El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, se mostró ayer partidario de que el presidente palestino, Mahmud Abbas,
aplace la presentación de su iniciativa, lo que este ya ha rechazado; y
de trabajar hasta el último minuto para que los países europeos hablen
con una sola voz, lo que se da por descartado. Margallo admitió que, si
ello no es posible, cada socio de la UE votará como considere oportuno.
Pero no quiso revelar qué considera oportuno España.
El silencio de Margallo no responde solo a un ejercicio de discreción
diplomática. Fuentes gubernamentales admiten que el Ejecutivo todavía
no se ha puesto de acuerdo sobre la decisión más delicada en política
exterior que ha tenido que tomar Mariano Rajoy desde que llegó a La
Moncloa.
La indefinición del Gobierno español ha desatado una oleada de presiones sin precedentes. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu,
ha hablado dos veces por teléfono con Rajoy en las últimas tres
semanas; y el jefe de la diplomacia palestina, Ryad al Malki, entregó el
día 7 a la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, una carta
personal de Abbas.
La Alta Representante para la Política Exterior de la UE, Catherine
Ashton, ha intentado sin éxito forjar un consenso entre los 27 en torno a
la abstención, pero no lo ha logrado, como se constató en la última
reunión de los ministros de Exteriores, el pasado día 19.
Algunos países (Irlanda, Finlandia, Portugal, Malta, Luxemburgo o
Bélgica) han expresado su apoyo a la candidatura palestina, mientras que
otros (República Checa, Italia u Holanda) se decantan por el no. En
medio, las principales potencias europeas (Alemania, Francia y Reino
Unido) aún no se han pronunciado.
En estas condiciones, Margallo es partidario de que España vote sí al
Estado palestino por coherencia con la tradición diplomática española;
y, también, porque un voto negativo podría privarle del apoyo del mundo
árabe en un momento en el que aspira a ocupar un asiento no permanente
en el Consejo de Seguridad para el bienio 2015-16. Margallo ha hablado
con la responsable de Política Internacional del PSOE, Elena Valenciano,
quien le ha trasladado su apoyo al reconocimiento de Palestina, una
opinión muy relevante en un asunto de Estado que requiere amplio
consenso. España apoyó en 2011 el ingreso de Palestina en la UNESCO (la
organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura),
después de que la entonces ministra de Exteriores, la socialista
Trinidad Jiménez, consultara con el PP.
El Grupo Socialista ha presentado una proposición no de ley en la que
pide que España respalde la candidatura palestina. La iniciativa se
debatirá en la Comisión de Exteriores del Congreso este miércoles, un
día antes de la votación en Naciones Unidas, y el PP aún no ha decidido
si la respaldará.
La mayor resistencia al reconocimiento del Estado palestino está en
el Gabinete de Presidencia del Gobierno, dirigido por el diplomático
Jorge Moragas, según las fuentes consultadas. El equipo de Moncloa
considera que la iniciativa es inoportuna y contraproducente, pues
cuenta con el rechazo del presidente Barack Obama, (que aún no ha
formado el equipo que dirigirá la política exterior en su segundo
mandato) y de Netanyahu (que amenaza con dar por finiquitado el proceso
de paz), por lo que defiende la abstención.
Margallo cree, sin embargo, que la abstención no contentaría a
ninguna de las partes y solo tendría sentido si reflejara el acuerdo de
la UE, lo que no es el caso.
En el trasfondo del debate está la división interna del PP, con un influyente grupo de halcones
cuya cabeza visible es el expresidente José María Aznar, quien defiende
posiciones tan singulares como el ingreso de Israel en la OTAN, que
este país ni siquiera ha pedido.
La división del PP quedó patente el pasado día 22 en Estrasburgo,
cuando el Parlamento Europeo votó una resolución de apoyo a la
candidatura de Palestina en la ONU. Aunque el texto lo firmaba el
eurodiputado popular José Ignacio Salafranca, la mitad de sus compañeros
votaron en contra o se abstuvieron; entre otros, los eurodiputados
Alejo Vidal-Quadras y Carlos Iturgaiz.
Ante el nuevo espectáculo de división que darán los países europeos
en Naciones Unidas, Margallo y su homólogo holandés, Frans Timmermans,
se aplicaron ayer a reparar los platos rotos. Como representantes de dos
países que votarán el jueves de manera divergente —Holanda en contra y
España, a favor, si se impone la tesis de Margallo— se comprometieron a
un impulsar, para el día después, una declaración con el respaldo
unánime de los 27.
Según explicó Margallo, la declaración llamaría a las dos partes a
volver a la mesa de negociaciones, tras las elecciones israelíes de
enero; a la “prudencia y la contención” en el uso de la resolución
aprobada (es decir, que Abbas renuncie a llevar a Israel ante la Corte
Penal Internacional); a frenar la expansión de los asentamientos en
territorio ocupado; y a “evitar el colapso financiero” de la Autoridad Palestina.
Este punto es importante, pues el Congreso de EE UU suspenderá el apoyo
económico a Ramala, Israel amenaza con interrumpir la entrega de los
impuestos que recauda en su nombre y quedaría la UE, que aporta el 50%
de la ayuda internacional a Palestina.
Fuente:elpais.com
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