Eduardo Zalovich - Jerusalén 13/11/2011
Desde que el “Organismo Internacional de Energía Atómica” (OIEA), publicó días pasados su último informe sobre el programa nuclear de Teherán, confirmando sus objetivos militares, Israel ha redoblado sus esfuerzos para lograr la detención del mismo. Y si en el tema del reconocimiento a un futuro estado palestino el estado hebreo tiene pocos apoyos, en este caso las mayores potencias y las democracias del mundo se han posicionado a su lado.
Irán, con 1.874.000 km2 y 71 millones de habitantes, está gobernado por una dictadura teocrática islámica. El “líder supremo” es Alí Jamenei –también jefe de las fuerzas armadas-, y su Presidente Majmud Ajmadineyad. Barack Obama ha vuelto a advertir esta misma semana de la "continua amenaza" del programa nuclear iraní. Su declaración se realizó después que la OIEA emitiera su categórico informe, que no da lugar a dudas acerca de los objetivos de la “República Islámica”. Mientras tanto, Irán sigue asegurando que su programa nuclear tiene fines pacíficos y sólo busca producir electricidad.
Israel es el país que ha reaccionado con mayor vehemencia, y es que objetivamente no le faltan causas. Teherán se ha convertido en un curioso santuario para musulmanes radicales, regímenes autoritarios de izquierda -Venezuela, Bolivia, Nicaragua- y grupúsculos nazis que ven en Ajmadineyad un ídolo por cuestionar los crímenes de Hitler en Europa. Asimismo, Irán financia y entrena las milicias de Hamás y Hizbollah, en Gaza y Líbano respectivamente, reconocidos opositores del acuerdo pacífico palestino-israelí.
Europa está muy cerca
El General Giora Eiland, uno de los más respetados expertos de seguridad israelíes, considera que “las dos opciones son peligrosas, tanto atacar Irán como abstenerse de hacerlo”. En diálogo con El Confidencial, Eiland restó importancia al debate público que sobre el tema que existe hoy en Israel. “Cuando se habla de la posibilidad de un ataque, lo primero que analizamos es nuestra capacidad militar, cuales son los riesgos y cuales las probabilidades, cuán exacta es la información de inteligencia que tenemos, y cuán seguros estamos de alcanzar un logro significativo. Este tipo de debate no llega a la opinión pública”.
Según Eiland, si el resultado de una acción militar fuera retrasar el programa “dos años no vale la pena, debe al menos demorarlo en diez años”. Preguntado acerca de las consideraciones internacionales, afirmó que “en el momento de la verdad sólo la opinión de Washington puede pesar en la decisión de Jerusalén”. “Una cosa es si Obama le dice a Netanyahu que EE.UU. no está dispuesto a lidiar con el precio de un ataque, y muy distinto es si le garantiza un posterior respaldo diplomático y militar”.
Otro especialista en defensa, que solicitó anonimato, explica que “el mayor peligro radica en la combinación de un régimen fanático, irresponsable, con una visión religiosa medieval, y la posesión de armas de destrucción masiva, con misiles capaces de transportarlas a miles de kilómetros. Algunos europeos no entienden que este riesgo no es para Israel, es para todos.
El Islam radical tiene como meta el mundo, y países como Israel y España son los primeros en su lista, porque fueron territorios gobernados y perdidos por los musulmanes… Madrid, Londres o París no estarán más a salvo que Tel Aviv del chantaje islamista”. Por su parte, Efraim Asculai, especialista en Irán, nos subrayó que “si bien ellos no tienen aviones de última generación, han desarrollado misiles capaces de superar los 1.800 kms, o sea de alcanzar Europa y Rusia. Y no olvidemos que los ayatollahs iraníes tienen ambiciones hegemónicas desde el Golfo Pérsico al Mediterráneo”.
En medio de esta tormenta de ideas y opiniones que se vive hoy en Israel y en las principales capitales del mundo, el Premier Netanyahu se enfrenta a una decisión todavía más difícil que la que tomó su maestro político, Menajem Beguin, cuando en 1981 ordenó el “Operativo Babilonia”… la destrucción total de Osirak, el reactor nuclear de Sadam Hussein.
Fuente:elconfidencial.com
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