La verdad es que nunca había pensado dedicar tanto tiempo a este icono de la progresía pija
Escribo este texto casi con temor. Veamos. Si dedicar una crítica a Rosa Regàs en dos líneas de un artículo ha significado que enviara una carta de los lectores tan larga que casi ocupa toda la sección, ¿qué pasará si le dedico el artículo entero? A lo mejor pide la portada… Desde aquí pido excusas por las consecuencias de mis malévolos actos, cuyo único sentido es activar el alicaído debate nacional. La verdad es que nunca había pensado dedicar tanto tiempo a este icono de la progresía pija, y no porque desprecie el olor rancio de la gauche divine de Boccaccio, sino porque ese mundo me parece de un kitsch tremendo. Pero como Rosa debate con pasión y parece ser experta en Oriente Próximo –tanto, que yo la ficharía en algún ministerio de la zona, en Siria por ejemplo–, resulta difícil no hacer balance. El mío, lo repito: Rosa Regàs es un buen ejemplo de esa izquierda obsoleta tan obsesionada con Israel que acaba defendiendo posiciones reaccionarias.Rosa replica con el clásico de que tiene muchos amigos y sangre judía, como si eso justificara alguna cosa. Lo cierto es que se trata de un discurso demonizador que, en su implacable persecución contra Israel, acaba comiéndose con patatas organizaciones, acciones e ideas totalitarias. A diferencia de ella, que apela al sacrosanto concepto de la “objetividad” –y no se muere de la risa–, otros consideramos que es más seria la subjetividad honesta, que el conflicto no es de blanco y negro y que la defensa de Palestina no puede pasar por minimizar los atentados terroristas, ni por mirar con paternalismo a organizaciones islamistas fanáticas que enseñan a los niños a convertirse en bombas humanas. ¿O es que Hamas es un dechado de libertades? Y ese es el problema de la izquierda reaccionaria: que en nombre de la libertad no se indigesta con algunas de las ideas más brutales que existen en el planeta. Por cierto, nunca he usado el concepto “execrable palestino”, pero sí considero que algunos de los que hablan en nombre de Palestina, son sus peores enemigos.
En su respuesta, Rosa aprovecha el Pisuerga para atacar a aquellos que andan de partido en partido, y de ideología en ideología. Ciertamente debe ser fatigante. Yo sólo he estado en un partido en mi vida y quedé vacunada para siempre. Pero esa idea que desliza de la bondad de los que nunca se han movido de partido me provoca algo de yuyu. Si los primeros son unos saltimbanquis, los segundos son intelectuales de carnet en la boca, tan inamovibles al desaliento que confunden las ideas con la fe religiosa. De seguidores pasan a ser palmeros. Lo cual es, ciertamente, todo un estatus que puede servir para decorar listas electorales. Personalmente prefiero la libertad de pensamiento. Es más incómoda, más solitaria y más arriesgada, pero es el único territorio donde una puede ser realmente honesta consigo misma.
Fuente:lavanguardia.es
Mai millor dit! Visca Israel!
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