Zapatero y Moratinos escuchan las explicaciones de Mohamed sobre como se va a quedar con Ceuta y Melilla.
¿Cree la izquierda de nuestro país en la españolidad de Ceuta y Melilla? ¿Se puede confiar en ella en relación con Marruecos? La pregunta no es baladí, ni retórica, puesto que la unidad nacional es cuestión de Estado, y esta sólo es posible desde un acuerdo nacional. Pero hoy, la izquierda española, desde Tele 5 a La Cuatro, desde la SER a Público y desde PSOE a IU –salvo UPyD–, están más dispuestos a ceder ante Marruecos que a enfrentarse a él. Lo más curioso es que lo hace dejándose de paso por el camino valores y principios que la izquierda siempre ha considerado suyos.
Cuestión relacionada es la actitud de la izquierda ante el régimen alauita. Marruecos es una dictadura incompatible con la democracia y los derechos humanos, sobre todo interpretados en clave progresista. Representa lo peor de la reacción a la ilustración o la modernidad. Y sin embargo, asistimos al espectáculo de la misma izquierda española que se pone en fila para apedrear a un franquismo felizmente pasado o disfruta buscando las cosquillas a democracias asentadas –usualmente Estados Unidos o Israel–, mientras esconde y silencia las gravísimas violaciones de derechos humanos en el Sáhara y en territorio marroquí. Doble rasero: la izquierda española se pone estupenda ante las democracias liberales, pero tolera y justifica dictaduras reales y cercanas como la marroquí, que encarna la negación de los supuestos valores progresistas.
Por otro lado, el carácter radicalmente religioso del régimen marroquí no preocupa a la laicista izquierda de Prisa o Mediapro. Los mismos que se quejan del supuesto protagonismo de la Iglesia Católica en España y Europa nada dicen del carácter teocrático y del régimen marroquí, donde no está claro si reina el primero de los creyentes o si se cree en lo que cree el que reina. En cualquier caso, la izquierda española no soporta que Rouco Varela hable de cuestiones cívicas, pero no tiene problema alguno en que Mohamed VI dirija el destino de los marroquíes. Ha pasado del opio del pueblo al cuius regio, eius religio sin solución de continuidad.
Tampoco en lo relativo a los pueblos oprimidos tiene la izquierda española muchos escrúpulos: decenios lleva Marruecos sometiendo a los saharauis a sangre y fuego. Es el pueblo oprimido geográficamente más cercano a España, pero la izquierda actual está más cerca de los palacios marroquíes que de las tiendas de campaña saharauis. Se indigna con el bloqueo legal a Gaza pero silencia el estado policial en Sahara, sólo porque lo lleva a cabo Marruecos.
En el caso de la paz –otro dogma izquierdista tradicional–, la izquierda de España no tiene problema alguno en mirar hacia otro lado ante una ocupación clamorosamente contraria al derecho internacional, el que tantas veces invoca la izquierda. Respecto a Argelia, pocas veces habla la izquierda de intereses comunes, pese a que España los tiene con este país –enfrentado a Marruecos– en bastante más número que con éste. Y respecto a las relaciones pacíficas con España, El País aún censura a Aznar la recuperación por la fuerza del status quo en Perejil con una severidad que contrasta con su actitud silente y hasta comprensiva ante quien lo rompió conscientemente, Marruecos.
Pesadilla para el laicista, el pacifista, el igualitarista, pero apoyado por la izquierda. Así que respecto a Ceuta y Melilla, islas de libertad, de libertad religiosa, de igualdad en la zona, la pregunta es: ¿cree la izquierda española en su españolidad? Creer de verdad, esto es, estar dispuesta a defender su integridad con la firmeza necesaria ante un vecino que ni ha renunciado ni renunciará a ocuparlas, llegado el caso usando la fuerza como en la verdadera Marcha Verde. No lo parece, dado el esquizofrénico amor de la izquierda ante Marruecos, que le lleva a perdonárselo todo; pero en cualquier caso, debiera ser sincera, porque la cháchara insustancial por la que justifica y afronta las últimas crisis con Marruecos es insostenible, sobre todo desde el punto de vista izquierdista.
Ceuta y Melilla son inviables para España si la izquierda está dispuesta a entregárselas, que es lo que implica no tener claro y no dejar claro que se defenderán por la fuerza si es necesario. De hecho, la reacción en su día y el recuerdo hoy de la izquierda del episodio de Perejil muestra dos cosas: primero, que si está en el poder cederá ante Marruecos con tal de evitar la posibilidad de enfrentamiento. Y segundo, que si está en la oposición se opondrá a cualquier política de firmeza ante ese país Y lo más curioso es que se trata de un país que representa fielmente los valores contrarios a los valores que la izquierda considera suyos: laicismo, igualitarismo, pacifismo.
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