László Csatáry abandona la oficina de la Fiscalía de Budapest despúes de ser interrogado |
«Yo no he hecho nada, váyanse», respondió László Csatáry a los reporteros del diario «The Sun» que llamaron a su puerta el pasado fin de semana. Casi centenario, el criminal de guerra nazi más buscado debía
pensar que se encontraba a salvo en su apartamento de Budapest donde
vivía desde hacía 17 años sin ocultarse. Su pasado como jefe de la
Policía Real Húngara para el gueto de la ciudad eslovaca de Kosice
durante la Segunda Guerra Mundial le ha perseguido desde que huyera a
Canadá. Desde su puesto, Csatáry gestionó la deportación al campo de
concentración de Auschwitz de 15.700 judíos, según el Centro Simon Wiesenthal, que situaba a «László» en el primer lugar de su lista de criminales huidos.
«Csatary
es el responsable de enviar a 15.700 personas a los campos de la
muerte. Era conocido por su sadismo y por su deseo expreso de apresar a
todos los judíos para deportarlos a Polonia. Si se hace justicia con
este hombre servirá para cerrar en cierto modo la cuestión para las
comunidades judías de Hungría y Eslovaquia», explicó el domingo el
director del Centro Simon Wiesenthal, Efraim Zuroff.
Su
rastro se perdió en 1997 cuando huyó de Canadá al ser descubierta su
nueva identidad como marchante de arte. Condenado a muerte en la
entonces Checoslovaquia, espera en arresto domiciliario con 96 años el
comienzo de un juicio que se prolongará durante meses mientras niega
las acusaciones y asegura que se limitó a cumplir órdenes.
Serge
Klarsfeld, un cazador de nazis francés, se muestra escéptico ante el
futuro judicial de Csatary, un criminal de guerra desconocido para el
presidente de la Asociación de hijos e hijas de deportados judíos de
Francia. Si había pasado a considerarse como uno de los más buscados era
en su opinión porque «quedan pocos en la carrera» y «todos son mayores de 90 años». «Hace 30 años, habría sido el número 3.500 en la lista», afirmó el pasado lunes en Europe 1.
Dos rastros perdidos
Los cazanazis mantienen en el número 1 de su búsqueda a Alois Brunner,
pese a que se cree que murió en Siria en 1996. Nunca se ha podido
comprobar su fallecimiento ni se ha encontrado su cadáver, pero existen
pocas probabilidades de que siga con vida ya que nació en 1912. Brunner dirigió las deportaciones a campos de concentración nazis de 140.000 judíos entre 1939 y 1944 como mano derecha de Adolf Eichmann. El responsable de la «solución final» sí fue, en cambio, capturado por El Mossad en una legendaria operación en un suburbio de Buenos Aires y ahorcado hace 50 años en Israel.
También se da por muerto al austriaco Aribert Heim, conocido como «doctor muerte»
por haber asesinado a cientos de judíos en los campos de concentración
de Sachsenhausen, Buchenwald y Mauthausen a los que llegaba a extraer en
vida órganos sin anestesia. Capturado en 1945, fue enviado a un campo
de prisioneros de guerra y trabajó después como ginecólogo en
Baden-Baden hasta que desapareció en 1962, antes de ser juzgado. Varios
medios publicaron que Heim habría muerto de cáncer en El Cairo en 1992,
pero nunca se ha podido confirmar, ni siquiera lo logró su hija
Waltraud, cuando intentó cobrar su herencia de un millón de dólares años
después. Buscado en España e Iberoamérica, hoy tendría 98 años.
La persecución de los últimos responsables del Holocausto ha cosechado en los últimos años fracasos como la absolución de Sandor Kepiro en 2011 o el cierre de la investigación sobre el interrogador de la Gestapo Mikhail Gorshkow por falta de pruebas o el fallecimiento en libertad de presuntos criminales como Samuel Kunz,Milivoj Asner oHarry Mannil, pero también se ha podido felicitar por algunos éxitos, como la condena a John Demjanjukantes
de su muerte. La sentencia contra este guardia voluntario en el campo
de exterminio de Sobidor permitió la reapertura de cientos de casos de
nazis de los que se pensó que nunca serían juzgados. El fiscal alemán
Kurt Schrimm apuntó hace un año que probablemente había «menos de 1.000» posibles sospechosos que aún podrían estar vivos.
Los más buscados
En Alemania residen hoy algunos de los más buscados por el centro creado por el cazador de nazis Simon Wiesenthal, como Gerhard Sommer,
antiguo lugarteniente de las SS condenado a cadena perpetua por la
masacre de 540 civiles italianos en 1944 en Toscana. Investigado desde
2002, aún no se ha formulado ninguna acusación criminal contra él.
También Soeren Kamvive
libremente en el país germano, que ha rechazado en dos ocasiones su
repatriación a Dinamarca. Exoficial de las SS, este danés está acusado
de la muerte en 1943 del periodista antifascista Carl Henrik Clemmensen
en Copenhague. En 1956 obtuvo la nacionalidad alemana por haber servido a
las SS en virtud de una ley nazi aprobada en 1943.
En semejante situación se encuentra Algimantas Dailide,
un voluntario de la policía secreta del régimen pro-nazi de Lituania a
quien un tribunal lituano sentenció a cinco años de cárcel por detener a
los judíos que intentaban escapar del gueto de Vilnius. Nunca entró en
prisión debido a su avanzada edad (nació en 1921) y a su delicado estado
de salud. Hoy reside en Alemania, donde también se refugió Klaas Carl Faber
tras fugarse de la cárcel en Holanda en 1952. Ex carcelero holandés de
las SS, fue condenado a muerte en 1947 en Holanda por su participación
en 22 asesinatos en 1944, aunque un año después la sentencia pasó a ser
de cadena perpetua. Faber falleció hace apenas unos meses en libertad.
Quien sí fue juzgado y hallado culpable en Alemania fue Heinrich Boere,
un miembro de escuadrón de las SS que perseguía a los miembros de la
resistencia en Holanda y fue acusado por la muerte de tres civiles
holandeses en 1944. Boere huyó a Alemania, donde finalmente fue
condenado a cadena perpetua por un tribunal de Aquisgrán y en silla de
ruedas fue trasladado de la residencia a ancianos a prisión.
Hungría reclama desde 2005 a Australia la extradición de Karoly Zentai
por la muerte de un adolescente judío en Budapest cuando servía en el
ejército pronazi húngaro y tenía 23 años. Zentai, a quien se le acusa
también de haber participado en las persecuciones y muertes de judíos en
1944, reside en Australia desde los años 50.
El Centro Simon Wiesenthal sigue presionando también para que Canadá revoque la ciudadanía y deporte a Bielorrusia a Vladimir Katriuk,
a quien acusa de participar en atrocidades cometidas contra civiles en
Bielorrusia entre 1942 y 1944. En 1999, el Tribunal Federal canadiense
determinó que Katriuk había ocultado su pasado nazi al entrar en el
país, pero que no había ninguna evidencia de que había participado en
las atrocidades.
Un informe dado a conocer en abril aporta nuevos documentos
que inculparían a Katriuk y que ahora se examinan. Desde el Congreso
Judío Canadiense se insistió en la necesidad de llevar a los criminales
de guerra nazis ante la justicia. «Sí, son viejos y débiles, pero no
debemos pensar en ellos como lo son hoy, los recuerdo como fueron cuando
llevaron a cabo su trabajo horrendo, matones brutales, jóvenes,
fuertes. Viven hasta una edad muy avanzada cuando negaron a sus víctimas
su derecho a la vida», señaló Bernie Farber.
En la misma línea, Zuroff subrayaba tras conocer la localización de Csatáry
en Budapest que «el tiempo que ha pasado no disminuye en nada su
culpabilidad y la vejez no debe constituir una protección para los
autores del Holocausto».
Fuente:abc.es
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