Desde el pasado enero, cuando por fin la Unión Europea se puso de
acuerdo para aprobar unas raquíticas sanciones contra Irán, el régimen
de los ayatolás viene utilizando el suministro petrolero para amenazar a
los países europeos. Al corte del suministro a la débil Grecia, se han
sumado desde entonces los problemas y amenazas contra Alemania, Italia y
España. Más allá del impacto directo en nuestro aprovisionamiento, la
medida tiene un carácter propagandístico feroz, destinado a comunicar al
resto del mundo la capacidad iraní de soportar y ganar un cara a cara
con los europeos. Alrededor del programa nuclear y las sanciones orbita
la propaganda de los ayatolás, que a través de la televisión, amenazan e
insultan a los países occidentales, España entre ellos.
Pero hay algo peor que las amenazas periódicas iraníes contra España, y
es que éstas se hagan precisamente desde nuestro país. Demasiado
desapercibido ha pasado el hecho de la puesta en marcha por parte del
gobierno fanático iraní de la televisión Hispan–TV, destinada a hacer
proselitismo chií en España, Hispanoamérica y Estados Unidos. Emitiendo
desde 2011, es uno de los proyectos internacionales más ambiciosos del
régimen de los ayatolás. Una pieza imprescindible en su doble pugna
cultural, contra occidente y contra el sunnismo saudí.
Televisión de corte racista y xenófobo, destinada a hacer proselitismo
del agresivo régimen de los ayatolás, es emitida además a través del
operador Hispasat, en cuya participación el Estado español posee un 25%
del accionariado, a través de la SEPI, el INTA y el CDTI. Que la
española Abertis –que posee más del 45% de Hispasat– acoja en el sistema
la propaganda iraní es malo; pero que tanto el mensaje antioccidental y
violento como las amenazas a España por parte de las huestes de
Ahmadineyad se realicen gracias al Ministerio de Industria, el
Ministerio de Defensa y el Ministerio de Ciencia y Tecnología –juntos
suman más del 25% de Hispasat– se nos antoja intolerable.
Máxime cuando la participación de todos ellos en el sector se justifica
por el carácter estratégico que para nuestro país tiene poseer un
operador así. Por eso carece de todo sentido que se permita su
utilización como instrumento propagandístico islamista, contra
Occidente, contra Europa y contra los intereses españoles: ¿cómo el país
que ha atacado y amenaza a los soldados españoles en Líbano a través de
Hezboláh puede hacer publicidad a través de nuestros propios recursos
estratégicos? Que Irán trastoque el aprovisionamiento español de
petróleo es un revés material que se puede remontar; que lo haga desde
España y gracias al sostén tecnológico, industrial y económico español
resulta del todo inaceptable. Ni la enloquecida espiral en la que parece
inmerso nuestro país justifica que el INTA, la SEPI y el CDTI estén al
servicio del enemigo.
Fuente:libertaddigital.com
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