El Yom Yerushalaim (Día de Jerusalem), que hoy se celebra en Israel y en todas las comunidades judías de la Diáspora, es la fiesta más reciente que se ha añadido al histórico calendario hebreo como día festivo nacional y judío, y conmemora la liberación de Jerusalem.
Jerusalem es hoy en día una ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Esto hace que continúe siendo una pieza controvertida en el ya de por sí conflictivo Oriente Medio.
Según el célebre escritor Eric Cline, autor de la obra Jerusalem sitiada, desde el antiguo Canaán hasta el Israel que hoy conocemos, la ciudad ha sido objeto de 118 conflictos. Siempre, el pueblo judío ha buscado, ha defendido, ha insistido en la importancia de la ciudad para la vida judía. Esto explica por qué, desde la época bíblica hasta nuestros días, en la práctica totalidad de las contiendas por conquistar la Ciudad Santa el pueblo judío ha estado involucrado, y sido perseguido. La evidente conexión actual e histórica entre Jerusalem y el pueblo judío se desprende, por ejemplo, del hecho de que en el calendario hebreo se establezca un día de ayuno especial por la destrucción del Segundo Templo, o de que los tres rezos judíos diarios estén orientado hacia Jerusalem, o de que el salmo 137:5, "Si me olvidaré de ti, Jerusalem", sea conocido por todo judío. En las bodas judías se rompe un vaso porque incluso en un momento la alegría no es completa, por la destrucción del Segundo Templo, hace más de 2.000 años.
Pero ya que el simbolismo a algunos no les basta, hagamos historia: en la Biblia, Jerusalem aparece ligada a los judíos en 750 ocasiones. Con la ciudad ocupada por los jebuseos, los judíos tratan de consolidarse en la región (Josué). El Rey David la convertirá en única capital del reino. Por primera vez en la historia, la ciudad pasaba a ser reconocida en su máxima categoría por un pueblo entero. En la misma línea, Salomón mandó construir el Templo Sagrado. Desde entonces, siempre ha habido presencia judía en la ciudad; presencia mayoritaria desde mediados del s. XIX.
Antes de la declaración de independencia de Israel (1948), en Jerusalem vivían alrededor de 30.000 musulmanes. Tras la derrota de los ejércitos árabes en 1948 y 1967, muchos han sido los que nos han tratado de convencer de que fueron expulsados por la fuerza. Los datos de los censos no dicen lo mismo, ya que tan sólo 20 años después de la primera derrota de los ejércitos árabes (1948) la población árabe se incrementó en un 50%.
Dejando al margen la demografía, el simbolismo y la continuidad histórica, entremos en el trato que han dado a la ciudad unos y otros. Tras la Guerra de Independencia y hasta 1967, Jordania controló Jerusalem Este, incluida la Ciudad Vieja, y prohibió a los judíos acceder al Muro de los Lamentos, lo único que queda del destruido Segundo Templo. Todas las sinagogas fueron destruidas o saqueadas. En palabras del comandante jordano Abdulá a-Tal, "por primera vez en mil años no queda un solo judío en el barrio judío". No lo pudo decir mejor. Los judíos, sí, fueron expulsados de la Ciudad Vieja en 1948. Fue tras la Guerra de los Seis Días, en que los ejércitos de Egipto, Siria, Jordania e Irak trataron de hacer desaparecer, una vez más, al joven Estado de Israel, cuando éste recuperó el dominio de Jerusalem y permitió el acceso a todos los fieles de todas las religiones a sus lugares sagrados.
Hoy en día, nada más y nada menos que el 20% de la población israelí es árabe. Los musulmanes tienen libertad de culto, pueden votar a sus representantes en el Parlamento, han ocupado cargos en el Gabinete, y son muchos los árabes al mando de grandes empresas.
Se han realizado varios sondeos sobre el país en el que preferirían vivir los árabes de Jerusalem. El último ha sido de American Pechter Middle East Polls para el Consejo de Relaciones Exteriores, y los datos que arrojó –hace unos meses– fueron, cuando menos, reveladores: un 35% de los musulmanes residentes en Jerusalem prefiere vivir bajo soberanía israelí, menos de un 30% prefiere vivir bajo un Gobierno palestino y el otro 35% prefiere no contestar, igual por temor a ser objeto del terrorismo.
Hoy celebramos la liberación de Jerusalén de quien segrega más que une, de quien destruye más que construye, de quien lo único que busca es crear una mayor inestabilidad en Oriente Medio. Sólo estando bajo soberanía israelí pueden las tres religiones convivir en Jerusalén en libertad.
Fuente:libertaddigital.com
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