Por primera vez desde que es
presidente de EEUU, Barack Obama pisaba suelo Israelí, con un despliegue
policial jamás visto en la historia del país. La visita será recordada
por los gestos y palabras, y no tanto por los hechos y propuestas.
Ha sido un viaje cargado de intenciones. Israel ha sido el primer país
que ha visitado Obama desde que fuera reelegido, con lo que ha lanzado
el mensaje a los enemigos de Occidente de que la alianza
americano-israelí es inquebrantable.
– Momento delicado para Netanyahu. Obama aprovechó que
la visita se producía en el momento político más delicado para el
primer ministro Netanyahu, tras su fracaso electoral del pasado mes de
enero. Sin embargo, el fiasco de Bibi y de su partido no ha sido tan
grande como para hacerles perder el mando. Obama sabe que con un
Netanyahu tocado es más fácil negociar; que éste será ahora más
propenso a colaborar y escuchar propuestas, muy alejadas todas ellas de
los intereses geoestratégicos israelíes.
– Eje islámico-occidental. Aunque en la visita no
asomó el tema, días después los analistas hablaban de una posible
intención de Obama de crear un eje islámico-occidental, con países como
Turquía, Jordania, Marruecos y, quizá, Egipto, para hacer frente a
Ahmadineyad y contener a la Hermandad Musulmana. De ahí que Egipto,
gobernado actualmente por la Hermandad, pueda ser el país clave en las
negociaciones. Israel, Estado odiado por los países anteriormente
calificados de moderados, no se sentaría en esta mesa, sino que más bien estaría debajo,
controlando lo que se pueda llegar a acordar. Este es el papel que
Obama quiere para Israel, que éste contempla con cierto recelo. Pero la
realidad supera a la ficción, y creer que el complejo puzzle de Oriente
Medio pueda ser resuelto creando ejes es quimérico. Si bien las duras
sanciones impuestas al régimen de Irán han afectado severamente a su
economía, no es menos cierto que un Irán nuclear está más cerca y que el
Gobierno de Netanyahu no lo va a permitir. Así como también es cierto
que el acuerdo de paz con Egipto está hoy pendiente de cualquier
eventualidad que tumbe los más de 30 años de relaciones entre ambos. Por
lo que este eje, si sumamos también la crisis siria, suscita muchos más interrogantes que certezas.
– Palabras y show. El resto de la visita, para el
público y de cara a la galería. Además de cortes insufribles en las
calles, todo fueron palabras bonitas, discursos históricos, como el
pronunciado ante unos universitarios, que muchos consideran opuesto al
que pronunció en El Cairo.
– Sin una propuesta de paz. Lo que no trajo el
presidente de Estados Unidos fue un plan de paz viable. Nadie salvo él
sabe si la razón de ello es que en realidad no cree en una posible
solución si o, simplemente, fue un gesto educado porque el plan que
tiene en mente es impensable para cualquier ciudadano israelí.
Por lo tanto no hizo ni dijo nada nuevo (ya que todos tenemos claro que
Estados Unidos es el principal aliado que tiene Israel...). Por ello, y
para evitar este tipo de críticas, dijo en varias ocasiones –también
durante su visita a Ramala– que su intención era "escuchar a las
partes".
En resumen, las relaciones entre ambos países han mejorado
considerablemente, pero por lo demás el viaje estuvo cargado de mucha
palabrería: ninguna propuesta y, sin lugar a dudas, una oportunidad
perdida para la garantía de la seguridad de Israel y, por ende, para la
estabilidad en Oriente Medio.
Fuente:libertaddigital.com
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