Entre fortísimas medidas de seguridad Benedicto XVI ha cruzado hace poco el río Tíber y se ha adentrado en el primer ghetto del mundo: el de Roma, creado en 1555 por el Papa Pablo IV para encerrar en el mismo a los judíos.
Con esta visita Benedicto XVI pretende rendir homenaje a la memoria de los 1.022 judíos romanos que en 1943 fueron deportados a Auschwitz, y de los que sólo 14 lograron salir con vida ese campo de exterminio. Algunos de ellos han querido estar presentes durante la visita a la sinagoga de Roma de Joseph Ratzinger, un Papa de origen alemán que en su adolescencia fue obligado a militar en las Juventudes Hitlerianas.
Pero también son significativas las ausencias. Sobre todo, a raíz de que antes de Navidades el Pontífice decidiera reactivar el polémico proceso de beatificación de Pío XII y proclamar venerable a un Papa al que la mayoría de los judíos acusan de haber mantenido un silencio cómplice ante las atrocidades cometidas por los nazis contra los hebreos.
Entre las ausencias más sonadas, la de Piero Terracina, un judío de 82 años que sobrevivió al Holoausto y que ha querido mostrar su disenso con Benedicto XVI no acudiendo a la sinagoga de Roma. O la de Giuseppe Laras, presidente de la asamblea rabínica italiana, quien hace ya días que anunció que tampoco participará en la cita.
Con esta visita Benedicto XVI pretende rendir homenaje a la memoria de los 1.022 judíos romanos que en 1943 fueron deportados a Auschwitz, y de los que sólo 14 lograron salir con vida ese campo de exterminio. Algunos de ellos han querido estar presentes durante la visita a la sinagoga de Roma de Joseph Ratzinger, un Papa de origen alemán que en su adolescencia fue obligado a militar en las Juventudes Hitlerianas.
Pero también son significativas las ausencias. Sobre todo, a raíz de que antes de Navidades el Pontífice decidiera reactivar el polémico proceso de beatificación de Pío XII y proclamar venerable a un Papa al que la mayoría de los judíos acusan de haber mantenido un silencio cómplice ante las atrocidades cometidas por los nazis contra los hebreos.
Entre las ausencias más sonadas, la de Piero Terracina, un judío de 82 años que sobrevivió al Holoausto y que ha querido mostrar su disenso con Benedicto XVI no acudiendo a la sinagoga de Roma. O la de Giuseppe Laras, presidente de la asamblea rabínica italiana, quien hace ya días que anunció que tampoco participará en la cita.
"¿Dé qué puedo hablar con Ratzinger? ¿De que haya desempolvado la vieja oración en la que se pide por la conversión de los judíos? ¿De que haya aceptado el regreso a la Iglesia de los lefebvrianos, quienes niegan la Shoah? ¿Sobre la beatificación de Pío XII, que excomulgó a comunistas pero ignoró las persecuciones nazis contra los judíos?", asegura Laras, enumerando algunas de las decisiones de Benedicto XVI que han enfurecido a la comunidad judía.
La de Roma es la tercera sinagoga que Joseph Ratzinger visita desde que hace casi cinco años fuera elegido Papa (la primera fue la de Colonia en agosto de 2005 y la segunda la de Nueva York en 2008). No está mal, sobre todo teniendo en cuenta que hace sólo 24 años, e 13 de abril de 1986, Juan Pablo II se convirtió en el primer pontífice de la historia en adentrarse en un templo hebreo.
Fuente : elmundo.es
El Papa defiende a Pío XII en la sinagoga de Roma
La comunidad judía italiana ha acogido esta tarde al Papa Benedicto XVI con cálidos aplausos en su primera e histórica visita a la Sinagoga de Roma, casi 24 años después de la que realizó Juan Pablo II en 1986. El encuentro ha reflejado que la voluntad de paz, concordia y diálogo por ambas partes ha sustituido a dos mil años de humillaciones católicas contra el Pueblo de la Alianza. Pero también ha enseñado que restan importantes diferencias y heridas abiertas.
El acto, abierto con un minuto de silencio por las víctimas del terremoto de Haití, ha sido intenso y conmovedor, sobre todo por la presencia en el auditorio de un grupo de supervivientes de la Shoah. Cuando el presidente de la comunidad judía de Roma, Riccardo Pacifici, les ha citado en su discurso, Benedicto XVI se ha puesto en pie, y les ha aplaudido y saludado desde el altar en señal de respeto.
En una jornada de gestos, quizá el más importante ha sucedido al inicio de la visita, cuando el Papa se convertía en el primer pontífice que colocaba una corona de flores en la lápida que honra la memoria de los 1.021 deportados romanos a la Alemania nazi, de los cuales solo volvieron vivos 17.
Ante un templo mayor engalanado, las palabras del Papa alemán han sido interrumpidas varias veces con aplausos. La primera ha sido cuando ha condenado el Holocausto y ha recordado que en los últimos años la Iglesia ha pedido perdón a los judíos por las "plagas del antisemitismo", afirmando: "Ojalá que esas plagas se curen para siempre".
Luego, glosando lo dicho durante su visita a Auschwitz en 2006, Ratzinger ha calificado la Shoah como la "horrenda cumbre de un camino de odio", y la ha achacado a "una ideología que idolatraba al hombre y la raza para tratar de aniquilar a Dios".
Hablando en tono mesurado, con su frialdad habitual, Ratzinger ha trasladado su estima y afecto a la comunidad "hermana". Pero el asunto más polémico en curso, la beatificación de Pío XII, no parece haber satisfecho a los judíos. Ratzigner ha evitado a toda costa corregir su visión apologética del Papa al que hace dos semanas nombró venerable. Al citar la deportación de miles de romanos desde el cercano gueto romano hasta la Alemania nazi, ha recordado que "algunos fueron indiferentes", pero que hubo otros "valientes católicos" que contribuyeron a dar refugio a los perseguidos. Y ha concluido: "La sede apostólica también dio su ayuda, a menudo de forma escondida y discreta".
Riccardo Pacifici, presidente de la comunidad hebrea de Roma, ha admitido que muchos religiosos "se jugaron la vida" ayudando a los judíos "sin pedir nada a cambio", aunque ha subrayado que el silencio del Papa Eugenio Pacelli "todavía duele". "Fue un error. Quizá no habría salvado a mucha gente de los trenes de la muerte, pero habría dado una señal fuerte de esperanza a otros miles de personas", ha dicho Pacifici. El líder hebreo ha recordado al Papa que debe abrir los archivos del Vaticano a los historiadores para poder llegar a un juicio histórico compartido y ponderado.
El rabino jefe de Roma, Riccardo di Segni, ha esbozado la milenaria historia de opresión por parte de los Estados pontificios contra la comunidad judía más antigua de Occidente y ha elogiado al Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II, que en 1965 abrió el camino del perdón y la reconciliación. "Si se pone en duda el Concilio, no habrá posibilidad de diálogo", ha manifestado el rabino. "El Concilio es un punto de referencia que abrió una nueva etapa de diálogo y dio un impulso irrevocable a la amistad con la comunidad judía", ha respondido después Ratzinger.
Segni ha defendido además la visita del obispo de Roma, que había sido criticada por algunos sectores judíos. A su juicio, el histórico encuentro con Wojtila logró que el Vaticano reconociera por fin el Estado de Israel poco después. Sobre ese tema, el Papa ha pasado de puntillas, y se ha limitado a pedir la paz para Tierra Santa.
El acto, abierto con un minuto de silencio por las víctimas del terremoto de Haití, ha sido intenso y conmovedor, sobre todo por la presencia en el auditorio de un grupo de supervivientes de la Shoah. Cuando el presidente de la comunidad judía de Roma, Riccardo Pacifici, les ha citado en su discurso, Benedicto XVI se ha puesto en pie, y les ha aplaudido y saludado desde el altar en señal de respeto.
En una jornada de gestos, quizá el más importante ha sucedido al inicio de la visita, cuando el Papa se convertía en el primer pontífice que colocaba una corona de flores en la lápida que honra la memoria de los 1.021 deportados romanos a la Alemania nazi, de los cuales solo volvieron vivos 17.
Ante un templo mayor engalanado, las palabras del Papa alemán han sido interrumpidas varias veces con aplausos. La primera ha sido cuando ha condenado el Holocausto y ha recordado que en los últimos años la Iglesia ha pedido perdón a los judíos por las "plagas del antisemitismo", afirmando: "Ojalá que esas plagas se curen para siempre".
Luego, glosando lo dicho durante su visita a Auschwitz en 2006, Ratzinger ha calificado la Shoah como la "horrenda cumbre de un camino de odio", y la ha achacado a "una ideología que idolatraba al hombre y la raza para tratar de aniquilar a Dios".
Hablando en tono mesurado, con su frialdad habitual, Ratzinger ha trasladado su estima y afecto a la comunidad "hermana". Pero el asunto más polémico en curso, la beatificación de Pío XII, no parece haber satisfecho a los judíos. Ratzigner ha evitado a toda costa corregir su visión apologética del Papa al que hace dos semanas nombró venerable. Al citar la deportación de miles de romanos desde el cercano gueto romano hasta la Alemania nazi, ha recordado que "algunos fueron indiferentes", pero que hubo otros "valientes católicos" que contribuyeron a dar refugio a los perseguidos. Y ha concluido: "La sede apostólica también dio su ayuda, a menudo de forma escondida y discreta".
Riccardo Pacifici, presidente de la comunidad hebrea de Roma, ha admitido que muchos religiosos "se jugaron la vida" ayudando a los judíos "sin pedir nada a cambio", aunque ha subrayado que el silencio del Papa Eugenio Pacelli "todavía duele". "Fue un error. Quizá no habría salvado a mucha gente de los trenes de la muerte, pero habría dado una señal fuerte de esperanza a otros miles de personas", ha dicho Pacifici. El líder hebreo ha recordado al Papa que debe abrir los archivos del Vaticano a los historiadores para poder llegar a un juicio histórico compartido y ponderado.
El rabino jefe de Roma, Riccardo di Segni, ha esbozado la milenaria historia de opresión por parte de los Estados pontificios contra la comunidad judía más antigua de Occidente y ha elogiado al Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II, que en 1965 abrió el camino del perdón y la reconciliación. "Si se pone en duda el Concilio, no habrá posibilidad de diálogo", ha manifestado el rabino. "El Concilio es un punto de referencia que abrió una nueva etapa de diálogo y dio un impulso irrevocable a la amistad con la comunidad judía", ha respondido después Ratzinger.
Segni ha defendido además la visita del obispo de Roma, que había sido criticada por algunos sectores judíos. A su juicio, el histórico encuentro con Wojtila logró que el Vaticano reconociera por fin el Estado de Israel poco después. Sobre ese tema, el Papa ha pasado de puntillas, y se ha limitado a pedir la paz para Tierra Santa.
Fuente: elpais.com
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