Aunque es un realidad poco conocida, más de 50.000 israelíes se han convertido en discapacitados tras pasar por el ejército, ya sea en las guerras o en atentados terroristas. Para saber como trata el estado hebreo a sus víctimas nos reunimos con un representante de la asociación que los acoge.
Se trata de la Organización de Veteranos Discapacitados de Tzahal (ZDVO por sus siglas en inglés) y de Roxana Levison, su representante para los países de habla hispana. Roxana, que además es periodista y trabaja como corresponsal para el Grupo Intereconomía, nos cuenta cómo empezó en ZDVO de forma eventual y, poco a poco, se vio más implicada: “Me fui metiendo cada vez más en el tema y me enamoré del lugar y de la gente, son personas que transmiten ganas de vivir".La mayor parte del trabajo que hace la ZDVO se desarrolla en Beit Halochem, las tres "casas del combatiente" que se han construido hasta el momento y que "que están pensadas para ser muy distintas a un lugar de rehabilitación o un hospital, más bien parecen un club social", algo importante cuando estamos hablando de personas "que durante mucho tiempo tiene que ir todos los días a rehabilitación, y no es lo mismo hacerlo en un hospital que en un lugar cálido con buen ambiente".
Actualmente hay casas Beit Halochem en Tel Aviv, Jerusalén (en la imagen) y Haifa, además se está desarrollando la construcción de una cuarta, en Beer Sheva en el sur del país, pensada para dar servicio a los muchos ciudadanos de Israel que viven en esta zona y que actualmente tienen que desplazarse para sus tratamientos.
"Encuentro con los pares"
Pero además de los avanzados tratamientos médicos y de rehabilitación y de las prótesis de última generación hay otras partes de lo que ofrece Beit Halochem que resultan fundamentales para la recuperación de una persona que ha pasado por una experiencia tan traumática como quedar discapacitado.
La menor de ellas no es el trato permanente con otros que han pasado antes por lo que esa persona está sufriendo, el contacto entre los veteranos de distintas guerras (incluso de la del 48) es muy beneficioso para todos: "Los jóvenes cuando ven a los mayores se dan cuenta de que se puede salir adelante, de que se puede tener una vida; y los mayores ven que todavía pueden ayudar a alguien: visitan a los que están haciendo rehabilitación, les ayudan, hablan con ellos, les dan consejos…"
Además, se fomenta el desarrollo personal a través de actividades artísticas o deportivas, que suelen tener un efecto muy beneficioso sobre la persona herida, no sólo en la parte puramente médica sino y sobre todo en la psicológica. Como dice Roxana, "el deporte puede obrar el milagro de que una persona pase en unos años de estar al borde de la muerte y desesperado a representar a tu país en unos juegos paralímpicos y ganar una medalla de oro".
Esto es, exactamente, lo que le ocurrió a Dror Cohen, el piloto que pueden ver en la fotografía y que tras quedar parapléjico en un accidente ha ganado una medalla de oro navegando en unos Juegos Paralímpicos e incluso ha participado en una edición del París - Dakar.
Las actividades artísticas también son sorprendentes en algunos casos como el del grupo de bailarines en silla de ruedas que montan espectáculos con compañeros no discapacitados y que ya han actuado con gran éxito en lugares tan lejanos como Colombia y Panamá.
Además, la ZDVO también ayuda a sus miembros en todo aquello que es necesario por su nueva vida, aunque no esté directamente relacionado con la salud: todos los papeleos, la adaptación de sus hogares a las nuevas necesidades propias de una persona que ahora es ciega o va en silla de ruedas…
Sólo un 20% corre a cargo del Gobierno
Un aspecto que a los españoles puede resultar llamativo es que sólo un 20% de los fondos que hacen funcionar a la ZDVO provienen del estado israelí, una cantidad que además “se tiene que dedicar específicamente a tratamientos médicos”. El resto del dinero se recauda gracias a las cuotas simbólicas que pagan los socios (que al ser decenas de miles acaban por resultar una cantidad apreciable) y, sobre todo, a través de donaciones de las comunidades judías de todo el mundo.
Hay que señalar, además, que aunque están pensadas y creadas para los militares las casas Beit Halochem dan servicio también en ocasiones a los civiles heridos en atentados, “en casos especiales en los que sus necesidades no pueden ser satisfechas en otros ámbitos”, nos comenta Roxana Levison. Por desgracia, y dado el terrible historial de atentados terroristas en Israel, esto no es tan excepcional como cabría pensar y hoy por hoy bastantes civiles son miembros de la ZDVO.
¿Cómo trata Israel a sus víctimas?
Tener decenas de miles de víctimas de la guerra y el terrorismo es una situación terrible para un país como Israel que, al fin y al cabo, está formado por poco más de siete millones de habitantes. Preguntamos a Roxana qué percepción y qué relación tiene la sociedad hebrea de sus víctimas: “Son considerados héroes, son los que han puesto su cuerpo para que nosotros podamos vivir tranquilos, para que yo no tenga Qassams cayendo en mi casa”.
Una admiración que va más allá de lo que ocurre en las guerras: “Se les respeta mucho, y no sólo por lo que han hecho en el frente sino también por lo que hacen fuera del campo de batalla, en la lucha por la vida, por su familia o por poder formar una, son admirables”.
Probablemente es una versión ampliada de la relación muy especial que tiene la sociedad israelí con sus fuerzas armadas y, sobre todo, con sus soldados. Es lo que Roxana Levison llama "el efecto soldado" una expresión que acuñó en su blog, "un trato maternal y paternal hacia cualquier soldado, sea donde sea y lo conozcas o no lo conozcas. Algo muy especial y que hace que hasta te reparen antes las averías si le dices a la compañía que eres madre de un soldado y que éste va a venir de permiso a casa”.
Quizá ese respeto y esa admiración sean otra de las claves, además del trabajo de la ZDVO, por el que a pesar de la gravedad de las heridas que sufren “hay un grado de reinserción cercano al 90%”, según nos cuenta Roxana “la gran mayoría vuelve a trabajar y a llevar su vida”, quizá una vida distinta a la que habían planeado, pero que ellos viven con toda su intensidad “y eso que estamos hablando de personas con discapacidades serias”, puntualiza.
Eso sí, cuando ya están recuperados o, mejor dicho, cuando han superado la fase de rehabilitación “la mayoría siguen acudiendo a Beit Halojem, tal y como nos cuenta Roxana: "En ocasiones te encuentras con uno y te dice hoy he venido y no sé muy bien para qué". Está claro que para ellos se ha convertido en un segundo hogar.
Fuente:libertaddigital.com
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