El genetista nazi Otmar von Verschuer, con dos judíos gemelos en el Kaiser Wilhelm Institute.
Expertos y supervivientes recuerdan en Madrid los experimentos realizados a los judíos en los campos de concentración
¿Se puede sacar algo bueno de lo que ocurrió hace apenas 60 años en pleno centro de Europa? Para González, si algo se ha logrado del horror es fijar límites. "Esto no puede volver a suceder y, aunque la medicina obviamente no es la que era entonces, nos enfrentamos todos los días a decisiones con componentes éticos similares a los que se vivieron en esa época". Como ejemplos, González habla de los problemas en la eficiencia del gasto y se pregunta: "¿Podemos dejar de dar un fármaco a una persona porque, en teoría, le queda poco tiempo de vida? ¿Se debe de recetar un medicamento en vez de otro porque sea más barato? ¿Cuál es la lealtad del médico, hacia las personas o hacia el sistema sanitario?", reflexiona.
"¿Podemos dejar de dar un fármaco a alguien a quien le queda poca vida?"
Mario Sinay, que ha venido al curso desde el departamento de habla hispana del Centro Internacional de Estudios del Holocausto, en Jerusalén (Israel), recuerda que el equipo médico del campo de concentración más famoso, Ausch-witz, estaba compuesto por 23 médicos y que, aunque "el más conocido era Mengele", no está tan claro que fuera el más sanguinario. "Los médicos no sólo infligieron dolor, también fueron los encargados de diseñar la estrategia del exterminio", apunta González
Aunque no existen datos, este especialista en la medicina nazi "Cuando escuchas las historias, en inevitable engancharse" recuerda que, aunque hubo médicos que objetaron, la oposición era "minoritaria". "Y eso que los objetores no recibieron represalias", subraya, mientras recomienda el libro de Christopher Browning Aquelllos hombres grises, en el que se trata de explicar cómo personas aparentemente normales fueron cómplices de uno de los mayores genocidios de la historia.
La objeción de los profesionales en Alemania fue minoritaria
Uno de los aspectos más desconocidos es el de los médicos judíos que trabajaban en los campos de exterminio. Como recuerda Sinay, muchos "salvaron a sus compatriotas sabiendo que iban a ser asesinados por ello".
El francés Henri Borlant, que se hizo médico tras pasar la adolescencia en varios campos de exterminio, habla de la extraña relación entre internos y médicos en los campos nazis. "Lo último que se hacía era buscar asistencia médica. Había que aparentar estar lo mejor posible", dice. Y dispara una última acusación: "Hubo empresas biomédicas, algunas de las cuales siguen en pie, que pidieron prisioneros para investigación".
Fuente:publico.es
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