordania para pedir asilo. La primera reacción del régimen de Bashar Asad fue negar la deserción. La de los oficiales israelíes, un suspiro de alivio.
Fuente:elmundo.es
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