Es difícil encontrar un objetivo más unánimemente compartido en todo Occidente, al menos de cara a la galería, que el de la partición de la llamada Palestina histórica, es decir, la convivencia en paz del Estado de Israel con un Estado de Palestina en el que se incorporaran tanto Gaza como Cisjordania. No ocurre así en el mundo árabe ni en Palestina, donde desde su misma creación en 1948 se han negado a reconocer el derecho de Israel a existir, manteniendo su empeño de expulsar a los judíos al mar, y fracasando en todas las guerras que han librado para conseguirlo.
Precisamente porque Israel es nuestra primera línea de defensa frente a la barbarie, pocas noticias podrían ser mejores que la creación de un Estado palestino, ese que se negaron a aceptar en 1948. Pero no de cualquier manera. Como dijera la ex primera ministra de Israel, Golda Meir, "la paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros". Un Estado palestino con una Gaza en manos de Hamás y una Autoridad Nacional Palestina empeñada en seguir alimentando con antisemitismo a sus hijos no tendría una vida muy larga.
El problema es la ocupación, se ha dicho infinidad de veces. Pero cuando Israel ha abandonado la ocupación de forma unilateral en Gaza, lo único que se ha fomentado es el lanzamiento de cohetes contra civiles israelíes. No, el problema no es la ocupación. El problema es que los colegios palestinos enseñan en el odio al judío y las cadenas para niños fomentan al terrorista suicida como un héroe. El problema es que si un judío empieza a disparar contra los árabes recibe la inmediata condena del Gobierno israelí y el peso de la ley cae sobre él. En cambio, el terrorista palestino es homenajeado y su familia recibe una subvención de las autoridades.
Mientras esto siga así, ningún plan de paz ni ninguna decisión unilateral cambiará sustancialmente la situación. La petición de Abbas es un gesto de cara a la galería. El Consejo de Seguridad de la ONU retrasará previsiblemente cualquier decisión con la vana esperanza de que las negociaciones lleguen a alguna parte, y cuando finalmente haya que votar EEUU ya ha anunciado que impondrá su derecho de veto. No parece, por tanto, que la intención del líder de Al Fatah sea el reconocimiento del Estado palestino, sino recuperar apoyo interno.
La solución de los dos Estados parece la única viable para un futuro en paz. Israel ya ha demostrado en numerosas ocasiones –y en especial en Camp David el año 2000– su disposición a alcanzar un acuerdo. Cuando tanto los líderes como, sobre todo, el pueblo palestino tenga mayoritariamente la misma disposición, el acuerdo llegará. No parece que ese momento haya llegado.
Fuente:libertaddigital.com
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