Esta persona es la responsable del ataque diario de "El Mundo" contra Israel.
Como siempre ,en este reportaje vomitivo ,aparaece una imagen insidiosa que no muestra la realidad.
"Apartheid" en Jerusalén
Las fachadas de piedra inmaculada dan una imagen de un Jerusalén armónico y limpio. Pero cuando uno se adentra en la parte este de la ciudad ese icono se desmorona. Allí no se respira una atmósfera límpida. En la calles del Jerusalén oriental se percibe el dolor y la desposesión. Este lado de la ciudad está cercado por un muro de hormigón tan gris como el futuro de sus habitantes. Muchos de ellos, palestinos, viven cada día con la amenaza del desahucio y la deportación suspendida sobre sus cabezas como una guadaña.
Jerusalén es una ciudad partida en dos por un 'apartheid' silencioso. La parte oriental, ocupada por Israel desde 1967, incluye la Ciudad Vieja. Trescientos mil palestinos viven en Jerusalén Este, encerrados en un área de nueve kilómetros cuadrados y rodeados por 61 kilómetros cuadrados de áreas anexionadas por Israel, 20 asentamientos judíos y el muro. "Los israelíes quieren ponernos en una jaula en donde no podamos movernos", asiente el gobernador de Jerusalén Este, Adnan Huseini.
Unos 100.000 palestinos viven al otro lado del muro que separa varios barrios del resto, corriendo el peligro de perder su estatus de residentes permanentes en la ciudad y, por tanto, de no poder hacer vida en ella. Desde 1967, 70.000 palestinos han perdido su derecho a residir en Jerusalén Este, de acuerdo con cifras que maneja Itay Epshtain, codirector del Comité Israelí contra las Demoliciones (ICAHD, en sus siglas en inglés), una ONG israelí que defiende los derechos de los palestinos que viven en Jerusalén y Cisjordania.
Nicolas von Arx, jefe de la Misión del Comité Internacional de Cruz Roja en Jerusalén, reconoce una "preocupación" especial de esta organización sobre las deportaciones en Jerusalén Este. "Los que se enfrentan a este problema no tienen un lugar a donde ir", añade. Según el abogado Osama Saadi, entre 1967 y 2006, han sido deportados 15.000 palestinos de Jerusalén. El artículo 49 de los Convenios de Ginebra prohíbe los traslados forzosos de población en territorios ocupados.
Israel practica encubiertamente una política de limpieza étnica, declarando ilegales a ciudadanos palestinos, prohibiéndoles acceder a parte de la ciudad, demoliendo casas y expulsando a sus familias para construir parques o barrios judíos, denegando a los palestinos los permisos para levantar casas nuevas mientras autoriza urbanizaciones donde sólo pueden vivir los judíos.
Pagar impuestos y no tener agua corriente
Hay tranvías que conectan los enclaves judíos alrededor de la ciudad, provista de zonas ajardinadas, mientras que los barrios palestinos carecen de los servicios más básicos: no se recoge la basura ni se reparte el correo. Los barrios palestinos se distinguen por los característicos depósitos de agua azules en las azoteas: es porque con frecuencia no tienen agua corriente. El 40% de los impuestos que ingresa la ciudad son pagados por los ciudadanos palestinos, el 33% de la población de Jerusalén. "Pagar los impuestos es para ellos una manera de demostrar que viven en la ciudad, por eso nadie los elude. Sin embargo, sólo entre el 6 y el 10% de esas tasas se reinvierten en los barrios palestinos", señala Epshtain.
"Puede ver que Jerusalén está dividido en dos partes. Una es bonita y la otra es fea y llena de sufrimiento. Esa es nuestra parte de la ciudad", afirma a ELMUNDO.es Murat Shafa, un vecino de Silwan, un barrio de Jerusalén Este. Sobre el hogar de Shafa y de muchos de sus vecinos pende una orden de demolición. Sus casas están en un área que las autoridades quieren convertir en un parque dedicado al rey David para atraer el turismo.
Sin permiso para construir una casa
Silwan, donde viven más de 50.000 palestinos, está conectado con el muro sur de Al Aqsa y la Ciudad Vieja. Al mismo tiempo, en este barrio viven 300 colonos judíos que poseen sus propios guardias armados. En Al Bustan, otra zona anexa, las viviendas de 1.500 personas están amenazadas por la construcción del parque temático sobre el rey Salomón, según ICAHD.
"No queremos construir nuestras casas sin permiso. Pero el problema es que nunca nos lo dan. Mi padre pidió la autorización para construir su casa hace 30 años. Ahora tiene 60 años. Nunca recibió el permiso", afirma Shafa en hebreo. Junto a otras familias, ha establecido una tienda de campaña para protestar contra los desahucios forzosos.
"Incluso los hacen pagar la demolición de la casa que declaran ilegal. Son entre 3.000 y 4.000 shekels (entre 600 y 800 euros) y si no se pagan, los encarcelan o les expropian el coche. Así que muchos tienen que pagar la multa en mensualidades. Por eso son tan pobres, por las multas que deben pagar, y por eso construyen así sus casas, porque nunca pueden hacerlo de forma legal", explica el responsable de la ONG israelí.
En Sheij Jarrah, barrio de Jerusalén Este, entrevistamos a cuatro familias que han sido desahuciadas, tras cuatro décadas de batalla legal. Um Nabil, una anciana de 89 años, es una de las personas que ha perdido su casa. "Dormimos durante más de seis meses en la calle", afirma.
"Me echaron de mi casa en agosto de 2009, al igual que a otras siete familias", cuenta Mariam el Ghami, vecina de Sheij Jarrah. "Llegaron a las cinco de la madrugada, cuando todos dormíamos, con cientos de soldados armados, como si fuera una guerra. Los comandos volaron la puerta y entraron, echando a los niños y ancianos", explica la nuera de Um Nabil.
"Nada más echarnos de nuestra casa y llevarse nuestros muebles en camiones, entraron los colonos con nuevo mobiliario", añade. Un tribunal israelí les condenó a pagar los gastos del deshaucio: 13.000 shekels (unos 2.500 euros). "Alquilé una casa en Shuafat, pero cada día vengo a ver mi hogar en Sheij Jarrah. Quiero que mis hijos sepan que esta es nuestra casa", afirma Mariam. "Como palestinos no tenemos derechos aquí. Los animales tienen derechos, pero a nosotros se nos niegan", reflexiona.
"Todo esto es parte de una política que Israel sigue cuidadosamente desde la ocupación de 1967: demolición de casas, cierre de Jerusalén, restricción de libertad de movimientos. Todo ello para forzar a los palestinos a dejar Jerusalén", señala Zakaria Odeh, activista de una coalición por los derechos cívicos.
Fuente:elmundo.es
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