Muñoz Molina: "España convierte a los israelíes en un bloque compacto y malvado"
LIBERTAD DIGITAL
Antonio Muñoz Molina ha contestado al grupo de intelectuales que, esta misma semana, le enviaron una carta
para intentar que no viajara a Israel a recoger el premio que le ha
entregado la Feria Internacional del Libro del país. El escritor publica una entrada en su blog
en la que se declara extrañado por tener que explicar los motivos que
le llevan a recoger un premio que han recibido algunos de los autores
que más admiración y respeto le inspiran, y de los que "en bastantes
casos ha aprendido lecciones no sólo de maestría literaria y rigor
intelectual sino también de decencia civil".
Muñoz Molina intenta explicar "por qué no acepto ni he aceptado nunca las simplificaciones y los estereotipos sobre Israel que
se difunden con tanto éxito en Europa, y particularmente en España,
donde tan amigos somos de las diatribas binarias: blanco o negro, bueno y
mano, derecha e izquierda, etc", señala.
Según el escritor, la visión maniquea que tenemos en España con
respecto al conflicto llega a "convertir a los israelíes en un bloque
compacto y malvado" e incluso "confundir israelí y judío". "Al fin y al
cabo estamos en un país donde hay pocos judíos y donde los pocos que hay
procuran no hacerse muy visibles, y donde la ignorancia, aun la que carece de mala intención, puede ser alarmante", avisa.
Cuenta Muñoz Molina cómo, con relativa asiduidad, su mujer –la también
escritora Elvira Lindo- y él han sido abordados en Nueva York por algún
español que les preguntaba dónde está "la calle de los judíos". Resalta
con ello el hecho de que "para mucha gente en España un judío es un ultraortodoxo con levita y sombrero negro, barba y tirabuzones"
y que cuesta poco "añadirle a la caricatura un fusil automático para
convertirlo en un colono armado en los asentamientos de Cisjordania". El
escritor considera "ultrajante" este reduccionismo "de un país a unos
cuantos lugares comunes, a los términos excluyentes" porque la realidad
es mucho más compleja.
Nada de lecciones
Muñoz Molina habla claro: "Yo no creo que haya que elegir entre estar
con los israelíes o estar con los palestinos. Estar a favor de los unos
implica necesariamente defender a los otros, porque sólo un acuerdo
justo y practicable puede garantizar el porvenir de Israel y el de
Palestina".
Sobre los defensores propalestinos (muchos de ellos, firmantes de la
misiva a él dirigida) Muñoz Molina afirma que "es legítimo defender
desde Europa los derechos de los palestinos, pero no se trata de un
mérito que nos ponga moralmente y políticamente por encima de los ciudadanos de Israel".
Y es que, como recuerda él mismo, mucha gente en Israel "milita en
defensa de esos mismos derechos, y critica con rigor y coraje los abusos
que se cometen en los territorios ocupados, y participan activamente en
organizaciones solidarias y de defensa de los derechos humanos, en
proyectos de convivencia entre judíos y árabes, en escuelas bilíngües
donde niños del uno y del otro lado, para aprender a convivir, empiezan
por aprender la lengua de los otros".
Muñoz Molina dice no sentirse por encima de esas personas, y no cree
que "ninguno de nosotros, en la seguridad de Europa tenga que darles
ninguna lección". Argumenta que "nosotros no tenemos cerca de nuestro
país a regímenes dictatoriales o teocráticos cuyos dirigentes proclamen
expresamente su voluntad de borrarnos del mapa". Y
añade más sobre la postura europea con respecto a Israel: "No hay abuso
del pasado que justifique ningún abuso del presente, pero cuando en
Europa se juzga con tanta superioridad moral a Israel
quizás convenga recordar el hecho de que ese país existe, sobre todo,
porque hubo una época no lejana en la que ser judío en esa misma Europa
era estar condenado al exterminio, y en la que los que conseguían huir
no encontraban simpatía en ninguna parte, sino expulsiones y fronteras
cerradas", recuerda.
Rechaza, además, acudir a por el premio "armado de suficiencia o de
arrogancia a decirles a los ciudadanos cosas que muchos de ellos saben,
denuncian y debaten, en una sociedad abierta en la que la libertad de expresión se practica con una viveza,
un apasionamiento y una seriedad ejemplares". "Si acaso" señala "me
conviene escuchar y aprender de muchas personas, escritores o no, que
siento que se parecen a mí, en sus aficiones, en sus intereses, en sus
convicciones democráticas y laicas, en su defensa de las igualdad entre
las personas y la justicia social".
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