Si un turista aterriza hoy en Israel y enciende la televisión o llega
a determinados lugares, pensará que el país es víctima de un terremoto
devastador o un masivo ataque de misiles.
Por un lado, Protección Civil del Ejército ha iniciado cinco días del simulacro más grande que ha realizado en caso de sufrir un terremoto de magnitud 7.1 en la escala Richter y un tsunami. Por otro, Israel y Estados Unidos protagonizan el mayor ejercicio conjunto de defensa aérea de su historia. El primero se llama 'Punto de Inflexión 6' y el segundo, 'Austere Challenge 12' (AC12).
Mientras en la retaguardia se ensaya la reacción ante varios
terremotos (con un balance calculado de 7.000 muertos), el segundo
ejercicio calibra un escenario bélico que provocaría un terremoto
regional de otro tipo.
El Ejército israelí y el Comando Europeo de Estados Unidos (EUCOM
EE.UU) culminan un largo proceso de preparativos. Aunque ambos lo niegan
rotundamente, estas complejas maniobras se han asociado a un posible enfrentamiento con Irán a raíz de su proyecto nuclear.
"La planificación comenzó hace dos años y de ningún modo es una respuesta a eventos específicos de la región", aclara el Tsáhal. El macroejercicio estaba previsto inicialmente para el pasado mes de abril pero fue aplazado.
Israel está amenazado por más de 100.000 misiles y
proyectiles de Irán, Siria, Gaza y Líbano. El que fuera hasta hace unos
días jefe de la Unidad de Defensa Aérea, el general en la brigada, Doron
Gavish, afirma a ELMUNDO.ES: "Tenemos los medios tecnológicos y humanos
para defender nuestro espacio aéreo y a nuestros ciudadanos aunque
ninguna defensa es 100% hermética".
Con motivo de estas maniobras, más de 1.000 soldados estadounidenses se encuentran en Israel.
Otros 2.500 participarán desde sus bases en Europa y buques de guerra
en el Mediterráneo. La participación israelí se cifra en 1.000 soldados.
Detección, localización y neutralización
Israel y EEUU comprobarán su operatividad y cooperación ante un
escenario que incluye tres frentes que, en determinadas circunstancias,
podrían ser simultáneos: Misiles Shihab desde Irán, Katiushas y misiles del grupo chí Hizbulá desde el Líbano, y cohetes y misiles Grad de los grupos armados desde Gaza.
Las defensas aéreas israelíes, apoyadas por su principal aliado y
suministrador armamentístico, conforman un paraguas que cubre los cielos
desde el norte (Hizbulá) hasta el sur (Hamas). Radares, satélites,
salas de mando, misiles hostiles, portaaviones, bases y varias capas
defensivas: corto, medio y largo alcance.
El ensayo se centrará en la detección, localización y neutralización
del "misil hostil". El lugar donde caerá, el tiempo estimado que tienen
los ciudadanos para ir al refugio y el punto del impacto del misil
disparado para frenar el ataque. Más allá de la batería Cúpula de Hierro
(activada en el sur ya exitosamente contra los misiles de Gaza) y los
Patriot, Israel confía en su sistema de defensa Jetz II (Flecha).
También se ensayará el sistema norteamericano contra misiles balísticos
Aegis.
El teniente general Craig Franklin, comandante de la Fuerza Aérea
estadounidense en Europa, rechaza cualquier relación con acontecimientos
actuales y destaca que "promoverá la estabilidad regional y ayudará a
asegurar la superioridad militar".
El número de participantes es menor al previsto inicialmente aunque
no cambia, según sus responsables, la esencia de la maniobra defensiva. "Cada uno puede elegir el mensaje que desee sacar de este ejercicio", afirma el general de brigada israelí Nitsán Nuriel.
"Un aumento de actividad militar podría ser observado y las
carreteras podrían llegar a cerrarse por períodos cortos de tiempo, para
asegurarse la integridad de los vehículos civiles", dicen a ELMUNDO.es
en el Ejército que, al igual que EUCOM EE.UU, aclara que todas las
tropas norteamericanas abandonarán Israel al finalizar las AC12.
Más allá de ensayar las capacidades tecnológicas, humanas y
militares, es un mensaje claro a Irán: Si ataca a Israel por sorpresa
(poco probable) o como respuesta a una ofensiva israelí contra sus
centrales nucleares (más probable), Teherán deberá lidiar también con
los sofisticados sistemas norteamericanos en la región.
Aunque no lo desee, el presidente Barack Obama es consciente que una
guerra entre Israel e Irán acabará arrastrando a su país teniendo en
cuenta sus intereses, alianzas, bases y portaaviones en el Golfo
Pérsico.
Fuente:elmundo.es
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