Israel le otorgó la máxima distinción en 1985. Pero la historia de Jerzy Bielecki, el jóven católico polaco que en 1944 liberó a una joven judía en Auschwitz y que ha muerto pacíficamente en su casa de campo polaca a los 90 años, es más digna de un guión de Hollywood.
Jerzy tenía 19 años cuando los alemanes le apresaron en Polonia, bajo la sospecha de que pertenecía a la resistencia, y le enviaron en el primer transporte de presos varones -todos polacos- al campo de concentración de Auschwitz en abril de 1940. Casi tres años más tarde, en enero de 1943, una joven judía polaca de 22 años, Cyla Cybulska, fue detenida junto a sus padres y tres hermanos -dos varones y otra chica- en el gueto de Lomza, en el norte del país. La familia al completo fue enviada a Auschwitz-Birkenau. Los nazis asesinaron de inmediato en las cámaras de gas a los padres y a la hermana, pero Cyla y sus dos hermanos fueron enviados a trabajos forzados.
Jerzy y Cyla se conocieron en estas circunstancias en septiembre de 1940 y la chispa del amor prendió enseguida entre los dos presos. Jerzy decidió escapar con su novia, pero el plan que urdió parecía un disparate. Gracias a su amistad con uno de los trabajadores polacos del almacén del campo, consiguió un uniforme de oficial de las SS y logró elaborar un salvoconducto falso. De esta manera -y gracias a su buen alemán- consiguió hacer creer a algunos guardianes que era un oficial de los servicios secretos que se llevaba a la joven judía fuera del campo para interrogarla.
En una entrevista concedida en 2010 a Associated Press, Jerzy contaba sus sentimientos en aquellos momentos. «Sentía el pánico que me corría por toda la espalda a la espera de recibir el primer tiro al cruzar la puerta de salida».
Se perdieron la pista
Después de diversos avatares, la familia de Jerzy insistió en que éste se reuniera con ellos en Cracovia. Cyla fue escondida en casa de unos agricultores amigos. Pero al término de la guerra los dos enamorados fueron incapaces de reencontrarse. Jerzy acabó casándose en Polonia, y Cyla, por su parte, contrajo matrimonio con un judío, con el que acabó recalando en Nueva York.
En 1982, Cyla contó la historia de su liberación a su sirvienta polaca, que quedó estupefacta. Había escuchado la misma historia contada por el propio Jerzy en la televisión de su país antes de abandonarlo para trabajar en Estados Unidos. Ambas mujeres se pusieron manos a la obra para dar con el paradero de Jerzy, y el reencuentro se produjo en el aeropuerto de Cracovia en el verano de 1982. El enamorado acudió a la cita con un ramo de 39 rosas rojas, una por cada año en que habían estado separados.
Cyla Cybulska murió en Nueva York en 2002. Jerzy murió hoy, y deja mujer, dos hijas, cuatro nietos y un bisnieto. El lunes se celebrará el funeral católico en la localidad polaca de Nowy Targ.
Fuente:abc.es
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