Tras casi cinco años en profundo estado de coma, el ex primer ministro israelí, Ariel Sharon, ha sido visto por primera vez. Postrado en la cama, con los ojos abiertos, la cabeza ligeramente levantada gracias a la almohada, conectado a los aparatos sanitarios y de fondo un angustiante sonido de la respiración artificial. Claro que esta escena no es la que supuestamente sucede en la habitación número 10 de la planta de Rehabilitación del Hospital Tel Hashomer, sino en la galería de arte Kishon en Tel Aviv.
"Es una vergüenza. No se trata de un intento de recordarle sino de provocar morbo de forma barata y cínica. Alguien que se considera un verdadero artista debe, en primer lugar, respetar el honor de las personas", se queja Ronit Tirosh, diputada de Kadima, el partido que fundó Sharon antes de sufrir una grave hemorragia cerebral -el 4 de enero del 2006- que le arrebató la jefatura de Gobierno y la vida. Desde entonces y tras ser operado numerosas veces, Sharon se encuentra en estado vegetativo.
Sus hijos Guilad y Omri -que siguen las gestiones para trasladarle a su casa de Shikmim en el sur de Israel- no han visto con buenos ojos la nueva obra. Verle en tamaño natural como cebo artístico era lo último que deseaban tras casi cinco años de exitoso esfuerzo por mantener a su padre lejos de las cámaras y visitantes.
El autor de la polémica obra, el artista Noam Braslavsky, se defiende: "Respeto la opinión de su familia pero Ariel Sharon no es sólo una persona privada sino forma parte de la historia de Israel". Reconoce que quiso �tocar una fibra sensible en la sociedad israelí. Han pasado cinco años y el estado de Sharon sigue siendo tabú. Ha desaparecido de nuestras vidas sin estar muerto. Todos los líderes cuando se van, son despedidos de forma adecuada por sus pueblos. Yo solo quería recrear esta experiencia".
Braslavsky envió una invitación -con la polémica imagen- a los hijos de Sharon para que asistieran esta semana a la apertura de la muestra. "No pienso ir a la exposición y no tengo nada más que comentar al respecto", se limita a responder Omri Sharon. De ir, vería en el centro de la galería a su padre en tamaño natural. Una imagen que sí ha contemplado Raanan Guissin, asesor de comunicación de Sharon durante varias décadas. "Reconozco que es una obra muy peculiar y realizada con mucho talento pero a mí no me gustaría que se recordara así a nuestro carismático líder y primer ministro", afirma Guissin.
"No quise hacer un uso cínico de una figura que sigue siendo pública. En cualquier caso, hagas lo hagas en Israel hay opiniones para todos los gustos. Eso me gusta", añade el artista afincado en Alemania desde hace años.
El hiperrealismo de Braslavsky ha conseguido ya dos de sus objetivos. Por un lado, que se hable mucho y polemice aún más sobre el estado de Sharon y por otro, una bienvenida atención mediática sobre su exposición. Sin Sharon tumbado en la cama, la muestra hubiera pasado mucho más desapercibida. Con Sharon, Braslavsky se ha convertido en un entrevistado muy solicitado. Y eso que la muestra aun no ha sido inaugurada al público, invitado ahora a reencontrarse con uno de los líderes más carismáticos, populares y polémicos de su historia.
Fuente:elmundo.es
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