El presidente de Israel, Shimon Peres, inaugurará la reunión, en la que se darán cita, entre otros, el viceprimer ministro y ministro de Defensa, Ehud Barak, y la líder de la oposición israelí, Tzipi Livni.
Fuente:abc.es
Micky Rosenfeld, portavoz de la policía israelí, confirmó las cuatro muertes. El suceso se produce un día antes de que comiencen las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos en Washington.
Maguen David Adom (equivalente a la Cruz Roja) ha informado de que las víctimas son dos hombres y dos mujeres de entre 25 y 40 años. El diario israelí Haaretz. dice, además, que pertenecen a la misma familia y que una de las mujeres estaba embarazada. Los cuatro eran colonos del asentamiento judío de Beit Hagai, al sur de Hebron Hills.
Una milicia del brazo armado de la organización Hamas se ha atribuido la autoría del ataque. "Las Brigadas de Azedín Al-Qasam anuncian su plena responsabilidad de la heroica operación en Hebrón". Anteriormente, las Brigadas de los Mártires de Al Aksa, milicia vinculada a Al Fatah, partido del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Mahmud Abás, había reclamado también su autoría.
Sin embargo, desde el primer momento, fuentes de los organismos de seguridad en Israel, y de la ANP, consultadas por Efe, habían desestimado esta reivindicación y en todo momento se habían inclinado por acusar a milicianos islamistas bien de Hamas o de la Yihad Islámica.
El Ejército israelí ha impuesto el toque de queda en toda la región mientras soldados y policías buscan a los autores del ataque.
En una primera instancia, Hamas se había desvinculado del tiroteo aunque lo había elogiado a la vez que lo consideraba "una respuesta natural a los crímenes de la ocupación", según señaló Sami Abu-Zuhri, portavoz de Hamas en Gaza.
Hamas se desvincula del tiroteo pero lo "elogia y lo considera una respuesta natural"
Asimismo, otro portavoz de la organización, Fauzi Barhoum, en declaraciones a la edición electrónica del diario Yediot Aharonot, aseguró que "esta es una prueba de que a pesar de la persecución de la que es objeto la Resistencia palestina por los organismos de seguridad de Israel, los palestinos tienen la capacidad de responder a sus crímenes".
Abu-Zuhri agregó que el ataque es una prueba "de un fallo de coordinación de seguridad" entre Israel y la de los palestinos. Hamas gobierna la franja de Gaza y en varias ocasiones se ha mostrado disconforme al inicio de las conversaciones de paz. En este sentido, Barhoum dijo que "el ataque no tiene el objetivo de sabotear las negociaciones directas" porque "estas negociaciones han fracasado antes siquiera de comenzar".
Netanyahu, y el presidente de la ANP, Mahmud Abás, viajan hacia la Casa Blanca donde está previsto que se reúnan con el presidente estadounidense, Barack Obama, para iniciar un nuevo proceso de paz tras veinte meses de parón en la negociación directa.
El Ejército de Israel había anunciado, a través de su página en Twitter, que se trataba de un atentado terrorista. Con el mismo tono se expresó Avital Leibovitch, teniente coronel israelí. "Esto ha sido un ataque terrorista y el ejército lo está tratando como un incidente grave". Mientras miembros del ejército hebreo buscan a los atacantes, los servicios de seguridad de la ANP han abierto una investigación para esclarecer los detalles del ataque.
Asimismo, Leibovitch anunció que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ya ha sido informado del suceso. Las conversaciones con los palestinos continuarán tal y como estaban previstas, según han dicho funcionarios allegados a Netanyahu
El primer miembro del Gobierno israelí en hacer declaraciones ha sido el ministro de Educación, Gideon Saar, quien condenó el ataque pero aseguró que "no debemos frenar las negociaciones de paz porque eso sería dar un premio a los terroristas".
Por su parte, el ministro de defensa de Israel, Ehud Barak, ha prometido, a través de un comunicado, que "pondrá precio" a los autores de los disparos. "Esto es un intento de vulgares terroristas por intentar sabotear un proceso diplomático y dañar las conversaciones de paz en Washington", agregó Barak.
El clima general en Israel y los territorios palestinos ante el nuevo proceso oscila entre la indiferencia, en el mejor de los casos, y el pesimismo, en el peor. Pocos son los que creen que estas negociaciones van a llevar a buen puerto y, muchos menos, los que confían en que las partes vayan a alcanzar un acuerdo de paz definitivo en un año, tal como pretende la Administración Obama.
Está previsto que Abás y Netanyahu se sienten a negociar en Washington
Dentro del clima de desesperanza, sin embargo, hay quienes se esfuerzan en ver el nuevo diálogo directo como un avance y apuntan que tan sólo el hecho de que Benjamín Netanyahu y Mahmud Abás se sienten en la misma mesa, tras veinte meses sin verse las caras, ya supone un pequeño logro. Sin embargo, está por ver si este último suceso ocurrido en Cisjordania afecta en las intenciones de las autoridades israelíes de sentarse a negociar.
Quizás sea en la franja de Gaza donde más abunda el pesimismo y la indiferencia ante el nuevo empujón hacia la paz. Tras cuatro años de bloqueo del territorio, la gente tiene más interés en noticias sobre su levantamiento y la creación de oportunidades laborales que en ver a Netanyahu y Abás dándose la mano ante un sonriente Obama.
En la franja, la opinión mayoritaria es que las negociaciones no conseguirán tener éxito y , en todo caso, aunque se acuerde algo, no se podrá establecer un estado palestino mientras no haya reconciliación de las facciones palestinas, enfrentadas de forma virulenta desde verano de 2007, cuando Hamás tomó el poder en Gaza.
Fuente:publico.es
Milicianos matan a cuatro colonos, entre ellos una mujer embarazada, en Hebrón.- El brazo armado de Hamás se atribuye el ataque.- Netanyahu y Abbas mantienen su cita en EE UU para reabrir el diálogo
Fuente:elpais.com
Normalmente suele culparse al Israel de todos los males y sufrimientos de los palestinos. La salida de algo más de medio millón tras la guerra de los árabes contra la creación del Estado de Israel en 1947 sería la causa de ello. Pero incluso aceptando que así fuera, ello no explica por qué los famosos refugiados, descendientes de aquellos expulsados al principio, son considerados ciudadanos de segunda, si no de tercera clase, en los países árabes de acogida, en teoría sus hermanos.
Hay que recordar que aquellos seiscientos mil refugiados del 47 han pasado a ser ya más de cinco millones, habida cuenta de la alta tasa de natalidad de las mujeres palestinas. Pero lo más relevante no es el número, sino el maltrato que han recibido en toda la región y las condiciones infrahumanas en las que en muchos casos los dirigentes árabes han optado por mantenerlos para poder jugar así con ellos ante la opinión mundial y en contra de Israel.
Por ejemplo, Líbano, paraíso de hermandad entre árabes –cuando no se están mangando entro ellos– acoge a cerca de medio millón de refugiados palestinos, a los que mantienen en una buena proporción en campos de refugiados, esencialmente para evitar su integración en la sociedad libanesa y la posible dislocación del siempre precario equilibrio entre las diversas facciones libanesas. De ahí que por ley se les prohibiera acceder a trabajos cualificados desde 1947, algo a lo que se ha puesto punto y final esta misma semana. Con todo, los palestinos están aún muy lejos de ser aceptados como naturales de los países de acogida. Y no a causa de Israel, como se argumenta. Simplemente, porque son considerados ciudadanos de segunda por sociedades esencialmente racistas como las árabes.
Y no solo se trata de las condiciones a las que están sometidos en Líbano, Egipto Jordania o el Golfo. Hussein en su día, como su hijo Abdulá hoy, no olvidan ni perdonan que la OLP quisiera acabar con su dinastía y hacer de Jordania el Estado palestino. Como los kuwatíes ni olvidan ni perdonan que, tras la invasión de Saddam en 1991, se alinearan con el invasor y no con su país de acogida. Y por ello fueron expulsados en masa (cerca de medio millón, casi tantos como de Israel en 1947).
En ningún país árabe obtienen los palestinos acceso a la nacionalidad. De hecho, aunque cueste creerlo, sólo se consideran nacionales en Israel, donde no sólo tienen todas las libertades para vivir, trabajar y moverse, sino que disfrutan de iguales derechos políticos, con sus partidos de representación parlamentaria. Mucho más que la mayoría de sus congéneres en los países vecinos.
Mientras los palestinos estén obligados a vivir como refugiados en sus países de acogida y no puedan pasar de eso, sólo serán una pieza más al servicio de los caprichos, sentimientos e intereses de los dirigentes que los acogen pero que no les quieren.
Y es que, en realidad, como se vuelve a ver con ocasión de las nuevas conversaciones directas entre Israel y Palestina en Washington, el único que de verdad parece querer un Estado palestino resulta que es Israel. Todos los demás han apostado desde hace años a tener refugiados que arrojar contra Jerusalén cuando les apetece.
El atentado tuvo lugar en la carretera 60, que cruza Cisjordania de sur a norte, a la altura del asentamiento judío de Kiriat Arba, informó el Maguen David Adom, equivalente a Cruz Roja en Israel. Fueron tiroteadas a eso de las 19.30 hora local (16.30 GMT) cuando iban con su coche hacia el asentamiento, según las primeras informaciones.
"Puedo confirmar que hay cuatro muertos", se limitó a decir el portavoz de la policía Miki Rosenfeld. Por el momento ningún grupo se ha hecho responsable del atentado, que precede a las negociaciones que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el presidente palestino, Mahmud Abás, comenzarán a partir del jueves en Washington.
Las Brigadas de los Mártires de Al Aksa, grupo terrorista cercano al partido del moderado presidente Mahmud Abás, se ha atribuido el atentado. "Este ataque es una respuesta a las continuas agresiones de Israel a nuestros lugares sagrados, a sus continuas incursiones en nuestras ciudades y a la coordinación de seguridad entre Israel y la ANP", dijo a la radio La Voz de Palestina un terrorista que se identificó como Abu Mahmud.
Fauzi Barhoum, portavoz de Hamás, dijo que el atentado es la "respuesta natural de la resistencia palestina a los crímenes del enemigo". Así, consideró en declaraciones al diario Yediot Aharonot que "esta es una prueba de que a pesar de la persecución de la que es objeto la Resistencia palestina por los organismos de seguridad de Israel, los palestinos tienen la capacidad de responder a sus crímenes".
Barhoum agregó que "el ataque no tiene el objetivo de sabotear las negociaciones directas" que comenzarán en Washingotn el jueves, porque "estas negociaciones han fracasado antes siquiera de comenzar".
Fuente:libertaddigital.com
El líder libio llegó a Roma para celebrar el segundo aniversario del Tratado de Amistad firmado con Italia. Mientras llegaba Gadafi, cientos de jóvenes convocadas por una agencia de modelos y azafatas de congresos ya esperaban en la Academia cultural de Libia, cercana a la residencia del embajador libio, en cuyos jardines instalará su tienda el coronel.
Algunas de las chicas que participaron en la reunión explicaron a los medios de comunicación italianos que Gadafi afirmó que "el islám debería convertirse en la religión de toda Europa" y "que el primer paso para la islamización de Europa será la entrada de Turquía en la Unión Europea".
Además, las jóvenes relataron que durante el encuentro Gadafi recibió a tres mujeres italianas que se habían convertido recientemente al islám. A las cerca de 500 jóvenes que participaron en el seminario, Gadafi les regaló una copia del Corán.
Gadafi aprovechó también el año pasado su paso por Roma, donde asistió a una reunión de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), para organizar un seminario sobre el Islám con chicas de entre 20 y 35 años, que superaran el metro y 65 centímetros de estatura y fueran vestidas sin minifaldas ni escotes pronunciados.
La misma agencia de modelos y azafatas de congresos que el año pasado llamó a las jóvenes se encargó también hoy de reclutar a las cerca de 500 mujeres con las mismas características.
Para este viaje, Gadafi también ha hecho traer desde su país treinta caballos de raza berebere que participarán en una exhibición en el marco de los actos de conmemoración del Tratado de Amistad, que el lunes se celebrará en el cuartel Salvo D'Acquisto en Roma. En el cuartel también está prevista la cena entre el líder libio y Berlusconi.
Fuente:libertaddigital.com
Los medios italianos han cargado duramente contra el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, por permitir lo que consideran un sacrificio de principios y dignidad a cambio de mejorar los lazos con Libia.
"¿Qué pasaría si el líder de un estado europeo fuera a Libia u otro país islámico e invitara a todo el mundo a convertirse al Cristianismo?", se pregunta el diario Il Messaggero, que cree que "provocaría una reacción muy fuerte a lo largo del mundo islámico". Algunos medios hablan de que tres jóvenes se habrían convertido al Islam, aunque nadie ha podido verificarlo.
Desde el editorial de La Stampa añaden que "los intereses nacionales no pueden justificar" este tipo de actos que califican de "grotescos". Este diario hace referencia a que Italia es uno de los principales socios de Libia en el comercio de combustible y gas, mientras que el país africano es uno de los principales inversores en la economía italiana.
Precisamente, Gaddafi tiene previsto entrevistarse con Berlusconi este lunes durante una cena formal, algo que sorprende a algunos ciudadanos, como Marina Merni, residente en Roma que no entiende cómo se le trata como "un invitado con honores". "Parece evidente que es por intereses económicos", añade.
Fuente :publico.es
En la visita de Netanyahu a la Casa Blanca a comienzos de julio, Obama dijo del primer ministro que era una persona dispuesta a asumir "riesgos por la paz". Ahora que Obama ha logrado forzar unas conversaciones con miras a un acuerdo final entre israelíes y palestinos, conviene preguntarse qué quería decir con aquella frase. ¿A qué riesgos se refería?
Cuando se habla de la segunda intifada, además de olvidar que comenzó por orden del afamado terrorista y Nobel de la Paz, Yasir Arafat, también suele olvidarse un dato más que relevante: más de mil israelíes murieron a manos de los terroristas en esos años. Esto es, en cuatro años, los palestinos moderados de Arafat segaron tantas vidas como ETA en toda su sangrienta historia. O puesto de otra manera, si la intifada hubiera tenido lugar en España, entre el año 2000 y 2004 el terrorismo habría matado a más de 7.000 personas y herido a cerca de 40 mil. Casi nada.
Y todo ello porque alguien en Washington había tenido la ocurrencia de que la solución al conflicto palestino pasaba por "tierra por paz", lo que llevó a Ehud Barak, entonces primer ministro, a renunciar a Gaza y a casi el 90% de Cisjordania. Precisamente el suelo desde donde, al rechazar Arafat el acuerdo, se lanzaría la nueva intifada; pues fue la OLP, no Hamas, la madre de la ola de terror y destrucción de esos años.
El actual primer ministro israelí, que no es ningún tonto, sabe en primera persona que las concesiones nunca le han sentado bien a Israel. Empezando por la aceptación de la partición de 1947 acordada en la ONU y rechazada por los árabes a las pocas horas, con su ataque armado colectivo para expulsar a los judíos de sus tierras y destruir al Estado de Israel.
Es difícil imaginarse tener que sobrevivir todos los días defendiendo el derecho a vivir en paz, libre del temor a saltar por los aires. Pero esa es la condena que el mundo ha impuesto a los israelíes. No sólo se debe vivir bajo el riesgo, sino que se debe soportar la continua deslegitimación de su derecho a la autodefensa y a la existencia misma como pueblo en un territorio.
Esta semana el ejército israelí ha desmantelado una sección del muro de protección antiterrorista en los alrededores de Belén (ese enclave tan simbólico para el cristianismo donde apenas se deja subsistir a un puñado de cristianos por la presión musulmana, dicho sea de paso), porque creen que ya no es necesario gracias a haber desmantelado la red terrorista de la zona. Y es que esa verja que se llevó con gran fanfarria al tribunal de La Haya, no responde al designio imperialista que se le achacaba, sino que es un simple instrumento de seguridad, necesario mientras prime lo contrario, la inseguridad.
¿Qué riesgos le va a pedir Obama ahora a Netanyahu? ¿Que se retire de Cisjordania y la zona acabe en manos de Hamas como ocurriócon Gaza tras la retirada completa de Israel? ¿Que desmantele los puntos de control con los que se filtran los movimientos de los terroristas? ¿Que renuncie a los asentamientos y se retire al Israel previo a la guerra de 1967?
Obama y los palestinos coinciden en una cosa: que entienden la política como un espectáculo. Pero visto desde Israel es un triste espectáculo cuyo resultado no ha sido hasta ahora más que un drama. El primer ministro Netanyahu lo sabe. Y nadie debiera pedirle que asuma aún más riesgos reales en aras a una promesa de paz que nadie sabe cuándo podría cumplirse.
Con el paso de los años, sus intereses y estudios fueron abarcando campos tan aparentemente diversos e inconexos como el derecho, la psicología, la filosofía política, la teoría de la información, la sociología, la antropología o la metodología de la ciencia.
Uno podría temer que, ante tal variedad de objetos de estudio, Hayek fuera más bien una mente dispersa, caótica y poco sistemática a la que le fue imposible profundizar lo suficiente en alguna de estas disciplinas. Sin embargo, y por mucho que haya algo de cierto en semejante diagnóstico, la gran preocupación intelectual de su vida no fue tanto lograr un conocimiento completo en cada una de estas materias, cuanto utilizarlas para explicar un aspecto muy concreto de nuestro mundo: cómo emerge el orden (o, más bien, los órdenes).
La de Hayek fue una travesía intelectual que comenzó en Viena. Después de pasar por los cursos del discípulo menos mengeriano de Carl Menger, Friedrich Wieser, empezó a trabajar en una agencia estatal dedicada a saldar las deudas privadas tras la Primera Guerra Mundial. Fue allí donde conoció a quien entonces era su director, la persona que se convertiría en su gran maestro y la que de una manera más crucial determinó su carrera como economista: Ludwig von Mises.
Era la década de los 20, Mises ya había publicado sus dos grandes aportaciones a la ciencia económica: su Teoría del dinero y de los medios fiduciarios y Socialismo. Hayek, tras una corta estancia en EEUU, supo sacar un enorme provecho a la relación personal e intelectual con Mises, sobre todo gracias a sus participaciones en el seminario privado que impartía éste y al que también acudían otros egregios economistas como Machlup, Haberler, Morgenstern o Schutz. No es casualidad que toda la producción intelectual de Hayek durante casi dos décadas no fuera más que un intento de perfeccionar las dos áreas en las que había centrado su atención Mises: la teoría de los ciclos económicos y el teorema de la imposibilidad del socialismo.
Pese a que Mises pensaba que Hayek era la persona que más fiel se había matenido a sus ideas, éste no estaba plenamente satisfecho con el tratamiento que su maestro les había dado en sus libros. No tanto porque considerara incorrectas las conclusiones a las que había llegado, sino por los argumentos que ofrecía para respaldarlas.
Por un lado, Hayek deseaba ampliar la explicación de los ciclos económicos para compatibilizarla con el cada vez más empleado concepto de "equilibrio económico" y también para vincular la causa de las crisis no tanto a los bancos centrales cuanto a la propia existencia de un sistema crediticio gestionado por bancos. Por otro, el austriaco temía que el argumento de Mises contra el socialismo pecaba de excesivamente racionalista –apelaba a la razón y a la racionalidad de los individuos para comprender por qué el socialismo no podía funcionar– y trató de reconducirlo a un problema más general de falta de información por parte de los planificadores centrales.
Esta no siempre acertada reformulación hayekiana de la obra de Mises alcanzó mucha mayor difusión que la propia obra de Mises, especialmente en el mundo anglosajón. La razón es sencilla de comprender: a comienzos de la década de los 30, el director del Departamento de Economía de la London School of Economics (LSE), Lionel Robbins, buscaba a un profesor que cumpliera tres características: ser extranjero para así enriquecer una plantilla predominantemente inglesa; estar volcado en trabajos teóricos para poder contrarrestar la producción mayoritariamente empírica de los fabianos que poblaban la LSE; y ser capaz de combatir a la cada vez más influyente figura de John Maynard Keynes. Desde luego, era un puesto hecho a la medida de Hayek: un austriaco centrado en la teoría económica que además acababa de publicar una extensa crítica contra las falacias subconsumistas de dos demagogos estadounidenses hoy ya caídos en el olvido –William Foster y Waddill Catching– que resultaban enormemente parecidas a las soflamas keynesianas.
De ahí que, tras ser invitado a dar cuatro clases sobre las crisis económicas –de cuya recopilación salió una de sus obras más conocidas, Precios y Producción–, Hayek obtuviera una plaza fija en la LSE desde la que pudo combatir con más notoriedad tanto las reiteradas falacias de Keynes como la propaganda de los economistas socialistas que trataban de justificar a la desesperada que el cálculo económico sí era posible bajo el comunismo.
La batalla intelectual que libró contra el intervencionismo durante la década de los 30 le resultó ciertamente frustrante y agotadora. No ya porque quiso luchar con elegancia y rigor lo que en muchos casos sólo era un alud de propaganda económica dedicada a justificar el creciente rol dirigista del Estado durante la Gran Depresión –la crítica que escribió contra el Tratado del Dinero de Keynes fue tan devastadora que el de Cambridge dejó de responderle antes de que se publicara la segunda parte de su reseña aduciendo que estaba buscando otras bases para respaldar sus conclusiones–, sino porque se dio cuenta de que si la ciencia económica resultaba de alguna forma compatible con tantas falacias era porque se encontraba viciada de raíz.
La gran transformación
Dos fueron las críticas que le hicieron replantearse el status científico de la economía. Una, procedente de su colega Morgenstern, sostenía que el concepto de equilibrio que Hayek se había empeñado en inocular a la teoría miseana del ciclo económico estaba incorrectamente definido: Hayek, siguiendo la corriente mayoritaria de su tiempo, afirmaba que para alcanzar el equilibrio era necesario que los agentes fueran capaces de prever perfectamente el futuro, pero Morgenstern demostró –con su famoso caso de Holmes contra Moriarty– que el supuesto de previsión perfecta implicaba una parálisis de toda acción y, por ello, resultaba incompatible con cualquier definición de equilibrio. La otra réplica provino de un socialista inglés, H. D. Dickinson, para quien los sistemas comunistas podían ser viables si la posición deseada de equilibrio económico se representaba a través de un sistema de ecuaciones matemáticas de cuya resolución pudieran extraerse los precios con los que realizar el cálculo económico.
Pese a que ninguna de las dos críticas desvirtuaba en lo más mínimo el edificio intelectual de Mises, Hayek sí se vio forzado a replantearse el concepto de "equilibrio económico" y es muy probable que, al hacerlo, emprendiera lo que Bruce Caldwell ha llamado su "gran transformación" intelectual.
Así, en 1937, el austriaco publicó el artículo al que él mismo atribuye su giro intelectual, Economía y Conocimiento, donde redefinió "equilibrio" como aquella situación en la que los planes de los individuos se vuelven compatibles entre sí gracias a que todos tienen una previsión correcta (que no perfecta) de lo que van a hacer el resto. Pero esta nueva definición, que superaba las objeciones planteadas por Morgernstern, sólo sirvió para que Hayek se planteara una nueva pregunta a la cual dedicó el resto de su vida: bajo qué condiciones resulta realista suponer que los individuos van a compatibilizar sus planes al ser capaces de anticipar con razonable seguridad qué piensan hacer el resto de individuos.
Es decir, la cuestión central en el pensamiento hayekiano que se plantea por primera vez en este seminal artículo es cómo resulta posible que cada individuo se coordine de manera exitosa con el resto de la sociedad sin que nadie esté "al mando" para organizarlos a modo de piezas de un engranaje superior: cómo emergen los órdenes de manera espontánea y no planificada.
Hayek no responde en el artículo a esta importante pregunta, a la que eleva a la tarea central de la investigación económica, pero sí lo hará durante los siguientes 50 años: entre muchas otras obras, en 1948 publica Individualismo y orden económico; en 1952 El orden sensorial; y en 1973 Normas y orden (el primer volumen de su trilogía Derecho, legislación y libertad). Fijémonos cómo la palabra "orden" aparece en el título de los tres libros, lo que nos indica que Hayek concibió la existencia de al menos tres órdenes crecientes en complejidad: el orden psicológico, el orden individual y el orden grupal.
Los tres órdenes
El primero, el sensorial o psicológico, permite a cada individuo alcanzar percepciones coherentes y consistentes a partir del maremágnum de datos y estímulos externos que recurrentemente experimenta. Para Hayek, la mente actúa como un "clasificador" de nuestras sensaciones, lo que permite dar significados distintos a hechos externos aparentemente iguales (no obtenemos la misma sensación ante el color naranja de una fruta que ante el color naranja de un automóvil). Lo característico de la mente es que las categorías que clasifican los datos externos no están dadas, sino que van ampliándose, reformulándose, recombinándose y evolucionando a través de nuestra experiencia (si bien Hayek admite, en línea con la moderna psicología evolucionista, que una cierta estructura de la mente está dada genéticamente y no puede modificarse).
Este orden sensorial, sin embargo, no es suficiente para que los individuos logren coordinarse y entenderse entre sí. Aunque una cierta empatía será posible –sobre todo cuando las personas se ven sometidas a experiencias parecidas–, la base genética y el conocimiento y las sensaciones que adquiere cada individuo son propios, por lo que en la mayoría de los casos nos será imposible predecir cuál será la respuesta que darán otras personas ante un determinado estímulo externo.
Para conseguir una mayor coordinación entre individuos, es necesario estudiar cómo se conforma el orden individual y aquí la respuesta que ofrece Hayek es múltiple. Por un lado, el orden dentro de una economía se logra mediante la información que "transportan" un conjunto de precios surgidos de la rivalidad y competencia entre los agentes; a través del cálculo económico que permiten esos precios, cada individuo puede conocer dónde resultan más valiosos sus esfuerzos para otros individuos y, por tanto, coordinarse con ellos. Por otro, el orden dentro de una sociedad se alcanza a través de instituciones espontáneas como el lenguaje, el derecho, el dinero, la moral o la religión que favorecen que los individuos se sometan a pautas de comportamiento comunes que vuelven sus decisiones más previsibles y comprensibles para el resto, favoreciendo así su coordinación y cooperación.
A través de las instituciones (en el fondo, el mercado libre es también una institución), los individuos pueden interactuar en sociedad y a través de esta interacción, modifican y perfeccionan el contenido de esas instituciones (se van volviendo cada vez más útiles para coordinar a los individuos). Por ello, para el austriaco, ni el derecho, ni el lenguaje, ni el dinero son resultado de la construcción de nadie (de ahí que, por ejemplo, defendiera la desnacionalización del dinero), sino fruto de las consecuencias no intencionadas de las acciones de todo el grupo social (un argumento que procede de la ilustración escocesa y, sobre todo, de Carl Menger).
Pero Hayek no se queda en el análisis de cómo los individuos alcanzan el orden dentro del grupo, sino que también concibe la existencia de un orden de cada grupo con respecto a otros grupos. En ocasiones, la supervivencia de una sociedad dependerá de la adopción de normas que si bien no son necesariamente beneficiosas para ningún sujeto dentro del grupo, sí lo son para que el grupo permanezca unido y pueda coordinarse con otros grupos (dentro de esta categoría se incluirían, por ejemplo, la provisión de bienes públicos, las redes de solidaridad o incluso la propia configuración de la organización política estatal). Hayek cree que este orden grupal se irá generando por simple evolución y supervivencia de los órdenes institucionales más eficientes: los peores conjuntos de instituciones tenderán a ser barridos por los mejores.
Socialismo, metodología y filosofía política
En la complejidad de estos tres órdenes se encuentra el germen de la crítica de Hayek al socialismo: dado que es imposible para un planificador o grupo de planificadores aprehender y procesar toda la información dispersa que es privativa de cada individuo, el comunismo no será capaz de crear deliberadamente una "organización" que pueda coordinar de manera satisfactoria y mutuamente beneficiosa a todas las personas a lo largo del tiempo. El socialismo es un simple ejercicio de fatal arrogancia que desconoce los límites de la razón y de la planificación del ser humano.
También aquí podemos ubicar la posición metodológica de Hayek: si bien rechaza el apriorismo extremo de Mises –en ocasiones de manera un tanto apresurada y equivocada–, el austriaco sí reconoce la existencia de dos grandes grupos de ciencias, las que estudian fenómenos simples (como la física) y las que estudian fenómenos complejos (como la economía o la sociología). No es tanto que la economía sea menos ciencia que la física (hoy se la llama soft science), sino que su objeto de estudio son fenómenos mucho más complejos. Por ese motivo, constituye un gran error aplicar los métodos reduccionistamente experimentales de las ciencias simples a las ciencias complejas (Hayek llamó a este vicio el cientismo y a su crítica dedicó todo el libro de La contrarrevolución de la ciencia) e incluso –y aquí se distanciaba de su amigo Karl Popper– habrá que reconocer las crecientes limitaciones con la que se encontrará la falsación de los resultados según aumente la complejidad de una ciencia: a mayor complejidad, predicciones menos exactas (más genéricas), por lo que habrá que ser cuidadoso con descartar cualquier conclusión que aparentemente no tenga una traslación cuantificable y medible en el mundo real (sobre este tema fundamental, de hecho, reflexionó en su discurso de recepción del Nobel: La pretensión del conocimiento).
Y, por último, también en este contexto resulta más comprensible la filosofía política de Hayek, especialmente contenida en Los fundamentos de la libertad y en su libro más conocido Camino de Servidumbre. Parece claro que para alcanzar estos tres órdenes evolutivos resulta esencial la libertad del ser humano; libertad para probar, equivocarse, rectificar y así influir en el desarrollo de las instituciones. Hayek, pues, se plantea de qué modo puede minimizarse la coacción de nuestra libertad y llega a la conclusión de que la mejor forma es crear un aparato político que combata y reprima la coacción que unos individuos ejercen sobre otros. El nuevo problema es entonces cómo evitar que ese monopolio de la violencia –el Estado– se convierta en el principal represor de la libertad y para el austriaco la solución pasa por desterrar el poder arbitrario de los políticos sometiéndolos al rule of law: un conjunto de normas impersonales, evolutivas, universales, conocidas y ciertas para todos. Sólo en ese marco, cada individuo podrá conocer cuáles serán las consecuencias de sus decisiones y escapar a una represión directa por parte de los poderes públicos.
El intervencionismo económico, sin embargo, socava este orden jurídico impersonal, pues cada individuo debe ajustarse al plan dictado por un comité de planificación que tenderá a ir fagocitando las instituciones políticas ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo sobre cuáles son los objetivos del plan (¿qué debemos producir?) y sobre cómo implementarlo (¿quién y de qué modo debemos producirlo?). Del dirigismo económico pasaremos a los mandatos políticos y, por tanto, al control total de los planificadores sobre las vidas de las personas.
Muchos han considerado que esta última reflexión que Hayek expuso en Camino de servidumbre demuestra el fracaso de toda su filosofía política, pues el intervencionismo económico posterior a la Segunda Guerra Mundial no condujo a la liquidación de las democracias occidentales. No obstante, esta crítica simplista a Hayek pasa por alto el verdadero objetivo del libro, que no era tanto efectuar un pronóstico historicista –un pronóstico que el propio Hayek consideraba imposible de realizar en una ciencia compleja como la economía y la política– cuanto lanzar una advertencia del posible proceso de podredumbre que sufrirían las democracias si seguían escalando en su intervencionismo en un contexto de desencanto hacia los logros y los méritos de los órdenes espontáneos del capitalismo.
Sin duda, no se trata de que Hayek no se equivocara en nada; de hecho, su teoría económica o su filosofía política contienen numerosos errores y contradicciones (como su crítica a la "justicia social" y su defensa del Estado de bienestar; o la aceptación acrítica del monopolio de la violencia como camino óptimo para minimizar la violencia; o sus más que discutibles reproches al patrón oro) provocados en buena medida por la propia evolución que sufrieron sus ideas y sus intereses a lo largo de sus 93 años de vida. Pero, desde luego, habría que huir de las críticas más aparentemente facilonas contra su pensamiento, sobre todo cuando proceden de quienes desconocen toda la unidad del rompecabezas hayekiano.
Si Mises creó un sistema de pensamiento económico claro, sólido y focalizado en el individualismo metodológico, Hayek nos legó un conjunto de ideas originales pero dispersas que sólo tras un cuidadoso estudio aparecen como un intento bastante exitoso, aunque no libre de errores, de promover la libertad en todas sus manifestaciones: política, social, cultural y económica. Siendo el economista menos concentrado en la economía de la Escuela Austriaca, pasará a la historia vulgarizada como su economista más representativo. Los austriacos, sin embargo, no deberíamos quedarnos en la superficie: más allá de sus casi siempre profundas teorías económicas, existe toda una potentísima narrativa que, ampliada y mejorada, constituye una de nuestras principales líneas de defensa de la libertad: cómo los órdenes privados, voluntarios, naturales y espontáneos logran superar los límites de nuestra razón y de nuestro conocimiento ante los que siempre sucumbirá cualquier planificador central.
El Gobierno israelí y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) volverán a sentarse en la mesa de negociaciones el próximo mes de septiembre. Es la enésima ocasión en la que Israel accede a las demandas de diálogo que, insistentemente, formula la comunidad internacional. Pero ahora, una década exacta después del estallido de la segunda Intifada, el panorama es ligeramente distinto en la región.
A diferencia del año 2000, cuando Yaser Arafat se negó a aceptar lo que Ehud Barak le ofrecía encendiendo con ello la espoleta de una violentísima Intifada, en estos momentos los palestinos no están unidos y carecen de una voz común que, aunque sea de cara a la galería, los represente. Desde la muerte de Arafat en 2004 y la toma de la franja de Gaza por parte de las milicias de Hamas dos años más tarde, los palestinos viven separados geográfica y políticamente. En Cisjordania gobierna el relativamente moderado Mahmud Abbas, fundador de Al-Fatah, partido que controla la ANP. En Gaza la que manda con mano de hierro es la organización terrorista Hamas. Entre ambos grupos las relaciones son francamente malas.
La negociación de septiembre que apadrina la Casa Blanca tendrá lugar entre israelíes y miembros de Al-Fatah. Nada más. El Gobierno terrorista de Hamas, sostenido militar y económicamente por los fundamentalistas iraníes, ni está ni se la espera. La negociación será, por lo tanto, necesariamente incompleta y habrá de reducirse al territorio de Cisjordania, ocupado legalmente por Israel en 1967 durante la Guerra de los Seis Días. Los líderes de Al-Fatah aspiran a que Israel abandone la región y se vuelva a la situación previa a la guerra. El problema es que hoy, 43 años después de aquello, en Cisjordania viven unos 100.000 israelíes, casi todos en las inmediaciones de la frontera con Israel y en las cercanías de Jerusalén.
Dejando a un lado el hecho de que el Estado israelí no puede acometer la evacuación de un número de personas tan grande, las fronteras de 1967 no eran con la entonces inexistente ANP, sino con el reino de Jordania, que hace ya muchos años decidió lavarse las manos en todo lo relativo a los palestinos. Esas fronteras fueron fijadas por los británicos, posteriormente violadas por los países árabes en el 67, y finalmente eliminadas por Israel en una guerra puramente defensiva. Queda, naturalmente, la posibilidad de fundar desde cero un Estado Palestino, pero no con esos fantasiosos límites que no se corresponden con la realidad demográfica actual.
Si llegase a constituirse ese Estado mediante la diplomacia haría falta una buena dosis extra de buena voluntad. En estos momentos Israel vive sitiada por dos regímenes islámicos: uno al norte, el acaudillado por Hezbolá en el Líbano, y otro al sur, en la franja de Gaza, con Hamas como enemigo declarado de Israel y del pueblo judío. Jerusalén no puede permitirse un tercer frente radicalizado en su flanco oriental a escasos kilómetros de la capital. Es imperativo que, se llegue a la decisión que se llegue, el futuro Estado palestino de Cisjordania sea desmilitarizado y puesto bajo la lupa internacional para que no se reproduzcan las experiencias de Gaza y el Líbano. Sería una noticia excelente que algo así ocurriese, que los líderes palestinos olvidasen de una vez la idea de acabar con Israel por las malas y arrojar a sus habitantes al mar. Pero eso no depende de los israelíes, sino de la estatura política y la altura de miras de quienes hoy manejan la ANP.
Tras aceptar la invitación norteamericana para la reanudación del diálogo directo prevista el próximo 2 de septiembre, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se ha presentado satisfecho a la reunión semanal del Gobierno. Incluso muy satisfecho. Casi como el ministro de Defensa, Ehud Barak, que ha propuesto al Ejecutivo el nombre del nuevo jefe del Ejército: el general Yoav Galant, hasta ahora máximo responsable del Comando Sur.
"Desde la formación de mi Ejecutivo hace año y medio, pido la celebración de estas conversaciones. Entiendo que haya mucho escepticismo tras 17 años desde el proceso de Oslo pero yo digo a todos los escépticos que un acuerdo de paz es posible aunque difícil. Necesitamos un interlocutor serio en el lado palestino para llegar a un acuerdo histórico de paz", declaró Netanyahu, cuyo entorno se felicita por el hecho de que "las conversaciones se iniciarán sin condiciones previas".
Netanyahu adelantó sus líneas maestras en el diálogo directo con el líder palestino, Abu Mazen. Unos requisitos y sobre todo un orden de preferencias que darán más razón a los escépticos ya que no es compartido por los palestinos:
"Primero, acuerdos de seguridad auténticos y prácticos. Después, el reconocimiento de Israel como Estado del pueblo judío y el fin del conflicto, lo que incluye que la solución de los refugiados palestinos debe estar en el Estado palestino que se levante. Tercero, el Estado palestino debe estar desarmado".
Afirma que sólo se discutirá el tema de las fronteras definitivas tras solucionarse el de la seguridad: "En el momento que haya mecanismos de seguridad que garanticen que no disparen misiles contra Tel Aviv, se podrá llegar de forma rápida a un acuerdo global".
Los ministros laboristas han aplaudido la reanudación del diálogo pidiendo a Netanyahu que prorrogue la congelación (parcial) de la construcción en las colonias. El flanco derechista del partido de Netanyhau ya amenaza con una rebelión si lo hace.
Mientras los palestinos reiteran que si "la colonización en nuestras tierras se renueva o se amplia, abandonaremos el diálogo", los medios israelíes se centran esta mañana en otro asunto: la elección de Galant como nuevo jefe del Estado Mayor.
Tras unas intensas y mediáticas luchas de poder entre generales y una pseudotrama al más alto nivel, Barak ha apostado por su gran favorito, el veterano Galant que sustituirá al actual jefe del Ejército, Gaby Ahskenazi, uno de los más populares de Israel y que finaliza su mandato en pocos meses. La aprobación de este nombramiento se prevé el próximo domingo.
Fuente:elmundo.es
La visita de los Príncipes a Jerusalén y Tel Aviv sería la primera que hacen a este país.
Don Felipe y Doña Letizia viajaron en mayo de 2004 a Jordania para asistir al enlace matrimonial del príncipe heredero, Hamza, con la princesa Nur, y el último desplazamiento del Príncipe de Asturias a Oriente Próximo tuvo lugar en noviembre de 2008, cuando visitó a las tropas españolas destacadas en el sur del Líbano, junto a la frontera con Israel.
El viaje de los Príncipes a Israel sucedería en importancia al que los Reyes hicieron en 1994, una histórica visita oficial de cuatro días, durante la que Don Juan Carlos y Doña Sofía completaron un intenso programa que permitió superar la fase de normalización de relaciones bilaterales para entrar en una nueva etapa de diálogo y comprensión mutua.
El embajador no ha concretado las fechas de cuándo podrían tener lugar las visitas tanto de Don Felipe y Doña Letizia como la de Peres.
Ha apuntado también la posibilidad de que antes de que acabe el año venga a Madrid el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que devolvería la visita que hizo el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en octubre del pasado año.
La presencia de Netanyahu en España podría coincidir con la cumbre de la Unión por el Mediterráneo (UpM), prevista en la tercera semana de noviembre en Barcelona, según el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Schutz ha expresado su deseo en que la cumbre se pueda celebrar en esta fecha, después de que fuera aplazada el pasado mes de junio debido a la tensión que provocó en Oriente Próximo el ataque israelí a la flotilla humanitaria de Gaza.
No obstante, el embajador ha considerado que el "principal escollo" para el éxito de la UpM es "la actitud demasiado politizada" de algunos de los países árabes que participan en esta iniciativa.
A su juicio, se deberían "sacar los temas políticos" del diálogo entre la UE y los países del sur del Mediterráneo y concentrarse en la cooperación en áreas como el medioambiente, el agua o la energía.
"Israel no tiene problemas de cooperar con todos, pero se insiste en vincular el tema político a todo lo demás, y en eso no podemos estar de acuerdo", ha explicado.
Schutz ha subrayado que la resolución del conflicto entre israelíes y palestinos debe abordarse entre las partes y en organismos como la ONU. "La Unión por el Mediterráneo debe ser un foro limpio de politización", ha resumido.
Fuente:libertaddigital.com
Palabras de varios dirigentes que reflejan el espíritu de la reunión de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) celebrada el viernes por la noche en Ramal, donde se aceptó la vuelta a las conversaciones directas. Uno de sus líderes, Yaser Abed Rabo, insinuó que el éxito de las negociaciones depende de la decisión que tome el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el próximo 26 de septiembre. Una fecha clave, ya que ese día finalizan los 10 meses de congelación (parcial) de la construcción en los asentamientos en Cisjordania.
Respecto a la posición palestina, fuentes del Gobierno israelí han contestado que la continuación de esta congelación "no ha sido planteada" y han destacado que llegan a la cita del 2 de septiembre con "el logro de que no haya condiciones previas". En estos momentos, en el llamado Forum de los Siete (Netanyahu y sus seis principales ministros) sólo hay dos miembros que apoyan públicamente continuar la moratoria de la construcción en las colonias. La previsión es que a medida que llegue la fecha y las negociaciones con los palestinos inicien su camino, la presión del presidente de EEUU, Barack Obama, será tan importante que Netanyahu no podrá ordenar la vuelta a la construcción. Al menos, no de forma completa.
El enviado especial de la Casa Blanca en Oriente Próximo, George Mitchell, se refería ayer en Washington a este asunto de forma diplomática pero sin dejar lugar a dudas: "Nuestra posición respecto a las colonias es conocida y no ha cambiado. Hemos aclarado a las partes que deben crear condiciones satisfactorias para el proceso de paz. Es importante que sus acciones contribuyan y no perjudiquen el diálogo".
En la OLP no ha sentado muy bien el anuncio de Clinton sobre "unas negociaciones sin condiciones previas". De ahí que los lideres palestinos prefieran refugiarse en anteriores declaraciones del Cuarteto que exigían un diálogo "basado en las fronteras de 1967, el fin de la colonización en Cisjordania y Jerusalén como capital del Estado palestino".
Abu Mazen no acude a las negociaciones directas por una repentina confianza en Netanyahu, sino por la enorme presión de Obama. Aunque hayan pasado sólo unas horas desde el anuncio de Clinton, el líder palestino ya ha recibido críticas internas por haber aceptado dialogar. Y no sólo las previstas de los grupos islamistas de Hamas y de la Yihad Islámica, sino también de algunos sectores de Al Fatah y de la OLP que consideran que es un "intento de Netanyahu para ganar tiempo".
Fuente:elmundo.es
El Gobierno del presidente Barack Obama ha disipado el riesgo de un ataque preventivo de Israel contra Irán al convencer a los gobernantes israelíes de que los ayatolás aún están muy lejos de adquirir potencial armamentístico nuclear, algo para cuyas primeras fases todavía tardarán, como mínimo, un año, según la Casa Blanca.
La Casa Blanca reveló de ese modo que ha evitado que Israel contemple seriamente la posibilidad inmediata de atacar a Irán, explicándole al Gobierno de Benjamin Netanyahu que Teherán todavía tardará 12 meses en convertir sus arsenales de uranio enriquecido de bajo nivel en un material que se pueda usar para ensamblar armas nucleares.
Desde el momento en que Irán diera ese primer paso, Washington calcula que los inspectores y observadores internacionales tardarían unas pocas semanas en dar la voz de alerta, por lo que tanto EE UU como Israel podrían considerar, e incluso coordinar, un posible ataque contra Irán.
EE UU advirtió esta semana que el anuncio de Irán de que construirá 10 nuevas instalaciones nucleares no es más que un agravante en la actitud de desafío que mantiene Teherán. "Cualquier planta de enriquecimiento de uranio adicional o el incremento de su actual proceso de enriquecimiento solo agrava las violaciones que ya comete", explicó el martes un portavoz del Departamento de Estado, Mark C. Toner. "Es solo más combustible en la hoguera".
Fue un ex miembro del Gobierno y ex embajador de EE UU ante la ONU durante parte del mandato de George W. Bush, John Bolton, quien alentó a Israel a que atacara a Irán dada la inminente puesta en marcha de la planta nuclear en Bushehr. "Israel tiene un problema, porque en cuanto el fuel se inserte en el reactor un ataque podría provocar que la radiación se propagase por la atmósfera", dijo en el canal televisivo Fox Business. "Si van a tomar medidas militares contra Bushehr, solo tienen unos pocos días para ello".
El actual Gobierno, sin embargo, disiente. Una combinación de factores ha hecho que el proceso de enriquecimiento de uranio sea más lento y menos amenazante de lo esperado por la anterior Administración, según sus funcionarios. Aparte de un pobre diseño de los mecanismos de centrifugación y la presión internacional, EE UU cree que, como mucho, Irán podría tener capacidad, a muy largo plazo, para ensamblar dos bombas.
A principios de julio, Benjamin Netanyahu visitó a Obama en Washington. Israel había enojado a la Casa Blanca en marzo al aprovechar una visita del vicepresidente Joe Biden a aquel país para anunciar la construcción de 1.600 viviendas en Jerusalén Este, en un barrio construido sobre territorio ocupado en 1967. Aquel desaire causó numerosas protestas por parte de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el presidente Obama.
Ambos convinieron en julio que las recientemente reforzadas sanciones contra Irán son suficientes de momento y que la presión inmediata sobre los ayatolás no debe ser militar, sino diplomática. "Estamos dispuestos a seguir presionando a Irán para que finalmente cumpla con sus obligaciones internacionales y acabe con ese tipo de comportamientos provocadores", dijo entonces Obama.
Las nuevas sanciones de EE UU y la UE se centran en reducir el suministro a Irán de combustibles, como la gasolina, desde otros países, y en prohibir a las instituciones financieras internacionales que hagan negocios con empresas o bancos locales.
Fuenye:elpais.com
Recuerda estos días Barak Obama que "los musulmanes, al igual que cualquier otro estadounidense, tienen todo el derecho a practicar su religión en cualquier punto del territorio de Estados Unidos". Comparto esta opinión, siempre y cuando, claro está, la práctica de esta religión –como la de cualquier otra– no suponga un peligro ni para la libertad ni para la vida de quienes abjuran de ella o de quienes profesan otras religiones o ninguna de ellas.
En el caso de la polémica desatada a propósito de la construcción de la llamada Córdoba House, considero que no se podría hacer peor homenaje a las víctimas del 11-S, a la ciudad de Nueva York y a los principios sobre los que se fundamenta los Estados Unidos de América que conculcando la libertad de culto y los derechos de propiedad privada como medio para impedir la construcción de un mezquita o un centro cultural islámico en las proximidades de la zona cero. Los fundamentalistas islámicos del 11-S no sólo pretendían derribar unas torres sino destruir esa avanzada civilización, libre, tolerante y mestiza, donde personas de diferentes razas, credos religiosos e ideas políticas cooperan y conviven en paz.
Ahora bien, no por ello dejo de considerar absolutamente criticable ni dejo de percibir como una provocación la construcción de un centro islámico en las proximidades de donde, en nombre de Alá, se asesinaron a 3000 personas. Si de verdad lo que quieren promover estos musulmanes es "la integración y la tolerancia hacia las diferencias y la cohesión de la comunidad por medio de las artes y la cultura", que renuncien al derecho que les asiste, que yo no les niego y que debe estar regulado, no por lo que opine Obama sino por lo que diga la ley, y que edifiquen ese centro en otras zonas donde, al igual que ocurre con las alrededor de cien mezquitas que hay en Nueva York, no hieran la sensibilidad de los ciudadanos. Así lo han pedido, algunos destacados miembros de la comunidad musulmana.
Algunos dirán, en cualquier caso, que los promotores de la Cordoba House no son fundamentalistas ni tienen la misma noción de Alá y del Islam que los asesinos integristas. No tengan ustedes dudas de que si yo creyese que todos los musulmanes son iguales en ese sentido, no me limitaría a criticar determinada ubicación, sino que pediría abiertamente que se prohibiera la construcción de cualquier centro islámico, no ya en las proximidades de la zona cero, sino en cualquier punto del territorio del mundo libre. La libertad religiosa, como la libertad política, no debe dar cobertura a la prédica de su destrucción; no debe ofrecer tolerancia a la intolerancia o a la justificación de la violencia contra el homosexual, contra la mujer o contra el infiel, como tampoco amparar la vulneración de los derechos humanos por razones "culturales".
Vigilemos, pues, no tanto donde se ubican esas mezquitas o centros culturales como qué es lo que se hace y se predica en ellos. El caso de la recientemente clausurada mezquita Taiba de Hamburgo, donde se reunieron los autores del 11-S, y de su también ilegalizado "centro cultural" asociado, desde donde se seguía reclutando y ayudando a los yihadistas, demuestra que el auténtico problema no es a cuantas manzanas de distancia de la zona cero se deben construir los centros islámicos.
Fuente:libertaddigital.com