Enrique Navarro, el autor de este clarificador artículo.
El momento del lanzamiento de gran cantidad de cohetes con objetivos de poblaciones del Estado de Israel, lanzados desde la Franja de Gaza
El siete de diciembre de 1941, Japón atacó Pearl habour y con este "día de la infamia" que indicó Roosevelt, comenzó la Segunda Guerra Mundial que terminó con el lanzamiento de dos bombas atómicas y la muerte de millones de civiles y militares. Como ocurre en todas las guerras, el imperio nipón alegó como causa del conflicto el asfixiante embargo de petróleo norteamericano y el sufrimiento del pueblo japonés, negando la realidad de que Japón se había convertido en el régimen más terrorífico de la historia de Asia. A Estados Unidos no le quedó más remedio que defenderse hasta terminar con la victoria contra la barbarie, nadie hubiera entendido otra cosa.
En 1948, las Naciones Unidas acordaron la partición de Palestina, en dos estados, uno árabe y otro judío, y se establecieron unos términos que fueron violados el mismo día por los árabes que no reconocieron nunca los acuerdos ni el derecho a que existiera un estado judío. Ante la falta de consenso, ese acuerdo y sus consecuencias en términos de fronteras, saltaron por los aires e Israel y el mundo árabe se enfrentaron cuatro veces para terminar de definir las fronteras en los campos de batalla, exactamente igual que se definieron todas las fronteras en la historia de la humanidad y cuyos ejemplos más recientes están en la antigua Yugoslavia. Pretender ampararse en un acuerdo que se violó desde el primer minuto y en el que no se cree, no tiene ningún sentido.
Los judíos, que llevaban siglos viviendo en Palestina en paz, fueron expulsados de sus casas y de la Palestina árabe, se les robaron sus casas y sus bienes, algo que no se produjo en la parte judía. Ahora, el supuesto detonante de este nuevo conflicto, que es el desalojo de unas viviendas de árabes en Jerusalén Este para que sean entregadas a sus legítimos dueños, es producto de una decisión judicial, otras se han producido en sentido contrario, y muchos asentamientos judíos fueron desalojados por ilegales por las fuerzas de seguridad de Israel. En Israel el estado de derecho funciona, pero como pasa muy a menudo con los totalitarios, sólo se defiende cuando apoya sus demandas pero si una sentencia es contraria a sus intereses, entonces se desatan todos los infiernos, ese es el totalitarismo palestino al que se enfrenta Israel.
Ningún gobierno en el mundo es más sensible a los intereses religiosos que Israel; que ha reservado la Explanada de las Mezquitas, en el centro de su capital eterna para que solo los árabes puedan acceder y practicar sus oraciones; un derecho propio de la libertad religiosa que rige en Israel y que en muchos países árabes es un crimen.
Hamas actúa como las SA hitlerianas, manejadas por unos lideres corruptos que tienen secuestrada a la población de Gaza para servir a los intereses de Irán. Sólo aspiran a la destrucción de Israel, y a ello consagran todos sus medios y se preparan de forma permanente. Los miles de cohetes lanzados llevan años de fabricación y requieren de equipos importados desde el Líbano o Irán, de manera que esto no es una acción improvisada a consecuencia de un supuesto agravio jurídico.
Las órdenes se emiten desde Teherán, y la causa última de esta declaración de guerra dirigida contra la población civil de Israel, no es liberar al pueblo palestino, ni mejorar su calidad de vida, es impedir que Israel pusiera en marcha una operación militar contra la capacidad nuclear iraní. Si vemos las acciones del último año que se han desarrollado contra el programa de nuclearización del régimen de los ‘ayatollas’, nos percataremos que estamos ante una tremenda maniobra de distracción para evitar que Israel pudiera realizar, como ya había anunciado el ministro de defensa, un ataque directo para terminar con la mayor amenaza contra la estabilidad y seguridad regional, que es la capacidad nuclear de un régimen promotor del terrorismo internacional.
Y muchos de los partidos de izquierda que en los años setenta hacían prácticas socialistas en los Kibbutz, salen de comparsas de esta pantomima que atenta contra los intereses occidentales, es decir los nuestros. No hay comparación posible. Hay un grupo terrorista que ataca y un país democrático y libre que se defiende; hay un ejército del terror que busca matar civiles y uno que avisa de sus ataques con la antelación para evitar muertes civiles. Lanzar cohetes desde edificios habitados, hospitales o colegios, constituye un desprecio enorme hacia la población que se alega defender. Pero las televisiones europeas sólo muestra las imágenes del terror israelí, pero eso no cambia la realidad. No habría ningún muerto palestino si no se produjeran estos ataques; Gaza podría prosperar económicamente si reconociera el derecho de sus vecinos a vivir en paz y seguros, pero esto no interesa a los que sólo pretenden la destrucción y la inestabilidad. Occidente no puede dejar pasar esta oportunidad para terminar con Hamas en Gaza, es el único culpable de este caos y debe ser destruido de forma definitiva; éste será el comienzo de la paz.
Yo quiero para los palestinos los mismos derechos que para israelíes y españoles, vivir en democracia, y el único culpable de que no haya habido elecciones democráticas en Palestina en quince años ha sido Hamas, y si queremos seguridad y progreso en Gaza y Cisjordania necesitamos seguridad para todos, y eso pasa por el reconocimiento del estado de Israel y de sus fronteras y de un estado palestino democrático, seguro y próspero.
Jerusalén no puede ser el problema, porque nunca fue capital de ningún estado árabe; el reino de Judea ha estado invadido por potencias extranjeras desde el año 586 a.C. hasta 1948, y antes de esa invasión y después de 1948, el único estado que existió allí fue el judío y su capital Jerusalén, no hay otra historia. Por muchos intentos de acabar con los judíos y su memoria, esta es la realidad inmutable.
Los árabes pueden acceder a sus lugares sagrados, que lo fueron mil años después de la muerte del último rey de Judea y viven con los mismos derechos en Israel que los judíos y los agnósticos y los ateos o lo que sean.
Israel necesita fronteras seguras y defendibles ante el hecho indudable de que sus vecinos desean su destrucción, pero sin embargo, ya son algunos países árabes los que se han dado cuenta que la guerra de Hamas no es su guerra sino la de su principal enemigo, y están profundizando en sus relaciones con Israel, la mejor muestra de que el deseo del estado judío es convivir en paz con sus vecinos árabes.
Esta realidad es la que lleva a que veamos esas imagines terribles en Gaza de civiles muertos, es una tragedia, es inaceptable, pero no equivoquemos el tiro, los responsables de esas muertes no están en Israel sino en Teherán y en el cuartel general de los terroristas. Si no fuera por la superioridad tecnológica de Israel ahora estaríamos contando centenares de víctimas indefensas civiles de Israel, pero seguramente muchos saldrían entonces a justificar esas muertes. No podemos equivocarnos, para que la seguridad y la prosperidad sean una realidad: Hamas delenda est.
El siete de diciembre de 1941, Japón atacó Pearl habour y con este "día de la infamia" que indicó Roosevelt, comenzó la Segunda Guerra Mundial que terminó con el lanzamiento de dos bombas atómicas y la muerte de millones de civiles y militares. Como ocurre en todas las guerras, el imperio nipón alegó como causa del conflicto el asfixiante embargo de petróleo norteamericano y el sufrimiento del pueblo japonés, negando la realidad de que Japón se había convertido en el régimen más terrorífico de la historia de Asia. A Estados Unidos no le quedó más remedio que defenderse hasta terminar con la victoria contra la barbarie, nadie hubiera entendido otra cosa.
En 1948, las Naciones Unidas acordaron la partición de Palestina, en dos estados, uno árabe y otro judío, y se establecieron unos términos que fueron violados el mismo día por los árabes que no reconocieron nunca los acuerdos ni el derecho a que existiera un estado judío. Ante la falta de consenso, ese acuerdo y sus consecuencias en términos de fronteras, saltaron por los aires e Israel y el mundo árabe se enfrentaron cuatro veces para terminar de definir las fronteras en los campos de batalla, exactamente igual que se definieron todas las fronteras en la historia de la humanidad y cuyos ejemplos más recientes están en la antigua Yugoslavia. Pretender ampararse en un acuerdo que se violó desde el primer minuto y en el que no se cree, no tiene ningún sentido.
Los judíos, que llevaban siglos viviendo en Palestina en paz, fueron expulsados de sus casas y de la Palestina árabe, se les robaron sus casas y sus bienes, algo que no se produjo en la parte judía. Ahora, el supuesto detonante de este nuevo conflicto, que es el desalojo de unas viviendas de árabes en Jerusalén Este para que sean entregadas a sus legítimos dueños, es producto de una decisión judicial, otras se han producido en sentido contrario, y muchos asentamientos judíos fueron desalojados por ilegales por las fuerzas de seguridad de Israel. En Israel el estado de derecho funciona, pero como pasa muy a menudo con los totalitarios, sólo se defiende cuando apoya sus demandas pero si una sentencia es contraria a sus intereses, entonces se desatan todos los infiernos, ese es el totalitarismo palestino al que se enfrenta Israel.
Ningún gobierno en el mundo es más sensible a los intereses religiosos que Israel; que ha reservado la Explanada de las Mezquitas, en el centro de su capital eterna para que solo los árabes puedan acceder y practicar sus oraciones; un derecho propio de la libertad religiosa que rige en Israel y que en muchos países árabes es un crimen.
Hamas actúa como las SA hitlerianas, manejadas por unos lideres corruptos que tienen secuestrada a la población de Gaza para servir a los intereses de Irán. Sólo aspiran a la destrucción de Israel, y a ello consagran todos sus medios y se preparan de forma permanente. Los miles de cohetes lanzados llevan años de fabricación y requieren de equipos importados desde el Líbano o Irán, de manera que esto no es una acción improvisada a consecuencia de un supuesto agravio jurídico.
Las órdenes se emiten desde Teherán, y la causa última de esta declaración de guerra dirigida contra la población civil de Israel, no es liberar al pueblo palestino, ni mejorar su calidad de vida, es impedir que Israel pusiera en marcha una operación militar contra la capacidad nuclear iraní. Si vemos las acciones del último año que se han desarrollado contra el programa de nuclearización del régimen de los ‘ayatollas’, nos percataremos que estamos ante una tremenda maniobra de distracción para evitar que Israel pudiera realizar, como ya había anunciado el ministro de defensa, un ataque directo para terminar con la mayor amenaza contra la estabilidad y seguridad regional, que es la capacidad nuclear de un régimen promotor del terrorismo internacional.
Y muchos de los partidos de izquierda que en los años setenta hacían prácticas socialistas en los Kibbutz, salen de comparsas de esta pantomima que atenta contra los intereses occidentales, es decir los nuestros. No hay comparación posible. Hay un grupo terrorista que ataca y un país democrático y libre que se defiende; hay un ejército del terror que busca matar civiles y uno que avisa de sus ataques con la antelación para evitar muertes civiles. Lanzar cohetes desde edificios habitados, hospitales o colegios, constituye un desprecio enorme hacia la población que se alega defender. Pero las televisiones europeas sólo muestra las imágenes del terror israelí, pero eso no cambia la realidad. No habría ningún muerto palestino si no se produjeran estos ataques; Gaza podría prosperar económicamente si reconociera el derecho de sus vecinos a vivir en paz y seguros, pero esto no interesa a los que sólo pretenden la destrucción y la inestabilidad. Occidente no puede dejar pasar esta oportunidad para terminar con Hamas en Gaza, es el único culpable de este caos y debe ser destruido de forma definitiva; éste será el comienzo de la paz.
Yo quiero para los palestinos los mismos derechos que para israelíes y españoles, vivir en democracia, y el único culpable de que no haya habido elecciones democráticas en Palestina en quince años ha sido Hamas, y si queremos seguridad y progreso en Gaza y Cisjordania necesitamos seguridad para todos, y eso pasa por el reconocimiento del estado de Israel y de sus fronteras y de un estado palestino democrático, seguro y próspero.
Jerusalén no puede ser el problema, porque nunca fue capital de ningún estado árabe; el reino de Judea ha estado invadido por potencias extranjeras desde el año 586 a.C. hasta 1948, y antes de esa invasión y después de 1948, el único estado que existió allí fue el judío y su capital Jerusalén, no hay otra historia. Por muchos intentos de acabar con los judíos y su memoria, esta es la realidad inmutable.
Los árabes pueden acceder a sus lugares sagrados, que lo fueron mil años después de la muerte del último rey de Judea y viven con los mismos derechos en Israel que los judíos y los agnósticos y los ateos o lo que sean.
Israel necesita fronteras seguras y defendibles ante el hecho indudable de que sus vecinos desean su destrucción, pero sin embargo, ya son algunos países árabes los que se han dado cuenta que la guerra de Hamas no es su guerra sino la de su principal enemigo, y están profundizando en sus relaciones con Israel, la mejor muestra de que el deseo del estado judío es convivir en paz con sus vecinos árabes.
Esta realidad es la que lleva a que veamos esas imagines terribles en Gaza de civiles muertos, es una tragedia, es inaceptable, pero no equivoquemos el tiro, los responsables de esas muertes no están en Israel sino en Teherán y en el cuartel general de los terroristas. Si no fuera por la superioridad tecnológica de Israel ahora estaríamos contando centenares de víctimas indefensas civiles de Israel, pero seguramente muchos saldrían entonces a justificar esas muertes. No podemos equivocarnos, para que la seguridad y la prosperidad sean una realidad: Hamas delenda est.
Fuente: www.libertaddigital.com