La semana que viene asistiré a un congreso organizado por el
Jerusalem Institute for Market Studies, en honor del 100 cumpleaños del fallecido Milton Friedman. El
programa
habla por sí mismo: allí hablarán principalmente economistas y
analistas tanto estadounidenses como israelíes, de entre los que
destacaría a Jonathan Medved (según veo, uno de los
venture capitalists más importantes de Israel), Russ Roberts (presentador del delicioso programa de podcasts
EconTalk) o David Friedman (hijo de Milton).
Por ello aprovecho para publicar una macroperspectiva de la economía de Israel, poniendo tanto las luces como las sombras.
En resumen:
una economía que ofrece grandes oportunidades de inversión y hacer
negocio, con sectores de alta tecnología e innovación punteros a nivel
internacional, pero que viene lastrada por la falta de competencia que
origina precios altos e ineficiencias diversas.
Vamos allá...
A
lo largo de su difícil historia, el pueblo judío ha podido salir
adelante económicamente e, incluso, prosperar. Llegaron a ser exitosos
comerciantes, médicos y financieros, y ocuparon importantes puestos en
las administraciones. Las continuas persecuciones que sufrieron dañaron
su prestigio y les hicieron perder riquezas materiales, pero no pudieron
destruir
su activo más valioso: los conocimientos teóricos y prácticos, destrezas y habilidades (lo que los economistas llaman
capital humano).
Tras casi 2.000 años de Diáspora, a principios de siglo XX
los primeros judíos sionistas se establecieron en Palestina,
donde formaron las primeras comunidades agrarias colectivas (kibutz)
que más tarde jugarían un papel importante en el nacimiento del Estado
de Israel en 1948.
Estas comunidades pusieron los primeros cimientos del futuro Israel, gracias a su
enorme trabajo, dedicación y devoción por el ideal sionista.
A pesar de su ideología y de su forma de organización socialista, los
promotores de estos movimientos se caracterizaron por su pragmatismo y
no por su dogmatismo.
Así, buena parte de los kibutz se han
transformado y abierto hacia el mercado y la propiedad privada durante
las últimas décadas. Muchos se han convertido en empresas cooperativas
privadas y algunos incluso cotizan en los mercados de valores.
Recientemente uno de estos kibutz, dedicado a la producción de lentes
multifocales,
vendió a la compañía óptica más grande del mundo, Essilor, la mitad de su fábrica
por 37’5 millones de dólares, convirtiéndose en el kibutz más rico de Israel.
Dos mentalidades económicas: estatismo vs. liberalismo
El economista Milton Friedman
resumió sus
impresiones acerca de su primera visita a Israel en 1962 contraponiendo
las dos tradiciones enfrentadas que coexistían en el país. Por un lado,
una
tradición moderna de confianza en el gobierno paternalista y rechazo del libre mercado.
Y por otro, una tradición antigua surgida por las necesidades de la
Diáspora y caracterizada por la responsabilidad individual y la
cooperación voluntaria; la habilidad de sortear los controles
gubernamentales y usar el ingenio judío para aprovechar oportunidades de
negocio.
Desde la segunda mitad de la década de 1980, momento en
que comenzó una importante oleada de privatizaciones, la segunda
tradición parece haber dominado la política económica del gobierno
israelí,
abandonando años de políticas socialistas. Las
políticas pro-mercado implementadas por Benjamin Netanyahu como ministro de Finanzas en 2003, tras una recesión de dos años, encajan en esta línea.
Estas políticas fueron los primeros pasos del
objetivo declarado de convertir a Israel en el Hong-Kong del Oriente Medio por
su excepcional libertad económica y prosperidad. Estos primeros pasos
consiguieron liberalizar la economía, reducir la regulación y la
intervención estatal, además de revertir una peligrosa tendencia hacia
la quiebra del Estado. Según el
think-tank Jerusalem Institute for Market Studies (JIMS),
"las reformas de Netanyahu no sólo salvaron a la economía de Israel de
la insolvencia, sino que también la pusieron en el camino hacia el
crecimiento sostenido". Desde 2003 a 2009, el PIB
creció a una media anual del 4%.
Los
analistas coinciden en señalar el carácter emprendedor e innovador de
la economía israelí y su buen aprovechamiento de las oportunidades que
genera la globalización. Para el emprendedor
Martin Varsavsky, la
clave del éxito reside en "el espíritu emprendedor del pueblo israelí y el apoyo del gobierno que entiende y promueve este espíritu". Según el
JIMS,
el hecho de que estén representadas alrededor de 70 nacionalidades en
el país y de que la mayoría de los israelíes sean inmigrantes o nacidos
de inmigrantes les hace más dinámicos, innovadores e inclinados a abrir
negocios y arriesgarse. "Cada grupo de inmigrantes trae con ellos un
conocimiento especial que luego convierten en una oportunidad
económica". Otros expertos
apuntan a
factores culturales que favorecen la toma de riesgos y la perspicacia
empresarial, debidos a la peculiar historia del pueblo de Israel o a la
experiencia del ejército por la que casi todos los jóvenes tienen que
pasar.
'Doing business'
La
estabilidad y adecuación de las reglas del juego (marco institucional
favorable a las actividades productivas) son otro factor que juega a
favor del dinamismo del sector privado de Israel. Así, en el indicador
Doing Business del Banco Mundial –que clasifica 183 países según su mayor o menor facilidad para hacer negocios-,
Israel está en el lugar 29 de 183 países, muy próxima de Suiza u Holanda(España, en cambio, se sitúa en el lugar 49). Como ya
relató el gerente de Ex -Sight Elazar Lozano, las trabas burocráticas y administrativas a los emprendedores e innovadores en Israel son ridículas en comparación con España.
Y
lo que es más, desde las autoridades públicas se trata de mimar a los
emprendedores con gestos inusuales en otras partes del mundo.
Recientemente el gobernador del Banco Central de Israel,
Stanley Fischer –reputado académico y anterior alto cargo del FMI-,
fue a hablar a un evento de pequeños emprendedores israelíes (juntados en un garaje destartalado) donde les
agradeció por su labor y esfuerzo a la hora de generar riqueza, innovación y empleo.

Por
todas estas razones, Israel es uno de los centros de innovación más
importantes en el mundo. Los datos no dejan lugar a la duda:
Israel, con sólo 7 millones y medio de habitantes, tiene más start-ups (compañías
de reciente creación con gran potencial de crecimiento normalmente
vinculadas a sectores de alta tecnología) cotizadas en el índice
bursátil tecnológico Nasdaq que todos los países europeos juntos. No en
vano, el libro reciente más conocido sobre la economía israelí se
titula
Start-up Nation: The Story of Israel’s Economic Miracle (
Una nación de start-ups: La historia del milagro económico de Israel). Además, su industria de capital riesgo (
venture capital) es una de las más importantes del mundo.
Indicadores de coyuntura
Desde el punto de vista de la coyuntura de corto plazo, las cosas parecen marchar realmente bien,
al no haber sufrido una recesión tan profunda como en otros países.
De hecho, el Banco de Israel fue el primer banco central del mundo
desarrollado que subió los tipos de interés al advertir signos de
recuperación económica.
Según datos del
Fondo Monetario Internacional, la economía de Israel
creció por encima del 4’5% en 2010, y se estima que crezca en 2011 y 2012 por encima del 3’5% (si
bien estas previsiones dependen de dos supuestos importantes: la
estabilidad de la situación geopolítica en la zona y la recuperación en
la economía global). Su tasa de desempleo es considerablemente baja (¡la
más baja en más de 30 años!), tan solo el 5’6% en promedio de todo
2011, mientras que en 2010 fue del 6,6%. Por su parte, las cuentas
públicas están relativamente saneadas y el nivel de inflación -expresado
por el índice de precios al consumo-, aunque más elevado que el
promedio de los países de la OCDE, tampoco parece muy preocupante.
Las sombras del desarrollo económico israelí
No
obstante, en la economía israelí persisten problemas y amenazas que no
deben olvidarse. El primer dato que hay que tener en cuenta a la hora de
hablar de Israel es que, a pesar de haber crecido a buen ritmo en la
última década, sigue siendo un país con un
nivel de renta per cápita más bajo que el de España (27.800 dólares frente a 31.550). De hecho, es muy
similar al de Grecia.
Uno
de los que más perciben los ciudadanos del país es el elevado coste de
la vida, reflejado en productos básicos como la miel (producto que es
muy característico de algunas festividades judías). Según un
estudio, los israelíes
tienen que pagar un 350% más por la miel que los norteamericanos y el doble que los británicos.
Este
elevado coste de la vida es uno de los principales factores que estuvo
detrás de las manifestaciones y protestas de hace meses de los
indignados israelíes. Y es que, el
buen comportamiento económico de Israel del
que hablábamos más arriba, no ha evitado que el descontento por la
situación económica también se haya apoderado de parte de sus
ciudadanos.
Así, el buen estado de las variables macro puede
estar ocultando problemas de relevancia que empobrecen a buena parte de
sus ciudadanos y, por tanto, lastran su crecimiento potencial. Para
conocer más de cerca los problemas actuales de la economía israelí y sus
causas, nos hemos puesto en contacto con
Corinne Parenti-Sauer, co-fundadora del
Jerusalem Institute for Market Studies (JIMS), prestigioso
think-tank liberal del país.
En relación con las protestas, sostiene que
los manifestantes tienen razones para estar indignados,
dado el muy elevado coste de la vida y los disparados precios de la
vivienda. Sin embargo, advierte que las propuestas de estos grupos,
consistentes en
mayor intervención gubernamental, regulación y redistribución de la renta, apuntan a la dirección contraria de lo que sería deseable. (
Españoles: ¿les suena esto de algo?)
Pone el ejemplo del
mercado de la leche,
un producto de primera necesidad cuyo precio es mucho más alto en
Israel que en otros países. ¿Por qué sucede esto? Corinne afirma que el
sector de producción de leche funciona según
"métodos soviéticos":
un comité y sus burócratas son los que deciden cuánta leche se produce,
quién la produce y a qué precio se venderá. Además, las importaciones y
la libre competencia están prohibidas según la
"Ley de Planificación del Mercado de la Leche".
En otros productos alimentarios como la
miel, el
vino, o el
queso, la
competencia también brilla prácticamente por su ausencia, debido en
buena parte a las interferencias gubernamentales en estos mercados, por
ejemplo, poniendo
trabas a las importaciones. En consecuencia,
apenas una o dos empresas suelen controlar estos mercados, haciendo que los precios se mantengan en niveles altos.
Otro
bien crucial para la población, y sobre el que existen muchas protestas
ciudadanas acerca de su altísimo y creciente coste, es el de la
vivienda. Por un lado, existen temores de que se haya creado una
burbuja que pudiera pinchar. El Banco Central de Israel ya
advirtió de que la rápida subida de la vivienda podría amenazar la estabilidad económica, conduciendo a la creación de una burbuja.
The Wall Street Journal achacaba esta escalada de precios a las
políticas de estímulos monetarios llevadas
a cabo por los países desarrollados en respuesta a la crisis
financiera. "Para evitar una depresión, inundaron el mundo de crédito. Y
ese crédito amenaza con crear nuevas burbujas inmobiliarias en otros
países", afirmaba el diario americano.
Precios de la vivienda desde el primer trimestre de 2004. Fuente: WSJ
Por otro lado, desde el
Jerusalem Institute for Market Studies se apunta a las
severas regulaciones y restricciones sobre la oferta inmobiliaria -con origen en la intervención del Gobierno-, como un elemento adicional clave que explica el elevado coste de los pisos.
Algunos datos ilustran este problema:
Israel
ocupa el puesto 121 y 147 (de 183 países) en facilidad para obtener
permisos de construcción y facilidad para registrar propiedades,
respectivamente, según el Banco Mundial. La gran complejidad y
burocracia de estos procesos hace que lleven un tiempo más de cuatro
veces superior al de la media de la OCDE -organismo que reúne a los
países desarrollados-, según el JIMS.
En un mercado inmobiliario
menos regulado y burocratizado, por tanto, aumentaría la oferta de
vivienda y así su precio se podría reducir notablemente. Asimismo, los
elevados impuestos que recaen sobre la propiedad inmobiliaria -aproximadamente
un 75% más altos que en la OCDE- son otro factor que explica por qué su precio es tan alto en Israel.
El elevado coste de la vida que sufre Israel en relación a otros países también se manifiesta en los precios de la
gasolina -que duplican los que soportan norteamericanos y canadienses- o en el de los
automóviles -al menos un 50% superior que en la mayoría de países de la UE-, tal y como relata Corinne.
Las causas se deben, según el JIMS, a la
excesiva concentración de poder económico en manos de unos pocos "oligarcas" que controlan una parte considerable de la economía israelí. Esto se agrava, además, por los
amplios programas de subvenciones públicas que
proporciona el Gobierno, ya que van a parar desproporcionadamente hacia
las grandes corporaciones y benefician a éstas a expensas de las más
pequeñas.
El problema de la pobreza
El
otro gran problema que suele mencionarse con más frecuencia de la
economía israelí es su elevada tasa de pobreza. Ésta tiene especial
incidencia en determinados colectivos como el de los ultra-ortodoxos
judíos y árabe-israelíes, y también en el de
judíos etíopes, quienes sufren grandes dificultades para integrarse en la sociedad moderna.
Si bien las estadísticas de su Ministerio de Seguridad Social
muestran cómo
la tasa de pobreza ha ido en aumento en la última década, el análisis
del JIMS desmiente esta visión negativa. La clave principal está en la
línea de pobreza, que es el umbral de renta por debajo del cual las
personas son consideradas pobres. En términos oficiales, esta línea
aumenta conforme aumenta la renta media, con lo que un pobre en 2000
podría seguir siéndolo aunque su renta hubiera aumentado
considerablemente -al mismo ritmo que el de la renta media-.
Por ello, las estadísticas oficiales ofrecen un panorama mucho más negativo que la realidad. Así,
según el JIMS,
el número de pobres cayó un 18,8% desde 2004 a 2008 (del 18,1% al 14,7% de la población),
y la renta disponible real del 20% de los trabajadores con menor salario se incrementó más de un 8% entre 2002 y 2008.
Estos datos demuestran que el crecimiento económico de los últimos años
también benefició a los salarios más modestos, al contrario de lo que
afirman algunos políticos israelíes.
Otras cuestiones que preocupan a los analistas del JIMS son el
elevado nivel de impuestos que soportan los israelíes; el
excesivo poder en manos de los sindicatos o
la baja tasa de participación de la fuerza laboral -que empuja a la
baja la tasa de desempleo-, que traslada una carga impositiva adicional
hacia aquéllos que trabajan, con los incentivos perversos que ello
genera.
Según dicho
think-tank,
Israel
podría lograr notables mejoras económicas si profundizara en los
procesos de liberalización y desregulación iniciados hace una década. En estos momentos,
figura en el puesto 83 (de 141) del Índice de Libertad Económica del Instituto Fraser, por lo que existe un amplio margen para avanzar en este campo.
Fuente:www.ferrerinvest.com