Discurso del Presidente del Estado de Israel, Sr. Shimon Peres, en la Ceremonia de Apertura del Día de Recordación de los Mártires y Héroes del Holocausto, Yad Vashem, 2010.
Primer Ministro,
Presidente de la Knesset,
Presidente de la Corte Suprema,
Rabinos Principales, Ministros de Gobierno,
Presidente del Consejo de Yad Vashem,
Presidente del Directorio de Yad Vashem,
Miembros del Cuerpo Diplomático,
Sobrevivientes del Holocausto,
Justos entre las Naciones,
Damas y caballeros:
Hermanos y hermanas en Israel y en la Diáspora, los días se van extendiendo. Estamos a fines del mes de Nisan, la noche está cayendo en Israel; en las casas en Mahane Yehuda, en Kiryat Yovel, Kiryat Moshe, Talpiot, Ramot y Gilo. La noche está descendiendo entre los rascacielos de Tel Aviv, los tejados en Haifa y las llanuras en Be´er Sheva. En el Moshav Moledet, en el Kibutz Grofit y en Kiryat Shmona. Los rayos del atardecer se atenúan sobre Tel Hai, Deganya y Masada.
Poco tiempo atrás, el polvo caía, también, en Antopol, Zuromin, Rudnik y Michalow- ciudades en las que las tres cuartas partes de sus habitantes eran judíos- aunque ya no más. No quedó ni un solo judío.
La noche cayó sobre la ciudad de Tostanovice, donde 2803 judíos fueron asesinados. En Libau, en Latvia, 7101 judíos fueron asesinados.
En Chelm, cerca de Lublin, 15.000 judíos fueron enviados a la muerte.
La oscuridad comenzó a envolver a Dachau, Auschwitz y Birkenau.
El polvo cayó, también, en Vishneva, donde nací; lugar que visité, como ministro de gobierno israelí. De todos los hogares judíos y sinagogas, ni un solo haz de luz quedó.
Fui a mirar al pozo que había en el patio de mi casa. El agua no fue tocada por el fuego. Subí un balde para saborear el agua de mi infancia que sabia chamuscada; el sabor del fuego que consumió a la gente de la ciudad y a los miembros de mi familia, que permanecieron allí.
Como una casa velatoria, esta noche hay una marquesina sobre las miles de comunidades, cuya existencia fue reducida a una lápida, cuya cultura se convirtió en memoria, y cuyos miembros fueron hechos cenizas.
El atardecer envuelve las sinagogas y casas de estudio que fueron destruidas; los teatros e instituciones culturales, demolidos; los libros, quemados y las escuelas reducidas a cenizas.
Todo fue arrasado: la vida, las casas, la cultura. Un mundo quemado.
Este fuego continuará ardiendo dentro de nosotros, como un imposible adiós a seis millones de nuestros hermanos; hombres, mujeres y ancianos. A un millón y medio de nuestros hijos. El inmenso potencial de vida y talento que fue erradicado: una pérdida irreversible.
Alguien que pasa por la ciudad de Zborow en Ucrania no sabrá que, en ese lugar, en un bello día de comienzos del año 1941, mil judíos fueron masacrados de un tiro, y enterrados en dos fosas. El transeúnte de hoy no podría escuchar el llanto desgarrador del 9 de abril de 1943, el día en que 2300 judíos fueron forzados a cavar sus propias tumbas cerca del centro deportivo Sokolinaya. Fueron asesinados y arrojados dentro de las tumbas que abrieron con sus propias manos.
¿Qué testigo te traeré, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén?
¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sión?
Porque grande como el mar es tu quebrantamiento; ¿quién te sanará? dice en Lamentaciones, y eso fue, también, preguntado por unos pocos que sobrevivieron a la selección, en la plataforma en Birkenau, y los sobrevivientes que llegaron a Eretz Israel y, de inmediato, se mostraron voluntarios para proteger al pueblo judío en su batalla por la independencia.
D´s en nuestro testigo, que en el Estado, que fue establecido por los pioneros, por los refugiados y sobrevivientes, el llanto de la Shoah surge con el ruido de grúas de construcción.
Israel nunca olvidará los dos imperativos impuestos por la Shoah: el firme mandamiento de establecer un Estado judío independiente, que pueda defenderse a sí mismo y que anhela la paz.
Y el imperativo de tomar las amenazas de exterminio, la negación del Holocausto y de los que se dedican al terrorismo de manera seria.
Tenemos el derecho, y el deber, de exigir de las naciones del mundo que no repitan la indiferencia que costó millones de vidas, incluyendo a sus propios ciudadanos.
Los oídos de Naciones Unidas tienen que compenetrarse con las amenazas de exterminio, pronunciadas por uno de sus países miembro contra otro país miembro porque, de otra manera, la base de la carta de Naciones Unidas será desgastada. A fin de lograr cielos claros sobre Medio Oriente, primero tiene que desmantelar las amenazas de aniquilación. Las armas de destrucción masiva, en manos de aquellos capaces de destrucción masiva, con voces que alientan esa destrucción es la combinación más peligrosa para la paz mundial y convierten al mundo en un lugar fuera de control.
Una parte del mismo pueblo iraní está avergonzado y apenado por la tiranía que los domina. Los Estados árabes son concientes que, la incitación anti-israelí de Ahmadinejad, está diseñada para camuflar su objetivo real, que es la hegemonía iraní sobre la zona.
La Segunda Guerra Mundial estalló con el acompañamiento de la satánica incitación de los nazis, y el reclamo que, los alemanes, eran una raza superior y “Deutschland uber Alles”. No se debe regresar a la monstruosa actitud que hay una persona superior, un régimen superior o una raza superior que pueda hacer, con exactitud, lo que le place.
Alemania no se dio cuenta a tiempo. Pero, el actual liderazgo alemán internalizó las conclusiones.
Recité Kadish en el Parlamento alemán. Y creo que, aun aquellos que no hablan hebreo, escucharon la histórica verdad que marcó la deshonra sobre la historia alemana y el dolor sobre seis millones de personas inocentes.
Nuestra muerte no devolverá la vida. Sus memorias viven dentro de nosotros. Nuestras heridas no cicatrizarán; nuestra fortaleza no decaerá.
Estamos aquí, ahora, juntos, sobrevivientes del Holocausto y Justos entre las Naciones.
Esta noche, los sobrevivientes de la Shoah encenderán antorchas por la gloria y la eternidad de Israel. La historia judía les rinde un homenaje.
La fe es lo que nos permitió reconstruir nuestro Estado, que hoy tiene el mayor número de judíos conocido en la historia. Un Estado con una gran aptitud científica; cuya economía está prosperando; cuya seguridad es inquebrantable; cuya cultura inspira emoción; cuyo gobierno democrático brinda libertad a todos sus ciudadanos, sin importar credo, procedencia o clase.
Nuestro pueblo se rebeló contra la esclavitud, negó el dominio, derribó ídolos, rechazó la discriminación y continuaremos en el mismo sentido. Nuestros ojos permanecen bien abiertos al peligro, en todo momento, y nuestras manos se mantienen infaliblemente extendidas a la paz.
Nunca hubo otro pueblo que fuese, como nosotros, perseguido. Y tampoco hay otro pueblo que se haya, como nosotros, rehabilitado.
Permanecemos siendo un pueblo con memoria, fe y determinación.
Y, por la mañana, una vez más saldremos a trabajar, a construir y a crear.
La Shoah resuena en nuestros corazones, mientras que nuestras acciones generan renacimiento.
Fuente:amizadeconisrael.org