El Gobierno israelí ha decidido retirar sus tropas de la mitad norte de Ghajar y concentrarlas al otro lado de la frontera, en la mitad sur. Con esa decisión, Israel completó su retirada del territorio libanés. Y complicó aún más la vida de los 2.100 habitantes de Ghajar, un pequeño pueblo de montaña que hace 10 años sufrió la última de una larga historia de desgracias: la ONU hizo pasar por el poblado la línea azul que marcaba la frontera entre Israel y Líbano, dividiéndolo en dos mitades.
Para más sarcasmo histórico, la población de Ghajar nunca fue israelí ni libanesa, sino siria. Quedó bajo ocupación israelí tras la guerra de 1967 y sus habitantes aceptaron la nueva situación, siempre que se les incluyera en el territorio del Golán, conquistado a Siria: calcularon que Israel y Siria deberían hacer la paz algún día, con lo que el Golán sería devuelto a los sirios y con el Golán, Ghajar.
Israel ya se retiró una vez del norte de Ghajar, en 2000. Pero reocupó el barrio septentrional del pueblo en 2006, durante la guerra contra las milicias libanesas de Hezbolá. Durante los cuatro últimos años la escuela, el médico y la mayor parte de los huertos siguieron en el sur; varias familias, sin embargo, aprovecharon la unificación de Ghajar para trasladarse al norte.
Exigencia de Líbano y ONU
La retirada israelí de Ghajar-norte era una exigencia del Gobierno libanés y de la ONU. En teoría, debería realizarse previo acuerdo entre los gobiernos de los dos países afectados. En la práctica, por falta de diálogo (Israel y Líbano siguen legalmente en guerra), el Gobierno israelí decidió retirarse de forma unilateral y dejar el control de Ghajar-norte en manos de los 12.000 soldados de UNIFIL, la fuerza de la ONU en el sur del Líbano, dirigida por el general español Alberto Asarta. Israel ha tomado ahora esta decisión para complacer a Estados Unidos, que intenta reforzar la autoridad del Gobierno libanés frente a la pujanza de Hezbolá.
Ghajar está completamente encerrada dentro de un muro levantado por los israelíes. La salida al norte, hacia Líbano, ha permanecido cerrada en los últimos años. Los habitantes de la población, que en su gran mayoría poseen ciudadanía israelí, pueden salir sin grandes dificultades hacia el sur. Entrar, sin embargo, es muy difícil. Prácticamente imposible para la prensa extranjera y para cualquiera que tenga que realizar algún trabajo en Ghajar, desde reparar una antena hasta entregar una lavadora, en especial si el cliente reside en la zona norte.
Los habitantes de Ghajir siempre se han negado a ser libaneses y, en conversación telefónica, lo ha reiterado Najir Jatib, dirigente municipal. Prefieren pertenecer a Israel, que les ofrece mayor nivel de vida que Líbano, a la espera de ser devueltos a Siria. Además, casi toda la población es musulmana alauita (como una parte considerable de la población siria y la propia dinastía presidencial de los Hassad) y mantiene malas relaciones con los chiíes que dominan en el sur del Líbano.
Lo peor para ellos, en cualquier caso, es verse divididos. Por razones prácticas (cuando se consume la retirada, tendrán que cruzar una frontera internacional para ir de una calle a otra), por miedo a nuevos conflictos (temen que Hezbolá desplace en poco tiempo a la ONU como autoridad de Ghajir-norte y se produzcan ataques fronterizos) y, sobre todo, porque la nueva situación hará muy difícil que Ghajir recupere algún día, entera, la nacionalidad siria.
Fuente:elpais.com
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