Desde " Casa de Israel " trabajamos para hacer frente al antisemitismo , la judeofobia y la negación o banalización de La Shoá ( Holocausto) . No olvidamos las terribles persecuciones a las que fue sometido el pueblo judío a través de los siglos , que culminaron con la tragedia de La Shoá . Queremos tambien poner en valor y reconocer la fundamental e imprescindible aportación de este pueblo y de la Instrucción de La Torá , en la creación de las bases sobre las que se sustenta la Civilización Occidental.
Daniella Goldberg, de 79 años, sabe que está viva de
milagro. La mañana de ayer lunes, mientras se encontraba rezando en la
conocida como “zona mixta” —o Igualitaria— de rezo en el Muro de las Lamentaciones
un enorme sillar herodiano de unos 100 kilos de peso se desprendió de
la pared y se estrelló junto a ella. “No oí ni sentí nada hasta que cayó
a mis pies”, relató Goldberg en la televisión israelí.
El momento quedó registrado en vídeo en las cámaras de
seguridad del Kotel, el complejo sagrado judío. En la grabación puede
verse como la mujer está rezando en una esquina de la plataforma
habilitada para orar al pie del Arco de Robinson —al otro lado de la
zona tradicional segregada, en la que hombres y mujeres rezan separados—
cuando de repente, desde una altura de unos siete metros, cae junto a
ella un bloque de piedra que impacta en las escaleras de acceso a la
plataforma de madera donde se encontraba la anciana. “Intenté que el
incidente no me distrajera de mis oraciones”, aseguró.
La devota mujer —que acude al lugar todos los días a las
05:00 de la mañana— poco después explicaba lo sucedido a la ministra de
Cultura y Deportes, Miri Regev, en el lugar de los hechos. El sillar
abrió un enorme boquete en el suelo de madera de la estructura. “Se hará
todo lo que sea necesario en cuestión de seguridad para que esto no
vuelva a repetirse”, dijo Regev.
El área quedó cerrada al público y los arqueólogos de la
Autoridad de Antigûedades de Israel (AAI) comenzaron a trabajar sobre el
terreno para averiguar las causas del desprendimiento. “Los expertos
del AAI examinan el área de la caída, con instrumentos tecnológicos
avanzados, como parte de una inspección minuciosa para evitar nuevos
peligros”, anunciaron en un comunicado. Según el texto emitido por la
institución, la humedad acumulada en el interior de la piedra, la
vegetación que se abre paso entre los sillares o la propia degradación
de la roca podrían encontrarse entre las causas de la caída. Pero no lo
sabrán con certeza hasta que examinen por completo la pared.
El gran rabino askenazi de Israel, David Lau, también se
desplazó al lugar para dar las instrucciones pertinentes sobre cómo
manipular el sillar desprendido. Una piedra sagrada —de acuerdo con los
preceptos religiosos del judaísmo— que permanecerá custodiada en las
dependencias del Rabinato hasta que se decida si puede ser devuelta a su
lugar. El principal problema es que para volver a colocarla, según los
expertos, probablemente habría que perforarla y sujetarla con algún tipo
de armazón, una manipulación que debe de ser previamente aprobada por
los rabinos, por tratarse de un objeto sagrado. Según Lau, si los
líderes espirituales judíos determinan que eso es un problema, la piedra
será enterrada como manda la tradición judía.
Afortunadamente, o milagrosamente para algunos, el suceso
se produjo cuando muy pocos devotos se encontraban en el lugar pero a
nadie se le escapa que, de haber ocurrido el día anterior, hubiera sido
una catástrofe porque la zona estaba abarrotada de fieles que
conmemoraban Tisha B'va, la fecha en la que fueron destruidos el primer y
el segundo templo, en Jerusalén. A pesar de que esa parte del Muro de
las Lamentaciones es utilizada por un sector minoritario, en lo que va
de año, en la zona mixta de rezo donde cayó el sillar, se celebraron 80
ceremonias de Bar Mitzva, el ritual judío que marca el paso de los
adolescentes a la edad adulta, según los datos facilitados por Yizhar
Hess, director del Movimiento Conservador (Masorti) en Israel.
Lo que para muchos es un hecho milagroso, o inexplicable, para la
autoridad musulmana que gestiona la aledaña Explanada de las Mezquitas
es el fruto de las excavaciones arqueológicas que las autoridades
israelíes y Elad
—la organización judía que gestiona un complejo arqueológico en la zona
y fomenta el asentamiento de judíos en el Este de la Ciudad Santa—
realizan en el subsuelo del complejo religioso. "La piedra no cayó sola.
Tal vez es una advertencia a la ocupación israelí para que no continúe
con sus excavaciones en las proximidades de la Mezquita de Al-Aqsa”,
dijo el Gran Muftí de Jerusalén, el jeque Mohammed Hussein.
El músico James Rhodes, que sacò un nuevo libro “Fugas” , anuncia que se ha radicado en Madrid por muchas razones.
Cuando se mudó a Madrid, hace ahora justo un año, James Rhodes tenía
un gran miedo: que sus vecinos se rebelaran al escucharle tocar el piano
cada día. Como temía, no tardó en recibir una llamada en la puerta de su apartamento, en el bajo de una finca del barrio de Salamanca con portero en la entrada y paredes forradas de mármol. Toc-toc-toc.
Una anciana le regaló un pastel y, tímidamente, le hizo una petición:
«¿Te importaría tocar más alto? Casi no te oigo desde mi piso». Toc-toc-toc. Un
joven vecino, algo nervioso, le lanzó su confesión: «A veces me quedo
sentado en tu puerta al volver del trabajo. Es maravilloso». Toc-toc-toc. El
señor del quinto señaló a su novia, una guapísima argentina, y le dijo:
«No sabes la suerte que tienes de salir con un músico tan bueno como
él».
En el salón de su casa, Rhodes no puede contener su
entusiasmo mientras relata la anécdota: «En Londres, la gente me habría
gritado que me callara de una puta vez. Aquí, en cambio, me piden que
toque más alto. ¡Este país mola!». Detalles cómo éste confirmaron al pianista que su pálpito era cierto: que España iba a convertirse en su nuevo hogar.
Ya lo intuyó de crío, durante sus vacaciones en Peguera (Mallorca),
cuando bebía tinto calentorro y fumaba fortunas a escondidas de sus
padres. O, décadas más tarde, cuando su libro de memoriasInstrumental (Blackie Books, 2015)
se convirtió en uno de los bestsellers más inesperados de los últimos
años. O cuando las entradas de sus recitales de piano empezaron a
agotarse en cuestión de minutos...
Pero una cosa es visitar un país y otra instalarse en él. Y ahora, tras su primer año como español en prácticas,
Rhodes ya lo tiene claro. No se cansa de enumerar los diminutos
placeres que ha ido descubriendo: de las librerías de Malasaña a las
parejas de ancianos que pasean de la mano; del Teatro Kamikaze a lo
rápido que llega el metro al aeropuerto...
-¡Y qué decir de las croquetas! -exclama- ¡Hasta tenéis un concurso nacional de la mejor croqueta! Que exista un país así es un milagro.
Luego
el pianista se frota la barriga y suelta una de sus palabras favoritas
en castellano: «Eso sí, me estoy poniento un poco rechonchito». El
incipiente michelín que mancilla su anatomía de estrella del rock es el
resultado de su principal hallazgo hasta la fecha: la merienda. Tanto le
sorprendió esa comida incrustada entre el almuerzo y la cena que le
dedicó un artículo -Españoles, la merienda os hace superiores- que arrasó en las redes sociales.
¿Por qué te impactó tanto la merienda?
Porque
es una metáfora de todo lo bueno de España. En otros países
occidentales sólo se busca el éxito y el dinero. Aquí trabajáis mucho,
sí, pero también sabéis disfrutar del momento y entendéis la importancia
de las cosas pequeñas, que son el antídoto ideal para la locura del
mundo moderno.
El
músico teoriza sobre la idiosincrasia española mientras celebra su
primer cumpleaños como español con un merienda a la altura de la
ocasión. El menú incluye cecina, sobrasada, longaniza, guindillas, una hogaza de pan y unas trufas de una pastelería del barrio que se niega a compartir.
A
Rhodes se le ve tan entusiasmado que parece que se ha bañado en una
marmita de serotonina. Apenas se detecta el rastro de aquel pianista
torturado que escribió Instrumental, un estremecedor libro en
el que relató los abusos sexuales que sufrió de pequeño y cómo le habían
llevado al borde de la locura. «La música clásica me salvó la vida»,
aseguraba hace tres años, cuando promocionaba su libro en su casa de
Maida Vale, al oeste de Londres.
Ahora, ya instalado en Madrid, ha matizado su discurso. Sí, la música le salvó la vida, pero vivir en España le ha enseñado a exprimirla al máximo.
Y no le avergüenza proclamarlo cada día, ya sea en artículos de prensa o
en una cuenta de Twitter cuyo desbordante alborozo hace más por la
marca España que la campaña publicitaria más sofisticada.
A veces abrumas con tanta felicidad...
Mi
objetivo es que os deis cuenta de que vuestro país es mejor de lo que
pensáis. Ante cosas que a mí me parecen mágicas, vosotros os encogéis de
hombros. Aquí todo es mejor: la gente, la comida... Hasta el wifi va
más rápido. ¡Y lo pronunciáis güifi, que es una palabra preciosa!
Hay gente a la que le enfada tu entusiasmo. ¿Crees que es porque nos falta autoestima como país?
Absolutamente.
Nunca había pensado que un país en su conjunto podría tener baja
autoestima, pero en España sí que ocurre. Muchos decís: «Si algo se nos
da bien es contarle al mundo lo mierda que somos». Y eso me pone muy
triste. Es como ver a la típica chica guapísima que, sin embargo, se ve
gorda y fea. ¡Sólo me gustaría que vierais vuestro país con mis ojos
durante un minuto!
Y así es España a través de sus ojos:
«Tenéis croquetas y calamares. Tomates del tamaño de un balón de
fútbol. Podéis ir a un restaurante y tomar tres platitos deliciosos por
sólo 10 euros. La luz del sol es alucinante. La gente queda a las once a
tomar cañas con sus amigos... ¿Sigo?».
No es solo cosa suya. Esta
semana, su hijo quinceañero está de visita de EEUU y también está
enamorado de Madrid. Su madre, que viene a ver sus recitales, también
está emocionada por el éxito de su hijo en un país extranjero. Y Denis
Blais, su manager y mejor amigo, se plantea mudarse a España: «Ha visto de primera mano el impacto positivo que ha tenido en mí este país».
Cuando
aterrizó aquí, Rhodes atravesaba una pésima racha personal. La resaca
de la publicación del libro resucitó algunos demonios que creía
sepultados. Con su historial de drogadicción, autolesiones e intentos de suicidio, su psiquiatra temía por su vida. Sin embargo, la última vez que le visitó, hace unos meses, su diagnóstico fue contundente: nunca le había visto tan estable. «España me ha salvado la vida literalmente», proclama. «Sé
que suena melodramático, pero es así. En Madrid vivo, en Londres sólo
sobrevivía. Allí era como vivir un matrimonio de mierda: es un asco,
pero tienes una hipoteca, varios hijos... Así que te conformas, aunque
no seas feliz. Madrid, en cambio, es como tener una esposa increíble,
por la que sientes respeto, admiración, amor... y con la que quieres
follar cada noche».
De hecho, la misma mañana que nos recibe, se ha reunido con un abogado
para pedir la residencia permanente. Cuando le preguntamos si se ve aquí
dentro de 20 años, no sólo asiente -«si sigo vivo», puntualiza- sino
que detalla su plan: «Mi sueño sería tener un pequeño apartamento junto al mar en San Sebastián para ponerme gordísimo comiendo pinchos... Y luego tener un piso en Madrid».
Su amor por España es recíproco. Intrumental ya
ha vendido más de 100.000 ejemplares. Su gira de 13 conciertos de este
verano se salda con entradas agotadas en cada ciudad. Incluso cuenta con
un espacio semanal en A vivir, de la SER, para pinchar su música predilecta: «Es mi sueño: que taxistas, abuelas y panaderos escuchen a Bach y Beethoven como parte de su rutina semanal».
Este
programa forma parte de su cruzada profesional: que la música clásica
sea accesible para todo el mundo. «La mayoría de los músicos piensan que
debe estar reservada para la gente inteligente y cultivada», critica.
«Yo pienso lo contrario: que es para todo el mundo. No necesitas
entenderla: simplemente, puedes disfrutarla. Y que no me hablen de
precios: es más caro ir al fútbol que a un concierto de piano».
En este año, ¿no has descubierto cosas de España que no te gustan?
Sí, soy más realista. Pero gracias a eso me fío más. Es como si vas a
una cita con una chica muy guapa, muy maja, muy divertida... Piensas que
tiene que haber algo oculto, que no todo puede ser perfecto... Pero
pasan los meses y todo sigue igual de bien. Tampoco soy idiota ni pienso
que éste sea un país mágico: hay pobreza, drogas, cosas malas... Pero
eso pasa en todos los países del mundo.
Pasado un año,
Rhodes aún no ha agotado su capacidad de asombro. Ahora le ha dado por
coleccionar palabras favoritas: «Chungo, perroflauta, mamarracho,
mariposa, ¡quisquilloso!...», enumera. «Pero, de lejos, mi favorita es
tiquismiquis, porque me describe del todo. ¡I am a tiquismiquis!».
También
le apasionan los tacos, e, incluso, presume de haber inventado uno
-«Doble coño»- que le salió del alma cuando descubrió la merienda. «El español es como música. Es melódico. Es rítmico.
Lo opuesto del alemán o el inglés, que suenan como kkkjjj... Por eso me
da tanta rabia no poder dar esta entrevista en castellano».
¿Te consideras ya un madrileño?
¡Aún
no me he ganado ese derecho! Estoy pagando impuestos, aprendiendo
castellano, dando clases de piano... Quizá en cinco o diez años podré
serlo. Pero pienso que tengo que ganarme el derecho de considerarme
madrileño. Y, claro, conseguir que me guste la tortilla con cebolla.
¿Y si tu felicidad actual no fuera más que un enamoramiento pasajero?
Si pensara eso, no me habría reunido con un abogado esta mañana para convertirme en un residente.
Así que te quedas...
Ni de coña me voy. No hay un lugar mejor. Eso de «De Madrid al cielo» no es una frase hecha. Es la verdad.
¿Y como vas a evitar convertirte en un español más de los que no aprecian lo que tienen?
Mira,
esto es como un matrimonio. Tienes que trabajar para que funcione. Hay
que decir 'te quiero' cada día, hay que comprar flores. Y, en mi caso,
el método va a ser seguir diciendo por qué me gusta tanto, aunque la
gente me insulte y me llame cursi. Lo siento, españoles: vais a tener
que aguantarme.
Si nada falla, el 13 de febrero de 2019 Israel se convertirá en el
cuarto país en poner un pie en la Luna. Tras EE.UU., Rusia y China, el
estado judío se convertirá en el cuarto país que enviará una aeronave
propia al astro espacial. “Conoced nuestra nave: pequeña, inteligente, y
con mucha jutzpá (descaro)”, celebraba en un tuit la organización sin
ánimo de lucro SpaceIL, responsable de desarrollo del proyecto, que
también contó con la asistencia de la compañía estatal Israel Aerospace
Industries (IAI).
La nave despegará en diciembre del 2018 desde Cabo Cañaveral, en Florida. La llegada a la Luna será la primera de estas características desde el 2013.
El aparato, que tiene forma de mesa redonda con cuatro patas de
fibra de carbono, ha sido desarrollado por un equipo de ingenieros que
contó con un presupuesto de 77 millones de euros, considerado
relativamente bajo para un proyecto de tal envergadura.
“Después de ochos años, la primera aeronave israelí, que se
encuentra en la fase final de construcción y pruebas, estará pronto
viajando a la Luna”, comentó Morris Kahn, presidente de SpaceIL. Y
añadió: “El lanzamiento llenará de orgullo a Israel en su 70.º aniversario.
Es un logro nacional que nos colocará en el mapa espacial del mundo”.
Según lo previsto, la nave transmitirá imágenes y vídeos desde la Luna
dos días después de su aterrizaje, y medirá el campo magnético del
satélite como parte de un proyecto científico del Instituto Weizmann.
Para lograr culminar el proyecto –puesto en marcha en el 2011–,
tuvieron que sacrificar tamaño y capacidades operativas de la nave para
así garantizar un viaje exitoso. Con tan sólo unos 600 kilos –dos terceras partes del peso será carburante–, dos metros de diámetro y 1,5 metros de altura, se convertirá en la aeronave más ligera en alcanzar la Luna.
“Cuando el aparato alcance el punto de aterrizaje, será completamente
autónomo. El motor se detendrá y alcanzará la superficie a velocidad
cero para un aterrizaje suave”, indicó Ido Anteby, CEO de Space IL.
La nave será capaz de despegar desde el satélite y posarse otra vez medio kilómetro más allá
La aeronave recorrerá los 384.000 kilómetros hacia la Luna a una
velocidad 13 veces mayor a la de un caza F-15. Además, contará con
paneles solares y un sistema de control remoto con cámaras desarrollado
en Israel, que garantizará el contacto permanente con la base de
operaciones. El director de operaciones de IAI, Yossi Weiss, reconoció
que “el camino a la Luna no es fácil”. Pero Weiss quiso hacer hincapié
en que el proyecto hará “más alcanzable” este costoso objetivo, ya que
antes “se precisaban caros proyectos gubernamentales”.
SpaceIL reveló que el artefacto pondrá en práctica un “método
revolucionario”: será capaz de descender y luego despegar de nuevo para
culminar otro alunizaje a tan sólo 500 metros. Pese a que este proyecto
está financiado por empresarios filántropos –entre ellos el magnate de
los casinos Sheldon Adelson–, Israel prometió financiar un 10% del
presupuesto, pero todavía no ha hecho efectivo el pago. El Estado hebreo puso en marcha su programa espacial en 1980.
Poco después, en 1988, se convirtió en el octavo país en lograr enviar
satélites al espacio exterior. En el 2003, Ilan Ramon iba a ser el
primer astronauta israelí en volar al espacio. Desgraciadamente, formaba
parte de la trágica expedición de la aeronave Columbia, que estalló por
los aires, por lo que falleció junto a otros seis tripulantes.
Será la aeronave más ligera en alcanzar la Luna
Según los impulsores de la iniciativa, la misión pretende
alentar a la juventud israelí para que se involucre en estudios
científicos y lograr un impacto similar al que tuvo el Apolo en su
misión lunar en 1969. “Es un proyecto tremendo. Cuando sea lanzado al
espacio, todos recordaremos donde estábamos cuando Israel aterrizó en la
Luna”, aseguró Morris Khan.
SpaceIL empezó en el 2011 cuando los ingenieros Yariv Bash, Kfir
Damari y Yonatan Winetraub decidieron competir en el torneo de Google
Lunar XPRIZE, que repartía un premio de 20 millones de dólares para
el primer proyecto privado que lograra desarrollar un aparato pequeño
capaz de llegar a la Luna.
En 1969, el astronauta norteamericano Neil Amstrong hizo historia al
ser el primer humano en pisar la Luna. Cincuenta años después, será el
turno del Estado judío. Tal como celebró el CEO de SpaceIL: “Vamos a
plantar la bandera de Israel en la Luna”.
Eli Cohen es la historia de un éxito descomunal del
Mosad que acabó en fracaso dibujado en la soga. 53 años después de ser
ahorcado en Damasco, su reloj ha sido hallado en una operación en la
sombra del servicio secreto israelí al norte de Tel Aviv.
"Nunca
olvidaremos a Eli Cohen. Recordamos su legado, dedicación, valentía,
determinación y amor al país", dijo el jefe del Mosad, Yossi Cohen,
a la familia del agente que logró ganarse la confianza de los
principales jerarcas de Siria. Sus mensajes codificados enviados
clandestinamente desde su casa en la capital siria fueron vitales para
Israel. Por ejemplo, para doblegar en seis días a varios ejércitos
árabes en la guerra del 67. Su infiltración en el régimen sirio fue tan profunda que estuvo a punto de ser nombrado ministro. Su éxito, sin embargo, acabó siendo su perdición.
En
la larga búsqueda del cadáver de Cohen, el Mosad se topó recientemente
con el reloj de pulsera que en su día compró en uno de sus
viajes-tapadera a Europa. Israel no da detalles de la delicada misión,
aunque ha trascendido que tuvo lugar en Siria. Tras localizar al hombre
que llevaba el reloj, se inició una segunda operación para confirmar que
pertenecía al espía.
"Cuando el Mosad nos lo enseñó, nos
emocionamos. Sentí que parte de Eli volvía a casa y que podía volver a
tocar su mano. Nos dijeron que lograron recuperarlo en una operación muy
compleja. También me alegra de que no se hayan olvidado de él", afirma
su viuda Nadia. En una entrevista a EL MUNDO, aclara que aún espera que
encuentren sus restos para que sea enterrado en Israel. "Es posible. Creo que existe el cadáver y espero que el Mosad siga buscando", añade.
Su
hija mayor Sophie, que tenía cuatro años cuando fue ahorcado, recuerda
emocionada que "es su primer objeto personal que tenemos. Ojalá
encuentren su cadáver porque es un deseo de hace muchísimo tiempo pero
tal y como está ahora Siria, lo veo difícil".
Un álter ego sirio
Nacido
en 1924 en la localidad egipcia de Alejandría, hizo alia (emigración
judía a Israel) en el 57. Al cabo de tres años fue reclutado por la
Inteligencia. Tras una intensa instrucción que incluyó el
perfeccionamiento del árabe, el estudio del Corán, fotografiar de forma
discreta lugares sensibles y el uso de las comunicaciones, se hizo con
el papel asignado: un empresario sirio que vuelve a casa tras unos años
en Argentina. Bajo la falsa identidad de Kamel Sabet, el objetivo era informar desde las entrañas del régimen.
Gracias
a su carisma y generoso bolsillo, hizo amistad con importantes
generales y políticos sirios. Ninguno de ellos podía imaginar que detrás
de este pudiente hombre de negocios con un discurso muy antiisraelí se
escondía un hombre del Mosad que cada mañana enviaba información codificada desde su casa
situada a pocos metros del cuartel general del ejército sirio. Por
ejemplo, coordenadas de las fortificaciones fronterizas que él mismo
recorrió como invitado de honor así como la situación real de la Fuerza
Aérea. Con su chivatazo, Israel decidió lanzar una dura represalia
contra el ejército sirio tras un ataque contra agricultores israelíes en
la zona desmilitarizada.
En enero del 65 y tras cuatro años como
agente encubierto en Siria que combinó con escasos viajes para ver a su
familia en Israel, fue detenido. Con la ayuda de sofisticados
dispositivos electrónicos recién llegados de la Unión Soviética, los
servicios secretos sirios llegaron a su casa. Al principio pensaron que
era un error. No lo era. Irrumpieron en su habitación y encontraron el equipo de transmisión.
Un héroe nacional
Tras
ser torturado por los agentes sirios, fue juzgado sin abogado y sin
opción de evitar la sentencia de muerte. Las peticiones de algunos
dirigentes mundiales como el Papa VI no surtieron efecto. Al amanecer del 18 mayo del 1965 fue ahorcado en la plaza Marja de Damasco. Las autoridades retiraron su cuerpo al cabo de seis horas.
El
reloj que lucía en Damasco, como se aprecia en una foto, está expuesto
hoy en la sede del Mosad. "Es muy importante que esté allí donde pasan
muchos que hacen actividades que hacía Eli", comenta Nadia orgullosa de
que sea considerado un héroe nacional y que su nombre esté presente en
numerosas calles del país. Ha llegado incluso a Netflix donde Sacha Baron Cohen interpretará su papel en la serie 'El Espía'.
Nadia
crítica a los jefes del Mosad de esa época por mantener a su marido
tanto tiempo en Damasco, pese a que el riesgo era cada vez mayor. Es el
dilema de un servicio secreto: continuar la misión dado el ingente
caudal de información de oro que genera o saber retirarse a tiempo.
"Querida
Nadia, querida familia, escribo mis últimas palabras con la esperanza
de que siempre estéis unidos. Yo pido a mi esposa que me perdone, que se
preocupe de ella misma y que proporcione una buena educación a nuestros
hijos. Algún día estaréis orgullosos de mí", escribió el espía de Damasco en sus últimas horas antes de que le quitaran el reloj y la vida.
"el Holocausto no tiene final". Ha de permanecer como un presente histórico del que Europa no podrá sanar jamás.
Claude Lanzmann rodando 'Le dernier des injustes' en 2013 | Cordon Press
El mayor legado intelectual de Claude Lanzmann es esa rareza inclasificable que es Shoah.
Lanzmann comprendió que el único modo de nombrar el horror absoluto es
negándose explícitamente a la pretensión de enunciarlo: "Dirigir sobre
el horror una mirada directa" y asumir el peso de un "acto radical de
nominación", pues la forma más acabada de desmentirlo, falsearlo o
trivializarlo es a través de la pretensión de mostrarlo. Buscó huir de
la ficción sin caer en la trampa del documental, artificio selectivo con
el que presentar como verdad el coágulo nebuloso de imágenes en las
cuales lo verdadero es imposible sin la palabra, sin el contexto, sin el
matiz, sin el estudio, y nunca es definitivo. Toda imagen miente. Por
eso Shoah no es un documental sobre el Holocausto ni una
película sobra la historia del exterminio masivo en la II Guerra
Mundial. Es la puesta en escena del testimonio de los supervivientes,
pero también del papel de los ejecutores y de los que lo presenciaron,
lo padecieron indirectamente o se beneficiaron directamente. Lanzmann
filma la palabra, y los lugares tal como hoy quedan son negados plano a
plano por los protagonistas, cuyo relato de los hechos destruye esa
placidez inocente, ese olvido inexorable, esa belleza inerte y cruel,
tan natural como ciega. La renuncia a la manipulación de la imagen más
allá del inevitable encuadre, a su embellecimiento musical, el escrúpulo
por respetar la tensión del interrogatorio, obedecen a la rigidez de
una técnica que contamine lo menos posible el testimonio. La
rememoración, el relato, ese temblor continuado, la vergüenza por seguir
vivo, es toda la presencia que se precisa, y procede, con timidez y sin
retórica, al desmentido de cuanto la imagen puede evocar. Shoah
es la representación de lo que sólo el silencio consiente en acoger, y
su afán es el de hacer posible la transmisión y, así, negar el olvido:
Hay que hablar y guardar silencio a la vez, (…) el silencio es el modo más auténtico de la palabra.
En tal empresa se sometió al rigor extremo de una técnica cinematográfica inusual, sin documentos de archivo ni dramatización:
Shoah es antes que nada una inacabable empresa de
desacralización, que devuelve la palabra y la instaura allí donde nunca
fue tomada, donde no pudo haberlo sido, rechazando todos los eufemismos,
forzando los silencios en todos sus retiros para que se enfrenten al
más importante de los interrogatorios: saber cómo se mató, mantenerse lo
más cerca posible del crimen, hacer que lo digan todo, hacer que lo
cuenten todo, sin detener la cámara en el momento del dolor y retirarse
de puntillas, como mandarían las buenas costumbres.
La
imagen es falseamiento, seducción o espanto, y vale más que mil
palabras sólo si su valor estriba en el engaño, el consuelo, la
satisfacción o la catarsis. Cuando se busca lo verdadero, sólo se puede
recurrir a la imagen declarando de antemano que se trata de una
distorsión, de un truco, de una opacidad. Y esa búsqueda sólo es posible
en la mutilación de toda retórica, en la medida más precisa, en el
rechazo radical a todo atisbo de desproporción. En 1985 se estrena la
obra que aviva esta paradoja: ¿cómo dejar paso a la verdad por medio de
la imagen, necesariamente mentirosa? Shoah es el colosal
desafío con el cual ofrecer en pantalla el testimonio del exterminio
sistemático de los judíos europeos a base de primeros planos sostenidos y
largos silencios en los que se abre la escena a la palabra, incluso a
pesar de los protagonistas. La película no busca explicar. Ofrece el
testimonio. Y junto a él los rostros, los parajes, el vacío, el
silencio. Enseña lo que no puede ser visto, cómo toda prueba ha
desaparecido, cómo las huellas del exterminio fueron borradas. No nos
lega la constancia de lo que sucedió, sino del intento por olvidarlo. Y
al espectador, a pesar del monumental trabajo y de la fuerza que las
palabras de las víctimas contienen, apenas le llega un eco mitigado de la verdad desnuda de esa brutalidad civilizada.
Las otras dos obras de Lanzmann sobre la Shoá son El informe Karski, con material filmado y descartado en el montaje de Shoah, y El último de los injustos,
inquietante entrevista realizada también en 1975 a Benjamin
Murmelstein, último presidente del Consejo Judío del gueto de Terezín y
único presidente de un Consejo en sobrevivir, que mantuvo contacto con
Adolf Eichmann. El sello de Lanzmann queda patente en el desafío de
filmar un interrogatorio implacable a un personaje incómodo que, por su
mera presencia, hace aflorar las dolorosas aporías a las que los
supervivientes se vieron condenados, a las fatales paradojas que
formaron parte de la maquinaria del exterminio. Su empeño en arrojar a
la vista de todos la verdad histórica con sus despiadadas miserias marca
la intransigencia severa y audaz de una obra cinematográfica que no se
permite concesiones. La fuerza intelectual y estética de Lanzmann se
basa en recorrer esos límites entre ficción, representación y verdad
poniendo frente al espejo de los abismos del ser humano al que se atreva
a mirar. Por eso, su repulsa del género cinematográfico que La lista de Schindler
encarna como arquetipo, por ser, necesariamente, una mezcolanza
complaciente que ofrece heroicidades espectaculares y grandilocuentes,
melodramas con los que solazarse en el llanto, máscaras con las que
identificarse y, acaso lo más traicionero, un final feliz que resuelva
en fundido en negro el desasosiego del espectador.
Las lágrimas son un modo de disfrutar; las lágrimas son un placer,
una catarsis. Mucha gente me ha dicho: "No puedo ver su película porque,
probablemente, viendo Shoah no haya posibilidad de llorar".
Y es que el llanto es un modo de cierre, una conclusión, una solución y, en el fondo, un consuelo. Pero "el Holocausto no tiene final". Ha de permanecer como un presente histórico del que Europa no podrá sanar jamás.
No hay lágrimas en Shoah. NOTA: Todas las citas pertenecen a la colección de artículos y textos de Lanzmann reunidos bajo el título La tumba del sublime nadador, en Editorial Confluencias. Fuente:libertaddigital.com
El periodista y cineasta Claude Lanzmann ha fallecido este jueves 5 de julio a los 92 años, según recoge el diario francés Le Monde. Defensor de la causa de Israel, fue el autor del documental Shoah, dedicado al exterminio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
En la década de 1970, Claude Lanzmann se lanzó a elaborar documentales como Why Israel y Shoah. Son trescientos cincuenta horas de rodaje, llevadas a cabo entre 1974 y 1981, con conversaciones con los protagonistas del exterminio nazi, que se ha convertido en uno de los mayores emblemas cinematográficos contra el genocidio.
En 2018, Lanzmann volvió a la cuestión judía con Cuatro Hermanas,
uno de sus últimos trabajos. "Nunca me curé de la muerte. Lo que más me
escandaliza en el mundo es tener que morir. No me gusta la música, y no
me gusta morir. Puedes decir eso sobre mí", señaló en una entrevista
reciente a France Culture.
Claude Lanzmann recibió, entre otros galardones, el Oso de Oro honorífico en el Festival de Berlín de 2013 por su trayectoria y también fue nombrado Comendador de la Legión de Honor y Comendador de la Orden Nacional al Mérito en Francia
Fuente:libertaddigital.com
El cineasta, escritor y filósofo francés Claude Lanzmann
ha fallecido este jueves a los 92 años, según informa el diario 'Le
Monde'. Lanzmann es conocido por su monumental documental 'Shoah'
(1985), sobre el genocidio judío a manos de los nazis. La película, de
nueve horas de duración, supuso una revolución en la forma de abordar
aquel agujero negro en la Historia.
"Aquello era un crimen perfecto. Por primera vez en la Historia, la muerte se convirtió en industria;
una industria que quemaba los rastros. No quedaban huellas", aseguró
Lanzmann al concluir su obra, después de años de investigación. Por eso
mismo, contra ese silencio y ocultación, el cineasta francés se empeñó
en dar voz a los testigos de la barbarie. "El futuro es demasiado sombrío para permitirse el lujo de olvidar", aseguraba Lanzmann. Así, realizó documentales complementarios y publicó numerosos libros al respecto.
Fuente :elpais.com